Colisión entre ciencia y poesía. Plática con Elisa Díaz Castelo
En Principia, Elisa Díaz Castelo (Ciudad de México, 1986) intenta hacer coincidir a dos viejos conocidos: ciencia y literatura, dos reinos de la imaginación cada vez más ajenos que es preciso volver a enlazar.
Después de terminar la Licenciatura en Letras Inglesas en la unam, Elisa Díaz Castelo cursó una maestría en escritura creativa en la Universidad de Nueva York. Su talento le ha merecido los primeros lugares en diversos certámenes, lo que le ha valido ser becaria por la Fundación para las Letras Mexicanas.
Los poemas de este libro se agrupan en dos secciones: “Sobre el sistema del mundo” y “Sobre el movimiento de los cuerpos”. Al ir pasando por las páginas del libro encontramos piezas como: “Agujero negro”, “Radiografías” y “Apocalipsis”, poemas en los que ciencia y literatura se encuentran; o “Eclipse de luna”, donde somos testigos de la unión de dos personas; así como “Escala de Richter”, poema que compara la ruptura amorosa con un cataclismo.
En entrevista, Elisa Díaz Castelo nos introduce a este libro de principios, palabra que se usa tanto en su sentido de comienzo, como en el de concepto o fundamento científico.
Elisa, ¿en qué momento se definió tu gusto por la literatura?
Mi mamá y mi papá son médicos, y como siempre estuve expuesta a todo lo relacionado con su profesión, primero quise estudiar medicina. Aunque cuando estaba chiquita, a la edad de diez años, mi mamá me regaló un libro sobre mitología que me fascinó, tanto que lo leía una y otra vez. Puede decirse que entré a la literatura a partir de la mitología.
¿Era mitología griega?
Recuerdo que trataba sobre mitología universal; eran adaptaciones de los mitos del mundo. Así fue como comencé a leer más y a los dieciséis años estaba segura que quería estudiar algo relacionado con la literatura. Quise estudiar letras inglesas porque de chica viví en Tucson, así que aprendí inglés y estuve más expuesta a ese idioma. Leía más que nada en inglés, así que me interesó la literatura inglesa porque me sentía más cómoda.
¿Y por qué inclinarse por la poesía?
Las carreras de letras en la unam van más hacía la crítica, la traducción y la enseñanza. Yo escogí especializarme en crítica. En realidad escribí mucho antes de la carrera, en la adolescencia, aunque ya en la universidad dejé de hacerlo. Es muy imponente leer a grandes poetas como T. S. Eliot, Yeats o Auden, etc. Estar en contacto con ellos inhibió mi propia escritura. Creí que me iba a dedicar a la crítica, y fue saliendo de la carrera cuando dejé de tener estas figuras imponentes. Entonces pude retomar la escritura, bueno, escribir más seriamente.
¿Qué es lo que te mueve como poeta?
Recuerdo que en la adolescencia tenía un diario y ahí de repente empecé a cortar los renglones y a escribir poemas en lugar de simplemente prosa. Inicialmente estaban muy ligados a la búsqueda de mi identidad y mi interioridad. Entonces siempre he tenido esos intereses: por un lado, poesía muy íntima y por el otro, poesía escrita por personajes, lo que quizás está más ligado a la narrativa.
En Principia encontramos textos en prosa libre y otros en líneas y párrafos fragmentados.
Es diferente para cada poeta, pero para mí tiene más que ver con un ritmo. Y de repente el ritmo te pide un quiebre versal, aunque a veces el ritmo es más alargado, más prosaico, lo que te permite que no haya quiebres versales y escribas seguidito.
Hay quienes acostumbran leer poesía en voz alta, buscando ritmo, quiebres, énfasis, sentido.
Es una buena técnica porque mucha poesía está hecha para leerse en voz alta. En su origen la poesía estaba hecha para recitarse, para memorizarse, por eso el ritmo es tan importante. La poesía es también música y a veces puede uno enfocarse más en la parte musical.
¿Por qué titulaste así tu libro?
La idea es hacer una referencia a Principia mathematica, de Isaac Newton. Pero prefiero que se pronuncie en español porque alude a que es mi primer libro. Aunque también me gustó la palabra porque es un principio femenino.
Si tuvieras que recomendarlo a alguien, ¿qué le dirías?
La idea de mi libro es encontrar en los nuevos descubrimientos científicos una veta poética, porque me parece que antes la ciencia y la literatura estaban más cercanas. En la actualidad ya no se piensa en muchas teorías científicas en términos literarios, así que Principia busca rescatar ese pensamiento científico, y no de una forma fría, sino tratando de humanizarlo para hacerlo más cercano y darle un valor emocional a un discurso que en ocasiones parece distante.
Por ejemplo, el poema “Escoliosis”…
La escoliosis es una leve desviación de la columna y yo la tengo desde los diez años. Un día cuando estaba reflexionando acerca de lo que para mí es tener este padecimiento, salió el poema, donde también quise jugar con los quiebres versales y el ritmo, buscando un ritmo y una sintaxis a veces interrumpida, atravesada, quebrada.
