Tierra Adentro
Osamu Dazai en Mitaka, Tokyo. Imagen de dominio público
Osamu Dazai en Mitaka, Tokyo. Imagen de dominio público

Tres fotografías de un hombre en tres etapas distintas de su vida caen de unos cuadernos escritos a mano. Un escritor las mira con una mezcla de rechazo y fascinación. La última fotografía muestra un rostro extraño, lúgubre, carente de cualquier emoción; el rostro de alguien que ha dejado de ser humano. En los cuadernos se lee: “Mi vida ha estado llena de vergüenza. La verdad es que no tengo la más remota idea de lo que es vivir como un ser humano”.

De este modo inicia Indigno de ser humano, la última novela del escritor japonés Osamu Dazai que este año cumplió 75 años desde su primera publicación. La novela narra la vida de Yozo Oba a lo largo de tres secciones que reflejan tres momentos de su vida: su niñez, adolescencia y adultez; así como su descenso a una vida llena de adicción, miseria y corrupción. Oba, a lo largo de la obra, se pregunta lo que significará ser verdaderamente humano, una categoría de existencia de la que, según él, nunca ha logrado formar parte, debido a su profundo distanciamiento de cualquier emoción o sensación normal para las personas como la felicidad, el hambre o la calma.

Enfermedad, abusos, intentos de suicidio, desamores y el miedo mezclado con el deseo agonizante de ser visto por quien realmente es —alguien indigno de ser humano—, 1 plagan la vida de Oba, que transcurre frente a nuestros ojos como una tragedia imparable, poco emocional y narrada incluso, de tanto en tanto, con ironía. Se ha especulado que Indigno de ser humano es una novela autoficcional que bebe de la misma desilusión de Dazai con su propia vida y que culmina no con el final de la narración que da final a la novela, sino con la muerte de su autor poco tiempo después de la publicación de la novela y seis días antes de su cumpleaños 39, en un suicidio doble cometido con su amante al lanzarse juntos al río Tamagawa atados por la cintura con una cinta roja.

Indigno de ser humano ha vendido más de diez millones de copias desde su publicación en 1948 y sostiene el lugar de la segunda novela más vendida en Japón, solo superado por Kokoro de Natsume Soseki. ¿Qué ha atraído a generación tras generación a la escritura de Dazai?, ¿qué termina por conducirnos a una obra tan pesimista como brillante, al retrato de la degradación de un hombre, a la crítica del Japón de la posguerra, a la pregunta interminable de qué significa, en realidad, ser humano?

Dazai

Osamu Dazai, seudónimo de Shuuji Tsushima, nació en Aomori, en el norte de Japón, un 19 de junio de 1909. Hijo de Gen’emon y Tane Tsushima, creció en una familia adinerada, junto con otros diez hermanos, al cuidado de una de sus tías y de los sirvientes de su hogar, pues su padre, un comerciante ocupado, y su madre, enferma tras 11 embarazos, le daban poca atención.

Pronto, Tsushima comenzó a interesarse por la literatura, llegando a asistir a la universidad de Hirosaki donde publicaría una serie de cuentos cortos y una revista literaria junto con sus amigos. Sin embargo, todo cambió tras el suicidio del escritor  Ryunosuke Akutagawa, a quien Tsushima admiraba profundamente. Sus biógrafos concuerdan que la muerte de Akugatawa marcó un antes y un después en Tsushima quien comenzó un ciclo de autodestrucción, alcohol y prostitutas que puso en riesgo su incipiente carrera literaria y lo llevó a cometer el primero de cuatro intentos fallidos de suicidio.

Tsushima logró graduarse de la universidad de Hirosaki e ingresar al curso de literatura francesa de la Universidad de Tokio donde comenzó a militar en el partido marxista japonés, por lo cual fue perseguido, encarcelado y torturado. A esto se sumó el repudio de su familia por su huida con la geisha Hatsuyo Oyama con quien terminó casándose, no sin antes pasar por un segundo intento de suicidio, esta vez como parte de un suicidio doble con Shimeko Takabe de 19 años. Tsushima sobrevivió, pero Takabe no. Es después de esto que Tsushima publicó su primer cuento corto bajo el seudónimo Osamu Dazai.

