La literatura infravalorada de Francesca Gargallo
Frente a la arquitectura porfiriana de la casona del Centro Cultural Casa del Tiempo, una manta con el rostro de Francesca Gargallo, su nombre y la frase “marcha con nosotras”. Cierra el homenaje a su persona, obra y activismo, tras música y performance, tras un ritual y el convidar de un mezcal. No conozco a nadie. Vengo con mi bici, sin saber dónde dejarla, malabareo el vasito de mezcal y brindo con desconocidos, con quienes seguramente fueron las amistades, la familia, de la autora de la novela Marcha seca, eje del anteproyecto que acabo de enviar a la UAM para mi ingreso a la maestría.
En el homenaje hubo charlas sobre su vida y obra, pero se centraron en su activismo como feminista, su relación con pueblos originarios, su posicionamiento político. No se dijo mucho de su literatura.
La conocí en vida, podría decirles a estas personas, la mayoría mujeres, que entre sonrisas y lágrimas intercambian anécdotas durante el homenaje, que prometen próximas visitas, se abrazan y empinan el mezcal. Pero hablar de ese encuentro sería acercarme a mi impresión de ella, se escurriría lo sincero. La verdad es que no me simpatizó. Fue en una charla en la que (al menos esa fue mi impresión) se dedicó a regañar al escaso público.
Años después de ese encuentro desafortunado, leí, por insistencia de mi amigo Rodríguez Landeros, la novela corta que ya mencioné. Resultó ser un novelón. Se separó por completo la obra de la autora, al menos de la figura que yo tenía de ella. Poco después de ese hallazgo y reconciliación lectora, Francesca Gargallo falleció.
La novela Marcha seca, publicada en 1999, narra en segunda persona la supervivencia de un grupo de personas en la Sierra del Nayar en medio de un incendio forestal. En su brevedad (tan solo 76 páginas) se palpa la catástrofe climática, el sistema patriarcal, la contaminación de la tierra por los humanos y la violencia del Estado contra los pueblos originarios. Arriesgo la comparación sencilla que nace del origen italiano de la autora: esta novela es un espresso doble. Por estar en condición de tesis, la he leído cuatro veces de corrido y en cada vuelta encuentro cosas nuevas.
Si existiera un Santa Claus del mundo editorial, le pediría que reeditara esta novela, no solo por su importancia temática, sino por su valor literario, me parece por mucho lo mejor que he leído de Gargallo. Es una desgracia que sea casi imposible de encontrar uno de esos dos mil ejemplares de la única tirada que hizo la editorial Era hace más de veinte años. Mejor, querido Santa Claus editorial, si existes, por favor reedita la obra completa de Gargallo, incluye lo inédito, que sé que es vasto.
Gargallo publicó gran parte de su obra en la editorial Era, aunque sin reediciones y con poca distribución. Parece que al respecto su narradora y personaje principal de Marcha seca, quien se intuye como un alter ego de la autora, reniega: “que quién me creo que soy para no temerle al olvido del mundo intelectual”.1 Sospecho que no le interesaba el reconocimiento literario, esa famita ridícula en un país con pocos lectores. Sobre su motivación para escribir dice su alter ego: “Dejar testimonio de ti, de mí, del cielo que se estremece, construir historias para escapar de esta pesadilla presente, definir el amor para entender las diferencias […] Escribo y entiendo, escribo y explico; es al mundo exterior a quien me dirijo”.2
Esta novela contrastó con la superficial idea que tenía de la autora, me imaginaba que sería una novela-sermón, panfleto, regañona. Fue refrescante encontrarse con humanidad, contradicción, vulnerabilidad, ternura y miedo ante las interrogantes. Sin ese moralismo, Gargallo expone al lector a las problemáticas ambientales, machistas, colonialistas. Es generosa con su saber, con su propia búsqueda, pero sin caer en paternalismo condescendiente. De estas cualidades admirables nació mi inquietud por acercarme a su obra con una tesis, entender cómo una obra puede tratar un tema apremiante sin caer en la superioridad moral o la moralina caricatura.
Pasando a otra de sus obras: Estar en el mundo, novela publicada en 1994, narra un triángulo amoroso, por momentos con tintes incestuosos, al menos obsesivos, entre dos hermanas y un hombre. Inicia en Italia y termina en México, tras un paso por Angola, Brasil y Colombia, por causas perdidas, activismo, guerrillas, ideologías, coloquios, feminismos, organizaciones populares, proyectos editoriales y herencias despilfarradas.
Esta novela proyecta las inquietudes sociales de la autora, su idealismo y lucha política; pero, de nuevo, lo hace desde el reconocer que se es humano, falible, en constante aprendizaje. Cualquiera que haya tenido una juventud activista, de zapatour por los caracoles, en admiración de tatik Samuel, entre manifestaciones y esa esperanza hermanada a la digna rabia se sentirá identificado con la protagonista y su mundo. Al final de la novela juega con la ficción especulativa, surge el tema climático en un futuro cercano, la sobrina de la protagonista funda un proyecto de investigación, Biósfera III, para tratar de resolver la crisis. Pero todas estas cuestiones sociales y sistémicas son un telón de fondo para lo principal: las relaciones amorosas, sexoafectivas, familiares y de amistad:
Había nacido en mí, casi a despecho de mi propia menopausia, un deseo alegre de volver a vivir, confirmado por signos externos que me parecían maravillosos: las semillas de los bancos norteamericanos funcionaban, un antiviral de espectro muy amplio atacaba los retrovirus del SIDA y del cáncer, y en Alemania se desbarató el último grupo neonazi. Una sensualidad renovada acompañaba las paces hechas con el recuerdo de mis padres; como si hubiéramos obtenido el perdón de unos fantasmas bonachones, jugaba con ellos, les sonreía, me dejaba acompañar en mis correrías.3
En la narrativa de Gargallo es difícil separar a la autora del personaje, se intuye que hay mucho de una en la otra. En esta novela, la protagonista, Begonia, es una italiana que termina viviendo en México: “Morir o desear morir en un lugar es como nacer en él4”, “Llegué a México porque todas las rutas llevaban a él”.5 De la misma manera, Francesca Gargallo es una autora mexicana, a pesar de haber nacido en Siracusa, Italia. Aquí se escribió en el mundo, aquí murió.
