Tierra Adentro
Ilustración por Richard Zela.

 

 

A unos kilómetros del Parque Nacional de las Montañas Rocosas, en Colorado, se erige un sitio lujoso que fue inaugurado a principios del siglo XX, el emblemático hotel Stanley. El éxito que tuvo en un inicio se vio opacado tras el accidente casi mortal de una de las recamareras en la habitación 217, lo que inició el rumor de que en el hotel ocurrían fenómenos paranormales y que estaba habitado por fantasmas, historias que fueron corroboradas tanto por los trabajadores del hotel como por los huéspedes.

Décadas después, en los 70, debido a los escasos visitantes y a los duros meses de invierno que orillaban al dueño a cerrar las puertas del lugar durante largos periodos, el sitio estuvo al borde de la quiebra. En ese entonces, Stephen King, quien comenzaba a ser un escritor reconocido tras publicar su primera novela, Carrie (1974), se mudó junto con su familia a Colorado buscando inspiración para una nueva historia.

Él y Tabitha, su esposa, decidieron celebrar Halloween en el Stanley, donde se registraron el 30 de octubre del 74. El hotel estaba por cerrar sus puertas debido a la temporada invernal, por lo que ambos eran los únicos huéspedes.

La primera noche, después de cenar, Tabitha se fue a su habitación, la 217, mientras King paseaba por el sitio casi desierto. Al llegar al bar, trazó los primeros esbozos mentales del personaje principal, Jack Torrance, un hombre de carácter explosivo y con problemas de alcoholismo. A la mañana siguiente, King despertó de golpe: tuvo una pesadilla que involucraba a su hijo pequeño. Durante el tiempo que le tomó consumir el primer cigarro del día, ideó la novela que titularía The shining, obra que publicó tres años después, en 1977, y donde el hotel Stanley se convierte en el hotel Overlook.

El resplandor fue el primer best seller de King. En 1980, Stanley Kubrick adaptó la novela a la pantalla grande, película con la que King no estuvo muy contento debido a los cambios que realizó el director, como la eliminación de varias escenas importantes, la reducción de diálogos de Wendy, el cambio del número de la habitación y la modificación radical del final, pues Kubrick buscó un cierre mucho más profundo y metafórico que el de King.

The shining relata la historia de Jack Torrance (interpretado por el inigualable Jack Nicholson), un hombre desempleado, con problemas económicos y antecedentes de violencia y alcoholismo que acude a una entrevista de trabajo al hotel Overlook para obtener un empleo como cuidador del lugar durante los meses de invierno que permanecerá cerrado al público, pues las intensas nevadas bloquearán los caminos y lo aislarán por completo.

Durante la entrevista, el director, Stuart Ullman (Barry Nelson), le comenta a Jack que el aislamiento total podría resultar nocivo: el vigilante anterior se perturbó al punto de matar con un hacha a su esposa y dos hijas para, finalmente, suicidarse. Jack, tras escuchar la trágica y espeluznante historia, reafirma su interés y compromiso respecto al empleo y asegura que ese tiempo en confinamiento será ideal para poder concluir el libro que está escribiendo.

Jack obtiene el trabajo, regresa a la ciudad y vuelve al hotel junto con su esposa, Wendy (Shelley Duvall), y su hijo de cinco años, Danny (Danny Lloyd), el día en el que el resto de los empleados partirán a sus hogares. Ullman los presenta con los últimos empleados que están por marcharse, y el niño, cuya percepción extrasensorial está muy desarrollada, se comunica telepáticamente con el jefe de cocina del hotel, quien le menciona que su propia abuela, quien también se podía comunicar de esa forma, llamaba a esa habilidad “el resplandor”. Le advierte que, entre todas las historias que se han originado en el hotel, hay algunas que no son buenas, y le prohibe entrar a la habitación 237.

Algunas semanas después, ya solos, quedan incomunicados por completo debido a las intensas nevadas y todo comienza a complicarse. Jack no puede escribir más, y la violencia contra la que lucha comienza a brotar de nuevo, primero de forma inconsciente: tiene una pesadilla en la que mata cruelmente a su esposa e hijo.

Danny finalmente entra a la habitación prohibida, de la que sale completamente alterado y con marcas en el cuello. Al verlo, Wendy piensa de inmediato que Jack maltrató de nuevo al niño y lo encara. Entonces Jack acude al bar y experimenta su primera visión, la del barman del hotel y una barra repleta de botellas.

 

Ilustración por Richard Zela.

Ilustración por Richard Zela.

 

Una secuencia de alucinaciones espantosas (como la famosa cascada de sangre), diversos fantasmas (las gemelas que se le aparecen a Danny o los espíritus que celebran una fiesta), explosiones de ira de Jack, ataques y persecuciones espeluznantes (una de las cuales culmina con el protagonista destrozando la puerta de madera del baño con un hacha, una de las escenas más representativas) son recurrentes en la película.

