Graham Greene (1904-1991) es el culpable de mi obsesión por viajar a lugares poco narrados para cartografiar los espacios desde la experiencia más íntima.
La primera novela de Luna Miguel es protagonizada por Helena, una mujer de treinta años que rige sus acciones a través del hambre, una fuerza que la orilla a satisfacer de manera frenética sus necesidades físicas, afectivas e intelectuales.
Autómatas ajedrecistas, perros que viajan al otro mundo, asesinos incidentales, amores turbulentos y fantasmas sin esperanzas: los personajes de este libro son seres atormentados, monstruos que al mismo tiempo respiran la angustia de estar vivos y disfrutan del atractivo terror de la muerte.
Al leer por segunda vez Barranca, de Diana del Ángel, pienso que es una obra con una cantidad monumental de elementos de los cuales hablar, y que la configuran, más que como un objeto de estudio, como un sujeto: complejo, de múltiples voces, traumas, obsesiones, deseos y, sobre todo, con alma.