Me tomé la libertad de hablar sobre Nosferatu, la película que Murnau estrenó en marzo de 1922, con un reparto magnífico conformado por el increíble Max Schreck, un actor teatral (como la mayor parte del gremio, especialmente durante las primeras etapas del cine) que ya había participado en películas como El alcalde de Zalamea, y que siguió labrándose una extensa carrera hasta su muerte.