Rodrigo Maawad
A la pálida y amarillenta luz de la luna que se filtraba por el contraventanas, vi al engendro, al monstruo miserable que había creado.
Frankenstein o el moderno Prometeo
Cuando aún no estaba poblada la Tierra, el titán Prometeo creó una criatura similar a los dioses: la raza humana. Prometeo procuró y protegió a sus criaturas, incluso después de que Zeus les quitara el fuego, intentó disuadirlo para que pudieran resguardarse por las noches. Ante la negativa de Zeus, Prometeo decidió robar el fuego del carro del Sol, por lo cual fue castigado al ser atado en la punta del monte Caucaso.
Los dioses griegos desaparecieron y en su lugar aparecieron los escritores, los científicos y los artistas con estas cualidades de producción de nuevas criaturas. Son ellos los «Prometeos» de la modernidad, y en su calidad de creadores han hecho uso de los medios digitales para modificar la manera en la que observamos y nos apropiamos de las obras de arte. Esto sucede cuando nos encontramos frente a las imágenes del fotógrafo mexicano Rodrigo Maawad (1982, Pachuca, Hidalgo), quien proviene del seno de una familia de fotógrafos: su padre, David Maawad ha trabajado en el rescate de archivos histórico-fotográficos de Pachuca, también ha promovido la fotografía etnográfica de algunos estados de la república mexicana a través de libros. Por otro lado, su madre Alicia Ahumada es fotógrafa documentalista, inició su carrera con el fotoperiodista Nacho López y trabajó posteriormente imprimiendo obra para Graciela Iturbide y Mariana Yampolsky.
“Desde que tengo uso de razón estoy en el cuarto oscuro con mi mamá viendo imágenes. Yo creo que eso me dio una noción estética muy grande.” En 2009 obtuvo por primera vez la beca del FONCA, con la cual realizó la serie Crónicas del verdugo. Ese mismo año realizaría las series La máquina del tiempo y Los amantes. En 2010 trabajó con la serie Zooantropomorfos y dio inicio a Crónicas de homovidens que concluiría dos años más tarde. Hiperconsumismo y Oddities verían la luz en el 2013, mismo año en el que nacería Visiones gigerianas. Ese mismo año, presentó once fotografías en la galería Leo Acosta en la exposición DMT. Durante el 2014, realizó algunas fotografías, entre ellas Ronald on acid y Antisiolíticos, además participó en dos exposiciones colectivas realizadas en la galería Patricia Conde: la primera de ellas fue Revisiones IV. El cuerpo en la fotografía mexicana contemporánea y en la segunda ocasión en una exposición como parte del Gallery Weekend. Sin duda, lo que caracteriza la fotografía de Maawad es el trabajo que realiza no sólo a nivel de la toma fotográfica, sino también en la concepción y realización de personajes previo a la toma. La crítica social es el motor detrás de su trabajo, la materialización de esa crítica es lo que impulsa a este fotógrafo a la concepción de seres monstruosos.
Durante algún tiempo me referí a los personajes de Rodrigo Maawad como «humanos transformados», tal vez en un intento por querer ver en ellos una parte humana. Pero él corrigió mi término y afirmó que eran monstruos y siempre se dirigió a ellos como tal. Se trataba de personajes que eran la representación de una transformación del hombre más a nivel mental que a nivel corporal. «Digamos que se trata más de lo mental. Ves a la humanidad y cómo existe la corrupción en todos los niveles. Se me hace que el humano es el más monstruoso de todos los animales y también el más destructor. Sin embargo vivimos en un cuento de hadas, todo maquillado». Por ello, la crítica que imprime en sus fotografías gira en torno a este sentimiento fatalista que tiene sobre una humanidad vulnerable, corrompida y desviada del camino espiritual. «Venimos a este mundo a ser felices y la única manera de ser felices es haciendo una transformación espiritual profunda. Pero en realidad no estamos haciendo absolutamente nada y a los niños les va a tocar limpiar toda la porquería que nosotros estamos echando. Eso se me hace monstruoso. De ahí salen mis monstruos».
El trabajo de Maawad debe observarse desde varias directrices, pues por un lado está la fotografía como producto final y por otro, la pre producción en el que realiza la creación de personajes. Durante este proceso Rodrigo Maawad es similar a Víctor Frankenstein, pues da vida a sus monstruos haciendo uso de diversos medios artísticos, mientras que Víctor hace uso de la ciencia química para dar vida a su creación ya que había estudiado las obras completas del teólogo y alquimista alemán Cornelius Agrippa, quien fue su primera fuente de inspiración para luego adentrarse en el mundo de la ciencia. Algo similar le había sucedido a Rodrigo Maawad, cuando a los 8 años su padre le obsequió un libro de la obra del pintor surrealista H. Rudolph Giger, quien más tarde se volvería su ídolo y su principal influencia al momento de desarrollar su propia obra. El monstruo de la fotografía Visiones gigerianas, es un claro ejemplo del influjo de Giger en la obra de Rodrigo Maawad, sobre todo si lo comparamos a los monstruos creados por el pintor en 1977 que forman parte del compendio Necronomicon. El surrealismo, el horror y la idea que gira en torno a la figura de un Prometeo moderno que da vida a engendros aterradores, son elementos que comparten Frankenstein, Giger y Maawad. Se demuestra que el hombre también posee la capacidad de creación que lo iguala en poder a la divinidad, a Dios o a Zeus. Pero al mismo tiempo la divinidad castiga a quien roba el fuego y lo da a los humanos, y este castigo es, en los tres casos, el horror y la maldad de las criaturas creadas.
