Tierra Adentro

Estaba yo hace unas semanas desayunando frente a la computadora, cuando navegando en Facebook me topé con una nota cuyo encabezado me heló la sangre: «Desayunar frente a la computadora aumenta el riesgo de contraer cáncer». El texto aseguraba que, según estudios recientes de alguna universidad extranjera, las radiaciones emitidas por la pantalla de la computadora mezcladas con alimentos, podían provocar cáncer de ojos. Como el artículo no explicaba porqué era específicamente el desayuno y no la comida, la cena, o un tentempié de media noche el que mayor riesgo conllevaba, y como yo estaba desayunando pizza —que técnicamente no es desayuno— decidí descartar la nota como una patraña más de las que comparte la gente en Facebook. Siempre he pensado que si alguien publicara un estudio diciendo que compartir notas en Facebook sin haberlas leído antes provoca cáncer, la gente pensaría dos veces antes estar asustando a sus contactos.

Mi angustia regresó al día siguiente, cuando me topé con una noticia que aseguraba que ignorar noticias sobre estudios de cosas que dan cáncer podía provocar cáncer. Alarmado le llamé al doctor Alejandro Ríos, viejo amigo de la infancia, cancerólogo reconocido a nivel mundial y adicto a Facebook.

—Tranquilo —me dijo después de escucharme pacientemente—. Hay estudios que dicen que alarmarse por artículos que hablan sobre cosas que pueden dar cáncer, puede provocar cáncer, así que tranquilízate un poco.

Una vez que me calmé, Alejandro procedió a contarme la siguiente historia:

—Te voy a ser muy sincero. La verdad es que a la fecha nadie tiene idea de cómo evitar el cáncer, así que desde hace décadas los miembros de la Sociedad Internacional de Cancerología a la que pertenezco, decidieron comenzar una lista de cosas que pueden provocar cáncer elegidas al azar, y apostarle a que, por pura estadística, una que otra resulte ser real. El cigarro es el mejor ejemplo de este método. Hace décadas alguien propuso que fumar podía causar cáncer y años después resultó ser cierto. Te lo digo para que estés tranquilo: más de la mitad de las cosas que lees en esos artículos salen de una tómbola anual que organiza la Sociedad de Cancerología en Suiza. Todos los años nos reunimos y los doscientos miembros del comité hacemos una lista de actividades y cosas que pueden provocar cáncer, pero que la verdad tienen la misma probabilidad de provocar glaucoma, sífilis, hepatitis, varicela o una gripa estacional. De la tómbola se sacan veinte nuevas posibles causas de cáncer y éstas se distribuyen alrededor del mundo para ser publicadas como estudios a lo largo del año. De hecho, si te llegas a topar por ahí con un estudio que afirma que comer palanquetas parado de manos en un día lluvioso puede provocar cáncer, ni te preocupes porque lo escribí yo.

—¿Pero te das cuenta del daño que le puede hacer un estudio así a la industria de la palanqueta? —pregunté indignado.

—Por mí que se vayan, que se hundan —respondió—. Las odio. Siempre que como una quedo todo pegostioso y se me atoran entre los dientes, y eso a la larga puede provocar cáncer.

—¿Pero qué hay de la gente a la que sí le gustan?

—Pueden seguirlas comiendo con toda tranquilidad. Solamente deben evitar comerlas parados de manos bajo la lluvia.

Escuchar música con audífonos de chícharo durante temporada de huracanes, hacer gárgaras con leche bebida directo del cartón, bailar Payaso de Rodeo fuera de tiempo en las bodas, comer quesadillas con palillos chinos, contestar llamadas de celular con el sobaco, reírse cinco minutos después de que contaron el chiste, tararear canciones de Maná junto a una secadora de ropa encendida, abrirle los brazos a la vida sin la fuerza suficiente, y además dejar cosas a la deriva, son sólo algunas de las actividades que mi amigo ha propuesto para la cada día más extensa lista de cosas que pueden provocar cáncer.

—En la última cumbre propuse que los programas de chismes del espectáculo pueden provocar cáncer, ya verás cómo el tiempo me da la razón —concluyó.

Yo para no arriesgar evito desayunar frente a la computadora, y hace varios meses que no me como una palanqueta. También dejé de ver noticieros de espectáculos, pero esos solamente por vergüenza.


Autores
(Ciudad de México, 1985) es autor de Y, sin embargo, es un pañuelo (Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2014). Estudió la Licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, donde no ha regresado y quedó a deber varias cuotas de estacionamiento. Es apasionado del cine, de Monty Python y de escribir semblanzas biográficas en terecera persona. Tuitea como @emedebaena