Una de dos: o el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios y entonces Dios tiene tripas, o Dios no tiene tripas y entonces el hombre no se le parece.
Acercarnos a primeras obras es siempre un misterio y al mismo tiempo un deleite, estamos acudiendo a indagaciones primigénias, cargadas de instinto y de una búsqueda real, sin los manierismos y las mañas que nos dan, algunas veces, el tiempo y la llamada trayectoria.
En el libro, siempre a mitad de camino entre el producto cultural y el objeto mercantil, se entrecruzan las supersticiones del coleccionista, las necesidades del estudiante, los placeres del lector, los campos de batalla del editor y los procesos personales del escritor.