Tierra Adentro
Culiacán, 5 de enero de 2023. Foto de Sergio Ceyca.
Culiacán, 5 de enero de 2023. Foto de Sergio Ceyca.

Y es una pausa que vale la pena saborear, porque pronto el mundo volverá a ser complicado de nuevo.
Jon Mcgregor.

1. Es el teléfono el que me despierta. Alguien me está llamando. Observo la pantalla y miro que es un amigo –no un número desconocido que pudiera ser un call center. Le respondo y es él quién me da, por primera vez en el día, la noticia: está ocurriendo de nuevo, no hay que salir, que le diga a mis padres. Le murmuro con la boca entumecida que gracias. Que estaba dormido, que disculpe no hablar mucho. Le cuelgo y vuelvo a recargar la cabeza en la almohada: está pasando de nuevo, me digo y recuerdo que mi madre debió haber partido al trabajo ya; me pongo de pie y voy a asomarme al cuarto de mis padres. Ambos están en la cama, teléfono en mano, cuando les digo que un amigo me despertó con la noticia: mi padre asiente, dice que es cierto, y vuelve a mirar su teléfono. Paso al baño y de regreso vuelvo a acostarme en la cama: no quiero pensar qué significa lo que está ocurriendo, no quiero agarrar el teléfono y empezar a ver videos que podrían volarme el sueño; pero, la realidad es que tampoco vuelvo a hundirme en los brazos de Morfeo y ya falta poco para que tenga que despertar para mi trabajo home ofis. Así que me resigno. Y empiezo a ver la información a través de la pantalla de mi teléfono.

2. Todo este día lo he vivido, en mayor o menor medida, viendo al exterior a través de esa ventana eléctrica. Ahí me he ido construyendo un orden cronológico de los hechos; cosa curiosa porque en 2019, cuando fue el primer hecho que la nación cataloga como ‘culiacanazo’, también lo viví a través del teléfono. En aquel entonces trabajaba en una oficina de Derechos Humanos en Ciudad de México y, tras la comida, estaba chateando con una amiga por whatsapp; ella me preguntaba cómo llegar a la oficina del INE que está cerca de casa de mis padres. Ella estaba en el centro de la ciudad. Le dije que fuera al Woolworth, frente a la Plazuela Obregón, para agarrar el camión que la dejaría cerca. Me contó que en el centro de la ciudad había habido una balacera –de alguna manera, nada del otro mundo. Y siguió su camino. Pero en eso, otros amigos empezaron a preguntarme a través de whatsapp qué estaba ocurriendo. Y me di cuenta que en Culiacán estaba ocurriendo algo cuya magnitud no terminaba de entender; le hablé a un amigo periodista, Martín Durán, y el me dijo que se creía que se había detenido a Iván Archibaldo, aquella tarde, pero que la información era escurridiza, aún, que se iba entre los dedos como si fuera arena. Entonces, me acerqué a un pasillo de mi trabajo a empezar a hacer llamadas: dónde se encontraban mi familia, dónde mis amigos, pedirles que se resguardaran rápido en cualquier lugar que pudieran. En el transcurso de la tarde aprendimos un nuevo nombre: Ovidio Guzmán, uno de los llamados Chapitos; uno del que el mundo no sabía nada. Cosa curiosa pero aquel día la persona que podría decir que es mi maestro en esto de la literatura, Élmer Mendoza, se encontraba en Ciudad de México para presentar su más nuevo libro en la Fil Zocalo, así que me salí antes del trabajo y lo alcancé en la feria. Al terminar su presentación, lo acompañé a su hotel y estuvimos oyendo las declaraciones de prensa del secretario de seguridad, cuando dijo que se hizo lo mejor por la ciudad. Y en ese momento entendimos que habían liberado al narcotraficante.

memes jueves negro  (1)

3. Para mediodía ya tenía una idea concreta de qué estaba ocurriendo este jueves en Culiacán. Ya la gente le llamaba el jueves negro o el culiacanazo. Es curioso, porque la fallida captura de Ovidio Guzmán tiene dos nombres: uno con el que se le conoce por afuera del país y otro interno, de la ciudad que lo vivió; demuestra, al mismo tiempo, cómo se vivió el fenómeno. Para la gente que no estuvo en Culiacán, el episodio se llamó el ‘culiacanazo’ porque fue un golpe en la administración federal actual, un episodio más dentro de una serie de episodios a favor o en contra del gobierno. Pero para los habitantes de Culiacán se llamó el ‘jueves negro’. Un día de miedo e incertidumbre. Un día en que muchos de mis amigos no podían localizar a sus familiares porque estos estaban escondidos, en el centro o en diversas partes de la ciudad, en lugares donde no había señal o se les había descargado el teléfono. Un día que la ciudad entendió que el narcotráfico con el que tanto había convivido no era un vecino violento en la ciudad, sino su verdadero amo. Y podía secuestrar la ciudad cuando quisiera.

