Dana Gelinas: hija del desierto
Dana Gelinas (Monclova, Coahuila, 1962) es poeta, traductora y narradora de cuento y novela infantil y juvenil. Ha traducido al español autores ingleses, irlandeses y estadounidenses. Fue becaria del Centro Mexicano de Escritores (beca Salvador Novo, 1982-83), del Instituto Nacional de Bellas Artes (1987-88) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes para Jóvenes Creadores (1992).
Sus poemarios Bajo un cielo de cal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1991), Poliéster (VIII Premio Nacional de Poesía Tijuana 2004), Altos Hornos, (Editorial Praxis, 2006), Boxers (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Joaquín Mortiz, 2006) y Los trajes nuevos del emperador (Editorial Fósforo, 2011), la han perfilado como una de las autoras más interesantes y representativas de la poesía mexicana de su tiempo.
Sobre las motivaciones de su ejercicio poético desde su primer libro, compromiso creativo, los referentes que comprenden su tradición y los temas que impulsan su escritura, habla Dana Gelinas en esta entrevista.
Penélope, Gea, Afrodita, Era, Cassandra, Minerva, Diana… tu poesía primera refleja en nuestro entorno actual a las mujeres mitológicas, nos familiariza con ellas, remarca su actualidad. Y en esa vitalidad, se reivindican, se revelan o subrayan la vigencia de su condición. ¿Cómo fuiste llegando a estos personajes y qué te llevó a hacerlas aparecer en nuestro tiempo y reinterpretarlas?
Las diosas de la mitología griega y romana me parecieron impresionantemente modernas, actuales. En la tradición judeocristiana, se subraya la diferencia entre Dios y los humanos, en cambio, en la tradición griega y romana incluso se desglosa la condición humana mediante la diferenciación de los caracteres mitológicos. El deslumbramiento que me llevó a escribir “Lápida para una mujer liberada”, tiene que ver también con la fascinación que siento por la cultura griega, sus tragedias y comedias, y la romana, sus preciosos y eficaces epigramas.
Desde tu primer libro, Bajo un cielo de cal, abordas lo cotidiano y lo doméstico por medio de la poesía, recuperando para la poesía motivos que se consideran lugar común, para darles un nuevo brillo. ¿Qué referentes influyeron en tu perspectiva de lo poético? ¿De dónde viene tu perspectiva poética en ese sentido y cómo se ha ido reforzando o modificando con el paso del tiempo?
Vengo de la tradición grecorromana, que está presente en la poesía estadounidense de una manera fascinante. Ambas me nutrieron desde los comienzos de mi escritura. Bajo un cielo de cal es un libro al que por suerte le cupo tanto un acercamiento a lo mitológico como a mi familia, a mi amor por mi madre, mi padre, mis hermanos. Es curioso, pero ahora me doy cuenta de que fue un libro en el que traté de decir esto es lo que soy, esto y aquello me importa.
El epígrafe de ese libro, que más adelante encontramos como parte del poema “Ciudad de cal”, presenta la rabia como un elemento que repta bajo el recuento de la infancia y la historia familiar. En tu proceso de escritura, ¿cómo fue esa exploración de los lindes entre la rabia y la nostalgia (y la ironía, en tus libros posteriores)?
Es curioso, yo no recordaba haber usado la palabra rabia, que es muy usada en América del Sur, por ejemplo. En “Ciudad de cal”, por ejemplo, me refiero definitivamente a esos bríos que impulsan a la vida, como sinónimo de rabia, y nada más. Nostalgia sí, en todos nosotros existe una especie de nostalgia por algunos momentos de la infancia, pero creo que definitivamente la nostalgia no ha sido mi especialidad por lo menos hasta ahora. La ironía, en cambio, sí. Creo que la ironía está presente en un poema como “La calle de las novias”, por ejemplo, y este poema ya pertenece a Bajo un cielo de cal.
En Hábitat, tu antología personal, aparecen interesantes modificaciones con respecto a su versión original. Los virajes son muy interesantes. (Por ejemplo, en el poema anteriormente titulado “Dios”, un gato toma el lugar del protagonista, retitulando el texto como “La pupila vertical”). Háblame un poco acerca de lo que determina esa suerte de reescrituras.
De verdad creo que un poema siempre se está leyendo a sí mismo, corrigiéndose. No puedo evitarlo, si un poema hay que reimprimirlo, pues entonces probablemente lo corrija.
Aparecen estos versos en tu libro Altos Hornos: “Todo esto es real, estallé, / ¿cómo demonios me piden / que escriba sobre cosas que no existen?” ¿Cómo concibes los conceptos verdad y realidad en la poesía?
Cuando digo realidad, digo realidad ante los ojos de la mayoría. Cuando me refiera a verdad, es desde luego mi verdad, experimentada y percibida a la vez.
Altos Hornos no sólo da cuenta de una catástrofe del mundo moderno. En Monclova, Coahuila, empleas el poema como señalamiento a un gobierno, a un funcionario. Hay una suerte de compromiso intrínseco en tu escritura. ¿Cómo concibes la responsabilidad como componente del oficio del poeta?
Todo escritor siente compromiso o responsabilidad consigo mismo o con alguien más. Yo hablo de temas que pertenecen al ámbito colectivo, social o político, y también a mi ámbito personal, al de mi existencia. Compromiso es el de decir lo más posible y de la mejor manera, esforzándose en cada palabra y en cada silencio por decir lo más cercano a la verdad total, porque la verdad absoluta nadie la tiene.
