Tierra Adentro

Titulo: Anticitera, artefacto dentado

Autor: Aura García-Junco

Editorial: Fondo Editorial Tierra Adentro

Lugar y Año: México, 2018

¿Cómo hablar de una novela que es más que una novela? Nos hemos acostumbrado, como lectores, a lo tradicional: a la narrativa de largo aliento que cuenta una historia de muchas maneras. A veces esta narrativa puede ser lineal o experimental.  Por eso tenemos prodigios de la estructura, desde En busca del tiempo perdido a Farabeuf, sin olvidarnos de La vida que se va, de Vicente Leñero o Winnesburg, Ohio, de Sherwood Anderson. Sin embargo, lo común al enfrentarse a una novela encontrarnos con la narración que describe una ciudad, una serie de personajes, un pueblo, un acontecimiento que veremos desde distintos puntos, como ocurre en Lo que Maisey sabía.

Leer Anticitera se convierte en un ejercicio que no puede hacer más que provocar, en primera instancia,  extrañamiento.  La experiencia de esta novela remite al lector al Sueño de Polífilo más que a Vargas Llosa, por ejemplo.

Trataré de explicarme. Anticitera es una novela contada en muchos fragmentos. ¿Qué cuenta? No sólo un hecho, sino muchos, que a su vez forman parte de una misma cosa. Es decir, en poco más de cien páginas la autora nos descubre que no hay historias definidas por el bien y el mal, ni miles de tramas donde convergen las vidas de personas en determinados periodos de tiempo. Ni siquiera los escenarios, que nos llevan de la antigua Grecia a la Francia Medieval, y después al Renacimiento, importan aquí. Son meras piezas dentadas de una gigantesca maquinaria. ¿Cuál? El cosmos. Y para explicarlo, la autora se sirve de la Música de las Esferas.

Cabría esperar que aquí se haga un análisis de ciertas partes de la novela, del artefacto narrativo (me es más cómodo llamarle así), que incluso se vean y se desengranen los significados ocultos en determinado pasaje, en una trama, en el arco argumental de, digamos, Friné, o de Boldini, o de algún alquimista que pueble las páginas de este libro. Diré que me es imposible. La prosa y la inventiva de la autora superan mi capacidad de análisis. Y esto no se debe a que la prosa sea farragosa o a que la historia sea tan complicada como para mandarla al traste. No estamos ante un experimento fallido, sino ante un cúmulo de experiencias que sólo son perceptibles con el tiempo. Lo confieso: después de leer la novela me quedé anonadado, sin entender lo que había ocurrido, pero sabiendo que lo que había en Anticitera tocaba ciertas fibras en mí. Tuvieron que pasar algunos días y una segunda lectura para convencerme: no estaba ante un enigma, sino ante un prodigio.

Lo que ocurre en Anticitera debe ser desvelado por el mismo lector. Hay decenas de referencias a la literatura antigua que no hacen sino engrandecer lo que ocurre aquí. Pero tampoco es necesario que se lean colecciones enteras de literatura grecolatina o medieval. Esto sí hay que recalcarlo: Aura García-Junco le habla al lector inteligente, al lector que se ha quedado con ganas de más. Entonces, en lugar de sentirnos derrotados,  somos capaces de convertir nuestra sorpresa en un arma y sal con ella como si fuera lanza en ristre a buscar más y más datos que converjan y hablen con los personajes de Anticitera y hagan brotar luz donde aparentemente hay sombra.

,Esta es una novela experimental, eso está más que claro, aunque esto no signifique que se necesiten conocimientos interdisciplinarios exhaustivos, o que lo que hay aquí sea ilegible. Hay maravilla, fenómenos que nos superan. ¿No es eso el Cosmos? ¿No por ello la ciencia se ha dividido en numerosas ramas, pretendiendo así comprender, aunque sea una parte ínfima, del Universo? Aquí hay matemáticas, ingeniería y muchísima inventiva. Artefactos. Pareciera que Aura García-Junco nos cuestiona: si algunos construyen complejos mecanismos con cientos de pequeñas piezas, ¿por qué no construir una máquina con puro papel y palabras? Una máquina que lea el universo y dialogue con él, que lo convierta y lo traduzca a través del lenguaje y de la historia, de la vida individual y del movimiento de los astros.

Anticitera, una espléndida joya, un artefacto perfecto. No falta más que anunciarlo a bombo y platillo: entren, lectores, y asómbrense con el movimiento de los cielos.