Tierra Adentro
Ilustración realizada por Maricarmen Zapatero
Ilustración realizada por Maricarmen Zapatero

Ahora se sienta en la silla de terapeuta y no en la silla del paciente.

Se faja las camisas, se pone un cinturón, usa zapatos de vestir medio boleados, peinadito su cabello corto. Tiene una tarjeta con su nombre al que le sigue el epíteto de “terapeuta”. Usa esa misma tarjeta para marcar en el sistema electrónico la hora en la que entra a trabajar. Aunque a veces se le olvida y tiene que, con vergüenza, pedirle a alguien que lo ajuste. Tiene media hora para almorzar y casi ningún día de vacaciones. Trabaja para un hospital, en una clínica de salud mental (o, como le llaman, behavioral health) para niños y adolescentes. Un programa que nació sin duda por la enorme y creciente necesidad de tratar de forma distinta la llamada “crisis de salud mental” que aqueja sobre todo a los niños y adolescentes. Pero este programa también se creó “gracias a la generosidad” de una donación multimillonaria de la hermana de Warren Buffet.

Habla en una lengua que no es la suya, en la que ahora conoce todas las expresiones de los jóvenes en las que se sorprende a sí misma bromeando. Hace unos días, me dijo, una de sus pacientes le enseñó la palabra bootyhole. Y es que esa es su postura: le pide a ellos que le enseñen su mundo. Y así aprende. Una de sus tácticas es pretender saber menos inglés del que sabe. Para que ellos la lleven de la mano a lo que dan por sentado, lo que asumen que todos saben.

El sistema es una cosa muy distinta a su forma de sentarse en la silla y asumir (o no) el rol.

Hay algo en sus oídos que se ha refinado, afinado. Escucha con más atención no las historias estereotípicas de los problemas que le cuentan sino los momentos de duda, de luminosidad, de contradicciones. Los instantes mínimos en los que la neblina de las patologías (la ansiedad, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno postraumático, el déficit de atención, el autismo) se levanta y de pronto surgen otras historias, las subterráneas, las inesperadas, las contraintuitivas.

***

Una autoetnografía es una narrativa en primera persona que muestra y no dice. Le permite al lector y a mí, a la terapeuta, escribirnos como parte de la historia, en la historia. El paciente no es ya un objeto de estudio, sino más bien un co-autor.

No hay una propuesta radical, sino un principio muy simple, del que las ciencias sociales se han querido deshacer: reconocer que los terapeutas también vivimos en el mundo y tenemos nuestras propias historias.

¿Qué implica para la psicoterapia el reconocer que los terapeutas también viven en el mundo? ¿Qué podríamos aprender si las historias abrieran el telón del mundo interior del terapeuta, al mismo tiempo que se desarrollan las conversaciones?1 Un método para contar historias como una forma en la que los lectores se pueden colocar en nuestro rol.

Así, no se trata de una mera transcripción, no sólo una conversación ni ilustración de una teoría. Es una historia a través de la cual escucharán el paisaje imaginario, momento a momento, del terapeuta ante paciente.

También, incluye las dudas, las equivocaciones, las preguntas infértiles que no llevan a ningún lado. Soy una terapeuta principiante, novicia, aprendiz, con apenas dos años de experiencia. En esta profesión, a diferencia de otras, el tiempo y la experiencia importan mucho, al igual que la práctica consistente de reflexionar sobre la forma en que se pregunta, se dice, se escucha. Y eso es lo que más rico me parece de una autoetnografía, para mi reflexión permanente: la capacidad de crecimiento de la autocrítica.

Esta historia no incluye pasajes teóricos en los que reflexionaría de manera técnica sobre lo que se dice. Se trata, más bien, de una orientación, una carta de navegación a explorar.

Espero que al invitarlos a mi sesión con Enrique puedan escuchar y sentir a través de la planicie de las palabras que suprime y no le hace justicia a las montañas y ríos de la voz y la entonación, las dudas y el silencio. Porque al leer este texto, también lo están co-creando, son personajes de esta misma historia y se van a enfrentar a lo que este texto evoca en ustedes, al igual que yo descubrí con lo que las palabras de Enrique me hicieron recordar de mí misma y de mi mundo. Es una conversación íntima, expuesta.

