Tras la pista de Romain Gary, el narrador de las mil caras
Hoy se celebra el natalicio del novelista, cineasta, aviador militar y diplomático franco-ruso que vivió muchas vidas y escribió bajo distintos pseudónimos. Además, la editorial confirmó —después de largas deliberaciones y un cuidadoso proceso de edición— su entrada a La biblioteca de la Pléyade junto a lo más selecto de la literatura francesa.
El novelista franco-ruso Romain Gary vivió en el misterio hasta su último día. Nacido en la actual Lituania bajo el nombre de Roman Kacew, este cineasta, diplomático y aviador militar puso fin a su vida disparando en su boca un revólver Smith & Wesson calibre 38. Entre los papeles que se hallaron tras su suicidio, figuran dos pistas para nada desdeñables: la primera es una nota que se refiere a su ex esposa, la celebrada vedette Jean Seberg, inmortalizada por su papel de Patricia Franchini en Sin Aliento (1960) —primera película de la nueva ola francesa y ópera prima de Jean-Luc Godard−. La nota dice: Jour J. Aucun rapport avec Jean Seberg (“Día J. Ningún vínculo con Jean Seberg”) y descarta una relación causal entre su suicidio y el de la actriz, ocurrido once meses antes, en París.
![Romain Gary y Jean Seberg durante una noche de gala. De esta unión, (1963−1970) resultó un hijo y probablemente otro, que murió a los pocos días de su concepción, en 1970.](https://tierraadentro.fondodeculturaeconomica.com/wp-content/uploads/2019/05/FOTO-1-Sin-derechos.png)
Romain Gary y Jean Seberg durante una noche de gala. De esta unión, (1963−1970) resultó un hijo y probablemente otro, que murió a los pocos días de su concepción, en 1970.
La segunda pista es igual de enigmática. Sus papeles personales revelan no solo que Romain Gary escribió bajo diversos nombres —Fosco Sinibaldi y Shatan Bogat, entre otros—, sino que además un escritor aclamado y modesto novelista de gran reputación en el mundo de la edición y las letras llamado Émile Ajar, era en realidad el propio Gary. Para enardecer esta controversia, se supo que tanto Romain Gary (1956) como el supuesto Émile Ajar (1975) habían sido galardonados con el distinguido premio de novela Goncourt, suceso ilegal y proscrito por las reglas del concurso, pues un escritor que ha ganado una de sus ediciones precedentes no puede volver a participar.
¿Cómo Romain Gary logró mantener esta farsa por más de siete años y publicar cuatro novelas bajo el nombre de Émile Ajar sin que los agentes editoriales, la crítica literaria, y ni siquiera sus seres queridos se dieran cuenta? Pues bien, su primo menor Paul Pavlowitch —a quien apadrinó desde joven y siempre consideró como su sobrino— aceptó figurar ante la prensa, el público y el mundo editorial como Émile Ajar, lo cual era posible ya que Pavlowitch era redactor, periodista y trabajó varios años para la editorial Gallimard. No era entonces una casualidad que Ajar fuera tan difícil de encontrar y que solo se tuvieran un par de reportajes austeros sobre su persona.
Una curiosidad etimológica revela un juego literario sobre la identidad en los apellidos de sus protagonistas: Gary significa “¡Arde!”( Гори) y Ajar traduce una forma de “brasa” (Жap).
Las metamorfosis de la identidad[1]
Ahora bien, ¿qué razones o propósitos podía tener Romain Gary para enfrascarse en este juego de identidades y callarlo durante toda su vida? Es difícil saberlo con seguridad, pero aunque tuvo múltiples vidas —adolescente migrante en la Francia de los años treinta, héroe aviador de la resistencia durante la guerra, diplomático exitoso en la reconstrucción— lo cierto es que (como afirmaría en su entrevista de 1975 en Radioscope), si tuviera que elegir se quedaría con la vida de escritor, ya que era algo que deseaba desde los siete años y revelaba su verdad interior más preciosa[2]. Los secretos de un escritor deben buscarse en sus libros: su lugar de enunciación artística y existencial.
