Tejer entre la autonomía y la institucionalidad como mujer tsotsil, ¿una puesta necesaria?
Palabras de inicio
En este ensayo, pretendo reflexionar sobre mi trayectoria personal y profesional, enmarcada en la constante tensión entre la autonomía y la institucionalidad. Abordaré los retos y dificultades que he enfrentado como mujer joven tsotsil al navegar entre estos dos ámbitos, a partir de mis experiencias en organizaciones no gubernamentales, colectivos, partidos políticos, espacios de activismo, instituciones gubernamentales, educativas y académicas. Mi objetivo principal es responder a la pregunta: ¿es necesario tejer entre la autonomía y la institucionalidad si se es una mujer tsotsil feminista? Para ello, también me interrogo sobre la necesidad de transitar entre estos dos espacios. Es importante destacar que este ensayo no seguirá una estructura lineal, sino que fusionará mis experiencias actuales y anteriores, a partir de un recuento desde el año 2014 hasta la fecha, entrelazando pasado y presente, en una apuesta política de tejer desde la ontología relacional (Cariño, 2021).
El ensayo se divide en cuatro apartados: 1) Mi andar como escritora, 2) Mi caminar como estudiante e investigadora, 3) Mis pasos como traductora, y 4) Mi labor como docente. Finalmente, presentaré algunas reflexiones breves.
Mi andar como escritora
Para adentrarme en el mundo de la escritura, transitando desde mis primeros acercamientos en diversos talleres artísticos, como pintura, danza, teatro y música, hasta llegar al primer taller de literatura tsotsil-tseltal en 2013, impartido por la Unidad de Escritores Mayas Zoque (unemaz), donde se tejió la antología Stso’op Joj Nido de Cuerdos (2014), con el apoyo del programa Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales. Este fue un primer paso significativo que despertó en mí la pasión por la poesía.
Motivada por esta experiencia, decidí inscribirme en 2015 a un taller de poesía experimental, dirigido a jóvenes tsotsiles. Durante dos años, este taller autónomo nos permitió publicar dos libros cartoneros: Snichimal Vayuchil y Uni tsebetik (ambos en 2017), consolidándonos como un colectivo independiente. Optamos por no depender de becas o financiamientos gubernamentales, sino trabajar con nuestras propias habilidades y recursos, desde la impresión hasta la distribución en librerías.
Estas experiencias iniciales tenían como objetivo fortalecer las lenguas indígenas, promover su uso y realizar una recuperación lingüística. Sin embargo, posteriormente ingresé a talleres de poesía en español (2019-2023), mayormente financiados por el gobierno. En 2019, busqué una beca del Fondo Nacional para las Culturas y las Artes (fonca) y, en 2021, obtuve una beca del gobierno de los Estados Unidos para cursar el Programa de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa.
En 2021, participé en el concurso nacional del Fondo Editorial Tierra Adentro (feta), con la intención de publicar el poemario que escribí con la beca del fonca, el cual fue aceptado y publicado en diciembre de 2022. Además, tuve la oportunidad de impartir talleres de poesía en lenguas indígenas a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (inbal), los cuales se brindaron de forma gratuita para hablantes de lenguas indígenas.
Una de las experiencias más sobresalientes en las que participé fue en Originarias: Mujeres que escriben fuera de la hegemonía, una gira de poetas indígenas que recorrió lugares como Morelia, Pátzcuaro y Michoacán. Este proyecto excepcional y autónomo tiene como objetivo desafiar los paradigmas arraigados en el ámbito literario al amplificar la voz de las mujeres indígenas a través de la poesía. Surgida del esfuerzo y compromiso de tres compañeras, esta iniciativa completamente autogestionada se gestó con recursos limitados, pero con una determinación inquebrantable por compartir nuestro talento poético en diferentes rincones de México. En esta gira, diversas voces de mujeres se unieron, lo que resultó en la publicación de una antología y un libro individual para cada participante, producto del arduo trabajo que implicó desde la edición y corrección de estilo hasta el encuadernado artesanal de cada ejemplar.
