He doesn’t know: Capitana Marvel y la masculinidad frágil
No escribo esto para decir si la película es buena o mala, tampoco porque crea que sea demasiado revolucionaria para el movimiento feminista —más bien me inquieta que, a pesar de no serlo, haya generado tanta incomodidad—. Mi intención es reivindicar algunos aspectos de la película alrededor de los cuales vale la pena debatir.
Pretendo situar la discusión en torno a por qué la película ha tenido una recepción tan negativa a pesar de ser una exposición del empoderamiento femenino. Capitana Marvel se estrenó el 8 de marzo en la Ciudad de México. Las ironías en la película hablan de la necesidad de evidenciar diferencias de género que deberían desaparecer. El tema no se sobre-explota, tampoco es el eje principal de la película, aunque sí presenta varios aciertos al respecto de la forma de tratar al empoderamiento de la mujer.
No comprendo por qué podría resultar escandaloso que una película haga explícito el empoderamiento femenino. ¿Por qué debería ser sutil, cuando la propaganda de los ideales físicos femeninos nunca lo es? Cuando se evidencia en el resto de las películas de súper héroes que el deber del hombre es salvar cada vez a las mujeres —y seamos honestos, les imponen ideales de masculinidad inalcanzables, en la idealización perdemos todos. ¿Por qué, si nos vamos a poner los lentes críticos, no decimos nada de la propaganda americana que se evidencia en este género? ¿Por qué nadie menciona la paradoja de que Capitana Marvel parece anti-imperialista denunciando las acciones de los Kree; pero el uniforme de Carol Danvers sigue siendo el de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, que ha hecho tantas incursiones “por el bien de la democracia” en países tercermundistas?
No condeno el espíritu crítico de cuestionar una película como panfletaria, es más, alabo la necesidad de sobre-analizar los lugares a los que nos lleva la cultura de masas. Sin embargo, no podemos seguir perdonando el cinismo frente a algo tan urgente como abrir espacios de concientización de la herida causada por las normativas de género. Quizá —y de verdad lo espero— en algún momento lleguemos a no necesitar una reafirmación del lugar de las mujeres en la sociedad. Quizá logremos difuminar las diferencias y dejemos de seguir reglas absurdas, que nos aprisionan a todos. Hasta entonces vale la pena aplaudir a cualquier manifestación —sobre todo una con el alcance de una película de Marvel— que señale la necesidad de reconfigurar las normativas de género. Tampoco soy ingenua. No creo que la cultura de masas esté aquí para salvarnos. Desconfío de cuando el capitalismo usa de la tendencia intelectual para producir más ganancias. Creo, también, que es peligroso que se utilice la reivindicación femenina como campaña publicitaria. Aún así es una pretensión válida ya que nos ha permitido abrir estos espacios de discusión.
Al hablar de la recepción de Capitana Marvel solo puedo hacerlo desde mi experiencia y capacidad de exposición a los comentarios que he visto y escuchado. Existe un aire de desaprobación en torno a la fuerza que puede tener esta propuesta.
La película es, por lo demás, un camino del héroe común y corriente. La fórmula a la que estamos acostumbrados funciona, entretiene, y me atrevo a decir que la curva dramática está bien planteada; no se abusa de la espectacularidad.
Capitana Marvel tiene poco de revolucionaria, sin embargo no se pueden minimizar sus aciertos concernientes a la lucha feminista. Hay muchos momentos en que la ironía hace posible burlarnos del status quo de la hegemonía machista, que tampoco ha tratado bien a los hombres. Quiero señalar cuatro aspectos que me parecieron más relevantes sobre lo que la película quiere decirnos del género. Hacia el final del filme, el poder de los sentimientos y la impulsividad de Carol se señala como algo humano y no necesariamente femenino. Vemos aquí, como en otras películas (diferente universo y peor guion, pero en Green Lantern también se resalta eso del personaje principal), que lo que nos hace humanos y mejores héroes es precisamente ese “sentimentalismo”. Nos diferencia como raza dentro de la dinámica universal de pragmatismo alienígena. De manera que Carol Danvers no tiene que controlar sus emociones, sino, más bien, liberarse de las restricciones que un régimen Kree impuso sobre ella.
Otro aspecto que agradezco es la ausencia de un interés amoroso. No lo necesitamos, la emoción y la trama funcionan igual con o sin el aspecto romántico, y yo diría que es aún más interesante sin él. Dejamos de lado la idealización del amor romántico y las propias heridas que acarrea. Capitana Marvel triunfó donde Wonder Woman nos quedó mal. Carol Danvers no necesitó de un interés amoroso para volver a entender cómo funciona el mundo humano, ni para encontrar la estrategia que la llevaría a desarrollar su potencial.