Verano con lluvia es un libro de siete cuentos publicado en 2003, en ellos Gargallo visita los temas del machismo, la maternidad, la sexualidad, el viaje y la culpa: “seré una mala madre, pero si fuera un hombre todos me entenderían6”, “Nuestras leches se mezclaron en las gargantas. Cómo muerde el tuyo. Y nos reímos. Juntas, muy juntas”7, “Si tus amigos se te escapan, ellos que han sido tu casas durante tanto tiempo, encuentra un lugar que te guste. Podrás hospedarlos cuando regresen y alojarte a ti misma”.8
En sus cuentos plasma inquietudes, pero también dudas. En ellos ofrece imágenes que permanecen en el lector por su riqueza poética: “El fin de los tiempos se cumplirá un domingo de lluvia por la noche, entre comercios cerrados y otras tristezas”,9 “La guerra es la culpa más vieja, su origen y su gemela”,10 “De sus labios brotaban plegarias a la luna llena, a la caída de la nieve, al ocaso sorbe el mar y las montañas. Rezaba para que los demás pudieran gozar de lo que él gozaba en silencio y pedía que, por eso mismo, lo dejasen en paz”.11
La decisión del capitán es la novela que la colección popular del Fondo de Cultura Económica reeditó en 2021, por ello es fácil conseguirla, aunque, debo decir, que de las obras que he leído de Gargallo, me parece la de prosa más inaccesible. Es admirable el tono poético que maneja la autora, pero creo que en esta obra se desborda, opaca la trama y los personajes (en este sentido, Estar en el mundo es una novela donde se inclina más por la trama y los personajes; La decisión del capitán se engolosina por la forma, por el estilo; y Marcha seca es el punto medio perfecto, creo que por eso es mi favorita). A pesar de su estilo desbordado, es un buen libro, vale la pena leerse, aunque no lo recomendaría a cualquiera, debe haber un gusto por el estilo, por las imágenes: “Cuando el sol no concede sombra alguna, la tierra puede parecer gris de tanta luz. Entonces la tristeza se agiganta como la sed. El animal sudado resopla. Paso a paso cruza el mediodía, se arrastra por la tarde. Lento y cansado como el dolor de su dueño”.12
Se trata de una novela histórica, remonta al siglo XVI, a los esfuerzos del capitán Miguel Caldera por entablar la paz entre los conquistadores y el pueblo chichimeca. Como en Marcha seca, está presente el tema de los pueblos originarios y su relación con los blancos; además de personajes que desafían los preceptos patriarcales, tal es el caso de Constanza, una mujer prestamista que entabla negocios en condición de igualdad con hombres. Pero, curiosamente, no es en ella donde se identificó Gargallo, sino en Miguel, como escribió en su blog: “Miguel es el personaje de mi literatura con el que más siento identificación: Miguel soy yo”.13 Caldera era hijo de mujer chichimeca y hombre español, era y no era, según Gargallo, se identificó con ese no ser algo fijo, con ese andar de arriba y para abajo, de aquí a allá, contradictorio, fluctuante.
Otro libro de Francesca Gargallo que se consigue fácilmente es el recientemente publicado por Penguin Random House Grupo Editorial: En qué momento me volví esa señora iracunda. Y otros relatos. Debo admitir que no puedo hablar del libro ya que no lo he comprado, estoy en condición de estudiante, debo limitar mis compras. Espero que esta reciente publicación sea un indicador de que vienen más libros de esta autora, que el Santa Claus editorial se está poniendo guapo.
Por último, también espero haber convencido a al menos un lector, que como yo se adentre en la prosa de Gargallo, que le brinde el homenaje póstumo de leerla. Yo por mi parte continuaré con la tesis, con relectura tras relectura de su novelón. Y, Francesca, si me permites el atrevimiento y lo cursi, gracias por tu obra, gracias por definir el amor para entender las diferencias, por tumbar mis prejuicios y ofrecerme tan generosa literatura; lamento no haber coincidido, hubiera enriquecido a mi investigación alguna que otra entrevista, mezcal de por medio… llegué tarde. Espero que hayas aprovechado tu lugar en mi altar de muertos de este año y que este texto, a manera de pobre homenaje, te dé algo de calorcito.
La decisión del capitán en la tienda virtual del FCE: https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9786071673756/F
- Francesca Gargallo. Marcha seca. Ediciones Era: Distrito Federal, 1999, p. 27.
- Ibid., p. 31.
- Francesca Gargallo. Estar en el mundo. Ediciones Era: Distrito Federal, 1994, p. 127.
- Ibid., p. 79.
- Ibid., p. 99.
- Francesca Gargallo. Verano con lluvia. Ediciones Era: Distrito Federal, 2003, p. 29.
- Ibid., p. 32.
- Ibid., p. 80.
- Ibid., p. 20.
- Ibid., p. 43.
- Ibid., p. 54.
- Francesca Gargallo. La decisión del capitán. Fondo de Cultura Económica: Ciudad de México, 2021, p. 49.
- Francesca Gargallo. “Cómo escribí La decisión del capitán”. Julio de 2016,visto en https://francescagargallo.wordpress.com/2016/07/25/como-escribi-la-decision-del-capitan/