La calidez de los vínculos humanos, que se despliegan en el tiempo y espacio con el estigma de la multiplicidad, suele escapar a las palabras que lo nombran, desbordando los compartimientos en los que pretenden ser coleccionados.
Mi olfato le anticipa al resto de los sentidos la experiencia que se viene: el aire huele a sudor fermentado, caliente y denso como un temazcal de hormonas.