Guardians of the Gunn
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El arco emocional de Guardianes de la galaxia descansa en la idea de que hasta los perdedores pueden redimirse en familia. Que juntos somos mejores.
Cuando están por perder contra Ronan, los guardianes se toman de las manos y ayudan Peter Quill a soportar el peso de aquello que parece intolerable. Tomar la mano de alguien, hacerte fuerte con el otro: de eso va Guardianes de la galaxia, aunque a estas alturas ya todos lo sabemos.
I
Algunos villanos dan la impresión de ser Thanos, titanes invencibles con motivaciones que parecen sensatas, aunque no lo sean. Parece que tienen el poder en sus manos. Un chasquido basta para ellos. Máxima primera: el infantilismo de sus acciones no parece tal a simple vista. Máxima segunda: lo que es aplicable a la política es aplicable a las caricaturas. Qué mejor caricatura que Disney, ¿no? La mentira tiene forma de ratón.
Disney despidió a James Gunn con la excusa de haber publicado unos tuits ofensivos por allá de 2008 y 2009, muchos años antes de su contratación. Aunque se sabía que Gunn ya había aclarado su pasado (él mismo rectificó en sus redes sociales, tiempo después de publicar esos tuits), y a pesar de que Disney no pareció interesarse en ello mientras nadie hiciera alboroto, cuando algunos tuiteros comenzaron a gritar sus demandas, Disney les hizo callar ofreciendo el despido de Gunn como sacrificio balsámico. Igual que Thanos matando a media vida en el universo con el clamor del equilibrio, Disney despidió a Gunn con el grito de justicia.
Esto pasó en julio del año pasado. Disney enjuició públicamente a Gunn sin darle oportunidad de réplica. Un monopolio mundial contra un hombre. Goliat aplastando a David. ¿La historia es una caricatura que no deja de repetirse? O la historia de la humanidad es como una película de Marvel, o como Dragon Ball, que aparece una y otra vez en el canal 5 sin importar cuantos años pasen.
Somos una serie que se repite en un canal que ya nadie ve. Primero como tragedia y luego como farsa (en el prólogo a El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx dice que cuanto más intentamos dinamitar el pasado, más los fantasmas del pasado regresan a acometer lo mismo que hicieron antes, ahora como una farsa). Así como todos lloramos la primera vez que mataron a Krillin, y después de tanto morir se volvió un meme. O como la muerte de Spider-Man en Infinity War, que antes de estar muerto ya tenía confirmada la resurrección.
Ay, Krillin, ¡¿cuántas veces te han matado?! ¿No vas a explotar otra vez, verdad, Krillin?
¿No es triste nuestro destino, si lo pensamos así? Todos somos Krillin, gritando por la ayuda de Gokú, aunque sepamos que Freezer nos va a reventar las entrañas.
Después de todo, ¿quién puede competir contra un titán y salir victorioso? Krillin lo supo, nosotros también. La vida es la batalla más que la victoria. No por nada hay quienes definen las utopías como los pasos que damos hacia una dirección que nunca está más cerca, pero que nos hace alejarnos de algo. James Gunn debió saberlo. Los titanes locos no son fáciles de vencer y la autorrealización creativa es una utopía.
Todo lo anterior debe ser tomado como una farsa, sino quiere ser una tragedia. Extrapolar la metáfora aquí propuesta a terrenos más teóricos, más serios, podría ser amargo. Mejor pensemos en Dragon Ball y en Rocket Racoon, un mapache con una metralleta (¡no te merecemos!).
II
“Te correrán por los chistes que hiciste cuando eras otra persona”. Si James Gunn hubiese comprado una galleta de la suerte el día en que Disney lo despidió, habría dicho algo así. La realidad se ríe de nosotros varias veces. Somos una novela y el mundo quiere vencernos hasta después de haber peleado muchos rounds. Si no me creen, pregúntenle a los libros de Hemingway o a Cortázar: morir por knockout es la aspiración más bella, casi nunca realizable. En su lugar, Gunn no quiso leer nada. Se retiró de Instagram, de Twitter, de Facebook. Muchos usuarios en las redes sociales adoptaron de inmediato su papel como acusadores: Gunn merecía el castigo. ¡Los chistes que hiciste en el pasado merecen arruinar tu vida!