La mayoría de mis experiencias en el ámbito de la escritura han transcurrido en espacios institucionales, aunque no menos importantes son aquellos proyectos autónomos que han contribuido significativamente a mi desarrollo literario. Los talleres de poesía en español, por ejemplo, han desempeñado un papel fundamental en mi trayectoria, al permitirme construir una identidad literaria sólida. Gracias a becas literarias, tuve la oportunidad de dedicar un año entero a la escritura de mi libro, cuya publicación posterior fue posible gracias a un programa editorial. Ambas experiencias resultaron trascendentales, ya que me brindaron la plataforma necesaria para denunciar las diversas formas de violencia que enfrentamos las mujeres tsotsiles y abordar temas que muchas veces son tabú en nuestras comunidades, de modo que asumí que es necesario tejer con las instituciones. Publicar un libro es un proceso complejo y exigente, con requisitos rigurosos por parte de las editoriales, pero es un medio indispensable para alzar la voz y cuestionar las prácticas machistas arraigadas en un sistema patriarcal que nos discrimina por nuestra identidad racial, prácticas machistas que se ejercen sobre nuestros cuerpos racializados por este sistema patriarcal que es racista, clasista, misógino.
Además de estas oportunidades, he impartido talleres en línea de poesía en lenguas indígenas en colaboración con el inbal, un espacio crucial para reflexionar sobre la literatura de los pueblos indígenas de México y formar a futuros escritores en otras lenguas originarias.
En estas experiencias, especialmente en mi encuentro con la escritura y la poesía, he encontrado un refugio donde puedo expresar libremente mis sentimientos y conectar con mis raíces. La poesía, para mí, va más allá de ser una forma de arte; es un camino hacia la esperanza y una herramienta para dar voz a quienes a menudo son silenciadas en un mundo dominado por el patriarcado. Cada verso que escribo se convierte en un acto de justicia para todas las mujeres, como lo expresó Galindo.
Escribo para incendiar-escribo como quien grita. Como quien bloquea con piedras el camino. Como quien rompe una camisa de fuerza. Como quien escribe su epitafio. Como quien escribe un telegrama urgente con una noticia inesperada. Escribo a ritmo de quien bombea con oxígeno un pulmón al borde de la asfixia. Como quien escribe algo más importante que las tablas viejas del viejo testamento, como los viejos mandamientos patriarcales que nos definen a las mujeres como propiedad y como carne sin verbo-escribo sin dios, sin amo y sin patrón (Galindo, 2021, p. 27).
Escribo para romper mis propias opresiones, hilvano con fuego la escritura para apartar las sombras que acechan, para romper todas las cadenas invisibles que constriñen nuestra voz. Pienso que cada verso es una barrera, una piedra contra el patriarcado. Mi escritura es un acto de resistencia, para romper esta dominación en la que estamos sumergidas. En cada línea, en cada estrofa, construyo un mundo donde la voz de la mujer resuena con fuerza y dignidad, donde existe justicia.
Senderos como estudiante e investigadora
Mi formación académica transcurrió en la Universidad Intercultural de Chiapas (unich), donde cursé la Licenciatura en Lengua y Cultura (2013-2017). Esta etapa fue fundamental en mi vida, ya que gracias a esta licenciatura y al contexto del movimiento zapatista en Chiapas, pude aprender a escribir, traducir y leer en mi lengua materna, algo que no había sido posible en otros entornos académicos. Esta experiencia no solo me proporcionó herramientas importantes para mi desarrollo profesional, sino que también fue un despertar, una reafirmación de mi identidad como mujer maya tsotsil.
Ingresar a la unich me permitió reevaluar mi ser como mujer tsotsil, reivindicar mi idioma y mi cultura, y valorar los rituales y prácticas tsotsiles. Dejé de tener miedo de afirmar que soy una mujer tsotsil de Chamo’-Chamula, y comprendí que lo que había vivido en mi educación básica era racismo, algo que debía ser denunciado. Me volví consciente de que ser tsotsil no era algo negativo y, a partir de entonces, tuve la determinación de no volver a ocultar mi identidad.
Antes de finalizar la licenciatura, obtuve una beca para participar en un Seminario de Historia y Liderazgo en los Estados Unidos, en la Universidad de Tucson. Esta beca se otorgaba a jóvenes indígenas con excelentes calificaciones que no hablaban inglés, sino una lengua indígena mexicana, con el objetivo de reconocer y fortalecer nuestras trayectorias. Esta experiencia fue un impulso para seguir escribiendo y fortalecer mi idioma. A lo largo de mi formación, viví el racismo en la educación media, lo que me llevó a ocultar mi identidad, pero esta beca me empoderó y motivó al ser exclusiva para personas de pueblos indígenas. Afortunadamente, en algunos ámbitos académicos se ha valorado el maya tsotsil.
