¿Quién escucha el polvo?
Titulo: Apología del polvo
Autor: Arnoldo Kraus y Vicente Rojo
Editorial: Sexto Piso / Secretaría de Cultura
Lugar y Año: México, 2017
¿Estrellas o maquillaje, poesía o filosofía? ¿Qué palabra puede nombrar la esencia del polvo? Limpiar, quitar, soplar, aspirar; ver volar el polvo en el aire. El polvo; no la arena, no la tierra, no la ceniza, no la naftalina, no la cocaína. El polvo que cae del cielo, que entra por la ventana para colarse en las letras de nuestra computadora, el polvo que guardan los libros y el que tendremos que barrer una vez que nuestros pies estén sucios, negros de polvo.
Si en la primera mitad del siglo XX la filosofía se dio cuenta que el hombre había dejado en el olvido la pregunta que interroga por el ser, hoy, a dos décadas del siglo XXI, podemos afirmar una verdad poética, lo que realmente la literatura no se ha preguntado o de alguna forma ha querido olvidar está frente a nosotros: ¿qué es el polvo?
Apología del polvo (Sexto Piso-Secretaría de Cultura, 2017) nos lleva de la mano por cada rincón en donde se acumula esa tesitura del mundo que queremos limpiar y que aún no hemos visto o imaginado; más allá de la metáfora, es la presencia de nuestra existencia pero también de lo que no es: “el polvo ni es cosa, ni es algo, pero está lejos de ser nada”. ¿Qué sustancia es y no es al mismo tiempo? Esta ontología del polvo es el comienzo para inaugurar también una historiografía, para escarbar en la antigüedad del polvo que nos ha rodeado toda la vida pero que hemos ignorado e intentado borrar. Pero de borrar también sale polvo.
Arnoldo Kraus toma como pretexto la obra de Vicente Rojo, la purpurina y las arenas de los colores que usa en su obra, para investigar y narrarnos una historia sobre quién ha visto el polvo, en qué parte de la historia es protagonista, qué poetas han sido cómplices en la nomenclatura que encarna el polvo, pero, sobre todo, ¿qué relación tenemos personalmente con él? “Algunos polvos tienen presencia y otros tienen memoria”, afirma el autor.
Quizá haya una sola objeción: la obra de Vicente Rojo en algún punto deja de ser importante, no porque sea menor sino porque la pregunta sobre el polvo logra ser más trascendental que la técnica y/o el sentido estético de una obra de arte.
¿Cómo hablar de un libro que evoca el origen y fin de las cosas? El polvo; no el talco, no la harina, no la arena: el polvo antes de flotar en el aire, antes de caer sobre nuestro tiempo. Ya éramos polvo antes de conocerlo y cuando la humanidad deje de existir, cuando las montañas mueran, cuando el sol se coma nuestro planeta, cuando todos los asteroides choquen, cuando esto se termine, sólo quedará el polvo en el universo.
El libro reflexiona acerca de aquello que está presente en todo momento y que no hemos escuchado. ¿Qué dice el polvo de nosotros? Ahora mismo, mientras el lector pasa sus ojos sobre estas palabras podrá notar que hay polvo cerca de él y que esa sustancia es universal, no será diferente al que cubre una ventana en un cuarto piso o el polvo que se mete en las páginas de una revista o el que se pega en la pantalla de la computadora, es el mismo polvo del verso de Quevedo, el mismo que constituye el rubor y el mismo que quedará suspendido cuando la existencia diga ya no más.