***

Tres notas a pie que decidí incluir en el cuerpo de este texto: 1. La sesión se llevó a cabo enteramente en inglés, lo que leerán es una traducción ligeramente infiel que traspone expresiones, contextos y ciertas formas de decir; 2. Lo no verbal está entre paréntesis, el detrás del telón de mis observaciones y pensar/sentir está entre corchetes; 3. La conversación se grabó con el consentimiento de Enrique (y este no es su nombre real) y después de darle la transcripción, tuvimos otra conversación sobre lo que escuchamos de forma diferente y sobre lo que nos sorprendió. Este proceso es parte del efecto terapéutico que no sólo roba palabras, sino que se vuelve a leer para descubrir ángulos diferentes, para escucharnos de otra manera.

***

Esta es la quinta sesión que tengo con Enrique, un joven de 16 años con una vida interior riquísima, “un personaje complejo”, como lo definió su padre en nuestra primera cita. Hace unos meses, Enrique estuvo en el programa de hospitalización parcial de la clínica, en donde los adolescentes pasan seis horas al día recibiendo tratamiento intensivo. Llegó con muchas “habilidades” que aprendió en el programa. Le adhirieron múltiples diagnósticos, que me importan poco: quiero conocer a la persona, no a sus problemas. Desde el primer encuentro, al comienzo de la terapia me dijo que a él le gustaría entenderse en su relación amorosa. Ese es su dilema. Sé que ese tipo de terapia está mal vista en la clínica, que les gustan las terapias de reducción de síntomas y que, si le dijera a alguien un ápice de esto, seguro me regañarían. Pero acepté sin chistar la idea, porque si algo intuyo es que este tema, por espinoso, nos va a llevar a todas las demás veredas. Los humanos al igual que los personajes no somos capaces de dividirnos en pequeñas partes, trozos o hilos que deberíamos de separar. Las historias son muchas, pero están enhebradas, tramadas.

***

Enrique siempre se sienta en la silla del terapeuta. Ningún otro paciente se sienta en esa silla más que él. Desde el primer día.

Yo me siento en la silla individual. El resto de mis pacientes se sientan en el sillón largo, el sillón de dos plazas, intuyendo que ese es su lugar.

Pero Enrique no, nunca se ha sentado ahí. Ya barajé todas las posibles interpretaciones… pero de alguna manera, me gusta. Porque me obliga a colocarme en un rol y espacio diferente, que implica otro tipo de relación. Me libera de las ataduras de mi rol, “LA terapeuta” (que se supone que sabe). Siento que puedo equivocarme, que puedo jugar. La relación de la escucha es otra: soy la paciente de Enrique, su aprendiz y co-creadora de su historia. Porque esta es su historia, que yo estoy desenhebrando para poder ver las costuras. Escuchar, realmente escuchar. Y también escucharme.

***

Hoy de nuevo se sienta en la silla del paciente y no en la del terapeuta.

***

Perdón, no te dejé abrir la puerta…

[Le encanta abrir y cerrar la puerta que se desliza. Yo lo dejo, soy su cómplice… esto seguro tiene que ver con el lugar en donde se sienta]

Está bien…

(Entra al consultorio, deja en la mesa redonda del centro su cartera, al lado sus airpods, y su botella de agua. Acomoda las cajas de colores y el cuaderno que ya estaban ahí, restos de otras sesiones, de otros terapeutas. Los objetos esparcidos de cierta manera, equidistante).

¿Tienes que poner así tus cosas, o sólo es más cómodo?

[Noto algo diferente, Enrique no es el mismo de la semana pasada, parece menos jovial, con menos energía. Mi primer instinto es preocuparme. Pero dejo que se deshaga con mi respiración el nudo que instantáneamente se formó en mi estómago].

¿Cómo estás?

Estoy ok… ummm…

¿Qué significa “ok” para Enrique?

Eeeh… ansiedad.

¿Cómo se presenta la Ansiedad?

[La Ansiedad y no su ansiedad o estar ansioso, distinción muy importante que lo separa de la sensación y le permite no cargarla no asumirla como suya].