Decidí adentrarme en el ámbito académico cursando una maestría en estudios feministas, motivada por la inquietud que me dejó mi tesis de licenciatura y mi trabajo como educadora de calle con niñas y niños tsotsiles. Para financiar mis estudios, solicité una beca del programa de Conahcyt, otorgada por el gobierno de México. Lo extraordinario de esta beca radica en que el instituto de posgrado considera como requisito ser hablante bilingüe de una lengua indígena, no necesariamente una lengua extranjera.
Hasta este momento, mi trayectoria educativa ha estado íntimamente ligada a espacios institucionales, como la licenciatura, el seminario y la maestría, para los cuales tuve que solicitar becas para completar mis estudios, lo que probablemente habría sido mucho más complejo sin ellas. A pesar de haber transitado por estos espacios institucionales, es importante reconocer la lucha de mis compañeras y compañeros zapatistas, ya que la unich fue fundada gracias a este movimiento. Este levantamiento armado buscaba que se reconociera a los pueblos indígenas de Chiapas, y sin él, no habría sido posible que forjara mi trayectoria desde mi idioma y cultura. Por lo tanto, si bien estudié en una institución, fue gracias a un movimiento revolucionario que abrió las puertas a este camino.
Trayectoria como traductora
Mi labor como traductora inició en el ámbito literario, donde comencé traduciendo mis propios poemas. Posteriormente, al trabajar como educadora de calle, tuve la oportunidad de traducir talleres en tsotsil para familias y niños tsotsiles, así como acompañar a niñas víctimas de violencia en la fiscalía indígena de San Cristóbal. Otro momento crucial fue mi participación como traductora para partidos políticos a nivel estatal en 2019, abordando temas de violencia política en razón de género hacia las mujeres tsotsiles.
Desde el 2021, como parte de mi activismo en defensa de los derechos de las mujeres tsotsiles, colaboro voluntariamente como traductora con la Diputada Evelyn Sánchez, en Baja California, Tijuana y Mexicali. En estos lugares, un gran número de mujeres, niños y niñas migrantes, originarios del municipio de Mitontic, se enfrentan a violaciones constantes de sus derechos. La diputada les proporciona pasaje y comida, además de apoyo para resolver sus detenciones y evitar ser extorsionados. Esta red de apoyo es fundamental para mí, ya que sin ella no podría viajar a Baja California para ayudar en la traducción en las procuradurías o DIF, ni podríamos lograr que salgan de la cárcel. Aunque proviene de un partido político, considero que esta red es importante, ya que nos permite infiltrarnos y desestructurar el sistema racista y patriarcal en el que vivimos las mujeres indígenas.
Durante mi trayectoria, coordiné la traducción de dos libros sobre violencia de género, dirigida tanto a mujeres indígenas como no indígenas, en colaboración con un partido político. Más allá de si estos partidos realizan estas acciones como una cuota política o como una forma de destacar las lenguas indígenas en su agenda, considero que es una oportunidad para infiltrarse en el sistema y desafiar su hegemonía patriarcal.
Participar como traductora es un acto de resistencia que eleva la voz desde la lengua tsotsil, desafiando la hegemonía del discurso patriarcal. Esta experiencia me permitió abordar la problemática de la violencia desde la perspectiva tsotsil, fomentando el diálogo y la reflexión entre mis compañeras tsotsiles. Aunque mi labor se desarrolló en el ámbito político, pude apreciar la importancia de estos intercambios como una estrategia efectiva para desafiar y cuestionar el sistema patriarcal, y para dar voz a las mujeres indígenas desde la perspectiva de los feminismos comunitarios y las luchas que surgen en nuestras propias comunidades, evitando que el feminismo sea cooptado por instituciones, gobiernos o partidos. Estos espacios me brindaron la oportunidad de reflexionar y analizar con otras mujeres tsotsiles. Tuve la oportunidad de participar en foros donde se fortalecía el liderazgo de las mujeres para ocupar espacios políticos. En estos foros, mi tarea como traductora implicaba una serie de reflexiones, preguntas, aprendizajes y desafíos. Considero que esta experiencia no habría sido posible sin el respaldo de los partidos políticos, ya que implicaba un gran gasto y logística. A través de estos eventos, pudimos reflexionar sobre las violencias de género que afectan a nuestras comunidades.