Entre sus novelas, piezas de teatro y películas, las claves más importantes de este asunto se encuentran en la novela Pseudo (1975), que escribió bajo el nombre de Émile Ajar cinco años antes de su suicidio y tiene un origen muy peculiar. A comienzos de los años setenta algunos periodistas se interesaban demasiado en el vínculo familiar que había entre Paul Pavlowitch y Romain Gary. Entonces Gary tuvo una idea genial y retorcida: escribió una ficción en donde Pavlowitch-Ajar era descubierto y revelaba al mundo todos los problemas personales y literarios que tenía con su tío misterioso, un hombre déspota y egocéntrico que lo torturaba psicológicamente y lo manipulaba para encarnar su pseudónimo. Además, Gary se cuidó de integrar al texto gran parte de su credo literario, así como sus críticas respecto a la función política y social de la literatura. Eso no impidió, sin embargo, que cediera ante la tentación de poetizar su mascarada:
Después de haber firmado cientos de veces, tantas que el tapete de mi cuarto estaba cubierto de hojas blancas con mi pseudónimo (y éste reptaba por todas partes), fui víctima de un miedo atroz: la firma se volvía más y más firme, más y más parecida a sí misma, idéntica, tal cual, cada vez más estable. Él estaba ahí. Alguien, una identidad, una trampa de vida, una presencia de ausencia, una infinidad, una deformidad, una mutilación que tomaba posesión, que se volvía yo. Émile Ajar. Yo me había encarnado.[3]
Resulta difícil no ver aquí un paralelismo con la figura del poeta Fernando Pessoa, “fingidor de sí mismo”[4] cuyo apellido portugués se traduce como “persona”, que significa “máscara” en latín. Pese a su corta existencia (murió de a los 47 años), Pessoa tuvo aproximadamente 72 heterónimos, asignando y adjudicó un estilo distintivo y una personalidad a cada uno de ellos. No obstante, Gary vivió una existencia llena de aventuras, emociones y peligro; en cambio Pessoa fue un apacible comerciante marítimo que nunca ocultó sus heterónimos y muchas veces acudía tarde a sus citas diciendo ser uno de ellos y disculpándose en nombre de Fernando Pessoa por no haber acudido. La gran diferencia entre ambos creadores estriba quizás en que la obra de Pessoa tuvo una incidencia profunda en el plano poético —las marcas del lenguaje, las múltiples personalidades perfectamente impostadas en los versos— y filosófico –sus versos constituyen una reflexión sobre la identidad escindida de la modernidad después del romanticismo— mientras que para Romain Gary su secreto envolvió de igual forma lo jurídico —incurrió en delitos, se asesoró con abogados y obtuvo contratos firmados de la mano de Pavlowitch para que encarnara su pseudónimo durante nueve años–, lo político —en novelas que no firmó bajo su nombre pudo hacer afirmaciones que su cruz de honor y su gaullismo le impedían— y lo misterioso —sigue siendo una incógnita la razón de este secreto, así como la de su suicidio.
![Carátula del libro "El hombre que se creía Ajar", escrito por Paul Pavlowitch, editor, periodista y escritor francés, primo y protegido de Romain Gary, a quien ayudó haciéndose pasar por Émile Ajar ante la prensa y recibiendo el premio Goncourt en 1975.](https://tierraadentro.fondodeculturaeconomica.com/wp-content/uploads/2019/05/FOTO-2-Sin-derechos-2.png)
Carátula del libro “El hombre que se creía Ajar”, escrito por Paul Pavlowitch, editor, periodista y escritor francés, primo y protegido de Romain Gary, a quien ayudó haciéndose pasar por Émile Ajar ante la prensa y recibiendo el premio Goncourt en 1975.