Su vida continuó en una espiral de intentos de suicidio y decadencia, sumándose a esto un diagnóstico de tuberculosis que evitó su servicio durante la Segunda Guerra Mundial y una adicción a la morfina que lo acompañó el resto de su vida. Dazai publicó  tres libros que ahora son recordados como aportaciones importantes a la literatura japonesa del periodo de la guerra y la postguerra: Flores de la bufonería, que definiría su estilo de narración en primera persona, El ocaso e Indigno de ser humano. Tras la publicación de este último, Dazai realizó su quinto y victorioso intento de suicidio en las aguas del río Tamagawa.

Por medio de Indigno de ser humano, Dazai reflejó en Yozo Oba algunos de los sucesos que compusieron su vida llevándolo a sus cuatro intentos fallidos de suicidio. Ahí está la niñez en una familia adinerada, el intento de suicidio doble al que sobrevivió, 2 la adicción a la morfina, la militancia en el partido comunista, los amores imposibles.  En Oba, Dazai construye a un hombre que vive incapaz de distinguir lo que le hace humano, siempre distinto a los demás:

Cuanto más pienso, menos entiendo. Me persigue la inquietud y el miedo de sentirme diferente a todos. Casi no puedo conversar con los que me rodean. No sé qué decir, ni cómo decirlo. […] Un sapo. Eso era yo. Lo de menos era que la sociedad me aceptara o no, que me enterrara en el olvido o no. Era un animal inferior a un perro o un gato. Un sapo. Lo único que hacía era moverme lentamente.

Un personaje condenado a vivir siempre bajo la máscara del bufón que teme constantemente el momento en el que será desenmascarado, el instante en el que todos podrán ver la verdad: que no es feliz, sino completamente miserable, su profunda e irreparable falta de humanidad:

En la superficie me reía alegremente y hacía reír a los demás; pero, en realidad, era así de sombrío. […] Si alguien descubriese mi lobreguez tras la máscara de bufón, seguro que comenzarían una estrecha vigilancia […] Por otra parte, existía el peligro de que no reconocieran mi verdadera naturaleza y lo tomaran como una bufonada más, lo que causaría grandes risotadas. Esto sería lo más horrible que pudiera suceder.

 Y cuya miseria, secreta para los demás, lo descalifica a sus ojos de ser considerado como humano: “llevaré siempre clavado en la frente el cartel de loco; mejor dicho, de muerto viviente. Indigno de ser humano. Dejé por completo de ser una persona.”

Y, aun así, cuando Oba siente su miseria reflejada en la melancolía de una mujer con la que después intentará suicidarse, es completamente feliz por primera y última vez:

Al acercarme a ella, mi cuerpo quedaba también envuelto en esa corriente, mezclándose con la de mi punzante melancolía «como una hoja muerta que se pudre en el fondo del agua». Por fin, me había librado del miedo y la angustia. […] La noche que pasé con la esposa de aquel delincuente acusado de estafa fue muy feliz y liberadora. Imagino que no volveré a usar en estos cuadernos unas palabras tan decididas y sin vacilación.

La vida de Oba es retratada con certeza, sin recurrir a descripciones emocionales y con una que otra imagen metafórica: la hoja muerta que se pudre en el fondo del agua, un papalote atrapado entre cables de luz, unas olas que golpean y golpean en alguna playa desconocida. Permanece en la novela la melancolía, una sensación de opresión asfixiante y la certeza de haber hecho lo mismo que Oba en muchas ocasiones: ponerse una máscara, fingir que se está bien, intentar ocultar el agujero que se expande dentro de nosotros y que lo consume todo, sabiendo que tarde o temprano terminará por hacerse evidente.