Docente-educadora de calle
Durante dos años (2017-2019), trabajé en la ONG Melel Xojobal como educadora de calle, un puesto que requería fluidez en la lengua tsotsil. Mi labor consistía en promover y proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes indígenas, impartiendo talleres en su lengua materna. Melel Xojobal es una organización civil que aboga por los derechos de la infancia indígena. En San Cristóbal de las Casas, transitaba por las calles, conectando las realidades de niñas, niños y mujeres tsotsiles de la ciudad con los desafíos teóricos y prácticos de la vida diaria. Esta experiencia me mostró la necesidad de abordar profundamente estas realidades con metodologías arraigadas en nuestras comunidades indígenas.
Mi trabajo como educadora me sumergió en el corazón de mi comunidad, donde descubrí necesidades y metodologías que previamente desconocía. A través de los movimientos feministas comunitarios, identifiqué la importancia de mi identidad como mujer tsotsil y mi formación en una universidad intercultural. Diseñé proyectos que se alineaban con los movimientos indígenas y el levantamiento del EZLN, crucial para aquellos niños y niñas que habían perdido la conexión con sus raíces debido al racismo latente en nuestra ciudad.
Durante dos años, me desempeñé como educadora de calle, una experiencia que me sumergió en la realidad de las niñas y niños tsotsiles. Durante este tiempo, fui testigo del despertar lingüístico al aprender el alfabeto del idioma tsotsil. Además, les acerqué al conocimiento de la lucha liderada por el movimiento zapatista, el cual busca defender sus derechos e identidad cultural. Les brindé la oportunidad de explorar lugares que, hasta entonces, solo existían en la memoria de sus ancestros. Esta vivencia me lleva a reflexionar sobre la importancia de trascender las fronteras académicas y llevar el conocimiento a las calles y campos, donde la vida comunitaria palpita con fuerza, permitiendo que las realidades se vuelvan tangibles y los aprendizajes adopten nuevas formas (Galindo, 2021).
En la actualidad (2023), soy docente en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), impartiendo la materia de lengua tsotsil. Considero este espacio como un acto político de resistencia, ya que incluir el tsotsil en el plan curricular de la licenciatura en lenguas con enfoque turístico es una lucha por la defensa de nuestro idioma. Este hecho es trascendental, ya que comúnmente solo se consideran las lenguas hegemónicas como el inglés, francés e italiano. Mi labor en esta universidad es un testimonio de la resistencia de los pueblos indígenas.
Además, también soy docente en la Escuela Normal Superior de Chiapas, donde imparto la materia “Acercamiento a los pueblos originarios de Chiapas”. Esta institución, preocupada por la situación de los pueblos indígenas, demuestra un interés genuino por integrar la voz de los ancestros, la sabiduría, la cosmovisión y la cultura indígena en su plan de estudios.
En suma, mi trayectoria laboral ha estado marcada por la defensa y promoción del idioma tsotsil y los Derechos Humanos de las infancias indígenas en Chiapas. Mi labor en instituciones gubernamentales y ONG demuestra un compromiso constante con la visibilización y valoración de las lenguas indígenas en Chiapas.
Reflexiones finales
Ser escritora, estudiante y traductora, reconocida con premios a nivel estatal, nacional e internacional, me ha permitido trabajar desde mis posibilidades con la convicción de un cambio verdadero en nuestras comunidades y pueblos indígenas. Sin embargo, esta labor no está exenta de la mirada del otro, que busca realzar nuestra labor como activistas. Por ello, considero fundamental cuestionarnos si nuestra participación en instituciones y con el gobierno está contribuyendo efectivamente a nuestros objetivos o si, por el contrario, nos estamos limitando por las estructuras y herramientas de estas instancias. En este sentido, las palabras de Audre Lorde (1987) son pertinentes: “No desmontaremos la casa del amo con las herramientas del amo”.
La constante reflexión sobre nuestro quehacer es fundamental para avanzar hacia un cambio verdadero. Mi trayectoria como mujer maya tsotsil, involucrada en diversos espacios, tanto institucionales como autónomos, me ha permitido observar las complejidades y contradicciones que entrañan estas dinámicas. En el contexto de un México que nos oprime, violenta y margina por ser indígenas, mujeres y pobres (Curiel, Falquet y Masson, 2005), surge la pregunta crucial: ¿en realidad ocupamos recurrir a las instituciones de gobierno, a las financiadoras, cuando claramente vemos todos los días que vivimos en un México que nos oprime, nos violenta, un México racista misógino y sumamente patriarcal-neoliberal? Esta interrogante cobra especial relevancia para las feministas que buscamos construir alternativas al sistema patriarcal y neoliberal. La colaboración con instituciones gubernamentales, si bien puede ofrecer recursos y visibilidad, también puede implicar la adopción de agendas y estructuras que no necesariamente coinciden con nuestras visiones y valores. Es necesario repensar nuestras estrategias y buscar alternativas que nos permitan construir un futuro más justo e incluyente para nuestras comunidades.