Una vida extraordinaria
La vida de Romain Gary estuvo marcada por cambios de identidad y sobresaltos desde su origen: nació en el seno de una familia judía en Vilna, ciudad del antiguo Imperio Ruso donde actualmente se encuentra Lituania, pero después de la Primera Guerra Mundial —durante la cual su padre se unió al ejército Ruso− este territorio fue reconocido como Polonia, así que toda su familia tuvo que cambiar de nacionalidad. Poco después, su madre y el pequeño Romain pasaron un par de meses en Rusia para luego mudarse a Polonia, donde vivieron casi ocho años. De esta época, el joven Gary recuerda su educación: clases de esgrima, danza, violín, y de tiro con pistola. Parece que su padre, que sobrevivió a la guerra, se reunió con ellos en Polonia pero los abandonó tiempo después para fundar otra familia. Romain y su madre, a quien él presentaba como una actriz de teatro, vivían con dificultades de una tienda de sombreros, por lo cual se mudaron a Varsovia y después de un año obtuvieron una visa turística para ir a Francia y probar suerte allá. Romain y su madre se adaptaron rápidamente a la sociedad francesa al establecerse en Niza. Ella comenzó vendiendo joyas de lujo que mandaba a traer de Polonia, luego trabajó como responsable de varias tiendas y finalmente fue encargada de dirigir un hotel pequeño. Gary, que llegó al final de su adolescencia, sobresalía en recitación y composición francesa; tras recibirse como bachiller vio publicado su primer cuento (La tormenta) en Gringoire, un semanario político y literario, para el cual escribió durante varios meses, recibiendo la cantidad de 1000 francos (más de 100 euros de hoy) por página y tres veces más de lo que le daba su madre al mes. Poco a poco, Gringoire se fue volcando hacia la derecha extrema hasta volverse un periódico abiertamente colaboracionista. Entonces Romain les dirigió una carta de renuncia en la cual afirmó: De ese pan no como yo[5].
De sus años de infancia y juventud, Gary recuerda —y reinventa— en La promesa del alba (1960) la esperanza que su madre puso en él, pues siempre estuvo segura de su destino ilustre:
—¿Escribiste hoy? (…)
—Sí. Comencé un gran poema filosófico sobre la reencarnación y la migración de las almas. —respondí.
Mamá asintió con la cabeza.
—¿Y en el liceo?
—Saqué cero en matemáticas.
Mi madre se detuvo a pensar.
—Ellos no te entienden —dijo finalmente—. … Lo lamentarán —continuó—. Están equivocados. Un día tu nombre será grabado en letras de oro en las paredes del liceo. … Tendrás a todas las mujeres a tus pies —concluyó categóricamente, cepillando el cielo con su cigarrillo.
En la ventana, los viajeros debían preguntarse lo que aquella mujer de cabellos grises y aquél niño triste que limpiaba aún sus lágrimas estaban mirando en el cielo con tanta atención.
De pronto, mi madre pareció preocuparse.
—Hay que encontrar un pseudónimo —dijo con firmeza. Un gran escritor francés no puede llevar un apellido Ruso[6].
Piloto y héroe de guerra gaullista
Un judío polaco, medio ruso y medio lituano como Romain Gary pronto comenzó a sentirse francés. Tras el golpe del ejército alemán a su país de adopción, Gary se incorporó al ejército en 1939 y acudió al llamado del general de Gaulle para participar en la resistencia que se preparaba desde África. Así pues, sus dos ambiciones más grandes en la vida —convertirse en escritor y luchar contra Hitler— se hicieron realidad casi simultáneamente.
El 25 de noviembre de 1943, el bombardero «Boston» piloteado por Arnaud Langer y su copiloto Romain Gary sobrevoló la región de Pas-de-Calais con la misión de destruir una rampa de vuelo enemiga. De repente, los disparos alemanes se esparcieron en el cielo y Gary recibió un disparo en el vientre. Al pasar su mano por el pantalón, comprobó que su virilidad estaba intacta. Sin embargo, los antiaéreos tocaron el ala derecha del avión y, para completar, Langer recibió uno impacto en los ojos que lo cegó por completo. ¿Cómo sortear una situación tan adversa? Gary uso presión sobre su herida y fue el guía de Langer, advirtiéndole las maniobras que debía hacer para dirigir el avión hacia el objetivo. De manera insólita, la pareja de pilotos logró soltar las bombas sobre la pista y regresar a Inglaterra. Esta misión no solo le trajo a Gary dos condecoraciones sino también material para sus primeros artículos conocidos, su novela Educación Europea y varios pasajes de La Promesa del Alba.