Ronan, el villano de su primera película en Disney, Guardianes de la galaxia, era un acusador fantoche que, como fanático religioso, buscaba aniquilar a todos los que no pensaran como él (alejémonos de sus serias implicaciones, de las verdaderamente escabrosas). Casi pareciera que Gunn profetizó su encontronazo con los devoradores de del internet que, con intachable investidura moral, se atrevieron a afirmar que si sus chistes eran sobre abuso infantil, seguramente era porque él lo había cometido también. Sin que nadie lo hubiese acusado, ni hubiese ninguna posible víctima. No creo que nadie defienda sus chistes, ni que debamos hacerlo, pero hay un abismo entre hacer chistes de un tema escabroso y llevarlo a la acción, a la realidad. Si fuese así, los escritores tendríamos un lugar especial en el infierno por la cantidad de atropellos que cometemos página a página.
Los acusadores alzaron su martillo con una gema del infinito incrustada en la punta, e intentaron volarle la cabeza a Gunn. Y creyeron que lo habían hecho. En Guardianes de la galaxia, Ronan cree que ganó. ¿Cómo no va a creerlo? El mazo sigue en su mano y él dice tener la razón. Pero ya todos sabemos que en las películas de superhéroes el villano no es el que vence al final.
III
Guardianes de la Galaxia es una trilogía extraña (ya podemos afirmar que habrá una tercera): en la primera parte nos presentan al grupo de desadaptados que después funcionarán como una familia. Tolstoi ya lo dijo una vez (sólo una vez; cualquier otro eco de esa frase, es la humanidad apropiándose del dolor o de la alegría que Tolstoi sintió al escribirla): Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera (me pregunto si Tolstoi se merecía la quema pública que recibió por Sonata a Kreutzer, igual que Gunn por sus tuits. Perdonen por comparar dos cosas tan distintas, pero es que están unidas por el resultado y por el espíritu de sus adversarios. Además, hay muchos escritores que piensan tanto sus tuits que pareciera que escriben una sonata para la posteridad).
La familia de los Guardianes de la galaxia lo incluye a él, a Gunn. Haberlo despedido fue el equivalente a destruir a una familia. Disney debió darse cuenta de ello.
Los actores, luego del despido del director, firmaron una carta pidiendo que Disney recobrara la cordura. Incluso Chris Pratt, con todo y lo religioso y lo conservador (pregúntenle a Ellen Page si no saben de qué hablo), pidió que volviera Gunn.
¿No merecemos todos una segunda oportunidad?, a ello podría resumirse la carta escrita por los actores y lo dicho por los fans. ¿No merecemos enmendar nuestros errores? ¿No se supone que un castigo debe buscar que nos reinsertemos en la sociedad? ¿No era, justamente ese, el mensaje de la película de Gunn, tan aplaudida mundialmente?
¿Cómo vamos a redimirnos si no nos dejan otra opción que el exilio de lo que nos hace ser mejores?
En Vigilar y castigar, Foucault dijo que antes se penaba al cuerpo y luego la libertad (si una mano hurtó, entonces lo que debían arrancarle al hombre era esa misma mano); por eso primero se mutilaba al cuerpo y luego se encerraba a la gente en prisión (castigar con el aislamiento sólo fue posible al comprender la importancia de la libertad de la mente y no sólo del cuerpo). Que te quiten la posibilidad de terminar tu obra debe ser un poco como las dos: te arrancan algo que era tuyo y al hacerlo te quitan tu libertad. James Gunn volvió a Marvel, y nadie se sorprendería si su decisión estuviese relacionada con el amor que parece profesarle a sus criaturas, esos personajes tan extraños y tan entrañables. El amor nos hace más fuertes, ¿no se trata de eso este gran episodio? Tristemente, el amor también es objeto de política.
IV
Fui a ver Guardianes de la galaxia tres veces al cine: con subtítulos, en español en formato tradicional y en 3D. Las tres ocasiones tuvieron algo mágico que no me había pasado nunca en el cine: todos nos reíamos. Nos reíamos de forma descarada, sin mesura de ninguna clase. En algún punto de la función, Peter Quill hace un chiste: dice que las paredes de su nave espacial serían como una pintura abstracta si las iluminaran con luz negra. ¿Desde cuándo Disney hace chistes así, nos preguntamos? ¿Por qué nadie le dijo a Gunn que no podía hacer esas cosas? James Gunn parece ser uno de esos pocos directores que Marvel dejó que hiciera lo que quisiera, porque a fin de cuentas, él debía lanzar una franquicia que pocos conocían, y debía hacerla un éxito. Y lo hizo.
Da felicidad que lo hayan recontratado. Es el único director que se ha encargado al cien por ciento de sus criaturas (él hizo de los guiones para sus personajes en Infinity War, solo él puede ser la cabeza de la familia). Disney y Marvel Studios tienen historial de despedir a gente que no concuerda con ellos, o hacer que renuncien (¿alguien recuerda a Edgar Wright y su Hombre hormiga?). Con Gunn parecieron hacer una excepción: primero al dejarlo hacer lo que quiso y ahora al recontratarlo.
