Tierra Adentro
Fotografía por Pixabay.

Disfrutar de la música al grado de convertirse en una autoridad para elegir la ambientación de un concurrido bar o la programación de una estación de radio, e incluso profesionalizarse para escribir sobre ella fue una actividad considerada masculina hasta hace poco tiempo: internet ha cambiado el panorama. Brenda Navarro entrevista a dos talentosas melómanas que comparten su gusto por la música con una perspectiva refrescante, más concentrada en el gozo de la escucha compartida que en la parafernalia que rodea a la industria musical tradicional.[1]
Ya era hora.

 

Andrea López Estrada y Zazil Alaíde Collins se mueven entre la literatura y la melomanía. Las letras y la música son un trabajo y un placer que conjugan con habilidad. Andrea, editora y selectora musical, creó junto con la fotógrafa Sofía Buitrón un espacio de difusión de bandas, artistas y DJs llamado Sonidos Cercanos, que se encarga de retratar la escena musical actual de la Ciudad de México. Zazil es programadora musical de la estación de radio en línea Código CDMX, además es poeta, ganadora del Premio Estatal de Poesía Ciudad de la Paz, 2011. Sus declaraciones engloban de manera fehaciente un contexto que va más allá de la música: el de las mujeres que abren espacios y que son capaces de cambiar una parte del mundo al democratizar el disfrute de la nueva música latinoamericana, aquella que cumple con dos condiciones: originalidad y talento.

 

Brenda Navarro: ¿Cuál creen que sea la situación actual del talento musical en México? 

Zazil Collins: Hay mucho. A veces no me doy abasto con el material que llega a la estación, y en mis búsquedas en internet pasa lo mismo. Creo que sí es muy vasto lo que se produce y cada vez es más sencillo acceder a más contenidos, no sólo locales sino  internacionales, y además cada vez más específicos. Por ejemplo, la otra vez vi un mapa conceptual de los nuevos géneros musicales y su evolución que abarcaba como del mil novecientos sesenta y tantos al dos mil nueve, y se ven líneas que se dividen en diversos géneros, como pasa con los libros, con la literatura.

Andrea López: Se tienen que meter a sonidoscercanos.com (risas). Justo la idea de la página surgió porque veíamos que  la escena nacional no estaba explorada por ningún medio “indie mainstream”, entiéndase Life Boxset, o Sopitas.com, que son medios muy conocidos, aunque no institucionales. En Sonidos Cercanos decidimos explorar esto, Sofía Buitrón, la fotógrafa de la página, y yo. Pensamos que era buena idea concentrarnos en el D.F. y empezar a difundir lo que se realizaba aquí.  Y es así como una cosa te lleva a otra y a otra… de modo que iniciamos haciendo una entrevista a una DJ que se llama Pana Li, y a partir de lo que ella nos dijo empezaron a salir más bandas, y fuimos con otros músicos que nos recomendaron a otros, y así sucesivamente.

Andrea y Zazil son nuevas exploradoras en la tierra ignota de la crítica musical en México. Si la búsqueda y revisión del talento musical es una parcela casi desierta en nuestro país (los nombres del canon indie se cuentan con los dedos, y rara vez bajan la mirada para reconocer a bandas emergentes), se suma el hecho de que hablamos de una especialidad que desde sus orígenes en la mítica revista Rolling Stone ha estado sumergida en un visión masculina, y que más bien se ha dedicado a repetir acríticamente las sentencias adolescentes de los ídolos del momento, muchas veces sexistas y misóginas.

Andrea y Zazil, como muchas otras críticas y difusoras musicales, se han apropiado de una herramienta que ha dado la vuelta al cerrado universo de las revistas y las radiodifusoras tradicionales: la Red de redes.

BN: ¿Para qué difundir música desde Sonidos Cercanos y Código CDMX? ¿Qué las motiva?

AL: La idea con Sonidos Cercanos es justamente demostrar que sí hay cosas buenas en la música, además de conectar gente. Ha sucedido que hay bandas que ya se conocían entre ellas, pero también hay otras que se han empezado a escuchar por medio de la página de Sonidos. De este modo se convierte en un espacio para difundir pero también para documentar lo que está pasando en la escena musical en México hoy en día.