Desde entonces, la filiación política de Gary fue muy clara: gaullista declarado y muy cercano al escritor y político André Malraux, a quien siempre defendió a capa y espada. Su credo literario obedece a la tradición rusa —ferviente enamorado de Gogol y Dostoievski—, sus relatos están cargados de humor negro y sus narradores siempre son menos ingenuos de como se presentan al lector. La lucidez irónica de sus novelas obedece a su origen judío y sus bromas, algunas inocentes y otras agudas, las cuales recuerdan tanto a Emil Cioran como a Charlie Chaplin:
Al principio yo no sabía que tenía madre, no sabía ni siquiera que hacía falta tener una. La Señora Rosa evitaba hablar de eso para no darme ideas raras. No sé por qué nací ni qué tuvo que suceder exactamente. Mi amigo Mahut, que es mayor que yo varios años, me dijo que son las condiciones de higiene. Él nació en la Casba de Alger y vino a Francia solo después de eso. Aún no había higiene en la Casba y él nació porque no había ni lavabo, ni agua potable, ni nada. Mahut aprendió todo esto después, cuando su padre trataba de justificarse y le juró que no había ninguna mala voluntad de parte de nadie. Mahut me dijo que las mujeres que se cuidan tienen ahora una pastilla para la higiene pero que él había nacido demasiado pronto[7].
Diplomático, cineasta y escritor
Después del armisticio, la actuación heroica de Gary en la guerra le permitió iniciar una carrera diplomática y vivir en distintos lugares del mundo durante casi veinte años. Fue cónsul adjunto en Bulgaria, París, Suiza, Nueva York, Londres y finalmente ocupó el distinguido cargo de cónsul general de Francia en Los Ángeles hasta 1961. En este largo período diplomático, Romain Gary se consagró a la creación literaria; publicó ocho novelas y obtuvo su primer premio Goncourt por Las raíces del cielo en 1956. Dos años más tarde, motivado por la vida en California, las veladas en casa de Frank Sinatra, Gary Cooper y Marilyn Monroe, y su pasión hacia el cine, hizo la adaptación de esta novela en colaboración con el director norteamericano John Huston, y luego coescribió El día más largo (1962), cinta que obtuvo dos premios Oscar y un globo de oro al año siguiente. Entonces se inclinó hacia la dirección y realizó Los pájaros van a morir al Perú (1968) y Police Magnum (1972), dos películas protagonizadas por Jean Seberg que obtuvieron un reconocimiento considerable de la crítica y le valieron a Gary su lugar como jurado en el festival de Cannes en 1962, y de Berlín en 1979. A pesar de su paso exitoso por la vida cinematográfica, Gary nunca confundió su vocación principal. De hecho, siempre se presentaba como escritor, incluso en las reuniones de su vida diplomática. Definido por la crítica literaria como un hombre camaleónico cuya única verdad “se encuentra en sus obras”[8] y al mismo tiempo como “un escritor que nunca mintió”[9], él mismo confesó su profunda soledad —en sus últimos diez años de vida solo salía de su casa ocho o nueve veces al año— y su necesidad proustiana de tener otras vidas: “Mi vida no me es suficiente, yo vivo a través de los personajes de mis novelas, de sus experiencias múltiples e incesantes”[10].
Para la muestra, vale la pena recordar una anécdota en la vida de Gary que bien podría haberle ocurrido a uno de sus personajes pero que, como muchas situaciones de su rocambolesca existencia, da muestra de su extraordinaria personalidad: en 1969, mientras su esposa Jean Seberg participaba en el rodaje de La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint your wagon), él se enteró de su amorío con Clint Eastwood, quien protagonizó la película. Enfurecido, Gary decidió tomar un avión hacia Oregon y retó públicamente a Eastwood a un duelo de pistolas. El actor norteamericano rehusó el enfrentamiento y permaneció escondido hasta que Gary regresó a Los Ángeles.
En los últimos veinte años, la obra de Romain Gary ha conocido un afortunado renacimiento, como si rejuveneciera con el paso del tiempo, muy contrario a lo que sucedió con los principales teóricos del Nouveau-Roman, Alain Robbe-Grillet o Nathalie Sarraute, contemporáneos al franco-ruso.
Actualmente el público mexicano puede conseguir las nuevas traducciones de La promesa del alba, La vida ante sí, Lady L. y La angustia del rey Salomón.