Todos disfrutamos que David le gane a Goliat, incluso si censuramos a David. ¿No dice el dicho que el enemigo de mi enemigo es mi amigo? Aunque eso es caricaturizar la realidad.
Pero no nos alarmemos: la realidad es una caricatura, al menos en los límites de este texto. Durante un rato, frente a una caricatura, la vida parece tener significado, aunque no tenga sentido. Por eso los niños son tan felices viéndolas y los adultos volvemos a ellas. O quizá porque es ahí donde los obstáculos se vencen con amor y todos somos David esperando vencer con amor a Goliat. O quizá porque en ellas podemos vencer al villano con un flashazo de luz descomunal. Cada quien tiene sus razones para amar.
V
Todos somos Gamora al final de Guardianes de la galaxia, cuando extiende su mano hasta Peter. ¡Dame tu mano!, le decimos todos los que confiamos en él. Somos Gamora y la película ya nos adelantó que Peter, o sea Gunn, va a tomar nuestra mano al final. Y también nos adelantó que saldremos victoriosos. Gunn recuperará su empleo y nosotros tendremos el final de una trilogía sin igual.
VI
Yondu, padre simbólico de Peter Quill, muere al final de Guardianes de la galaxia, Vol.2. Su muerte es uno de los momentos más emotivos de Marvel por dos razones: primero le dedican un funeral íntimo, a puerta cerrada, y luego todos los Ravagers (viejos colegas de Yondu) le dedican un segundo funeral, público. Quieren que toda la galaxia sepa que Yondu no murió en vano, que ellos estaban equivocados, que Yondu sí fue bueno. Que, aunque cometió errores, se redimió. Los guardianes siempre lo supieron, pero les conmueve que al final se haga justicia, aunque ya sea tarde. Así pasa con Gunn y Disney, que acaba de recontratarlo: le hace un funeral público (su recontratación) luego de enjuiciarlo y casi arruinar su carrera para siempre.
Que estemos conmovidos no exime a nadie por lo que pasó. No importa que tan fuertes sean los fuegos artificiales, una disculpa siempre llega demasiado tarde. Pero la realidad se parece mucho a las películas de superhéroes, al menos en la superficie. Y como los Ravagers se redimieron de su error, así parece que lo hizo Disney.
Claro que nosotros no somos unos niños, sabemos que los superhéroes son una ficción. Que Disney parezca arrepentido es señal de que humanizamos a un monstruo sin darnos cuenta. Goliat siempre será un gigante que nos puede aplastar con el mismo desdén con el que pisamos a las cucarachas.
Incluso Thanos mató a Gamora para obtener poder, luego de decirle una y otra vez que la quería.
VII
Es irónico pensar que el villano de su primera película en Marvel era un acusador que acabó vencido por un baile ochentero ejecutado por un protagonista que parecía que estaba por perder al final. Peter Quill es James Gunn.
Al principio de su primera película, todos cuestionan la valía de Quill al autonombrarse Star-Lord, y al final ya nadie duda. Todos reconocen su genialidad. Así nos pasó a nosotros cuando no sabíamos qué esperar de Gunn después de que lo nombraron director.
Cuando lo despidieron, nadie imaginaba que iban a recontratarlo. Algunos eran acusadores, sí, pero otros parecíamos Spider-man haciéndonos polvito cósmico, desapareciendo a quién sabe dónde (aún no sabemos si Thanos nos mató o nos mandó a la gema del alma). Decíamos, sin comprender: No, por favor, James, no te vayas. No queremos que te vayas, señor Gunn. Y perecíamos poco después, mudos, vencidos por la locura de un titán.
Para nuestra fortuna, ya se sabe que el mundo es una caricatura mientras este texto no termine, y aunque los poderosos dictan el curso de los episodios y ya se sabe que Disney confirmó la secuela de Spider-man: Homecoming, igual confirmó Guardianes de la galaxia vol. 3. Esto último se siente como una victoria, aunque quizá en la realidad no lo sea.
¿No es triste como ninguna victoria es tal, en el fondo? Excepto en las caricaturas.
Me he salido de tema otra vez. Por ahora, celebremos. No todos los días se vence a un titán y a sus acusadores, aunque sea solo en una película de superhéroes.
Fuentes:
Marx,K. (2003) EL 18 BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE. Revisado en: https://trabajadoresyrevolucion.files.wordpress.com/2014/04/marx-el-18-brumario-de-luis-bonaparte-1852.pdf
Foucault, M. (1976) Vigilar y castigar. Revisado en: https://www.ivanillich.org.mx/Foucault-Castigar.pdf