Por ejemplo ahora en el Distrito Federal, está sucediendo lo que ya había pasado en Guadalajara o Monterrey cuando empezaron a surgir bandas que estaban pegando. Ahora veo una generación muy grande que está viniendo al Distrito Federal, y aunque algunas bandas se perderán en el camino, sí habrá algunas rescatables que van a prosperar. Mientras más bandas participen, mucho mejor. Lo que yo veo es que hay espacios para que se conozcan proyectos nuevos y más gente se interese y se quiera involucrar…

ZC: En Código es lo que yo trato de hacer desde las barras de programación. Por una parte comparto lo que me gusta, pero también hay veces que comparto material que yo no escucharía, pero que nos llega, tiene calidad y merece ser escuchado porque también la estación –y eso es importante decirlo– da un servicio público, tiene una función que no me gustaría llamarle institucional, sino pública. Es necesario abrir estos espacios porque, por ejemplo, hace rato iba cambiando la estación del radio a eso de las tres cuatro de la tarde y no había nada. Y yo pensé: “No, ¡no puede ser! Ahorita nosotros tenemos una barra musical súper chida y la banda que está escuchando radio en este momento se está chutando los éxitos de ayer…”

AL: La hora de los Beatles…

ZC: ¡Exacto! o Ricardo Montaner… y dices: “¿Por qué estas estaciones no muestran un poco de lo que se está haciendo actualmente en la música?” Ahí sí veo problemas, porque  internet hasta cierto punto la democratiza pero sólo si tienes señal, no es accesible para todos.

A pesar de sus limitaciones, Internet es una plataforma esencial para el despegue del periodismo musical femenino. En otras latitudes, blogs como Wears The Trousers (que analiza la escena musical británica desde una óptica exclusivamente feminista) y el legendario sitio de Rhiannon Lucy Coslett y Holly Baxter: The Vagenda (una bitácora que analiza los avatares de la emergencia femenina en el periodismo musical) son dos ejemplos de la legión a la que Zazil y Andrea pertenecen y que avanza, paso a paso, hacia una visión de la música con identidad de género.

BN:¿Cuál es la importancia de letras en la nueva música? ¿Cuáles letristas les gustan más?

AL: En lo particular sí me gustan las letras de tal o cual banda, pero también puede ser que me guste una sola canción. Independientemente de mi construcción personal, yo le resto importancia a las letras porque ya tengo suficiente con el periódico o los libros, y en la música busco recrearme con los sonidos…

ZC: A mí al contrario, me preocupa lo que la audiencia va a escuchar porque me interesa que haya música con contenido. Lo que no quiere decir que no me gusten las rolas para que la gente baile o se relaje, pero siento que para eso hay horarios. A mí sí me gusta hacer mucho énfasis en las líricas. Y pensando en letristas podría mencionar a Natalia Arroyo y Citlalli Toledo… también me gustaría destacar que veo que muchas bandas están retomando la poesía o la tradición oral y las están actualizando. Me viene a la cabeza una banda que se llama Playa Magenta, que es la mezcla de música electrónica con son jarocho, y cuyo resultado es algo muy folk. Si escuchas las letras, te das cuenta que son soneros de Xalapa… También está Hello Seahorse, que está tocando letras de boleros y tradicionales oaxaqueñas.

Una constante en estas bandas citadas por Zazil es su presencia femenina, no sólo porque tengan una mujer al frente —Verónica Valerio en Playa Magenta y Denise Gutiérrez en Hello Seahorse—, sino porque sus letras evocan universos de este género, mucho más íntimos, alejados de la imagen canónica de la cantante sexy de la banda indie. Estas bandas recuperan tradiciones musicales (del rock y del pop) y las reconstruyen a partir de narrativas femeninas.

Esta evolución de perspectiva de género se queda atrás en el discurso de la prensa y de la crítica convencional. Los ejemplos abundan: Noisey nos dice que en Coachella se vieron “más nalgas que bandas”, y la prensa mainstream suele poner más énfasis en la ropa, el aspecto o la vida sentimental de las protagonistas de su canon musical. La crítica sobre figuras como Amanditita, Jessie Bulbo o Carla Morrison se centran en si tienen sobrepeso, si son atractivas o no.

Como se mencionó en un principio, la prensa musical tiene un referente obligado: Rolling Stone. El tabloide nacido en 1967 ha crecido hasta convertirse en una revista de alta gama sin perder del todo su fama de provocadora, algo que no se traduce en su visión de género: sus portadas[2] son muestra de que para esta publicación (y la prensa que de ella se nutre y toma modelo) los roles de género siguen imperturbables.

