(Chihuahua, 1992) Escribí La pérdida de voluntad en el agua. Me gustan las nutrias, que Pascal Quignard procure el silencio y sobre todo el poema 135 de Emily Dickinson.
Tengo en mis manos el librito de las Poesías de Ósip Mandelstam
y, a un lado, el grueso volumen de memorias de su mujer, la heroica y porfiada Nadiezhda Mandelstam.