IZeus mide con su relámpago de metal mis huesos pélvicos: caderas estrechas, dicey su diagnóstico frena el impulso de un rayo en la cabeza de mi hijosiento el fragor detenerse en el hueco final y el hueso es un trueno petrificadolas estrías violáceas de mi vientre anuncian que se aproxima una tormentano hay lluvia que descienda entre mis piernasZeus ha dicho —imponiéndose con su luz plateada— que no he de alumbrar a este dios porque soy incapaz de permitirle la salida.
Compartimos este adelanto de poemas, incluidos en —La mujer—, una colección de poesía de la peruana Victoria Guerrero publicada por Álbum del Universo Bakterial, gracias a cuya generosidad es posible traérselos.
iv
He querido
decirlo todo
como suele decirse
en las catedrales
de una ciudad
mal lograda
en dudas y retratos,
sé
lo d i f í c i l
m i r a r nos
a los o j o s
y pensar
que es marzo,
porkéej sólo los días dieci
-siete
traen
recuer
-dos.
No sé si mi vecino lee mis historias de Facebook y le gusta darme material,o quizá ya se creyó mi frase de «no están a mi nivel”porque vino a comprar jamónno podía decirme si era una bolsa chica o grande,¿me la presta para checarla?,—sí, es de ésta, dijo mientras me pegaba sutilmente en el hombro,—aaaammm, ¿cree que pueda pasármela?,volvió a golpearme con el productopero le soltó y la atrapé en el aire,—¡es de un cuarto, vale 27!, le dije en chinga,pagó y se fue.