Es una sensación, no puedo realmente explicarla. Sólo quiero correr, huir de todo, muy muy rápido…

…huir muy muy rápido…

Huir muy muy rápido de todo. Mi pecho suena como: shushushu

¿También tu corazón, o sólo tu pecho?

No, mi pecho… hay demasiada sangre y entonces pssshhhh… me estoy volviendo loco.

¿Cómo es que lograste reconocer que esto es la Ansiedad?

Umm… como cuando estaba nervioso o algo así, o impaciente, o presentando, la sentía. Cuando me siento ansioso acerca de algo, o acerca de mí o de algo, es como que ¡Ahí está esa sensación!

¿Alguna vez huiste realmente como la Ansiedad te decía que hicieras?

[No sé de dónde salió esta pregunta… quizás mi anzuelo de tomar la metáfora al pie de la letra… pero el resultado fue silencio].

¿Se siente como algo que está atrapado, porque de alguna manera no lo estás liberando?

Creo que sí.

Porque en general no sé cómo enfrentarla, no sé cómo soportarla.

…Soportarla. ¿Es algo que tienes que SO-POR-TAR?

[En inglés es put up with, que tiene el sentido de tolerar o aceptar algo desagradable].

(Silencio largo)

Y soportar, aguantar, me suena también a que hay sufrimiento, un peso ¿no?

Sí, sí.

[Estoy con él y con la ansiedad… hay en este momento dos personas y dos tipos de ansiedad peleando por el espacio entre nosotros].

¿Hay algo que piensas que esté contribuyendo a esta sensación?

¿Recientemente?… Mi novia.

¿Qué pasa con ella?

[Una pregunta doble: la ansiedad o su novia].

No sé. Últimamente me trata muy secamente, y es muy grosera conmigo. Y me dijo lo mismo… ¿Te conté lo de sus papás, no?

Mhmhm

[Esto viene de nuestra conversación en la tercera sesión que titularía “todo sobre mi novia”, autor: coach Enrique].

Sus papás… lo entiendo, sus papás se están preparando para la cirugía de la pierna de su hija menor, y tienen mucho que hacer, y lo entiendo, pero no sé por qué no son capaces de tomarse cinco minutos y recoger a su otra hija para llevarla a su casa. Y entonces ahora yo tengo que caminar con ella hasta su casa.

Entonces ahora estás en el rol del que estábamos hablando antes, una suerte de mamá o de rol parental…

Sí, sí, no sé. Es sólo algo que me desconcertó… y estaba pensando cortar con ella el miércoles por la noche.

Y… (risas), hice algo que no quiero confesarte, ejem… pero eres mi terapeuta, y creo que debería de saber.

(Mi risa)

[¿Soy su terapeuta? Este tipo de “confesiones” me intrigan… ¿Qué “debería de decírsele” a un terapeuta y quién estableció esa regla?]

Aaaa… tomé un poco de alcohol, y me senté en la oscuridad en mi cuarto y escuché Pink Floyd, dejé que los sentimientos vinieran y se fueran, vinieran y se fueran… y me acerqué a la ventana y… aquí está la ventana y aquí está la casa… (me lo señala con las manos) y podía ver la luna, y fue realmente una experiencia que me tranquilizó.

No sé qué hacer con esa relación, pero creo que estoy más feliz con ella que sin ella. Ayer pasamos el día juntos y estuvimos así por mucho tiempo y yo estaba simplemente contento, feliz.

Lo que me llamó la atención es que dijiste que los sentimientos vinieron y se fueron, vinieron y se fueron…

[Decido no seguir la trampa de “la confesión” del alcohol, que muchos de mis colegas perseguirían, alarmados. Yo intuyo que es un señuelo, no es lo importante].

Sentimientos de miedo, sentimientos de felicidad, sentimientos de enojo, no con relación a ella: muchos sentimientos.

Porque en general no te permites tener ese tipo de sentimientos, me imagino. ¿El alcohol te permite desinhibirlos un poco?

Exacto, porque siento: estoy muy enojado en este momento, estoy muy feliz ahora mismo, estoy muy despreocupado. Fue muy lindo.

