Tierra Adentro
Fotografías de Alejandra Carbajal.

En su reciente visita a México para promocionar el lanzamiento de la traducción de Skagboys, entrevistamos al escritor escocés Irvine Welsh, quien nos habló sobre las características que tienen sus personajes, crecer en la década de los sesenta, su relación con los escritores y la manera en que el lenguaje de sus libros retrata el vocabulario de la sociedad.

Se dice que Trainspotting es una de las principales obras de culto de los años noventa, no sólo por la adaptación que Danny Boyle hizo de la novela de Welsh, sino por las múltiples referencias sociales, culturales y artísticas que incluye, como el soundtrack de la película —y del libro—, compuesto por bandas emblemáticas de esa década como Blur o Pulp; y la abierta exposición de una generación propensa a todo tipo de adicciones y al auge del VIH. Es probable que el éxito de la película haya opacado el de la novela; sin embargo, es uno de los libros más robados en las bibliotecas públicas de Escocia. El impacto que Irvine Welsh ha tenido ha dado pie a otras adaptaciones de sus cuentos o novelas, y a un tipo de cine (la famosa Réquiem For a Dream, por ejemplo), que basó sus historias en jóvenes que nacieron en medio de crisis políticas y contextos sociales decadentes.

El año pasado, Anagrama editó en español la nueva novela de Welsh, Skagboys, precuela de Trainspotting, una historia que no corresponde a un interés de mercado —como anota el mismo Welsh — sino que fue escrita a la par de Porno y la misma Trainspotting, los otros dos títulos que componen la trilogía. Esta novela es un acercamiento a cómo Renton y sus amigos se convirtieron en esos heroinómanos entrañables que ubicamos.

Skagboys se desarrolla en medio de la crisis social que desató el gobierno de Margaret Thatcher con respecto a la prohibición de las drogas y al sida, entonces recién descubierto. La depresión que envolvía a la generación de los escritores nacidos a finales de los cincuenta no sólo se extendía en Inglaterra, y quizá por ello, la obra de Welsh se volvió el referente cultural que es hoy en día.

Tengo una hipótesis sobre tus novelas, específicamente de la saga de Trainspotting: lejos del estereotipo que te encasilla como un autor que habla de drogas, creo que en realidad el tema central son las relaciones humanas, la amistad en particular.

Creo que sí. Claro, pienso que la gente ve lo de las drogas y la violencia, pero si pasan de eso es porque pueden ver que se trata en realidad de gente que intenta vivir la vida, gente que sólo se tiene a sí misma.

Pienso que en casi todas tus novelas y cuentos, el personaje principal o los antagónicos son una especie de alter ego tuyo, pero es mucho más evidente en Renton.

Pienso que cuando escribes a un personaje, tratas de volverlo independiente. Pero como lo construyes a partir de ti, no puedes despegarte, hay algo tuyo en algún lado. Por ejemplo, dos personajes de mi libro más reciente, mujeres jóvenes, también son parte de mí. Ahora que lo pienso, todo personaje lo es. Pueden ser, incluso, de una parte reprimida.

La mayoría de las novelas se desenvuelven en un contexto punk, ¿no? He leído que tu adolescencia fue un tanto difícil porque te movías en ambientes cercanos a los skinheads, pero al mismo tiempo te gustaba la música disco.

Sí. Muchas historias y personajes provienen de tu propio bagaje. En los personajes que escribo hay mucho de lo que yo mismo he pasado, pero me gusta pensar que son ajenos a mí. Ya sabes, hacerlos pasar mal sólo porque es más dramático. No hay drama cuando la vida va bien, por eso a veces no hay mucho para escribir. Crecí en un lugar con muchos problemas, crimen, drogas y todo eso, pero la situación no era tan grave como lo fue a partir de los ochenta. En los sesenta o en los setenta no era nada malo. Era un lugar pobre, pero muy bueno para crecer.

En Porno hay un vuelco sorprendente en el comportamiento de los personajes: pensé que Begbie mataría a Renton en cuanto lo viera. La última reacción que se espera de la personalidad psicótica de Begbie es un rasgo de amor hacia quien sea.

Me gusta ver a la gente caer en su propia pena. Es como una gran tragedia shakesperiana. Y eso es generalmente lo que pasa en la vida de las personas, ¿no? Extralimitan su propia arrogancia en su vanidad, para destruirla eventualmente. Se derriban a sí mismos.