El resplandor es la historia de un hombre trastornado que cede a la locura bajo circunstancias excepcionales que él mismo buscó con la idea de cumplir un quehacer intelectual y lograr solventar su economía familiar. Jack Torrance pensó que su proyecto literario se beneficiaría al pasar algunos meses en confinamiento, lejos de los distractores e interrupciones de la vida cotidiana, pero no tomó en cuenta uno de los elementos que alimentarían el caos: su propia familia, un núcleo en crisis incluso antes del encierro.

El rompimiento de antiguos hábitos y la creación de nuevas rutinas para los tres integrantes repercutió definitivamente en sus emociones y pensamientos. Compartir el espacio ínitmo sin tener oportunidad de deslindarse de éste ni un momento, el aislamiento del resto de la sociedad y la imposibilidad de apartarse de los otros aun en un espacio inmenso, pero finalmente incomunicado, lleva a Jack a perder la paciencia, su ira detona y enfoca su cólera de la forma más violenta en las dos personas inocentes y vulnerables atrapadas con él.

The Shining nos muestra un confinamiento autoinducido derivado de una necesidad económica e intelectual. La causa del mismo son las condiciones climaticas extremas. Pero a Jack le resulta imposible escribir porque su soledad no es absoluta, no solo lo acompañan su esposa y su hijo, sino también los espíritus que comienzan a aparecer por doquier en el hotel. Aunque este hombre de temperamento irascible tiene una visión distorcionada de la realidad y se comporta de forma irracional tras varias semanas de reclusión, no es necesario padecer algún trastorno o padecimiento previos para que el aislamiento, bajo cualquier contexto, altere nuestro pensamiento y comportamiento.

La privación de la libertad puede presentar la oportunidad única de encausar la experiencia en el ámbito creativo y artístico, pero esto no es un hecho incuestionable. Como sucedió con Jack, podría afilar y mostrar lo más negativo de nuestras personalidades.

Actualmente, llevamos meses en confinamiento debido a una pandemia. ¿Qué nos provoca el encierro, qué genera en nosotros el aislamiento social, no saber qué va a suceder? Ante la incertidumbre, el cerebro actúa alimentando el miedo. Además, la limitación de espacio y de actividades modifica nuestra neuroquímica. Experimentar falta de apetito, irascibilidad, estrés, preocupación, pesimismo e insomnio es lo más común, pues son síntomas de que nuestras mentes y cuerpos no se encuentran en condiciones óptimas, lo que resulta igualmente en altibajos emocionales y una sensación de irrealidad. Abrumados por la cantidad de información y la manipulación mediática, nos alimentamos constantemente de miedos e incertidumbres que culminan en agotamiento mental, depresión, ansiedad. En ocasiones, el pánico nos domina por completo.

En condiciones ordinarias, diariamente tenemos miles de pensamientos, de los cuales un gran porcentaje puede ser negativo. En confinamiento, dicho porcentaje aumenta. El problema se presenta cuando nos resulta imposible discernir entre los pensamientos con fundamentos reales y los meramente catastrofistas.

Diversas son las razones que han generado reclusiones masivas a lo largo de la historia: pestes, luchas armadas, climas adversos. En menor medida, el encarcelamiento y el internamiento involuntario en instituciones psiquiátricas.

Deleuze, en su artículo “Post-scriptum sobre las sociedades de control” (1991), ya hablaba de las agrupaciones que sustituyen a las sociedades disciplinarias a través de “los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia.” En la misma línea, para Foucault, en Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión (1975), existe cierto origen cultural común para instituciones como la prisión, el manicomio y la escuela, mismas que buscan la disciplina estricta, el control y el sometimiento de cuerpos, mentes y la diversidad humana a través de clasificaciones, segregación, exámenes, calificaciones y rangos, así como el castigo (según el caso); estas instituciones distribuyen y dividen de forma severa tiempos y espacios, creando en conjunto “una verdadera empresa de ortopedia social”, lo que representa la base de nuestra sociedad disciplinaria.

Si bien el caso de Jack, en cuanto a su empresa literaria, fue un fracaso, hay diversos casos de éxito de escritores en confinamiento carcelario: Oscar Wilde redactó su carta De profundis en 1897 mientras purgaba su pena en la cárcel de Reading, en Francia. El Marqués de Sade escribió Los 120 días de Sodoma (1904) al estar preso en la Bastilla. Ludwig Wittgenstein, quien buscaba continuamente el asilamiento para poder escribir, escribió su Tractatus Logico-Philosophicus (1921) siendo prisionero en Italia.

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Ilustración por Richard Zela.

