Tierra Adentro
Ilustración de Zauriel

No hay duda de que Roberto Bolaño en sus veintes despotricó contra Paz, pero, según José Vicente Anaya, su participación de en los enfrentamientos directos protagonizados por lxs infrarealistas fue poca. No murió escuchando la rola de Nacha Pop (eso fue antes de salir hacia el hospital) y rara vez prendía su computadora para cuando sucedió el fallo hepático. Muy probablemente su última comida fue arroz. Incluso en sus años mozos, no pasó de una vestimenta más escandalosa que el típico look hippie de los 60. Ni siquiera llegó a saltar de una avioneta a lo Hemmingway.  

¿Cómo un tipo tan aparentemente insípido se volvió el ídolo de miles de poetas subversivos como Gerardo Arana o Patti Smith? 

La juventud desbocada 

A pesar de su apariencia, Roberto no era para nada insípido. El joven chileno llegó huyendo de la dictadura pinochetista en su país natal a México, donde conoció a Mario Santiago Papasquiaro y junto a quien fundó el movimiento infrarealista, al lado de José Vicente Anaya, Guadalupe Ochoa, Ramón Méndez Estrada y Claudia Kerik,  entre otras personalidades. Lxs infras o real visceralistas como les llama Bolaño en su novela Los detectives salvajes (2008), caminan “de espaldas, mirando un punto pero alejándose de él, en línea recta hacia lo desconocido”. En esta obra narra las peripecias de un grupo de poetas, inspirado en sus camaradas de la vida real; el autor hace gala de una prosa a un tiempo cómica y desgarradora para realizar una oda a la juventud y la poesía que él mismo vivió en el México y Europa de los setentas. 

Lxs infras eran los tipos raros de la poesía mexicana, gente de la que casi nadie había oído hablar y si se les ubicaba generalmente era por referencias negativas. Inspirado por lxs beatniks gringxs, Hora Zero de Perú o lxs nadaístas de Colombia, el movimiento infrarealista era escandaloso y contestatario dentro del régimen priista, intolerante a la crítica, y un panorama literario donde las vacas sagradas marcaban la pauta sobre lo que se debía o no publicar; la obra infrarrealista rompía con los esquemas del arco y la lira —planteados por Paz, que seguían sus clones— en busca de una poética más aterrizada en la realidad cotidiana y en el ser mundano. Esta oposición a la poesía hegemónica tuvo una respuesta directa contra lxs infras, cerrándoles puertas y ediciones, sin embargo, esto no los amedrentó, ni disminuyó su dedicación a las letras, así publicaron varios libros de manera independiente como es el caso de Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego (1979), antología gestionada por el mismo Bolaño. Ya en El espíritu de la ciencia ficción, novela escrita en 1984 y publicada de manera póstuma, Roberto comenzaba a trazar con firmeza en su universo lírico la silueta del joven escritor que se lanza de bruces a la literatura como parte de sí mismo.  

No es ningún secreto que la juventud es un tema recurrente para Bolaño y fundamental para su concepción de la poesía, durante la entrevista que le realizaron en La belleza de pensar, mencionaría a Rimbaud y Lautreamont como los pilares de la poesía moderna dado su ímpetu juvenil, ímpetu que caracteriza a la perfección Belano. 

Arturo Belano 

La figura de Roberto Bolaño no podría entenderse como lo que es hoy sin la de Arturo Belano. Las biografías del autor y el personaje corren paralelas. Así, mientras Belano apuñala a alguien que no nombraré para no hacer spoiler, Bolaño llega empapado a casa de su amigo Rodrigo Fresán y le confiesa que acaba de matar a alguien; mientras Bolaño es detenido en Chile poco antes del Golpe de Estado de 1973 y salvado por un antiguo compañero de escuela, Belano regresa a México por la misma razón.

Nacido como heterónimo y personaje de Estrella distante (1996), Arturo Belano protagonizaría posteriormente un par de cuentos incluidos en Llamadas telefónicas, así como la novela Los detectives salvajes y se dice que es el narrador de 2666 (2004). 

Belano es, en palabras del propio autor: “lo que siempre quiso ser, o quizá lo que se libró de ser”; la figura del joven entregado a la poesía como forma de vida que el mismo Bolaño llevó. 

A semejanza de Rimbaud, quien proclamó que “la vida está en otra parte” después de abandonar  la poesía para traficar armas en África, Arturo (quien debe su nombre al poeta francés), termina por dejar todo atrás (aquí si me vale spoilear porque la belleza con la que se narran estos hechos vale el intento de interesar a quienes no han leído este novelón), tener un duelo a la orilla de la playa y perderse en medio de un conflicto extranjero. 

Pero no debe interpretarse el acto de dejar de escribir como un abandono de la literatura, sino todo lo contrario. Tengamos en cuenta que una de las obras que más influyó al chileno fue el Tractatus de Wittgenstein, donde el filósofo analiza cómo construimos nuestra concepción del mundo a partir del lenguaje; Bolaño sabe que el lenguaje estructurado no es el único que  nos conforma y voltea a ver al lenguaje natural, ese que vivimos día a día y convierte la realidad en poesía pura. 

A manera de conclusión 

Esta vida entrelazada con la ficción nos pone frente a un autor-personaje que bien podría ser estudiada desde varias perspectivas. Pienso en Genaro Martell explicando en clase las diferencias entre el Cristo histórico y el de la Fe. 

Mucho se ha escrito  y mitificado sobre Bolaño-Belano: que si fue un mero producto de una movida editorial con fines comerciales (cosa negable con solo leer sus libros), que si murió siendo un yonki (tampoco es cierto, Roberto pasó la mayor parte de su madurez sobrio, creo haber leído en algún lado que ese chisme fue obra de Patti Smith, pero no logro encontrar la fuente), que si era bien belicoso con sus contemporánexs (esto sí es cierto) y un centenar de leyendas más que a veces nos hacen olvidar el hecho de que Bolaño era, antes que nada, una persona como todxs nosotrxs. La figura de escritor maldito que se le adjudica es una distorsión del poeta, más cercano a Faulkner y Joyce que a Lautreamont, pues añade a esa fuerza juvenil una disciplina y una técnica excepcionales, frutos de años puliendo su estilo casi religiosamente. 

Como lectores y escritores jóvenes tendemos a poner en altares a todx aquel que se entregue de esta manera tan visceral a la literatura y la rebeldía. Nunca está de más recordar esta diferenciación entre el Bolaño histórico y el Bolaño-Belano de la Fe. No necesitas sumergirte en la bohemia para escribir decentemente, el punto es vivir, y chambear como diría mi tío buchón; puedes llevar el tipo de vida que quieras pero esto no sirve de nada sin el trabajo duro y la dedicación que la literatura, como todo oficio, conlleva. Es innegable que Bolaño es una de las grandes voces en lengua española de los últimos años y esa posición como figura mítica puede desviarnos de la apreciación de su obra, que es cuando menos brillante: La literatura nazi en América Latina (1996) hace uso del falso documental para mostrarnos una historia intensa sobre la visión del autor respecto a los poetas.  Los detectives salvajes es un dispositivo estético metaficcional que desdibuja las fronteras de la narrativa y la poesía para romperlas completamente con Amberes (2002) 2666 (2004) y Estrella distante (1996) provocó su amistad con Nicanor Parra.  A veinte años de su partida me sigo quedando con el consejo que dio a los escritores primerizos y con el que cierra el documental sobre su vida La batalla futura(2016): “vivan, vivan mucho y sean felices”.