¿Y a dónde se fue tu pensamiento, el de cortar con ella? ¿Sucedió antes, después, mientras tanto?

[El movimiento de las olas].

Antes y mientras tanto, y después. O, de hecho, no mientras tanto… antes y después.

Mientras tanto, ¿Tu mente estaba tranquila, estabas con tus emociones?

Sí, sí.

Cuando me estabas enseñando antes… recuerdo que hablamos de mente de robot, mente emocional… ¿En qué estado estabas cuando estabas viendo la luna?

Diría que en estado de flujo.

[Nos referimos aquí a nuestra forma juguetona de bautizar de nuevo los tres estados de la mente de DBT].

Siempre estoy como… no estaba vengándome, estaba enojado, pero no es como que estuviera gritando. Y estaba feliz, pero no estaba brincando de felicidad, o lo que sea que la gente hace, estaba feliz. Dejé venir a los sentimientos y los experimenté.

¿Qué fue lo que en ese momento te conmovió de la luna?

Siempre me ha gustado la luna… me tranquiliza mucho. Me acuerdo una vez que la luna estaba muy brillante, cuando era un niño. Mis papás estaban durmiendo y a mí me impresionaba lo brillante que estaba. Me quedé en el patio de atrás y estuve jugando casi una hora. Tenía como 8 años y realmente disfruté la luz de la luna, me la pasé muy bien.

[Hay algo hipnótico en la luna que yo también he experimentado, quizás ahí nacieron estas preguntas].

¿Cómo era la luna que estabas viendo hace unos días?

No estaba llena.

[Intuí esa incompletud…]

¿Y lo que pensabas? ¿Cómo llegó?

Ella estaba diciendo lo que me molesta… hace algo cada vez que nos llamamos por video, nos llamamos todas las noches, te conté, ¿verdad? Y hace algo raro que me molesta y ella piensa que me gusta o que es cool. Pero me hace sentir incómodo, y no tengo el valor para decírselo, ha pasado ya muchas muchas veces…

Hace mucho que te sientes incómodo y no puedes comunicarlo…

Sí.

Una vez más, ¿Tienes que soportarlo?

Y ella me lo dijo otra vez, fue lo último, y no sé…

(Reacomodó las cosas en el consultorio. Para irrumpir en su orden, saqué un color de una caja, lo desarreglé).

¿Por qué hiciste eso?

Para molestarte…

(Risas)

Ya está mejor… (arregló todo otra vez).

¿Y esto de tener las cosas en cierto orden?

[Decido insistir en lo que veo].

Es un patrón, necesitan estar en un patrón, si no, no funciona. Tomas el cuaderno, los colores, es un patrón. Cuando acabas de usar el cuaderno, lo regresas y los colores están aquí, puedes usar el papel.

Si no, no funciona.

¿Qué es lo que no funciona?

La operación.

Ok, la operación.

Tengo que poner esto primero, la música, luego tengo mi cartera, la pongo en mi bolsa, y tengo mi agua, por si acaso

Entonces está todo listo para la operación. (Digo, tajantemente).

¿Importa de qué lado están los audífonos?

Creo que no… no, sí, horizontal, vertical, vertical, excepto la botella…

…que arruina tu orden (porque la base es redonda, no cuadrada como el resto de los objetos).

Sí.

¿Pasa más esto cuando la ansiedad está presente, o da igual?

Diría que sí, más cuando la ansiedad está presente.

Creo que siempre pasa, pero quizás lo noto más cuando la ansiedad está presente.

Yo no había notado esto… había visto tus cosas sobre la mesa, pero nunca habías acomodado los objetos del consultorio.

No, no.

Es la primera vez

¡Se ve mucho mejor!

Estaba pensando, regresando a lo que pasó, ella hizo algo que no te gustó, luego se alejó y.… ¿Cuándo llega el enojo?

Ella realmente no se da cuenta. Realmente, realmente no se da cuenta de nada. No sabe cómo sus acciones, sus emociones, y sus… opiniones… les afectan a otras personas.

Dice algunas cosas, hace otras, pero no se da cuenta, está en su pequeña burbuja…

¿No piensa como le afecta a Enrique?

