Elegante se “sale del clóset” editorial
De día, fonda, de noche, bar de ambiente; El Azul era el refugio de Julia Méndez. Manteles floreados de plástico y saleros en forma de limón, el local cedía al embeleso con las baladas románticas de Los pasteles verdes, cuando los tenedores y las cucharas guardaban silencio. Sólo ellos sonaban desde un tocadiscos, como si nada más ese vinilo tuviera la dueña del lugar.
Nadie podía bailar. Fue la única regla que impuso la señora Gina, una morena de pelo güero ya mayor, quien ofrecía por las tardes las mejores tortillas hechas a mano, la comida corrida más barata del rumbo y rifaba un pollo rostizado con papas cada mes. El doble giro de su negocio le permitía dar esas ventajas a sus comensales. Por eso valoraba la discreción. Danzar ponía en peligro la existencia de este espacio de naturaleza dual. Quien se atreviera a desafiar las normas era amonestado por los meseros.
Pero la cautela que procuraba la patrona era insuficiente. “Lucia Berlin”, como fue conocida Julia Méndez ahí tiempo después, había percibido las notas del grupo peruano del momento detrás de la cortina. Creyó que era un evento de música en vivo en su restaurante de confianza y sólo porque ya era clienta la dejaron pasar. La voz de Aldo Guibovich, el vocalista, emergía de las bocinas como si cantara frente a todos al micrófono, una interpretación nítida de desamor: “…Quiero recordar esta noche, momentos que no volverán, y hacer de aquellos poemas tristes como una oración…”.
Una mujer enorme, que era un hombre de labios rojos y tacones negros, mallones dorados y playera blanca con el logo de Sprite, comenzó a contonearse sola entre las mesas, usando como maracas los saleros llenos de arroz, a destiempo, sin seguir el ritmo de la música, algo robótica a decir verdad. Nadie había visto algo semejante antes, las contorsiones de la recién llegada dejaron pasmados a los presentes. Julia, por su parte, sintió que era una proyección suya, que ese ser se había salido de su propio cuerpo para bailar como si nunca lo hubiera hecho. Su existencia tímida y solitaria que interpretaba, más a fuerzas que por gusto, en el escenario de la realidad, se disputaba en ese momento con la que vivía en su interior y era todo lo opuesto.
El camarero reprendió a la bailarina ocasional con palabras altisonantes y ella se rio como si estuviera acostumbrada a tratos así. Eran finales de los ochenta, casi una década después del primer caso de SIDA en el mundo, que se había estigmatizado como una enfermedad de homosexuales. Tanto Julia como ella creyeron que a eso se debía el maltrato, pero es que ninguna sabía aún que iban a ser siempre bienvenidas ahí, sólo que estaba prohibido bailar. Se enteraron esa misma noche tras el incidente.
A partir de la publicación en 2021 del libro Las Elegantes, en la editorial tapatía Paraíso Perdido, que reúne por primera vez los textos del colectivo homónimo al que perteneció la misma Julia Méndez, junto con Wendy Tienda, Susana Miranda, Tania Hinojosa, Lola Herrera, Roberta Marentes, Fidelia Astorga, Aurora Montesinos, Alí Boites y Nora Centeno, han aparecido nuevas fuentes de información documentales y personales acerca de este peculiar grupo de escritoras mexicanas, autoras de la primera novela en equipo.
Es importante considerar el contexto actual en el que esta antología de cuentos suyos aparece finalmente, tras haber intentado darse a conocer sin éxito casi cuarenta años atrás por ellas mismas. A diferencia de su época, hoy se busca visibilizar el trabajo realizado por mujeres en diferentes ámbitos. Preciosa oportunidad que por desgracia ha sido aprovechada igualmente por personas físicas y morales, para beneficio propio (la alusión fiscal es a propósito).1 Fabricar pruebas es una práctica común en estos días, cualquiera puede hacerse pasar por lo que sea. Si a esto se añade que, ha habido fuentes de primera mano que proveen datos de una fantástica irrealidad y viceversa, resulta complicado identificar cuáles son fiables y cuáles no.
Las fechas coyunturales son las favoritas de los nuevos informantes, en especial el 8 de marzo y el 19 de septiembre, por obvias razones: ser mujeres o la razón de su desaparición, el terremoto en México de 1985; aunque ha habido también efemérides sorpresivas, tales como el Día mundial del inodoro (19 de noviembre), el Día internacional de la obesidad (4 de marzo) y el Día mundial del pelirrojo (7 de septiembre, en que la banda española Mecano también celebra un aniversario), entre otras.
