Reseña: “Nocturno urbano, Relatos y poemas” de Cristina Peri Rossi.
La literatura como liberación, la escritura como forma de entender el mundo. La literatura como código y la escritura como compromiso. Quizá con estas frases resumiría la vasta obra de Cristina Peri Rossi, ganadora del Premio Cervantes 2021 y del Juan Rulfo 2020. No obstante, lo más fascinante de la autora es que, a pesar de poseer una poética que atraviesa la totalidad de su producción, cada libro y cada poema le dejan un sabor de boca distinto a su lector.
La antología Nocturno urbano (2022), que reúne los textos de Cosmoagonías (1988) y Habitación de hotel (2007), es un excelente libro tanto para neófitos como para apasionados por el trabajo de la autora uruguaya, el cual no solo reúne dos volúmenes anteriores que ilustran tanto su prosa como su verso, también inicia con un breve prólogo escrito por ella. La pequeña nota, acertadamente titulada “Piezas para una biografía”, explica a grandes rasgos los temas más recurrentes de su obra y cómo están relacionados con su vida.
De esta forma, aunque la crítica suele distinguir dos etapas de su escritura divididas por su exilio en 1972 (la primera, escrita en Uruguay, retrata un mundo en descomposición; la segunda, ya radicada en España, gira alrededor de la experiencia del exilio, del mundo moderno y de las opresiones cotidianas que se encuentran tanto en la democracia como en regímenes totalitarios), Peri Rossi, en su prólogo, nos señala una tercera etapa que se centra en el amor, el desamor y su experiencia transitando entre ambos.
En palabras de la propia autora, tan ilustrativas como llenas de lirismo: “El exilio fue una pasión, tan fuerte como el amor, porque para los obsesivos, lo importante es la pasión, no el objeto. De modo que, cuando el exilio acabó, busqué otra dictadura, la del amor. Del exceso de romanticismo siempre me ha salvado la ironía, el humor y la ternura” (Peri Rossi, p. 10).
Así, queda en evidencia una triada temática que atraviesa los cuarenta años de escritura de Cristina, aunque siempre se manifiesta de diferentes formas: la sátira, el exilio y el amor.
En Nocturno urbano, debido a que reúne dos libros tan distantes uno de otro en la línea del tiempo de su obra, podemos ver un poco de todos estos temas recurrentes. En primer lugar, en los diecisiete breves textos correspondientes a Cosmoagonías, destaca la exploración del tiempo y la memoria, la experiencia del exilio, una subyacente denuncia política hacia las dictaduras y las represiones cotidianas. Todo esto, como es común en sus relatos, filtrado por un tono irónico; elemento importante en su narrativa de la época.
Incluso, se puede decir que este libro sigue la línea de El museo de los esfuerzos inútiles (1983) y Una pasión prohibida (1986) y, así como estos compendios de cuentos, se basa en la sátira y la burla de la sociedad. Por medio de este mecanismo arroja una crítica mordaz y acertada al mundo en el que nos ha tocado vivir, lleno de incongruencias, tragedias cotidianas y personajes principales que, esencialmente, son intrascendentes. Así, en esta primera parte, encontramos al protector de un ex campo de batalla, ahora transformado en estacionamiento; un extraño ritual carcelario y a una joven que, simplemente, adora a todo el mundo.
Asimismo, vemos a personajes hiperconscientes sobre el poder de las palabras: un niño que descubre de dónde viene el lenguaje, una niña que intenta cambiar la sintaxis; el Club de los Indecisos que se basa en la consciencia, de que el acto de escoger significa una enorme responsabilidad con la realidad. A medida que avanza la lectura, las páginas se plagan de seres sin raíces, ciudades rumoreadas y espacios suspendidos en el tiempo.
En la segunda parte, conformada por los treinta y cuatro poemas originales de Habitación de hotel, vemos otra faceta de algunas de las mismas obsesiones. De esta forma, aunque encontramos el mismo sentimiento de desarraigo de los cuentos, lo leemos desde otra perspectiva: esta vez, los protagonistas y escenarios del exilio son habitaciones de hoteles y aeropuertos, que se presentan como espacios de tránsito.
Tenemos el “Hotel de Sants”, “Habitación de hotel (Hopper)”, “Aeropuertos”, “Aeropuertos II”, “Fin de año en el aeropuerto”, “Auge del turismo” y “Hotel Conquistador”. En este paso efímero por el mundo, la escritora uruguaya propone con sus versos que lo único constante es el lenguaje y, en cierta medida, la consciencia política-social que caracteriza su literatura. Por eso, por un lado, ensaya dos versiones de “Mi casa es la escritura” y dos opciones de “Literatura”; por otro lado, en poemas como “Considerando” se confrontan y comparan los varios problemas sociales modernos y la tragedia personal del desamor.
No obstante, de la presencia de estos temas, en la abrumadora mayoría de las páginas de Habitación de hotel se explora esa tercera etapa perirrosiana que la autora señala en el prólogo: leemos versos dedicados al amor, al desamor, al erotismo. Más aún, me arriesgaría a decir que la Cristina poeta es más autobiográfica que la narradora: las voces líricas hablan de la madurez y de la edad, de relaciones con mujeres, así como, de la experiencia del exilio de alguien que en su vida “no [le] creció una planta, no [le] creció un perro, sólo [le] crecen los años y los libros” (“Mi casa es la escritura”, p. 117).
En suma, si pudiera resumir el complejo y cautivante mundo de Nocturno urbano, diría que en sus páginas encontramos como tesis que el transcurrir es lo único constante en la vida moderna. Asimismo, parece sugerir que lo único que podemos hacer para asir la existencia es reconocer lo efímero y, sobre todo, dejarnos acompañar en el proceso, ya sea por el amor o por las letras.
Referencias:
- Peri Rossi, Cristina. Nocturno urbano: relatos y poemas. Fondo de Cultura Económica, 2022.