Estaba yo hace unas semanas desayunando frente a la computadora, cuando navegando en Facebook me topé con una nota cuyo encabezado me heló la sangre: «Desayunar frente a la computadora aumenta el riesgo de contraer cáncer».
Estimado señor alcaide,
Como uno de sus presos más antiguos y peligrosos, me he tomado la libertad de escribirle esperando que en honor a los cerca de quince homicidios, desmembramientos y violaciones que cometí en mi larga carrera como asesino serial, tome usted en cuenta esta breve crítica a la calidad culinaria del corredor de la muerte de esta cárcel, en la que fuera de un par de motines y peleas con otros prisioneros, he pasado unos años bastante agradables.
Cuando la mesera se acercó con los tragos, Jonás tomó su whisky directo de la charola y sin detenerse a brindar o a dar las gracias lo vació de una sentada y pidió otro.
Hace un par de semanas, mientras leía en el periódico una nota sobre cuatro decapitados en el estado de Veracruz, me topé con algo que me horrorizó y me erizó la piel.
Es por todos sabido que Roma no se construyó en un día —aunque eso es lo que se había prometido en un principio—, y que el proyecto estuvo plagado de irregularidades desde sus inicios, específicamente cuando durante el turbio proceso de licitación, Rómulo terminó asesinando a su hermano Remo para quedarse con el contrato.