BN: ¿Cómo ven la presencia de las mujeres dentro de este medio?

ZC: Por ejemplo, en Código: hay 5 mujeres y el resto son hombres. Yo soy la única programadora, dos son productoras de contenidos culturales (no musicales) y una gerente, y fuera de eso, todos son chicos.

AL: En mi caso es raro. Como DJ es muy ambiguo, porque ya hay muchas chicas que se dedican a esto, incluso Panda nos decía que le funcionaba ser DJ porque en los lugares y/o eventos a los que va, cuando dicen que va una mujer que además está guapa, jala más gente. Y eso a ella le funcionaba bien. En el Black Horse soy la única DJ, pero yo sí veo mucha rotación de chicas. En el caso de Sonidos Cercanos, aunque hay gente que ya identifica la página, no tienen ni la menor idea de que somos dos mujeres quienes la hacemos y luego mandan mensajes que dicen “Carnales, valedores, ¡está bien chida la página!”. A mí me gusta que el portal sea neutro, aunque creo que si pueden identificar que somos mujeres trato de que en realidad no haya esa distinción. Pero a mucha gente sí le sorprende que siendo mujeres vayamos a festivales de metal o ciertos lugares que parecieran “rudos” y les saca de onda que estemos ahí, en medio de los madrazos. Sí se tiene esa creencia de que los portales de música están hechos por hombres.

ZC: Coincido totalmente porque, por ejemplo, en Código tenemos una cuenta de Facebook y de repente los mensajes que llegan también nos dicen “Carnal”, y yo digo: “¿Pero por qué creen que somos hombres?”

AL: Lo que yo he optado por hacer es firmar los correos. Así ya cambia totalmente el discurso. Pero también es un arma de dos filos, porque cuando saben que eres mujer te tratan con la onda: “Sí, morra… lo que quieras”, “Claro, ven a mi estudio…” Ha sucedido, algunas veces, que bandas son más accesibles porque somos mujeres, o que al contrario, se muestran más escépticas.

ZC: A mí me pasa que aunque ya hayan leído mi nombre –que, según yo, se entiende que es un nombre femenino– me siguen hablando como si fuera hombre, y tengo que aclarar que soy mujer. No sé si es por joder, o porque no entienden, o  porque dan por hecho que soy hombre…

BN: ¿No creen que éstas sólo son muestras de que las relaciones de género siguen siendo dispares?

ZC: Habría que verlo muy a detalle. Pero, por ejemplo, estaba leyendo que en el ámbito de la música la pareja que más dinero produce es la de Beyoncé y Jay-Z, aunque no daban la cifra por separado, sino en conjunto. Tendríamos qué ver cuánto gana cada quién y cuántos hombres hay detrás de cada mujer…

AL: Pareciera que las mujeres sólo sorprenden cuando están en escena si son bateristas o están en bandas, por ejemplo, de metal.

ZC: Además, también en la música se categoriza, no se dice: “la banda de rock” sino “la banda de rock de chicas”.

AL: Es como cuando dicen: “escribe bien para ser mujer”. Se me ocurre el ejemplo de Marco Paul, vocalista de Sour Soul, grupo de música indie, progresiva, y quien tiene una tesitura muy peculiar. Cuando le pregunté sobre sus influencias musicales, me decía que lo había influido su papá, pero encima de su padre, estaba su abuela, una cantante de soul de Nueva Orleans. Yo lo he escuchado cantar en vivo: interpreta canciones de Aretha Franklin o de Etta James y las canta con una voz masculina que más bien tiene un lado femenino. Porque igual pasa que hay mujeres que tratan de encajar en este aspecto masculino, de manera inconsciente, pero en este caso, con Marco, él se apropia de un tono femenino y le da esa originalidad que conmueve.

ZC: Jeff Buckley se echó una interpretación de la ópera de Dido y Eneas, y él era Dido, tenía el papel femenino.

AL: Y no es andrógino, ni quiere jugar por otro lado con la feminidad, es una apropiación de algo que se es de manera inconsciente. No pretende ser más que una expresión y ya.

