Los edificios que habitamos están derrumbándose desde hace tiempo. Hemos intentado reparar sus goteras, cuarteaduras y fugas. Incluso nos hemos esforzado en adaptarnos. Tratamos de vivir bajo las grietas o la herrumbre, pero cada vez resulta más difícil experimentar bienestar y seguridad dentro de ellos. ¿Por qué habríamos de conformarnos con habitar ese espacio viejo y maltrecho, cuando podríamos hacer uno nuevo?
La humanidad necesita reconstruir el mundo con urgencia. Y a pesar de que el entorno se ha vuelto asfixiante para la mayoría, han sido las mujeres quienes se han interesado más por tomar pico y pala, hacer una argamasa distinta para edificar cuartos propios con mejores vistas, salones donde iniciar nuevas conversaciones, patios con otros juegos, espejos sin truco. Han plantado árboles para renovar el aire que todos respiramos. Pero hay quienes prefieren quedarse dentro de los salones viejos. Quizá les resulta más conveniente. Tal vez no saben muy bien qué hacer, o temen quedarse sin una guía que les permita saber qué pasará a continuación.
Este especial pretende formar parte de la conversación en torno a la equidad de género, esa gigantesca obra negra, esa lenta reconfiguración de nuestros roles. Es una invitación a que los lectores participen en ella, a que cuestionen su propio papel en esta metamorfosis histórica. A que imaginen nuevas identidades, otras formas de narrarse a sí mismos y a los otros, a las otras. La propuesta está hecha: hay un mejor lugar esperándonos. ¿Quién se une a la reconstrucción?
Imagen de portada: Una estudiante la Isla Gunkanjima en Nagasaki, Japón. Fotografía: Jordy Meow (CC-BY-SA 3.0)
Ilustraciones: Diana Martín