La cárcel le otorgó a Dostoievski la experiencia para escribir algunas de sus grandes obras una vez que estuvo en libertad. Fue encarcelado y condenado a muerte en 1849. A punto de ser fusilado, el propio zar lo perdonó. En Memorias de la casa muerta (1862), Crimen y castigo (1866) y Los hermanos Karamazov (1880) la repercusión del presidio es notable.

En una situación de aislamiento distinta, Ana Frank escribió, en la década de los 40, un diario al tiempo que estaba escondida junto con sus padres y su hermana en una pequeña casa de otra familia en la Alemania nazi.

En México, el caso de José Revueltas es uno de los más sobresalientes. Tras algunos meses en una correccional de menores, otros tantos en las Islas Marías y varios más en Lecumberri, Revueltas escribió dos de sus mejores obras inscritas en contextos carcelarios: Los muros de agua (1941) y El apando (1969).

En un contexto diferente, el aislamiento resultó igualmente escencial para la creación de grandes obras literarias: la poeta Emily Dickinson vivió gran parte de su vida recluida en su hogar, e incluso en su propia habitación. Frankenstein, de Mary Shelley, y El vampiro, de Polidori, se escribieron en 1816 tras un encierro de varios días debido al mal clima que les impedía salir de la mansión de Byron en Suiza.

Como elemento de ficción, el tema del cautiverio ha servido para crear universos cerrados como El Decámeron, de Giovanni Boccaccio, que utilizó la reclusión de diez jóvenes ante la peste bubónica como motivo principal de esta obra. Un caso más actual y opresivo es el de Javier Tomeo con su novela El cazador (1967), en la que un hombre se encierra de por vida en su habitación para evitar a su madre —de nuevo, la familia como núcleo en crisis.

Sí, hay casos en los que la tensión entre libertad y cautiverio detona la creatividad, pero la creación artística no depende ni se limita a esto. Como le ocurrió a Jack, puede delimitarla o extinguirla. La escritora Mariana Enríquez publicó, hace poco, un texto en la Revista de la Universidad de México en el que reflexionó sobre la dificultad de escribir (y de realizar cualquier actividad intelectual) en nuestra situación actual: “Me rebelo ante esta demanda de productividad cuando sólo siento desconcierto. (…) Es posible que hoy esté constituida apenas de ansiedad. Me deja muda e inmóvil en un sillón, encerrada. No en mi casa, eso no importa. Encerrada en mi cabeza.”

Estamos inmersos en un sistema económico que, aún en cuarentena, nos explota, nos exprime. Inmersos en la hiperconectividad que, a pesar del aislamiento, nos permite estar en un contacto insistente con los demás. No tener energía o ánimo para existir y exigirnos, además, erudición, es completamente comprensible. ¿A qué deberíamos temerle más, a lo que ocurre del otro lado de la puerta, en el exterior, o a lo que está ocurriendo en nuestras mentes?

Centrarnos en el presente nos ayudará a establecer prioridades. Preocuparnos de estar bien en el momento actual es escencial para no perder la cabeza al igual que Jack, y así aprender a relacionarnos en —y con— una realidad que se está transformando al igual que nosotros.

A 40 años del debut de la película The Shining, su secuela, Doctor Sueño, cuyo protagonista es un Danny Torrance ya adulto, se estrenó en México a finales de 2019. Esta vez fue Mike Flanagan quien adaptó a la pantalla grande un guion basado en la novela Doctor sleep, misma que King publicó en 2013. Flanagan buscó reconciliar al autor de la novela con una adaptación de su obra, y, al mismo tiempo, con The Shining de Kubrick, lo que el propio King admitió que sucedió tras ver Doctor sueño y aprobarla totalmente.

Confiemos en que, dentro de unos meses, nuestra “nueva” realidad nos permita aterrorizarnos de nuevo en las salas de cine.


Autores
(Querétaro, 1987) es autora de los libros de cuentos Tusitala de óbitos, El vals de los monstruos, Tristes sombras y Despojos.

Ilustrador
Richard Zela
Ilustrador y narrador gráfico, nacido en la ciudad de México. Estudió diseño y comunicación visual en la ENAP. Ha recibido varios reconocimientos por su trabajo, como: Seleccionado en la beca de Jóvenes Creadores del FONCA, periodo 2012-2013 y 2017-2018 en la categoría de narrativa gráfica, Primer lugar en el 20º Catálogo de Ilustradores de la FILIJ, mención honorífica en el 16º catálogo de ilustradores de FILIJ, seleccionado en 18º Spectrum: The Best in Contemporary Fantastic Art, seleccionado en el Catálogo Expose 11 de Ballistic Publishing. Zezolla, su primer álbum ilustrado fue seleccionado para representar a México en la Bienal de Bratislava y es parte de la lista de honor de IBBY en la categoría de mejor propuesta de ilustración en 2015.
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