Los premios en los que he participado, en su mayoría, buscan reconocer las trayectorias de mujeres indígenas con perspectiva de género y en la defensa de sus derechos. Esta iniciativa, si bien puede interpretarse como una acción gubernamental para cumplir con cuotas, también puede tener un sentido político más profundo. Como mujeres indígenas destacadas podemos darle un significado político a estos reconocimientos al visibilizar nuestras luchas y reivindicaciones, y al posicionarnos como agentes de cambio en un contexto marcado por la violencia y la desigualdad. Mi participación en estos premios ha sido impulsada por la convicción de que las mujeres tsotsiles tenemos la capacidad de acompañar a otras mujeres y cambiar las narrativas que nos estereotipan. En mi labor de acompañamiento a mujeres víctimas de violencia, he experimentado la necesidad de contar con recursos económicos para cubrir gastos como traslados, llamadas telefónicas, alimentos y alojamiento. La remuneración económica que acompaña a algunos premios ha sido de gran ayuda para aligerar esta carga y permitirme continuar con mi trabajo. Además de los gastos materiales, mi labor también implica procesos de contención emocional para el cuidado personal y colectivo. Si yo, como acompañante, no me encuentro bien, no puedo brindar el apoyo adecuado a las mujeres que necesitan mi ayuda. Estos procesos de autocuidado también generan costos económicos que, en muchas ocasiones, no son cubiertos por las instituciones. En definitiva, la participación en premios y becas, así como la obtención de recursos económicos, no solo me ha permitido apoyar a otras mujeres tsotsiles, sino que también ha contribuido a visibilizar nuestras luchas y a fortalecer nuestra capacidad de agencia en un contexto adverso.
Enfrentando la marginación histórica, las mujeres indígenas encuentran en las alianzas con el feminismo comunitario una estrategia para fortalecer sus luchas. Reconociendo las particularidades de cada movimiento, este diálogo permite el intercambio de conocimientos y la construcción de estrategias conjuntas. El feminismo comunitario, al surgir desde las propias comunidades, resuena con la cosmovisión indígena y enfatiza la autonomía de las mujeres. De esta manera, las alianzas no solo nutren las luchas individuales y desafían las etiquetas limitantes, sino que también trazan un camino propio hacia la emancipación, donde las mujeres indígenas son protagonistas en la construcción de un futuro más justo. En ese sentido:
nosotras vamos retomando todo lo que nutre nuestra lucha, y vamos dando a las otras mujeres todo lo que pudiera nutrir su propia lucha, en algunos momentos nos unimos en voces, en eventos, en exigencias a quienes corresponde en este país o fuera de él, pero con nuestra propia estrategia para seguir luchando adentro de las comunidades y organizaciones por hacer de nuestra lucha (Sánchez, 2015:50).
En el contexto actual, las alianzas estratégicas se construyen como herramientas fundamentales para fortalecer las luchas de las mujeres indígenas. A menudo, al unirnos a movimientos feministas y formar alianzas, somos etiquetadas como radicales. Sin embargo, este proceso de unión y autoidentificación como agentes de cambio, en lugar de víctimas o sujetos pasivos, es crucial para transformar las narrativas que nos han sido impuestas. Tanto el feminismo autónomo como el institucional ofrecen perspectivas valiosas, y mi experiencia personal me ha permitido transitar entre ambos enfoques. De hecho, mi vinculación con partidos políticos en torno a temas como la violencia política contra las mujeres indígenas, ha demostrado la necesidad de involucrarnos en estos espacios, siempre con una mirada crítica y cuestionando las estructuras de poder en las que nos insertamos (Álvarez, 1999:48). En este sentido, retomo las palabras de Audre Lord (1982) citadas por Tere Garzón, quien nos invita a “jugar con las herramientas del amo” para tender una trampa al poder. Esta estrategia nos permite aprovechar aquellos espacios que, si bien han sido creados por el sistema patriarcal, pueden ser utilizados para avanzar en nuestra lucha por la emancipación y por una transformación social.