memes jueves negro  (3)

4. En el transcurso de la mañana me fui enterando que Ovidio Guzmán López había sido detenido en la sindicatura de Jesús María. Al principio no se sabía por qué tanto revuelo durante la madrugada en Culiacán; pero todos sospechábamos, supongo yo, que en el fondo tenía otra vez que ver con él. Y la noticia no le sorprendió a nadie: las salidas de la ciudad ya estaban, otra vez, tapadas con carros incendiándose. De la ventana de la casa de mis padres, desde la que se mira el valle de Culiacán hacia abajo, se veían algunas humaredas; aunque no como las fotografías que me envió mi padre en aquel primer jueves negro, en las que parecía que la ciudad estaba quemándose en distinto puntos, al mismo tiempo; pero por segunda vez en mi vida experimenté la calma chicha: un silencio total, antes de que las cosas volvieran a ser complicadas de nuevo. La otra vez que ocurrió fue el 19 de septiembre de 2017, en Ciudad de México, cuando mi roomie y yo logramos salir a la calle para ver a todos los vecinos en las aceras y la calle, mientras los carros continuaban avanzando hasta que, por un espacio de unos cinco minutos, no lo hicieron. En que hubo una transición entre la normalidad y las consecuencias de lo que habíamos vivido. En este nuevo caso, la ciudad de Culiacán que usualmente es ruidosa –entre los sonidos de los coches, las motocicletas viejas, la gente que pone corridos y banda a altos volúmenes en su banqueta, las detonaciones ocasionales, la gente hablando– daba paso a un escenario de calles vacías y ningún otro sonido más que el de los pájaros saltando entre los árboles. En algunas partes de la ciudad se escuchaban disparos. Pero en general, casi no se escuchaba, siquiera, el ladrar de los perros.

memes jueves negro  (4)

5. Cuando ocurrió el primer Jueves negro, una gran parte de la sociedad culiacanense se organizó e hizo una marcha a la que llamaron “Culiacán valiente”. Algunos amigos participaron en la organización. Yo, desde Ciudad de México, no me sentí convencido con la idea de hacer una marcha para demostrar que en Culiacán los buenos eran más que los malos; pero como culiacanense que no vive en su ciudad decidí quedarme callado en lugar de comentar algo y que alguien fuera a reclamarme por no haber vivido el episodio, ni estar viviendo siquiera en la ciudad. Pero en este momento me encuentro en mi vieja habitación, con la ventana abierta, desde la cual he escuchado tantas balaceras, escuchando un golpe o detonación aleatoria a lo lejos; he visto una que otra columna de humo; he estado hablando con los amigos que iba a ver hoy, con otros que no; les he pasado memes a mis amigos de Ciudad de México, quienes se quedan en un punto extraño entre horrorizarse y reírse de las imágenes.

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6. Mis padres son muy prácticos. Yo me dormí durante la tarde –para compensar la despertada temprano– y para cuando desperté, ellos estaban haciendo carne asada en el patio. Mi padre tenía una radio de canciones viejas que se transmite desde Ciudad de México. Volteaba la carne en el asador. Mi madre preparaba algunas quesadillas en el comal de la cocina. Como si nada estuviera pasando. Como si fuera un día cualquiera de asueto. Así que me senté en una mesa que ponen en el patio y mientras comía una quesadilla, mi madre le dijo a mi padre que, a nivel estado, las clases acababan de ser canceladas por la Secretaría de Educación Pública y Cultura del estado de Sinaloa. Eso da un mal presagio. Hace sentir que, a diferencia del primer Jueves negro, esto no se va acabar para mañana. Subo a seguir escribiendo y descubro que en diversos medios se está reportando que gente de Culiacán dice que no pueden contactarse con familiares de la sindicatura de Jesús María. La atmósfera de la ciudad es pesada. En eso, el editor de Tierra Adentro me habla para preguntarme cómo está todo y cómo voy con el texto. Le digo que ya casi lo tengo terminado, pero que se me antojan unas Sabritas. Que no sé si ir al Oxxo a ver si está abierto. El editor se burla diciendo que primero termine el texto y yo me rio al leer el mensaje. Al mirar, hacia otra parte, a través de la ventana eléctrica de mi celular. Y espero que mañana no vuelva a despertarme otra llamada a las siete de la mañana.

memes jueves negro  (2)

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Fotografía cortesía de la autora
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