Apenas despuntaba la comunidad cristiana en las principales ciudades del imperio romano cuando las diferencias doctrinales se hicieron a tal punto enconadas que fue necesaria la intervención de los apóstoles.
Flor de santos para la liviandad y desesperación del siglo como fue recogida por Santiago el Sarabaíta, es, según la advertencia en las primeras líneas de esta obra, su título original.