ZC: Por ejemplo, Ingrid Beaujean, una de las conductoras del programa de radio Ejazz, me dio una entrevista hace unas semanas. Empezamos a hablar de que una vez al aire, ella o su hermana, que también es músico y cantante, comentaron algo sobre las distintas formas de abordar el arte, y yo, considerando que en la literatura dicen que si lees a alguien puedes saber si es hombre o mujer (porque usa más comas, o puntea más y esas ondas) le pregunté si pasaba lo mismo con la música. Ella, que iba acompañada de un hombre, dudó, y más bien dijo que no lo creía. Pero su acompañante de inmediato dijo que sí, que puede saberse perfectamente cuando un guitarrista es negro o blanco, o que a veces las mujeres abordan las teclas en el piano de forma distinta a los hombres porque son más emotivas, cosas así. A mí me parece una discusión interesante.

 

BN: Las oportunidades de acceder a estudiar o aprender a hacer música, ¿creen que son las mismas para ambos géneros?

AL: Creo que se tiene más posibilidad de acceder cuando existe un apoyo económico, pero –y esto aplica tanto para hombres como para mujeres– si a alguien tiene un interés muy grande por algo lo hace. Yo me acuerdo que Javier, de la banda Vicente Gallo que si bien es una banda que ya está muy establecida en el medio independiente, me contaba que él llegó a tener de atril para el micrófono un bote de cemento y un palo de escoba. Son formas de buscar cómo potencializar sus herramientas y, como te digo, si la gente lo quiere hacer, lo hace.

Creo que la música es más accesible que, por ejemplo, la literatura, en donde sí necesitas más educación para adquirir el gusto o entender ciertas cosas, sin embargo, con la música hay algo más instintivo…

ZC: Habría que ver la plantilla académica de las escuelas de música.

Justo me acordé de Virginia Woolf, cuando se pregunta quiénes son las mujeres que escriben, y generalmente son las parejas de los hombres instruidos. Yo desde mi posición no tengo idea de los ingresos de la mayoría de las mujeres que tocan música… pienso que ahí está un poco más nivelado, cuando eres músico en general, no vives de eso, te cuesta mucho trabajo vivir de ello, entonces creo que casi todos los músicos se dedican además a otras cosas… A lo mejor (es algo que se me está ocurriendo ahorita y no estoy descubriendo nada nuevo) por eso hay más mujeres que cantan: porque no necesitan invertir en un instrumento y lo más intrínseco es la voz. Mejor preguntémosle a ellas.

AL: También está el asunto de que hay ciertas limitaciones culturales para que, por ejemplo, una mujer forme una banda. Ya no digamos de tener credibilidad o no, sino una situación tan básica que es, ya formada tu banda: tener que ir a tocar el jueves por la noche, como hombre te dicen: “Bueno, ve”, pero con las mujeres es distinto, “¿Cómo que por la noche?”. Incluso los compañeros del grupo te cuidan más. Como podemos ver no es limitante pero sí es un aspecto que influye.

ZC: Sí influye. Pienso en las disqueras comerciales, en las que suelen firmar artistas a las que les tienen que explotar su “feminidad”: tienen que estar guapas, usar pantalones entallados, escote… Y terminan invirtiendo más en la imagen que va a vender que en la música. Todo al final es un producto para ellos. Por eso es mejor voltear a ver lo independiente.

No hay estudios que analicen bajo que condiciones se encuentra el acceso de las mujeres mexicanas a una carrera musical. Si bien la ONU reconoce que hay avances en la paridad de que niños y niñas puedan ingresar a la educación básica[3] (en el 2010 había casi tantas mujeres como hombres en la educación media básica) el organismo también reconoce que obtener una educación escolarizada no se traduce necesariamente en puestos de trabajo. ¿Qué podemos decir de medios tradicionalmente masculinos, como las bandas indie o la prensa musical mexicana? Casi lo mismo que del mundo del flamenco: en una entrevista,[4] las más celebradas guitarristas flamencas Marta Robles (titulada en Guitarra Flamenca en la Escola Superior de Música de Catalunya) y Antonia Jiménez (quien aprendió su arte “de oído”) reconocen la misma dificultad para entrar en los espacios del estrecho mundo de la música tradicional española. La formación musical no parece hacer diferencia.

