En mayo del año 2000, en el pueblo de Yoshii, prefectura de Okayama, un campesino japonés reportó el hallazgo de la osamenta de una serpiente muy extraña.
el video me muestra echado y descalzo en un sillón de la sala
y detrás de mí hay tantos libros como pobres
mi voz suplicante pide que te quedes en casa durante la pandemia
y escuches mi poema que empieza muy triste
: la ciudad está desolada
solo se escuchan los golpes que provocan
los camareros con cubrebocas lavacoches con cubrebocas albañiles con cubrebocas jardineros con cubrebocas veladores con cubrebocas cuando caen muertos en la calle
no mueren por el virus
mueren de hambre
y detrás de ellos
poetas actrices bailarinas tramoyistas payasos vagos indigentes migrantes
también caen muertos de hambre pero sin cubrebocas:
y hago una pausa para darle unos sorbos a mi coñac
pienso en el príncipe infectado y su karma infiel
y vuelvo al poema
: ahora la mitad de la ciudad es un hospital
y la otra mitad se divide en cementerio y claustro
poco a poco en el poema
epidemiólogos enfermeras paramédicos geopolíticos sociólogos economistas intendentes de hospital
ex presidentes y expertos del tik tok
se asfixian en su propio aliento
como barcos varados en el océano o ballenas en la playa
las carrozas hacen fila igual que los carritos en la caja de un supermarket
hay demasiados muertos en el poema que urge ponerle cal a las palabras antes de que la pantalla se pudra
unas se infectaron amándose
otras al sacudir el cabello
otras sin darse cuenta
otras decidieron tirarse desde la azotea
y el resto son optimistas porque les está pasando lo mismo:
el texto no lo dice pero un gargajo ha tumbado la bolsa de valores
y mi voz suplicante desde el sillón de la sala
pide que te quedes en casa durante la pandemia
y escuches mi poema que: ahora es un edificio
y tiene virus en picaportes cerraduras barandales
cuchillería control remoto cables del tendedero ascensor escalera apagadores abanicos focos ventanas cajones mesas cortinas suelo manijas candados
e infecta mis manos
e infecta tus ojos:
(del libro: #teleo #mequedoencasa #salariodeburócrata).
Me siento sobre las barras de metal, a pocos centímetros del piso, que rodean a las columnas de la Terminal 1 del Aeropuerto de la Ciudad de México mientras espero a que un Uber me traiga el abrigo, olvidado en la percha de la entrada de mi depa.
Para Elsa, Paty, Aldo y Bernardo, por su paciencia y apoyo
I
Atrás de ella, una televisión prendida habla sobre un virus que preocupa al sector salud por su rápido avance.