Tus libros van del desierto a los centros comerciales a los grandes recintos del poder. La relación de las personas con la naturaleza se refleja en un ejercicio de desconexión consigo mismas. En el mundo moderno, ¿qué sentido tiene para ti abordar el entorno natural desde la poesía?
Yo escribo acerca de la naturaleza humana principalmente, no me gusta tanto, pero supongo que sucumbí a esa fascinación que no sé a qué se debe, pero allí ha estado en la escritura de mis libros. En Poliéster escribo acerca de ese afán de destrucción de los seres humanos al desconectarse a sí mismos de la naturaleza. ¿Sabes que estoy convencida que adicciones como el tabaco trastornan el dibujo del cerebro? Así las ciudades y el estrés y el consumo desmedido trastornarían los escaneos del cerebro, y desde luego, influyen siempre en lo que se escribe. Por otra parte, En Boxers se da la exploración de la naturaleza humana en ese afán desmedido por consumir, para ser. Por supuesto que nadie es gracias al consumo, pero el consumidor de corazón sí que lo cree instantáneamente. Recintos de poder, sí, los medios masivos de comunicación. Boxers es literalmente una zambullida en el mundo de la enajenación. Y Los trajes nuevos del emperador, pues también.
“No, señora, / usted que escribe / no haga bromas con Dios”, dice un hombre en uno de tus poemas. ¿Cuál ha sido tu experiencia con las restricciones implícitas a la hora de escribir (tanto en el sentido de lo que puede decirse sobre Dios o sobre el gobierno, como en el sentido de lo que puede decirse siendo una mujer escritora)?
Yo no tuve restricciones al escribir. Ni como mujer ni como, digámoslo así, integrante de la polis. Me gusta poder decir eso ahora, me hace feliz.
En tu poesía es notable una perspectiva de género y una postura feminista, al tiempo que desarrollas un tratamiento de una femineidad. ¿Con qué autores te sientes identificada desde esa postura, cuáles han sido influyentes en tu poética en este aspecto?
Desde luego, mi querida Rosario Castellanos. Aunque siempre me hicieron sonreír también los decires de Sor Juana, de Anna Ajmátova, Aristófanes, Eurípides, Ibsen, Emily Brönte, y un largo etcétera.
Los libros Altos Hornos y Los trajes nuevos del emperador abordan acontecimientos y personajes públicos que han sido cubiertos por los medios de comunicación. Esos libros remiten a los procedimientos de la investigative poetry o poesía documental, por lo menos en el soporte del que se apoyan, la factura a partir de algunos hechos concretos que de hecho han sido noticia en la televisión y en los periódicos. ¿Qué tanto hay de influencia de esta escuela en la escritura de esos dos libros? ¿Cómo fueron concebidos estos dos poemarios?
Altos Hornos incluye un hecho que fue cubierto por los medios, pero el poemario no gira alrededor de ese hecho, en Los trajes… en cambio, sí. Por qué, pues porque por fortuna no conozco en persona a los íconos de la modernidad que participan en él. ¿Y quién los conoce verdaderamente?, me pregunto, pues casi todos ellos tienen un actor que desplazó al personaje. Los conozco tanto como cualquiera que les preste algo de atención. Y ésa es la búsqueda del libro. Nosotros sí los podemos conocer desde el sillón en el que leemos el periódico y podemos opinar acerca de ellos. El hecho de que ellos hayan invadido nuestra privacidad de una manera agobiante nos da el derecho de opinar, de hacer crítica, de deshacer al ícono, desnudarlo de las vestiduras que este desea que adoremos.
Al día de hoy podemos decir que en 2011 una poeta ya advertía algo que ahora vemos operando mucho más peligrosamente. En Los trajes nuevos del emperador escribiste: “Cada vez que escucho a Donald decir ‘You are fired’, / son las mismas veces en que me siento incapaz de escribir / un solo verso”. ¿Qué experimentas al releer esos versos, y qué sentido adquiere para ti la escritura ahora que ese mismo emperador aparecido en tu libro porta nueva investidura?
En realidad, debo insistir en algo. Las noticias de Los trajes… no son el poema. El poema es, en este caso, quizá, la indignación ante los deseos pueriles de manipulación de alguien como Donald que, por cierto, de ninguna es el único. En Shakespeare, por ejemplo, son notabilísimos y son multitud también, los sujetos que se quieren pasar de listos como él.
En ese mismo poemario está escrito: “este libro, / un álbum que no es / de almas inocentes”. De pronto Godzilla aparece entre esas almas, como un monstruo entre los monstruos. ¿Y cómo opera, entonces, la belleza en tu escritura? ¿Tu poesía busca algún tipo de belleza?
Yo creo que la belleza puede sorprendernos. Sólo falta que le echemos un ojo a la pintura de los expresionistas. Pero volvamos primero a Shakespeare: la belleza es casi siempre algo terrible.
A lo largo de tu obra encontramos miradas recrudecidas o irónicas del mundo consumista, corrupto, frívolo, desarraigado, reflejado en los ídolos mediáticos, en las personas robustecidas por el poder político, en los indígenas y los obreros que se quedan sin trabajo y sin casa, en la desventaja social que enfrentan las mujeres desde la historia antigua hasta la actualidad… ¿Qué papel juega la poesía en medio de todo ese universo?
La poesía es la voz que nos une con nosotros mismos en un mundo consumista, corrupto, etc. La poesía es el deseo de ser, de estar aquí, de participarlo a los demás y de leer en voz alta.