No, parece que no. Y me imagino que no es intencional. No es como si yo fuera cruel, violento, tan violento como que pudiera planear ser cruel. Es como si ella… no quiero decirlo así… fuera tonta, pero no sé, no se da cuenta de su impacto en otras personas, sobre todo socialmente. Es como si estuviera ciega. CIEGA es un buen término para definirla.

¿También con ella misma?

No, no.

Ah, ¿Entonces ella tiene otro estándar consigo misma?

Sí. Es sumamente consciente de cómo todo lo demás la hace sentir

No se da cuenta de que lo que me dice me podría lastimar. O que podría decir algo que me molesta, y se podría no dar cuenta, y entonces después reacciona…

¿Y entonces tú tienes que soportar esto también?

Sí, pero todo lo que ella hace y me dice…

¿Y qué tipo de cosas que te dice te molestan?

Umm.. Cuando habla de su ex. Eso me desconcierta. No sé, no quiero escuchar nada de eso.

¿Y no ve el efecto que esto tiene en ti?

No, no se da cuenta. Y tampoco se da cuenta de qué decirle a alguien a los diecisiete años: ??¡Quiero estar contigo para siempre!… me puede afectar.

¿Cómo te afecta escuchar algo así?

Ansiedad. No quiero que nada sea para siempre. No quisiera ofender a nadie… pero quiero estar solo, me ENCANTA estar solo.

Para siempre es mucho tiempo, ¿No?

[La nerd que soy se acordó aquí del título del libro de las memorias de Althusser, L’avenir dure longtemps, en español, El porvenir es largo].

Sí… ¡¿El resto de mi vida?! Soy un niño, ni si quiera soy un adulto todavía. Soy un niño. Normalmente ni siquiera sé qué ropa quiero usar en las mañanas, ¡¿Cómo voy a saber lo que quiero el resto de mi vida?!

Algunas cosas que quiero, quiero estar solo, me gusta, por eso pienso en ser un soldado, un pintor, no un artista, sino un pintor de casas…

¿Qué la lleva a decir “para siempre”, como “¡Quiero estar contigo para siempre!”?

[En vez de preguntar sobre ella, me hubiera gustado enfocar esto en el impacto de ella en él, en la relación como un tercero].

No sé, ella… es muy obsesiva, realmente obsesiva, pero en cuanto me preocupo por ella o decido algo, se enoja y se distancia y es grosera… es una calle de dirección única, y sólo ella puede manejar en esa calle.

Por eso antes habías dicho que parecería que siempre a ti te importa más, siempre amas más, siempre das más… y no te queda…

[En conversaciones anteriores hablamos de un juego entre ellos que a Enrique le molesta… ¿Quién tiene la última palabra en la competencia de “te amo más”?]

Es que emocionalmente ella es como un camión que me atropella

Hasta que el camón… ¿Qué?

Hasta que me despedace. No sé. Hasta que me mate.

¿Cuál es tu peor miedo, lo que le podría pasar al camión?

¿A qué te refieres?

¿Qué es lo peor que le puede pasar al camión?

Dejarlo ir.

[En inglés, let it go, que es neutro y por lo tanto ambivalente, es él o ella o el camión]

¿Dejarlo ir?

No sé… (largo silencio, casi un minuto)

No sé, pienso que su camión, tengo miedo de que un día me vaya a matar, no en el sentido literal, obviamente, pero no sé, tiene que ser más consciente de… lo he dicho ya miles de veces, pero la amo, la amo mucho, pero a veces es muy difícil…

Tanto que a veces te da miedo que te podría matar.

No literalmente…

Sí, no literalmente. [Enrique se protege ante la forma en que otros terapeutas lo harían completar un “Plan de seguridad” por mencionar algo que se parece al suicidio. Insistir en el sentido literal aquí me parece que nos obligaría a salir de la riquísima metáfora del camión].

Sí…

¿Y por qué no la cortaste en ese momento?

¿definitivamente?