En mi experiencia, he encontrado valiosos aportes tanto en los espacios feministas autónomos como en los institucionales. Un ejemplo de ello se encuentra en la Declaración Feminista Autónoma “El desafío de hacer comunidad en la casa de las diferencias”, donde se reflexiona sobre la necesidad de “revisar y complejizar la comprensión del relacionamiento con las instituciones, con el financiamiento, con otros movimientos sociales y con otros feminismos, incluyendo los feminismos institucionales” (Espinosa, 2011, p.4). Esta reflexión me ha llevado a valorar mi propia experiencia como coautora de dos libros cartoneros junto al colectivo de jóvenes tsotsil, un grupo al que le tengo un profundo cariño por el camino que labramos juntos, resistiendo ante las grandes editoriales. Considero que aliarnos con estas instituciones, sin perder de vista nuestro objetivo político, puede ser una oportunidad para debilitar el sistema patriarcal. Si bien la participación en estos espacios puede ser desafiante, debido a las posibles imposiciones o limitaciones, cuando tenemos claro nuestro posicionamiento, podemos aprender a dialogar con estas instituciones de manera efectiva.
Mi trayectoria ha abarcado diversos espacios, desde la academia feminista y las organizaciones de la sociedad civil hasta colectivos independientes. Cada uno de ellos me ha brindado aprendizajes únicos y significativos que han moldeado mi labor como activista tsotsil. Las experiencias más relevantes en mi formación incluyen los dos primeros talleres de poesía en lengua originaria, mis estudios en la UNICACH y la beca de la Embajada de los Estados Unidos en México. Estas experiencias me permitieron reconocer el valor de mi lengua materna, comprender las heridas coloniales que enfrentan los pueblos indígenas y encontrar un espacio de diálogo en la academia feminista, donde las prácticas políticas de las luchas indígenas se encuentran con el feminismo. Cada espacio que he habitado, ya sea la calle, la academia o la poesía, ha sido un grito de liberación, un lugar de aprendizaje y dilema donde mi identidad como mujer tsotsil se entrelaza con las luchas feministas. Desafiando las fronteras impuestas, busco abrir caminos hacia la justicia a través de la poesía, un acto de transformación en sí mismo. En cada verso, en cada palabra escrita, se alza la voz de resistencia que arde con la fuerza de la palabra y la esperanza. Cada etapa de mi recorrido ha sido importante, única y reflexiva, brindándome aprendizajes y generando discusiones que me invitan a reflexionar sobre mi propio papel como mujer tsotsil. Sin importar el entorno, ya sea en organizaciones, en el ámbito académico o en partidos políticos, las complejidades y desafíos siempre están presentes.
Cada experiencia vivida, ya sea en organizaciones, en el ámbito académico o en la esfera política, ha enriquecido mi voz y ha fortalecido mi capacidad de expresión. He aprendido que la lucha feminista es vasta y trasciende fronteras, permeando numerosos aspectos de la vida, desde la educación hasta la participación política. En cada espacio en el que me he desenvuelto, he enfrentado desafíos y complejidades, pero también he encontrado inspiración en las mujeres que, como yo, están tejiendo sus propios caminos de resistencia. A lo largo de mi trayectoria personal, explorando la autonomía y la institucionalidad, así como participando en movimientos de pueblos originarios y el feminismo, he acumulado reflexiones y aprendizajes significativos. Desde mis primeros pasos en organizaciones no gubernamentales hasta mi ingreso en la academia feminista y mi compromiso como traductora para amplificar las voces de las mujeres indígenas, he enfrentado contradicciones inherentes a mi identidad como mujer tsotsil. Mis experiencias en la educación de calle me han enseñado la importancia de la acción directa, de poner el cuerpo en las calles y trabajar desde la base, desde el lugar de origen, desde el campo. El conocimiento adquirido en estas experiencias ha sido fundamental para comprender las verdaderas necesidades de nuestras comunidades. A través de esta reflexión personal, he llegado a reconocer la necesidad de cohesión y el valor de reconocer las diversas trayectorias y perspectivas de las mujeres en la lucha feminista. Cada voz es única y valiosa, y nuestra fuerza radica en nuestra diversidad unida en un objetivo común: una transformación social despatriarcal.