Tierra Adentro
Portada de libro "El árbol de la sombra fría", Hiram De la Peña. Tierra Adentro.
Portada de libro “El árbol de la sombra fría”, Hiram De la Peña. Tierra Adentro.

Ya todos saben que este norte es violento, pero lo que

se dice por acá va más lejos que los relatos del narco.

DE LA PEÑA

Elnorte, ese espacio limítrofe e inagotable, invade los territorios de la science fiction con personajes que inoculan la sintaxis de su acento en El árbol de la sombra fría, colección de relatos con que Hiram de la Peña irrumpe en el género de la especulación posnorteña. El gigantesco imperio del What if… —con sus posibilidades estructurales y disruptivas— adopta el lenguaje aterrado del norte y lo pone en escenarios de ciencia ficción. Robots, programas de exploración espacial, cheve alienígena, métodos new age de realidad virtual y toda una distopía alrededor de la carne asada, son los temas con que el escritor mexicano presenta su propuesta narrativa para contar de nuevo elnorte.

En “El árbol de la sombra fría”, relato que titula al libro, aparece uno de los arquetipos preferidos del género acuñado por Karel Čapek: el robot. En el verano de 1997, doña Eva avistó un meteorito que cavó un cráter en medio de la colonia Progreso. En el mismo norte violento del narco, pero con historias de ovnis y gigantes de acero, un enorme golem descendió del cohete, se puso a llorar por su desgracia y finalmente se transformó en un pino salado cuya sombra refresca todavía el calor extremo de esta parte del planeta. La vox populi se encargó de correr el chisme y la tradición oral convirtió la historia en leyenda. Mientras que hay toda una épica norteña que ensalza las proezas de personajes como Emilio Varela y Camelia “La Texana”, este cuento de Hiram de la Peña propone un norte con tintes alienígenas.

Algo similar sucede con “Cervecería Polvo Lunar”, relato que presenta la historia de un emprendimiento millenial cuyo producto estrella implementa la fusión de la cebada con un “polvo especial” que mejora su sabor y exalta su cerveza artesanal por encima de las tradicionales tecates rojas que se beben en el norte. Con un lenguaje pocho y fronterizo, los personajes rememoran las aportaciones de Adolf, gurú extranjero y lunático, quien a finales de los cuarenta innovó en el mercado de lo etílico con ingredientes alienígenas. La raza hasta canta un corrido de extraterrestres y traileros que valida la presencia de seres paranormales y, por lo tanto, los efectos del polvo lunar de importación mezclado en la cheve y distribuido mediante el chisme por las cantinas de la ciudad.

Fue Julián Garza, la lengua más violenta de la frontera, quien escribió el corrido “Pistoleros famosos”, uno de los grandes hits de Los Cadetes de Linares y que sustenta esa épica norteña de la que hablaba anteriormente: “[…] en los pueblitos del norte siempre ha corrido la sangre”. Los cuentos en El árbol de la sombra fría abrevan de esa tradición y la subvierten, expandida por todo el territorio norteño y entre sus personajes, como en “La Tormenta del Desierto”. Mediante la distopía, subgénero de la scifi, Hiram de la Peña indaga en una sociedad donde todo establecimiento dedicado al asado de carnes y las rosticerías de pollos deben firmar un acuerdo de sustentabilidad y compromiso ecológico. El poder político, la intriga y el ingenio norteño construyen un relato noir en el que la identidad y la lengua se combinan con el crepitar hipnótico del carbón abrasado en el asador.

Hay un par de cuentos en El árbol de la sombra fría que se mantienen al margen de la condición posnorteña que enuncia Hiram de la Peña. “La ciencia dura”, por su parte, es un relato de exploración de mundos en el que el personaje principal, etnógrafo lingüista y antropólogo espacial, se inscribe en un programa de misiones exoplanetarias y se somete a un entrenamiento de astronauta con evidente tufo militar. A medida que avanza la “Operación Welles”, el apartado ético de la misión entra en controversia con los objetivos de conquista en relación a los habitantes humanoides del exoplaneta AN-73, su aspecto, particularidades lingüísticas, mitos fundacionales y hasta la posible resistencia de los considerados nativos.

“El archivo global”, por otro lado, presenta el método Tsinghua, un programa new age que le proporciona la posibilidad al usuario de experimentar el proceso terapéutico de veinte años de psicoanálisis en tan solo unas cuantas sesiones de una hora cada una. En su consultorio de Palm Springs, la terapeuta Valentina Marchetti cobra una tarifa de 1,500 dólares por cita, pero promete una reinvención del sujeto a partir de la narrativa que cuenta de sí mismo. La realidad virtual, los procesos selectivos de la memoria y el mapa mental del individuo, correspondidos con los principios éticos de la medicina moderna, anuncian la conveniencia de aparatos invasivos que recuerdan al ser humano en el centro y no así a las nuevas tecnologías.

Con El árbol de la sombra fría, Hiram de la Peña amalgama el folclor de lo norteño con las formas y temáticas de la ciencia ficción para contar de nuevo elnorte, ese territorio reconocido entre nuestras literaturas por su tradición oral y sus paisajes. Los cuentos en El árbol de la sombra fría subvierten la épica establecida entre lo limítrofe y regional, de tal suerte que sus personajes habitan el rancho o la ciudad, pero también hablan en clave distópica, noir y hasta ciberpunk: posnortec science fiction made in México escrita por Hiram de la Peña.