Sí…

Hay muchas razones: como tres. Me preocupa su salud mental, porque ella me ha dicho muy claramente qué es lo que pasaría si la dejo… como si quisiera escuchar eso. Y.… ah, creo que son dos razones, la amo, quiero estar con ella, pero también hay otra parte de mí que no quiere estar con ella, entonces es muy difícil.

¿Entonces a veces esa parte que no quiere estar con ella gana o es más fuerte?

[Convivo con el forcejeo entre ambas partes].

A veces es más fuerte, pero nunca es lo suficientemente fuerte como para que la deje.

Y la otra parte, a la que le gusta estar sola… dime más acerca de esa parte

Antes de que estuviera con ella, tenía un sueño… no tanto un sueño, sino una fantasía, de entrar en el ejército, retirarme a los 40 o 50 años, y luego mudarme a Alaska, al norte de Alaska, a un lugar realmente frío y solitario, en donde me escaparía de todo y de todos, sin nadie a mi alrededor por cinco o diez millas, sin ver a nadie, tener mi pequeña cabaña, cazar para comer, pescar salmón, tener mi propia cosecha, y sólo salir de ahí si necesito algo y vivir ahí solo. Me parece un sueño increíble.

Muy…

[Digo “muy” porque he tenido fantasías sumamente parecidas… creo entender la sensación y deseo totalmente porque han sido también míos… a veces esta es una pésima forma de escuchar como terapeuta, porque no escucho realmente, sino que confirmo mi propio deseo (contratransferencia), me “identifico”. Ahí escucho mucho menos… le gana la emoción a la plena curiosidad].

Ese era originalmente mi sueño. […]

¿Has visto la serie “Below Zero”?

No, no la he visto…

Es acerca de una serie de personas que viven en Alaska, off the grid, es una de mis series favoritas… la tendrías que ver.

Quiero aparecer algún día en esa serie. Sería increíble.

Y yo viviría en la cabaña al lado de la tuya, a millas de distancia…

(Risas…)

Pero hay algo acerca de eso… también expresaste que habías sentido “puro goce”, no recuerdo exactamente las palabras que usaste, pero cuando me compartiste la línea de tiempo de tu vida y estabas hablando acerca de la pandemia… ese momento de…

¿Tranquilidad?

¿Es así como describirías el estar completamente solo?

Sí, sería increíble, me encantaría

¿Estar en contacto con cualquier otra persona arruina esa tranquilidad, o con alguien en específico?

[Torpemente intento volver al tema de la novia].

Sí, cualquier persona… creo que solo tendría un teléfono con línea fija para contactar a mi hermano, pero no quiero estar cerca de nadie.

Pero la otra parte de ti dice… No sé qué dice…

[Dudo, no asumo].

Dice… encuentra a alguien que te guste, compra una casa, vive una vida normal. (Explica, en tono soso, plano).

Una casa, una vida normal…

Me encanta lo que me dijiste acerca de la independencia…

¿Qué te dije?

Dijiste algo que realmente se me quedó grabado lo que dijiste… esto acerca de tu otra mitad, el significant other, que realmente me afectó, en la parte en la que enfatizaste… no es mi SIGNIFICANT OTHER, no es mi otra mitad. Sí, la amo, pero no me voy a morir sin ella, necesito tiempo para mí.

[Si supiera que esto viene de mi lectura de Badiou… ¡Y me da crédito! Me siento como una impostora, pero dejaría de ser yo si reprimiera lo que leo].

¿Tú estás con alguien, verdad?

Mhmhm. No que signifique que piense que hay algo para siempre o que será para siempre…

¿A qué te refieres?

No creo que nada sea para siempre… sin lugar a dudas tendría un ataque de pánico si me dices “para siempre”.

Pero a muchas personas eso los hace sentir muy felices…

Sí, lo sé, pero no los entiendo

¡Yo tampoco los entiendo!

[Aquí soy más Christina que su terapeuta… la irreverencia se cuela].

Entonces esta otra parte de ti dice… y, por cierto, suenas mucho menos emocionado cuando hablas de esta otra parte de ti, no sé si lo notaste… pero dice: encuentra a alguien que te guste, compra una casa, vive una vida normal… pero la otra parte de ti realmente viene acompañada de imágenes concretas que puedo visualizar… la otra… no tanto… […]

Quiero ser un soldado, pelear, divertirme…o ser un boxeador…

¿Eso entra bajo la categoría de “soldado, guerrero, caballero”?