Los términos en que se plantea esta entrevista a las guitarristas es impensable en la prensa mainstream mexicana (¿será un eco del pacto de silencio que en otras disciplinas artísticas parece existir hacia las reivindicaciones de género?). A pesar de ello, los grupos que hacen música a partir de la experiencia femenina abundan y nutren una copiosa escena musical: Andrea y Zazil, a través de Sonidos Cercanos y Código CDMX, dan cuenta cada día de nuevas bandas, nuevas voces y hallazgos.

 

BN: ¿Hay un apogeo musical o sólo nos estamos dando cuenta de que hay más música a la que antes no podíamos acceder?

AL: Siempre se han hecho cosas, pero ahorita sí hay muchos proyectos. Porque, además de lo que decía Zazil respecto a que hay un redescubrimiento de las tradiciones, lo cierto es que se está haciendo lo que se tenía que haber hecho desde hace unos cincuenta años. Las de ahora ya no son bandas de covers. Aunque en la radio comercial sigue —el pop que está pegando está, literalmente, hecho a partir de todo lo que se tocaba en los años ochenta—  ya hay toda una construcción musical propia, distinta. Lo que pasa en la esfera de lo no comercial es que exploran los sonidos en español, o componen en inglés, pero no tanto por nuestra cercanía con Estados Unidos, sino porque hay toda una construcción cultural al respecto.

ZC: Me acordé de un maestro musicólogo de la UNAM, López Cano, que decía que el inglés era el parlato universal y que ahora lo es el hip-hop sin importar el idioma. Y mira, si pensamos en el movimiento de hip-hop mexicano, creo que sí aplica, porque se han dado cuenta de que el español tiene más construcciones de lenguaje que el inglés y que se puede explorar bastante.

BN: ¿Cuáles son los parámetros que las hacen elegir entre escuchar tal o cual música?

AL: Que sea original. Y  por original no me refiero a que sea un sonido “nuevo”, sino que tiene que ser honesto. Porque es casi imposible hacer algo totalmente original hoy en día. Yo me concentro en la honestidad, en lo que les sale de dentro, y que está hecho sin mayor pretensión que el compartirlo.

ZC: Originalidad y talento. Hay trayectorias que a veces a mí me dan mucho coraje porque digo: “¿Cómo es posible que no haya tenido la plataforma o la oportunidad?” Porque eso es lo único que necesitaban, tener más difusión. Hay materiales que valen mucho la pena.

AL: ¡Yo digo que ojalá Zazil se colocara y tomara la radio pública! (risas). Sí hace falta una visión menos institucional de la música para que sea más cercana a la gente.

ZC: Exacto, porque el problema de la radio pública es que su repertorio actual es muy pobre en comparación con lo que se necesita exponer. A mí no me gustaría “estar en la radio pública” porque no me atrae ser burócrata. Pero sí pretendo abrir espacios, que la audiencia misma siga creando otros y que continúen creciendo. Y así ha funcionado, porque ya hay varias estaciones digitales pequeñas, más bandas que hacen sus podcasts y los suben.

AL: Además, hay artistas a los que no les gusta salir en la radio pública porque la idea que se tiene de ella es que está o maleado o mal hecho, porque la programación es mala…

ZC: Hay muchas estaciones en las que existe un sistema en el que se mete la canción sin un programador que haga curaduría rola tras rola. Al hacer eso, las rolas se van de manera aleatoria. Creo que Código CDMX sí se dedica a hacer curaduría, es decir, sí decimos y pensamos qué se va a escuchar. En ese sentido tenemos la libertad para programar música y podemos entrarle un poco a analizar los planos de los movimientos musicales y emotivos, y ahí se pueden generar buenos sets musicales.

BN: ¿A quiénes nos recomiendan escuchar?