[1] Es el título del libro de Guy Amselem, dedicado a analizar el tema de la identidad en la vida y obra de Romain Gary.
[2] « C’est quelque chose que je souhaite depuis que j’ai sept ans et dévoile ma vérite intérieure la plus précieuse ». La entrevista puede apreciarse en: https://www.youtube.com/watch?v=sA_HGbgJaog&t=1838s
[3] « Après avoir signé plusieurs centaines de fois, si bien que la moquette de ma piaule était recouverte de feuilles blanches avec mon pseudo qui rampait partout, je fus pris d’une peur atroce : la signature devenait de plus en plus ferme, de plus en plus elle-même pareille, identique, telle quelle, de plus en plus fixe. Il était là. Quelqu’un, une identité, une difformité, une mutilation, qui prenait possession, qui devenait moi. Émile Ajar. Je m’étais incarné. » en GARY, Romain, Pseudo, Folio, Barcelona, 2014.
[4] Célebre verso que Pessoa traza en el poema Autopsicografía. En PESSOA, Fernando, Obra completa, Madrid, Pre-textos, 2016.
[5] La especialista Myriam Anissimov realizó un exhaustivo trabajo de investigación, plasmado en su libro Romain Gary, Le Caméléon, Folio, 2006.
[6] « —Tu as écrit aujourd’hui ? (…) —Oui, j’ai commencé un grand poème philosophique sur la réincarnation et la migration des âmes. Elle fit bien de la tête. — Et au lycée ? —J’ai eu un zéro en math. Ma mère réfléchit. —Ils ne te comprennent pas, dit-elle. (…) Ils le regretteront, dit ma mère. Ils seront confondus. Ton nom sera un jour gravé en lettres d’or sur les murs du lycée. (…) Tu auras toutes les femmes à tes pieds, conclut-elle catégoriquement, en balayant le ciel de sa cigarette. Aux fenêtres, les voyageurs devaient se demander ce que cette dame aux cheveux gris et cet enfant triste qui essuyait encore ses larmes pouvaient bien regarder dans le ciel avec tant d’attention. Ma mère parut soudain préoccupée. —Il faut trouver un pseudonyme. Un grand écrivain français ne peut pas porter un nom russe. En GARY, Romain, La promesse de l’aube, Folio, Barcelona, 2014, p 24-5.
[7] « Au début je ne savais pas que je n’avais pas de mère et je ne savais même pas qu’il en fallait une. Madame Rosa évitait d’en parler pour ne pas me donner des idées. Je ne sas pas pourquoi je suis né et qu’est-ce qui s’est passé exactement. Mon copain le Mahoute qui a plusieurs années de plus que moi m’a dit que c’est les conditions d’hygiène qui font ca. Lui était né à la Casbah à Alger et il était venu en France seulement après. Il n’y avait pas encore d’hygiène à la Casbah à Alger et il était venu en France seulement après. Il n’y avait pas encore d’hygiène à la Casbah et il était né parce qu’il n’y avait ni bidet ni eau potable ni rien. Le Mahoute a appris tout cela plus tard, quand son père a cherché à se justifier et lui a juré qu’il n’y avait aucune mauvaise volonté chez personne. Le Mahoute m’a dit que les femmes qui se dèfendent ont maintenant une pilule pour l’hygiène mais qu’il était né trop tôt. » en GARY, Romain (Émile Ajar), La vie devant soi, Folio, Barcelona, 2017.
[8] Esta nota del País da cuenta de la « tomadura de pelo literaria » de Gary : https://elpais.com/cultura/2018/02/16/actualidad/1518802374_131795.html
[9] Un reciente artículo de su compatriota Pierre Lemaître titulado “Romain Gary: el escritor que nunca mintió”, le hace justicia tras su integración a la biblioteca de la pléyade: https://www.lemonde.fr/livres/article/2019/05/16/l-ecrivain-qui-n-a-jamais-menti-romain-gary-entre-dans-la-pleiade_5462591_3260.html
[10] Entrevista a Radioscope de 1975, ver nota 2: https://www.youtube.com/watch?v=sA_HGbgJaog&t=1838s