[Habíamos tenido antes otra conversación sobre su idea de “ser fuerte” y nunca vulnerable que se decanta en estas tres figuras].

Sí, estar solo…

¿Qué estarías haciendo si estuvieras en esa… no la quiero llamar así, pero… casa/prisión? No quiero poner mi imagen en tu historia…

[No quería poner mi imagen, pero la nombré… es enteramente mía y dudo que tuviera efectos… quién sabe…]

(risas)

Prisión…. eh… Como ¿Qué haría?

Sí, ¿Quién serías?

Sería un ingeniero automotriz. […]

Por cierto, ¿Cómo va la clase de física?

Mucho mejor, entregué muchas de las tareas, estoy de vacaciones esta semana.

¿Y las redes sociales, tus horas de uso?

[Un reto que le propuse para reducir el tiempo que pasa en las redes sociales].

A ver… no creo que muy bien… como estoy de vacaciones… y le hablé a mi novia…

¿Incluso después del miércoles?

Sí, ella no sabe…

¿No tiene idea de cómo te afectó, cómo te sentiste?

No, no tiene idea.

¿Tienes miedo de su reacción?

Sí, se volvería loca…

Siento que eso es muy solitario. Que no puedes compartir con ella algo así de importante…

No, no. Voy a revisar las horas que paso en Instagram…

Ups, hay que fingir que no usé el teléfono…

(en tono irónico) Oooh… ¡ok!, ¿Entonces es peor que las seis horas de antes…?

Mucho peor…

¿En serioooo?

Doce horas… (me enseña su teléfono)

¡Cada segundo del día que estás despierto!

Pero si vivieras en la parte rural de Alaska…

No tendría esto… no haría esto.

Sólo le llamarías a tu hermano.

Entonces parecería que solo hay dos opciones por ahora, si imaginaras esas dos partes de ti, que son los dos escenarios.

Sí, y no sé si te diste cuenta (irónicamente) me gusta mucho más uno que el otro…

¡Claro! ¡Claramente!

Esto es… ¿Cómo te referiste a tu pecho, cuando la ansiedad lo invade?

Es como sangre que fluye, como algo apretado, como si me dispararan.

¿Tan solo al imaginar la posibilidad?

No, es solamente muy triste.

[Lo veo conectar, finalmente, con una emoción que en general no se permite].

¿Qué tan frecuentemente se te presenta la tristeza?

No sé… no tan frecuentemente últimamente.

¿En qué momentos la identificas?

Cuando hablo con mi novia… Cuando hablo con mi papá. Viendo en dónde estoy y cómo no quiero estar aquí, no me refiero a físicamente, literalmente, sino a que no me parece que mis calificaciones son lo suficientemente buenas, no estoy levantando tanto peso como quisiera, no corro tan rápido como quisiera. No hago lo que debería de hacer.

¿Quién te dice lo que necesitas hacer?

Yo.

¿Tiene esto algo que ver con lo que platicamos antes, de que no te gusta tu cuarto, que no puedes tener un espacio para sentirte cómodo?

Sí, y ahorita es un desastre.

Y según recuerdo… no era…

No tengo ganas de limpiarlo.

¿Entonces la tristeza viene con la falta de motivación o al revés?

[¿Por qué, otra vez, busco la causa y el efecto con mis preguntas? Quisiera no hacerlo más].

La falta de motivación tiene como resultado tristeza.

Porque no estás haciendo lo que deberías de hacer…

Sí…

¿Y el siguiente paso, si la falta de motivación lleva a la tristeza?

Enojo, sentirme atrapado…

Y habías mencionado sentirte atrapado antes, ¿no?

Sí, me he sentido así en otras ocasiones, cuando era chico y mis padres se peleaban… me sentía atrapado, como que no me podía ir a ningún lado y mi mamá o mi papá se iban…

¿Te atrapaban las discusiones, las relaciones, o qué te atrapaba?

[No me gusta dar un “menú” de opciones, pero a veces se me olvida lo mucho que este tipo de preguntas limita… esto constriñe las conversaciones].