La independencia se presenta, así como la fuerza de la sororidad, a partir del personaje de María Rambeau. Si bien, este personaje necesita un poco más de desarrollo para considerarse redondo, al menos es parte de la conformación de una familia no heteronormada en donde la fuerza femenina tiene un lugar donde puede ser apoyada. A través de su personaje se hace énfasis, además, de la dificultad para ser parte de la Fuerza Aérea Estadounidense, porque si algo sabemos es que a las mujeres nos cuesta el doble de trabajo alcanzar una posición “masculina”.
El atuendo de Danvers es, también, un logro. Hay más practicidad que estética, porque queremos ver su desarrollo como personaje y la acción de las batallas; no apropiarnos de su cuerpo desde una mirada voyerista. Virginie Despentes habla de los ejercicios de “reubicación” que utiliza el patriarcado para silenciar cualquier expresión que pueda desestabilizarlo.[1] Sucedió con ella como ha sucedido con tantas mujeres que empiezan a tener una voz. Me parece que de alguna manera, la filtración de las nudes de Brie Larson tienen que ver con este intento de “poner en su lugar” a una mujer que está haciéndolos sentir incómodos al respecto de su masculinidad. Pueden pensar que con esto desvirtúan el trabajo de la actriz, pero quiero pensar que las cosas ya no funcionan así. Si se están esforzando tanto por exhibirla, exponerla y volverla vulnerable es que la película va por buen camino para llamar la atención sobre los focos rojos de machismo latente.
La banda sonora es otro aspecto que confirma la coherencia de las pretensiones de la película. No sólo es la primera que fue compuesta por una mujer en el universo Marvel, sino también, incluye bandas con figuras femeninas que en su momento lidiaron con la predominancia masculina en el género musical.[2] Basta mencionar el ejemplo de “Just A Girl” de No doubt, cuya letra ironiza las injusticias de las prerrogativas del género femenino. El video musical reta la división binaria en un aspecto tan cotidiano y tan absurdo como la división de los baños. La película es congruente con lo que propone desde el inicio, y cada detalle se siente orgánico dentro de la lógica del empoderamiento propio de los largometrajes de Marvel.
Una de las críticas que se ha hecho a la película es que el tema del empoderamiento parece forzado. Es necesario revisar el camino del héroe, para entender por qué esta cuestión es perfecta para el género fílmico que nos atañe. Joseph Campbell propone una estructura que es, a grandes rasgos, la siguiente: la partida (la llamada a la aventura, la negativa, la ayuda, el cruce del primer umbral), la iniciación (el camino de las pruebas, la reconciliación, la Apoteosis), y el regreso (el rescate del mundo exterior, el cruce del umbral del regreso, libertad para vivir).[3]
Todas las películas que nos presentan la aparición de un nuevo héroe en el universo de Marvel siguen la estructura anterior, quizá exceptuando algunos pasos. Es una fórmula heredada de los mitos griegos y que deriva en el éxito taquillero de nuestra época moderna. Hay un estadio del viaje llamado la Apoteosis, que viene después de la superación de las pruebas, y la reconciliación con aspectos femeninos y masculinos del camino del héroe. Es una especie de elevación, en la que el héroe finalmente se transforma. Es curioso que Campbell encuentra en este estadio una reconciliación con la dualidad, por lo que es un momento de cierta manera de una transformación andrógina para el protagonista de la travesía.[4]
El viaje del héroe también es espiritual, pues el cambio interno corresponde al externo. No sólo debe cumplir con ciertas metas, sino que también se transforma esencialmente. La Apoteosis, y el empoderamiento es lo esperado en cualquier historia heroica. La toma del poder por parte de Carol es igual al resto de los héroes una vez superadas las pruebas. Thor asume su papel como dios del trueno, más allá del límite del martillo; Tony Stark cambia de un millonario egocéntrico que provoca masacres a un héroe egocéntrico que se asume como responsable de sus acciones; por mencionar algunos ejemplos.
Por eso resulta tan orgánico, desde mi punto de vista, que el guiño hacia el empoderamiento femenino se incruste en un camino en que la Apoteosis es esperada. Todas las películas épicas apuntan a producir ese efecto de poder, de esperanza incluso.