AL: Afortunadamente con Sonidos Cercanos hemos podido llegar a gente que hace muy buena música, como Renee Moi, quien hace las pistas en su computadora y luego se las lleva a sus músicos para que cada quien saque su parte, y aunque en ellas da una línea básica, sí permite que los músicos vayan enriqueciéndola. Ella me gusta porque conjuga muchas cosas que en México no están explotadas. Otro ejemplo, Ani DiFranco, o Kimbra, que aunque a ésta la conocen por el dueto con Gotye, ella anda por su parte y se presentó en el Vive Latino, que a mí me parece un buen lugar para exponer música. A la par está Mon Laferte, chilena, radicada en México, que tiene una onda mucho más rocker pero bien la puedes colocar en lo indie alternativo. Y mira, por alguna razón, hay muchas cantantes chilenas que se están viniendo para México, como Paz Quintana y Mariel Mariel… También Elis Paprika, que puede gustarle a la gente o no, pero ha batallado en muchos sentidos porque estuvo con una disquera grande y no le funcionó, luego se fue por el lado independiente, en donde se la puede escuchar ya con un proyecto más definido, más maduro. Hay que ponerle mucha atención a los artistas independientes, porque aunque tienen la desventaja de no contar con un apoyo económico conciso, sí pueden llegar a mucha más gente sin restricciones, tienen la libertad de distribuir su material en muchos lados.

ZC: Pensando en proyectos que destacaría —y que es porque los tengo frescos, tal vez seguro en otro momento diría otros más— volvería a mencionar a Natalia Arroyo. Ella está lanzando su proyecto solista. Ha sido violinista de Son de Madera por muchos años y ahora por su lado lanzó un disco, en octubre de 2013. Lo grabó con jazzistas mexicanos muy buenos y con músicos de son jarocho.  Lo chido de Natalia es que ella fusiona tango, son, jazz, etcétera. Hay muchas cantantes ahorita, como Citlalli Toledo, que pertenece a la banda Xavier, la cual está combinando hip-hop con rock. También Regina Equihua, que toca blues. O, por ejemplo, rescataría a una cantante de soul de los setentas que se llama Sola… aunque no se sabe nada de ella. Yo me enteré por el libro de Sirenas al ataque, de Tere Estrada, que le dedica dos tres párrafos. Dice que en un momento de la vida se perdió, se fue a Acapulco y nadie supo de ella. Y es que su historia sí es muy triste porque firmó con una disquera de estas grandes, quien la puso a cantar covers de baladitas horrendas, estereotipadas… cantaba cosas como “La maldita primavera”. Ya murió, pero le sobreviven un par de rolas increíbles.

 

 

Andrea López Estrada (Ciudad de México, 1982). Estudió Literatura Inglesa en la UNAM pero terminó siendo nerd musical y entusiasta de la cultura pop. Editora, librera, cofundadora de la página web Sonidos Cercanos, selectora de música y amante de la cartografía. Actualmente está desarrollando una relación entre su gusto por caminar, el descubrimiento, el estudio de la ciudad a través de los espacios peatonales y la ciudad como personaje en la literatura.

Zazil Alaíde Collins (México, 1984). Ha realizado estudios de maestría en Letras (UNAM) y la especialidad en Ciencias Antropológicas (UAM). Ha publicado en antologías del FETA y los libros Junkie de nada (Lenguaraz, 2009), No todas las islas (ISC/Conaculta, 2012) Premio Estatal de Poesía Ciudad de La Paz en 2011, y El corazón, tan cerca de la boca (Abismos Editorial, junio 2014). Es DJ en una estación de radio digital, donde conduce un espacio sobre música de estilo global e influencias locales.

 


[1] Para saber más de este tema se pueden consultar los siguientes artículos que ofrecen un buen panorama: “Women in Music Journalism” que explora la necesidad de pluralidad de voces en el ámbito editorial al momento de reseñar música , “Sexism in Music Journalism” que evidencia el sesgo que existe al tratar a los artistas según el género en medios de prestigio como Rolling Stone o Pitchfork, con titulares como “Beyonce: What Makes the Shy Girl So Hot?” o “Housewife of the Year: Jessica Simpson”, y “33 Women Music Critics you Need to Read” que nos da una pista para seguir a algunas de las especialistas más notables en música que escriben en lengua inglesa.

[2] Por ejemplo, ver: http://resources1.news.com.au/images/2011/08/16/1226115/911517-rolling-stone-covers.gif


Autores
(1982). Estudió Sociología en la UNAM. Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Iberoamericana (UIA) y en Relaciones de Género por el PUEG/UNAM. Becaria en SOGEM-Puebla y en los diplomados del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia y Guión Televisivo por la DGTVE. Ha trabajado como redactora, guionista, periodista cultural, y publicado cuento y poesía en varios medios digitales e impresos. Le importa todo lo que tenga que ver con relaciones de género y literatura. A veces escribe, otras hace preguntas porque no sabe dibujar ni tocar el piano.