Tierra Adentro

Titulo: Noticias propagadas

Autor: Arturo Delgado

Editorial: Textofilia

Lugar y Año: México, 2016

 

En la época de la segmentación y la hiperespecialización, el arte contemporáneo se abre paso como un caballo desbocado que corre en contrasentido: para apreciar el trabajo de Merce Cunningham no hace daño saber un poco de Léon Bakst, para hablar de arquitectura nunca sobran las referencias a la teología o al constructivismo ruso, de la misma forma en que, para sacar del lugar común la obra de Louise Bourgeois se necesita algo más que rezarle fervientemente a la cofradía de santos patronos de la crítica actual con todo y su advocaciones locales: Danto, Debord, Benjamin, Paz y un amplio «et al», internacional, actualizado y de rigor.

En ese sentido, Arturo Delgado juega con ventaja; no sólo se mueve con soltura entre distintas disciplinas, sino que su circunstancia biográfica como galerista, diplomático y flâneur le ha permitido forjarse una visión crítica privilegiada, a partir de la multiplicidad barroca propia de nuestro tiempo. En Horror al vacío, la pluma de Delgado intenta transcribir las notas casi estridentistas de la abigarrada sinfonía de este mundo post-neo-barroco. Y aunque la mayoría de los textos remiten a la Ciudad de México, el autor logra ampliar el tránsito de estas páginas desde París o Sidney hasta Londres o Bangkok. Al fin y al cabo, cualquier cultura urbana dibujada sobre la panza del globo terráqueo, como en el patrón asimétrico de una vasija micénica, es un buen ejemplo de ese «horror al vacío», donde «puede suceder todo menos el aburrimiento».

Pese a ello, del Twitter al MoMA, de Constantinopla a la Suprema Corte de Justicia, e incluso de lo «cool» al «horror vacui», la crítica de Delgado adolece de una circunstancia: su contexto de producción la reblandece. El barniz contingente propio del género periodístico que abunda en sus reseñas (todos los textos presentes aquí fueron antes columnas del Excélsior) jamás conlleva una reflexión ensayística profunda, una «crítica del juicio», como quería Kant.

Cierto que las teorías contemporáneas se han distanciado de todo absolutismo del gusto, sobre todo, del que se presume categórico. Cierto también que incluso algunos de los ya citados papas del quehacer estético han incurrido varias veces en el lujo de un compendio articulista por aquí y otra antología periodística por allá. Y, sin embargo, sin poner en duda el valor documental de una antología de esta naturaleza, como lectores es lícito preguntarnos, a coro con el bardo de Machuelo Abajo, en dónde exactamente reside el mérito de leer el periódico de ayer.