Las discusiones

¿Crees que parte de lo que te atrapa ahora es algo similar? Sé que quizás no te permitirías discutir con tu novia…

Creo que yo me atrapo a mí mismo. Creo que debería hacer mejor las cosas. Pero luego no…

Es el robot Enrique, optimizar el rendimiento, siempre puedes ser mejor.

NECESITO optimizar el rendimiento.

¿Esta es la parte del ingeniero automotriz?

No… es el soldado y el guerrero. Pienso que, si hiciera mejor las cosas, estaría más contento… correr más rápido, levantar más peso… hacer todo a mi máxima capacidad, porque ahora mismo creo que no vivo de acuerdo a mi potencial, que tengo mucho potencial, pero podría hacer mejor las cosas.

Entonces es el guerrero, el soldado.

Sí.

¿Esa es la parte de ti que te está atrapando? ¿La idea de no vivir a tu máxima capacidad o potencial? ¿Y hay alguna parte de tu relación que sofoca a esta parte de ti?

No, no creo… no sé.

[…]

(Dibuja dos cubos en el pizarrón)

¿Qué son esos?

Son cajas

Son cajas en donde guardo todo lo malo. La caja de Pandora, ¿Me contaste tú sobre eso?

[¡JA! Invadiendo a mis pacientes con mitos griegos… creo que sólo Enrique ha tomado el anzuelo].

Sí… entonces es como la caja que guardas al fondo del océano…

¿Todas mis emociones?

Habías mencionado antes algo similar, una caja al fondo del océano…

Donde guardo el enojo… sí.

¿Un cofre de metal, dijiste?

De acero… no, esta es otra caja, la caja de las imágenes y cosas que veo, las voces…

¿Qué tipo de caja es?

De madera… y eso (señala su dibujo) no son pañuelos, (aunque en efecto, parecen pañuelos, una caja de pañuelos) es humo. Es humo que sale de las cajas, y como que se filtra. Y las cajas son pequeñas, caben en mi mano, no están en el fondo del océano…

¿Has abierto la caja?

He estado muy cerca…

Tenemos unos minutos más, pero… y no me gusta recurrir a resolver ningún problema, pero hay algo que te ayude a poder aceptar la ansiedad, sin que sea sólo algo que tienes que soportar?

Hacer lagartijas… escuchar música, me encanta escuchar música. Me encantan estos airpods (los señala, sonríe), sonrío cada vez que los veo. Me los compre para mi cumpleaños, con mi propio dinero. Nadie me los puede quitar. Quizás jugar Force of Horizon, me encanta.

¿Quizás podemos hacer algo de eso este fin de semana?

Sí, también acabo de comprar un protector de silicón negro

Para protegerlos todavía más…

[Clásico Enrique…]

Pero hay algo más que proteger aquí… TÚ. […]

¿Cuántas lagartijas puedes hacer, sin parar?

No quiero presumir, pero… como unas cien.

¿Quizás puedes intentar llegar a ciento diez? ¿Te pregunto la próxima vez que nos veamos?

Sí, sargento.

¿La última vez que nos vimos… también estábamos hablando de ti como un coach, te acuerdas? Porque estabas contándome todas las cosas en las que le quieres ayudar a tu novia…

Si, sí…todavía nos queda mucho trabajo por hacer ahí…

Quizás coach Enrique necesita descansar.

Quizás coach Enrique necesita retirarse.

Quizás… necesita irse a Alaska.

[Muchos nudos se atan hermosamente en este final].

¡¡¡¡Síiiiii!!!! Estaré pescando, un salmón.

Veo una imagen, esas imágenes: en Alaska, pescando un enorme salmón real.

¡Exactamente!

En el río Yukón.

Y hace frío… hay hielo…

Nos vemos la próxima vez.

  1. Parto aquí de un libro de terapia narrativa que Brian W. me prestó y del que aprendí mucho acerca de mi labor y de las autoetnografías: Reimagining Narrative Therapy Through Practice Stories and Autoetnography. Ed. Travis Heath, Tom Stone, David Epston. Routledge, 2022.