Esa experimentación formal recorre todo el libro…
Para mí, la poesía siempre es estar buscando. Es experimental por naturaleza, no se conforma con lo hecho. Siempre estoy buscando algo nuevo, una manera más íntima de expresar lo que pienso, o lo que quiero decir, como que estás jugando siempre con la forma, y en ese sentido mis poemas sí son experimentales.
Por cierto, en “Agujero negro” recuerdas lo que sientes tras la muerte de un perro…
En casa, mis papás siempre han tenido perros y gatos, y justo la idea era que a partir de esa primera muerte de una mascota, uno aprende o entiende lo que es el fin de la vida.
Destaca el optimismo de “Apocalipsis”, pese a que trata del fin del mundo…
En varios poemas quise rescatar algunas ideas religiosas porque de niña yo también fui muy creyente, así que la idea fue establecer puntos de encuentro entre conceptos religiosos y conceptos científicos, por eso también tengo un poema que se llama “Credo”. En “Apocalipsis” estaba tratando de contrastar la idea católica del apocalipsis con la teoría de cómo realmente va a acabar la Tierra. Dicen que el sol va a crecer, que la tierra va a ser un lugar totalmente yermo y baldío, pero el sol va a crecer hasta devorar a todos los planetas. Cuando eso ocurra, según yo, ese va a ser el verdadero apocalipsis. Ahí trato también de ligarlo con la muerte de mi abuela y su cremación.
¿Cuál fue el reto más importante que enfrentaste para hacer Principia?
El reto principal fue lograr que los conceptos científicos, que a veces son complejos, pudieran entenderse para que luego el poema tuviera sentido. Por ejemplo, eso me pareció especialmente difícil en “Materia oscura”, donde es necesario que se entienda qué es “la materia oscura”, un concepto difícil de explicar. El mayor reto fue poder aterrizar esos conceptos de una forma sencilla. Para eso tuve que leer muchos libros de ciencia, especialmente de Neil De Grass Tyson, quien logra humanizar y explicar cuestiones científicas de forma sencilla.
Además de poesía también has hecho traducción. ¿Cómo experimentas el acto de traducir?
En un futuro, me gustaría ser poeta y traductora. Traduje el libro de Ocean Vuong [poeta estadounidense de origen vietnamita, ganador del Premio T. S. Eliot] que se llama Night Sky With Exit Wounds (Cielo nocturno con heridas de fuego). Me interesa mucho la traducción y la escritura en inglés. Yo me inicié escribiendo en inglés, y me gustaría seguir escribiendo en los dos idiomas, traducir al español, que es mi lengua materna, y seguir escribiendo.
¿Qué piensas de aquella frase que dice: Traduttore, traditore?
En mi experiencia, como traductora del libro de Ocean, hay veces que uno no puede traducir todos los sentidos, es decir, todo lo que denota una idea o una serie de palabras, y entonces tiene que escoger si traducir en el sentido literal o bien, el ritmo, y lo que el ritmo está sugiriendo también, porque el ritmo crea un significado. Por ejemplo, la aliteración crea significado. Entonces uno a veces tiene que escoger y finalmente siempre se está traicionando alguna parte del original y sacrificando algo. Es una especie de paratexto, un texto que depende del original, pero ya es otro texto, otra cosa en sí misma, y esa calidad de la traducción como paratexto, me parece súper interesante, porque justamente se crea un nuevo objeto literario y esa creación también es válida. No sólo es traicionar, también es crear algo totalmente nuevo.
El poema “Zona habitable” se lo dedicas al poeta Antonio Deltoro…
Sí, fue mi tutor en la Fundación para las Letras Mexicanas; lo admiro mucho y le tengo muchísimo aprecio. Es como una guía espiritual de la poesía. La relación que hay entre mi poema y su obra es un libro suyo que se llama ¿Hacia dónde es aquí? El primer verso de mi poema “Zona habitable” es un poco una reelaboración de esa idea de Antonio Deltoro.
“Escala de Richter” es una especie de metáfora entre un sismo y la ruptura de una pareja…
Sí, ésa es la idea. Aclaro que escribí ese poema antes del sismo del 19 de septiembre de 2017. Me parece que a veces las rupturas amorosas pueden sentirse como un desastre natural de gran escala.
Luego viene “Disertación sobre el origen de la vista”, que bien podría ser una alegoría sobre el
proceso de enamoramiento…
Para mí funciona como una metáfora del deseo. Pensar que en realidad la vista inicialmente sea una forma de tacto es una forma de paliar un deseo que nunca se cumple. El poema, por supuesto, también tiene un propósito irónico, pues saber intelectualmente que la vista es tacto no satisface la pulsión de tocar.
¿A qué otros autores admiras?
El primer poeta esencial para mí fue T. S. Eliot. Lo estudié a los dieciséis años, Cuatro cuartetos es mi libro favorito. A partir de ahí, también me encantan: César Vallejo, Wisława Szymborska, Rosario Castellanos y Joan Margarit i Consarnau.