Imaginar el Museo. El nuevo MMAC Juan Soriano en Cuernavaca
La posibilidad de imaginar un museo en tu ciudad y de verlo construirse décadas después parece una utopía. Las razones son muchas; la más relevante es que “los museos juegan un papel crucial para mediar entre el mundo real y el mundo que se imagina”, como nos dice el sociólogo Pascal Gielen, y desde el siglo xviii, cuando los museos transformaron la mirada del público, también establecieron un lugar decisivo para la cultura. Tener un museo que alberga una colección, una biblioteca, salas de exposición, un foro abierto, talleres y un jardín, nos permite construir ideas que no sólo pertenecen al arte, sino también a los lazos, los afectos, las historias y las memorias de una comunidad en relación con su propio contexto local y global.
Desde sus inicios, el proyecto del mmac Juan Soriano fue concebido para unir geográficamente a las distintas colonias que se encuentran a su alrededor, y en consecuencia, para reconfigurar la relación de sus habitantes con Cuernavaca. En su centro se entrecruzan dos colonias emblemáticas por medio de un jardín escultórico que día con día es apropiado por sus visitantes, quienes observan los árboles que echaron raíces hace más de doscientos años y a su vez descubren las esculturas de Juan Soriano, inspiradas en los antiguos griegos, en la poesía y la literatura. El geógrafo Yi-Fu Tan nos dice que “las esculturas tienen el poder de crear un sentido del lugar únicamente por su presencia física”[1], aunque también nos transportan, junto con el propio jardín, a un lugar imaginario y mítico que crea espacios de reflexión para la agitada vida cotidiana.
De Juan Soriano (1920-2006), Octavio Paz escribió que era un artista con una “inteligencia eléctrica”, quien creaba entre la tradición y la invención, un ser que “venía de muy lejos. No de otro planeta sino de las profundidades del tiempo. Un ser muy antiguo y, simultáneamente, muy joven”[2]. Es decir, alguien que puede ser considerado como uno de los artistas modernos más contemporáneos de su época.
Al albergar su colección y archivo, el mmac tiene el privilegio de poder entablar relaciones desde la antigüedad hasta el arte contemporáneo, pero también de generar rupturas, como el mismo artista lo hizo en su momento con algunas vanguardias y tendencias, para indagar en otras experiencias que extienden las posibilidades de ver y entender el arte hoy en día.
El tener un museo de arte moderno y contemporáneo en Cuernavaca nos permite conocer las distintas miradas que han configurado el arte por los últimos cien años y, a su vez, provocar intersecciones y encuentros múltiples con el arte más significativo del panorama actual. Por ello, pensar en el futuro de un museo es vencer la anquilosada idea del mouseion para adentrarnos en un espacio de convivencia y participación, en donde las obras de arte, el cine, la música, la literatura, la arquitectura y el teatro son detonadores de experiencias colectivas. En el mmac, la confluencia de artistas modernos y contemporáneos, locales y nacionales, emergentes y con trayectoria —en diálogo con distintas disciplinas—tiene la intención de abrir un lugar común para el pensamiento crítico y creativo en relación con nuestro tiempo. Pues imaginar, por medio del museo, es también imaginarnos como sociedad en el mundo, en donde nuestra propia experiencia construye la historia para un futuro.
[1] Tuan Yi-Fu. Space and Place, The Perspective of Experience, The University of Minnesota Press, 2008. P.162
[2] Paz, Octavio. Juan Soriano en Los privilegios de la vista II, Arte de México, Fondo de Cultura Económica, México D.F, 1993 p. 351.