¿Qué tanto estudias a un personaje antes de hacerlo?, ¿te involucras con gente parecida a ellos? Por ejemplo, el policía en Escoria, o el protagonista de Pesadillas de Marabú tienen una jerga definida, en la trilogía de Trainspotting lo mismo, el lenguaje entre yonkis, o incluso la música de la que hablan está perfectamente estudiada.

Pienso que, como escritor, siempre estamos estudiando a las personas. Quizá no lo sabemos, no lo pensamos (quizá eso sea particularmente triste). No trabajamos todo sobre ellos. Pero sí tenemos una especie de ojo y oído con los que obtenemos anécdotas y personas. Regresan a ti, de pronto, cosas que la gente dice.

Me parece que hay un vínculo en tus novelas. Por ejemplo, en Crimen explicas la infancia de Begbie, en Secretos de alcoba de jóvenes chefs hay un concierto de Iggy Pop en el que quizá estuvieron los personajes de Trainspotting

Pienso que es como si te dijera que hay una caja de herramientas en donde están todos ellos. Una vez que empiezas a crear este mundo, sabes que tus personajes saltan entre los libros. Y así terminas con cierta responsabilidad por ese mundo, que tratas de mantener realmente consistente. No se trata sobre lo que quieras hacer, sino de lo que tienes que hacer.

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La construcción del lenguaje en tu obra es puntual con respecto a la jerga de las clases bajas de Escocia. Me parece que hay un estudio importante sobre términos, palabras y expresiones que son difíciles de traducir fuera de su contexto.

Sólo es mantener bien tu oído, aprehender el ritmo del discurso. Cuando lo escribes, es como querer hablarlo de nuevo, para ver si suena bien, si así es como la gente habla, si suena como imaginaste que lo haría.

¿Tu perspectiva sobre las drogas ha cambiado en los últimos veinte años?

Siempre he pensado y dicho que el problema con las drogas no son las drogas en sí, sino el contexto. En ocasiones, no hay nada más para algunas personas y las drogas se convierten en todo el propósito. Los painkillers hacen que la gente se sienta mejor, porque eso es todo lo que tienen. Debería haber muchas cosas para la gente, cosas buenas. Pero no lo hay para todos. Y eso es lo triste.

Las drogas provocan grandes crisis políticas. En tu reciente visita a Oaxaca, supongo que escuchaste acerca del narcotráfico. Por otro lado, el caso de Ayotzinapa es un tema sensible que ha provocado grandes protestas en México…

Sí, claro, no puedes dejar de ver esas protestas. No sé exactamente qué es lo que pasó en Guerrero. Sé que, obviamente, hubo un incidente con los cuarenta y tres estudiantes. Es deprimente. Lo sé sólo por hablar con un par de personas. Tiene un impacto emocional enorme en el país. Pienso que la gente debe estar determinada, se trata de asegurarnos de alguna manera de que estas situaciones no vuelvan a ocurrir porque no podemos ayudar mucho. Este tipo de cosas no pueden volver a pasar.

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¿Cómo te pronuncias ante esas situaciones políticas? En un caso más cercano a ti, el reciente intento de independencia de Escocia.

Pienso que la gente obtiene un mal resultado al no dejar que las cosas pasen. Es tiempo de cambiar. Pero hay, obviamente, un factor emocional horrible y deprimente, todo lo que rodea a la política, lo que hay detrás de los ideales.

Otro tema importante en la trilogía me parece que es la decadencia coludida con la edad de los personajes; por ejemplo, Sick Boy vive de sus glorias pasadas durante la historia, e incluso hay diálogos en torno al declive de las carreras de Sean Connery o Lou Reed, a diferencia de Renton y Spud, que parecieran tener un segundo aire en Porno.

Pienso que se puede ver que Renton y Sick Boy están en cierta onda bohemia. En cambio, con Marti y Spud es más sobre cómo no pueden controlar su desesperación. Renton y Sick Boy entraron solos a ese estilo bohemio de vida; sin embargo, no todos los personajes del libro lo hacen.

Los músicos que son parte de la trama están por retirarse, como Bowie, o el caso de Morrissey. ¿Cuál es tu visión al respecto?

La cuestión es que es difícil para los jóvenes músicos tener una gran carrera como lo hizo David Bowie. Ahora todo está en internet y la gente puede mirarte fijamente y aburrirse inmediatamente después. No tienes que ser leal a las marcas que usas, por lo que se vuelve difícil mantenerse fiel con uno mismo cuando hay tantas opciones.

¿Sigues escuchando la música que aparece en tus novelas?

Justo ahora escucho lo nuevo de Bowie.