Tierra Adentro
"Boxeo, pelea de debutantes", fotografía de Christian C, 2011. Recuperada de Flickr CC BY-NC 2.0
“Boxeo, pelea de debutantes”, fotografía de Christian C, 2011. Recuperada de Flickr CC BY-NC 2.0

México, con su extensión territorial y una población vasta, ha destacado de manera muy pobre en el concierto internacional del deporte. A esta generalización se le debe hacer una excepción, y es la del boxeo profesional. Hago la distinción porque hay países que destacan tanto en los ámbitos profesional como en el amateur, pues representan dos circuitos diferentes, que incluso influyen directamente en los estilos de los peleadores, debido a los sistemas de puntaje de estas dos dimensiones del boxeo. Ucrania y Kazajistán son un ejemplo de esta preocupación por tener un balance entre ambas instancias de competición, reforzada por la herencia de la Unión Soviética en su lucha contra Estados Unidos por la hegemonía.

En el caso de México, es común escuchar interpretaciones que apuntan hacia las grandes historias de éxito de boxeadores que lograron superar condiciones adversas y que alcanzaron sus posiciones de riqueza y lujos con sus peleas. No obstante, ha habido campeones y campeonas de México provenientes de diferentes estilos de vida, apoyados por sus familias o no, pero no hay un único modelo del boxeador mexicano y eso debe quedar muy claro.

Sin duda alguna, historias como las de Julio César Chávez, quien salió de un vagón de tren en Obregón, Sonora, para convertirse en uno de los grandes nombres de la historia del boxeo, tienen un potencial increíble para inspirar a las nuevas generaciones y para contar leyendas acerca de la historia de esta disciplina en el país. También está el caso del Maromero Páez, cuya familia de cirqueros le enseñó sobre pugilismo para sacar a borrachos del negocio familiar. Al Maromero lo adoran en TikTok, porque sus locuras arriba del ring permiten hacer edits hilarantes con las fintas y chupones en las que hace caer a sus enemigos. Poder contar historias con estos héroes del ring, con sus contradicciones, fallos y logros, es un elemento primordial de nuestra tradición boxística.

Además, la cuestión técnica no es un asunto menor. Uno de los ejemplos más impactantes en este rubro es el del Finito López, quien por pelear en un peso mosca no hizo el ruido mediático que nuestros pesos medios o welter, sin embargo, conquistó Asia, y en específico Japón, como una especie de ser invencible, inmortalizado en un personaje del anime Hajime No Ippo. En esas secuencias de animaciones, se muestra al Finito López tirando el jab perfecto con su mano izquierda, acto con el que encarna el dicho mexicano según el cual “eres tan buen peleador como tu mano izquierda”.

En defensa y en ataque, quienes practican este deporte en México, se manejan por un credo que reza “duro, macizo y tupido”. Este estilo espectacular de pelea le ha costado al boxeo mexicano, al momento de enfrentarse al estilo soviético o al polémico philly Shell, perfeccionado por la familia Mayweather. No obstante, la fuerza, el arrojo y el sentido de exhibición del estilo mexicano sigue causando combates memorables y rivalidades con países enteros; algunas de las que más se han cultivado han sido contra Puerto Rico, Japón, Inglaterra, Cuba y Estados Unidos.

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