La creatividad de Rodrigo Maawad está plagada de un trabajo multidisciplinario en el que explora el arte a través de distintas técnicas: dibujo, escultura, caracterización y fotografía. «Empiezo haciendo los bocetos de mis personajes y luego esculpo las máscaras. Entonces es parte de escultura, parte de dibujo y el producto final es foto. Yo diría que es foto- construida. Se acostumbra mucho a ser fotógrafo y pos productor, dentro de la cuestión fotográfica, pero yo siempre he querido hacer todo. No sé si es un poco arrogante, pero siento que yo tengo que hacer todo para que salga bien». El estudio de la ciencia había dado a Víctor Frankenstein la posibilidad de crear a un ser monstruoso que le había dado tanto horror por su repugnante apariencia física que lo abandonó a su suerte, dejándolo solo en el mundo y obligándolo a enfrentar el rechazo. El estudio del arte de un modo autodidacta le dio la oportunidad a Maawad de hacer nacer monstruos en su mente para luego darles forma a través del dibujo, la escultura o la pintura y finalmente dotarlos de vida a través de la fotografía.
«Los humanos somos animales de hábitos y que entre más envejecemos sin un trabajo apropiado, un trabajo mental, vamos generándonos más monstruos». En la concepción foucaultiana, un monstruo es algo o alguien que es mostrado como indicación de los errores humanos, es modelo de aquello que no tenemos que ser.[1] El monstruo humano, según Foucault, viola las leyes de la sociedad y viola las leyes de la naturaleza en su forma brutal.[2] Los monstruos deRodrigo Maawad representan la maldad interna del hombre expresada en la fealdad y la deformidad, en la descomposición corporal y la creación de seres desproporcionados.
Sin duda, la cultura visual juega un papel fundamental en su obra, pues la forma en la que aprehendemos elementos de ella es precisamente lo que corrompe al hombre. Los medios visuales y de comunicación son parte de esa cultura que el fotógrafo critica por ser estos los que imponen modelos de belleza e incitan al humano a desear aquello que no tiene y vivir en la insatisfacción. «Ahora estamos en una época en la que los medios electrónicos sostienen esa cultura». Mucho de su trabajo está dirigido a la crítica de ese hombre que se aleja de su espiritualidad y se sumerge cada vez más en el mar de la ambición propia de nuestro tiempo. Eso se ve más explícito en las series Crónica del homovidens, Hiperconsumismo (Francia, 2013) y Oddities, en las que aparecen monstruos alterados mental y corporalmente por los medios de comunicación, que han impuesto modelos de belleza y un life style que deben ser consumidos. El individuo deja su esencia, la inocencia y la bondad para convertirse —o querer volverse— aquello que ve en la televisión.
Vemos a al monstruo femenino de la serie Oddities maquillándose, con imágenes de las mujeres de revista tan incrustada en la cabeza que se han vuelto parte de su masa cerebral. Su cuerpo está deforme, y en él están marcadas las líneas que indican todo lo que está mal en su cuerpo y que debe ser arreglado por medio de una cirugía plástica. La feminidad del monstruo se refuerza por el color rosa que colorea el fondo de la fotografía. Rodrigo Maawad, a diferencia de Víctor Frankestein, crea seres que son monstruosos tanto por dentro como por fuera. «La fisionomía de la criatura es interpretada directamente como un reflejo de una maldad interior».[3] A falta de amor y dado el rechazo que ha recibido, la criatura de Víctor se envileció, la maldad creció en él cual semilla sembrada por una sociedad que aparta a todo aquel que va contra el arquetipo. La criatura monstruosa le dijo a su creador, Frankenstein «Si no estoy ligado a nadie, ni amo a nadie, el vicio y el crimen deberán ser forzosamente mi objetivo». Pero las criaturas de Maawad se vuelven monstruosas precisamente para ser amadas, para estar ligadas a la sociedad enferma de consumo.
En Crónicas del homovidens se observan elementos de la cultura estadounidense, aparecen las orejas del símbolo emblemático de la compañía Disney, Mickey Mouse, así como al personaje norteamericano más representativo de la justicia: Batman. Vemos a un niño comiendo carne de pitufo, a los hombres con cabeza de televisión que representan la idea de hombre propuesta por el pensador italiano Giovani Sartori. «Él habla más específicamente de la televisión, de los homovidens, que son esos humanos que antes de aprender a hablar o a leer, aprenden a ver la televisión». Esta serie está influida completamente por el pensamiento de Sartori, la crítica principal es al monstruo que ha creado la cultura televisiva, sobre todo porque es la industria mediática la que trastorna la idea que las personas tienen sobre sí mismas ante la desinformación que presentan. «La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender».
Rodrigo Maawad ofrece fotografía surrealista en la que aparecen seres monstruosos hechos de distintas partes de los hombres producto de la descomposición social, los hace a base de pedazos de la maldad humana y de enfermedades que nos ha dado nuestra propia cultura pues, para él: «la imagen puede tener diferentes dimensiones que el lenguaje no tiene».