Permanencia

Desde su publicación en 1948, Indigno de ser humano se ha mantenido presente en el imaginario cultural de Japón, contado con distintas adaptaciones cinematográficas, un especial de animación y adaptaciones al manga. Su autor se ha convertido también en una figura de culto y es recordado por retratar a una sociedad tan decadente como el protagonista de su última obra.

Dazai II

Dazai, encontraron tu cuerpo el día en el pudiste haber cumplido 39 años. ¿Qué pensarías ahora del mundo que dejaste atrás? ¿Qué pensarías de ser un personaje de anime, que tu obra fuera adaptada a un manga, que cada año miles de desconocidos dejen en tu tumba cigarros, sake y cerezas? Dazai, es demasiado tarde ahora para olvidarte.

Intermedio

Comenzaste a leer Indigno de ser humano en la universidad y por eso te sentiste un poco especial. Tus amigos leían a Cortázar, a Zambra, discutían la importancia de Foster Wallace, per tú leías a Dazai. ¿Pudo haber habido un momento más acertado para la lectura de una novela tan melancólica, opresiva y brillante? La vida de Oba te recordó una sensación que habías intentado ignorar: la de ser completamente incapaz de conectar con otros; la de no poder sentir con la misma intensidad que los demás; la sospecha de no ser completamente humana; la certeza de que había algo mal contigo, algo que se había roto en algún momento y que nunca volvería a componerse. Ahora tienes 27, casi como Oba al finalizar la novela, tienes 27 y decides creer que todo terminará por pasar.

Salvar al suicida

En 2017, Juji Ito sumó su adaptación a las ya existentes de Inidgno de ser humano. La versión de Ito tiene más de 600 páginas. Cada una de ellas repleta de su estilo característico, vuelve a contar un relato familar; el de un hombre que ha perdido su humanidad y narra la historia de su vida en todo su grotesco esplendor.

Junji Ito realizó un trabajo interesante con la novela de Dazai; intentó una hazaña que bien podríamos llamar imposible: ilustrar lo ilustrable, adaptar lo inadaptable y, de alguna manera, salvar lo insalvable, ¿cómo retratar el rostro indescriptible de Oba?, ¿cómo un mangaka de terror podría adaptar la sutil melancolía y opresión de Indigno de ser humano? Junji Ito se enfrentó a este problema al crear una obra distinta de la original, alterando la trama, convirtiendo a Indigno de ser humano en una obra mucho más cruda, más sangrienta, más gore, donde el terror se cuela por cada rendija, una obra más a lo Junji ito.

Finalmente, Ito intenta lo imposible: introduce a Dazai como un personaje secundario que se encuentra con Oba en un hospital psiquiátrico; ahí, ambos internados por adicción a la morfina, tienen una charla que lo cambia todo. Ito le da a Oba el consuelo de alguien que puede entenderlo: su propio creador quien, a su vez, por fin encuentra a alguien que refleja su tristeza y hartazgo con la vida.

 Después de ese encuentro ambos deciden vivir.

La decisión no dura mucho, desde luego, y Dazai finalmente decide suicidarse, desilusionado tras visitar a Oba y verlo en un estado casi catatónico que refleja el final de la novela:

En mi existencia ya no existe la felicidad o el sufrimiento. Todo pasa. Esa es la única verdad en toda mi vida, transcurrida en el interminable infierno de la sociedad humana. Todo pasa. Este año cumpliré veintisiete. Tengo ya tantas canas que aparento haber pasado los cuarenta.

Junji Ito intentó salvarlos a los dos, aunque sabía que era imposible.

Es un cliché decir que una novela sigue siendo relevante, pero es un lugar común al que debemos acudir al hablar de Indigno de ser humano. La obra de Dazai continuará inspirando adaptaciones y permaneciendo en el imaginario cultural mientras permanezca la necesidad de no ser visto, de esconderse detrás de una máscara, el temor secreto de no ser totalmente humano.


  1. La traducción literal de la frase que repite Oba y que da el título al libro sería más cercana a “descalificado de ser humano”.
  2. Aunque Dazai sobrevivió a dos intentos de suicidio dobles.