Por último, quiero señalar cómo los falsos feministas se han evidenciado después del estreno de Capitana Marvel. Creo que a todas nos ha pasado que se nos acerca alguien que dice ser feminista y no sólo no lo es sino que, además, se considera con la autoridad para explicarnos de qué se trata el feminismo. Me preocupa esta clase específica de personas porque evidencia la facilidad con la que una etiqueta los exime de repensar sus propias actitudes machistas.
Me he cruzado con comentarios como “yo soy feminista pero no entiendo por qué tenemos que aplaudirles a las mujeres sólo por ser mujeres”. Si piensan eso, o si piensan que algo de la película que estamos tratando –o del feminismo en general— se trata de eso, entonces no entienden lo que es el feminismo. Y está bien. Está bien decir “no lo entiendo”. Está bien cuestionarnos. Está bien ver las fallas del propio movimiento, porque nos alimentamos de esas dudas y críticas constructivas. Lo que no está bien es tratar de desvirtuar algo que se desconoce por completo.
Seamos honestos con nosotros mismos. Es más sencillo ahora acceder al tipo de lecturas que podría salvarnos de esta clase de comportamientos. Podemos ver una Ted talk de Gail Dines en menos de 15 minutos y entender por qué es tan preocupante que la cultura de masas nos pornifique. Es posible tener el mínimo de sensibilidad para saber que no vemos acosadores o violadores en todos lados, sino que leemos los signos de alerta —una y otra vez y con distintas facetas— en un sistema que se encarga de desarticular nuestra posibilidad de existencia. Es verdad que el feminismo a veces sigue siendo elitista y que a veces puede estar equivocado. No tenemos todas las respuestas. Quizá no tenemos ninguna, pero sabemos que “no se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos por los hombres, sino de dinamitarlo todo”.[5]
Está bien estar molesto. No espero que todos aplaudan Capitana Marvel solo porque me hizo sentir un poco mejor al respecto a nuestra representación en la cultura de masas. Es productivo que algo sea problemático, porque nos obliga a pensar. El feminismo y la libertad también son incómodas, angustiantes, pero cualquier cosa es mejor que esta cárcel perpetua en la que estamos por tener pene o vagina o lo que sea. También es una invitación a que repiensen su masculinidad. Nick Fury lavó platos y de todas maneras pudo salir vivo del enfrentamiento con los Kree. Hay espacio para que reflexionemos todo y ya nadie tenga que sentir su frágil masculinidad atacada porque vio una película donde se burlaban del machismo.
El empoderamiento no es un aspecto que se forzó dentro del universo de Marvel, sino que es parte de la construcción de otro personaje necesario dentro del mismo. La molestia al respecto de esta aparición más bien revela un problema: ¿por qué les molesta tanto ver a una mujer “ascender” de la misma manera en que lo ven con protagonistas masculinos? Carol Danvers sigue exactamente el mismo proceso que el resto de los héroes, nosotros leemos el subtexto y la referencia al empoderamiento femenino. Si viviéramos en un mundo idílico en el que ya no se necesitara de estas manifestaciones públicas, a nadie le habría ofendido que una mujer se alzara en las circunstancias que lo hace. Sólo habrían aceptado el viaje del héroe como otra de las tantas variantes que existen.
Lo que están evidenciando la masculinidad frágil que el mismo machismo ha construido. Y si no me creen, vean la película invirtiendo todos los papeles: invéntense su mejor Capitán Marvel, adórnenlo bien de una masculinidad idealizada. Hagan caso omiso de la escena de Nick Fury lavando trastes. Que la enemiga Kree sea una mujer seductora con escote pronunciado. Incluso cambien la banda sonora. Ahora, ¿ya les gusta la película?
Bibliografía
Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras, México, Fondo de Cultura Económica, 1972.
Despentes, Virginie, Teoría King Kong, Editorial Melusina, 2007.
Miller, Matt, “The Captain Marvel soundtrack is a 90’s rock dream”, Esquire, 2019, [Web], <https://www.esquire.com/entertainment/movies/a26766388/captain-marvel-movie-soundtrack-music/>, (23 de marzo de 2019).
[1] Cfr. Despentes, Virginie, Teoría King Kong, pp. 98-99.
[2] Para más sobre el soundtrack de la película véase Miller, Matt, “The Captain Marvel soundtrack is a 90’s rock dream”.
[3] Para ver el resto de las fases véase Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras. Por razones prácticas no incluimos el recuento exhaustivo del camino del héroe.
[4] Cfr. Campbell, Joseph, El héroe de las mil caras, pp. 89-100.
[5] Despentes, Virginie, Teoría King Kong, p. 121.