Homenaje a Terry Gilliam
Nacido el 22 de noviembre de 1940 en Minneapolis, Minnesota, Terence Vance Gilliam pasó su infancia en una comunidad rural cuyos alrededores naturales funcionaron para que desarrollara su imaginación desde temprana edad. Su curiosidad artística y su necesidad de expresarse comenzaron a notarse con los dibujos que hacía siendo un niño al que ya le gustaba hacer reír a los demás.
Este 27 de julio el Festival Internacional de Cine Guanajuato realizará, en su edición XXII, un homenaje a Terry Gilliam, un verdadero libertador de las almas y uno de los soldados más incansables del cine, quien con su obra nos ha otorgado un espacio de comunión con las capacidades más altas del espíritu, los sueños y el lado.
En la reseña biográfica del festival, se cuenta que, a los doce años, Gilliam se mudó con su familia a Los Ángeles y ahí se volvió fan de la revista MAD, publicación que le cambió la manera de ver el mundo y quizá despertó en él ese humor tan característico.
Mientras estaba en la universidad estuvo a cargo de la revista universitaria Fang, en la cual copió la sátira y el humor que caracterizaban a la revista neoyorquina Help! Tras graduarse, viajó a Nueva York con la intención de conseguir un trabajo en el que pudiera seguir publicando. Así, consiguió su trabajo soñado al ser contratado en Help!, donde comenzó su carrera como dibujante.
En medio de la agitación política que se vivía en Estados Unidos durante los años sesenta, el futuro cineasta decidió mudarse a Inglaterra, donde consiguió trabajo como animador en un programa de televisión infantil. Esta decisión le cambiaría la vida para siempre, ya que ahí conoció a Terry Jones, Eric Idle y Michael Palin, tres de sus futuros cinco compañeros en Monty Python, el icónico grupo humorístico que encontró la forma de sintetizar el surrealismo más abrasivo con dosis de idiosincracia inglesa y una buena porción de absurdo.
Tras el estreno del programa Monty Python’s Flying Circus en 1969, sus creadores se convirtieron en los comediantes más creativos y populares del momento. A lo largo de cuatro temporadas hicieron todo lo que quisieron con el formato televisivo, creando un estilo juguetón y libérrimo que quizá no ha sido superado, y que después llevó al cine con sus compañeros.
Poseedor de una mente sumamente inquieta y deseoso de contar sus propias historias, Gilliam presentó en 1977 la primera cinta sin sus compañeros: Jabberwocky, una fantasía inspirada en el poema homónimo de Lewis Carroll. Con ella comenzaba a ser más claro el rumbo que el realizador tomaría en sus siguientes proyectos.
Después, con Time Bandits (1981) iniciaría la llamada “Trilogía de la imaginación”, centrada en la lucha por defender la imaginación y la libertad de pensamiento. La historia sobre un niño que viaja a través del tiempo con un grupo de enanos revoltosos se convirtió en el primer gran filme de Gilliam y lo posicionó como un autor digno de seguimiento.
La segunda entrega de la trilogía estaría más inclinada hacia la ciencia ficción pero sin dejar de respetar el estilo ya mostrado tanto en lo narrativo como en lo visual: Brazil (1985), una fantasía distópica y retro-futurista con toques de Orwell y Kafka, le valió dos premios BAFTA y dos nominaciones al Oscar, incluyendo la categoría de Mejor Guión Original.
La culminación de la trilogía llegaría con la maravillosa aventura de fantasía The Adventures of Baron Munchausen (1988), cuya estética significó un parteaguas para el cine fantástico a finales de los ochenta.
Con Fisher King (1991), el cineasta británico entregó una efectiva mezcla de comedia con drama en un relato sobre la amistad, el amor y seguir adelante sin importar las tragedias que se presenten, y en 12 Monkeys (1995) somos transportados a un futuro desolador que parece tener remedio a través de los viajes en el tiempo.
Adaptando la novela homónima de Hunter S. Thompson en la oscura comedia Fear and Loathing in Las Vegas (1998), Gilliam nos llevó por un psicodélico malviaje de drogas que le voló la cabeza a una generación entera, otorgándole un estatus de culto a las desventuras de dos extraños personajes que viajan a toda velocidad hacia el centro del alma decadente de los Estados Unidos.
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Terry Gilliam por fin pudo presentar su proyecto de ensueño en el Festival de Cannes 2018: The Man Who Killed Don Quixote. Gilliam había comenzado a trabajar en esta cinta desde 1989 y tuvo que superar toda clase de obstáculos para darle vida. The Man Who Killed Don Quixote es un verdadero ejemplo de tenacidad y lucha infatigable por expresarse en el arte cueste lo que cueste.
Un defensor de la imaginación con sentido aventurero, creador de realidades paralelas y de mundos fantásticos en los que todo es posible, un visionario contador de historias y un rebelde que sabe usar la comedia como arma de expresión masiva: ése es Terry Gilliam. Sus personajes, en muchos casos, son capaces de superar la fragilidad para poner a su favor aquello que evidentemente está en su contra y así vivir en sus términos las aventuras que se presenten.