Para los fines del presente texto, se entrevistó a Rímel, identificada así entre la pequeña comunidad transgénero de la colonia Portales,2 amiga entrañable de Julia Méndez a su salida de Las Elegantes, durante los años más turbulentos de su vida, cuando se le asocia a la delincuencia y al mismo tiempo profundiza en su interés por la escatología, siendo afanadora de la Biblioteca de México, ubicada en La Ciudadela.3 Ha sido ella, Rímel, como parte de una minoría, la única persona que se ha atrevido hasta ahora a dar información acerca de la que podría considerarse la Elegante más misteriosa, de la que todos callan. “Desde niño tuve que silenciarme, imagínate si hoy no lo quiero gritar todo”, dijo la entrevistada como preámbulo.
Con el aporte de esta nueva informante, se confirma la supuesta homosexualidad de Méndez sugerida en el texto introductorio al cuento “Las tipas duras no se lavan las manos”, incluido en la antología Las Elegantes, primer acercamiento a este grupo literario femenino de los años ochenta. Se conoce ahora también que ella era del signo Acuario y que su afán por pertenecer desde la diferencia la llevó por caminos insospechados, pero, a cuarenta años de haber escrito el texto mencionado líneas arriba, que formaría parte de aquella novela a varias manos, toma por fin el lugar que le corresponde, entre las precursoras de la literatura sáfica en México.
Una diarrea aqueja a Alberta desde hace varios días, al parecer en principio, debido a una infección estomacal. Los deseos incontenibles de defecar experimentados por esta le sirven a la autora para construir la tensión narrativa a lo largo del relato, que inicia cuando la protagonista decide acudir con un médico para atender su malestar. Durante el viaje de su casa al hospital a bordo de un taxi, mientras convive con el conductor y se desenredan sus sentimientos, se revela también la atracción que ella siente por las personas de su mismo sexo y de que Raquel,4 su pareja, la abandonó en días recientes. De este modo, la urgencia emocional adquiere complejidad al materializarse en una angustia física.
No sorprende que el principal referente de Julia Méndez para la escritura de su relato, entre 1983 y 1985, fuera la obra que, en 1979,5 introdujo abiertamente la temática gay masculina en las letras mexicanas: El vampiro de la colonia Roma, del escritor de Chilpancingo, Luis Zapata. Pues no sería sino hasta 1988 cuando se reconocería el cuento “Pandemia” con el Premio Nacional Puebla de Cuento de Ciencia Ficción, de la primera escritora en recibir este galardón, Gabriela Rábago Palafox, sobre un virus letal que ataca a hombres homosexuales, y, un año después se publicaría apenas la novela lésbica inaugural Amora (Planeta, 1989),6 de la escritora veracruzana Rosamaría Roffiel, que abordó el vínculo erótico femenino de forma explícita, con la historia de Guadalupe, quien vive el amor hacia Claudia, como militante de un feminismo creciente en los años ochenta.
Si bien es imposible establecer alguna influencia de Julia Méndez en ellas debido a que nunca se conocieron en persona y la concepción de sus piezas difieren en el tiempo, además de que la de Méndez era inédita en su momento,7 existe una similitud —más allá de la espiritual, por supuesto, innegable—, que une a las tres y da cuenta de la recepción que tenían este tipo de escrituras en el siglo pasado; y que, aunque resulte obvia, es importante mencionar por su valía como gesto de resistencia frente a los biempensantes, quienes, esos sí, jamás son un anacronismo.
Mientras la casa editorial alegaba que ninguna librería pedía el libro de Roffiel y embodegó los ejemplares durante una década tras su primera reimpresión, pasaron de mano en mano las fotocopias del texto original entre la disidencia sexo-genérica; ahora Amora se encuentra en su quinta edición, en LeSVOZ. Al tener un tiraje único gubernamental por tratarse de un premio, la obra de Rábago Palafox tuvo una circulación restringida en su tiempo, debido a la burocrática distribución que caracteriza a la edición oficial. Además, cuando falleció, sus herederos se negaron a ceder los derechos de publicación casi treinta años; no obstante, hoy su cuento “Pandemia” está disponible en línea para cualquiera que se interese y su novela Todo ángel es terrible se acaba de reeditar en 2022 por la UNAM, dentro de la colección Vindictas. Primero, una losa cayó encima de dos de sus compañeras del colectivo de escritoras en el terremoto del 85, sepultando así también la posibilidad de publicar el primer libro escrito a diez manos, pero después todas las veces que Julia Méndez intentó publicar su relato en alguna revista ninguna lo aceptó. Éste aparece finalmente en 2021, junto con los textos de las demás integrantes del grupo literario, en Las Elegantes, publicado por la editorial independiente Paraíso Perdido. Siempre es posible burlar el cerco de lo establecido: todas se “salieron del clóset” editorial.
- Es probable que el Magno Simposio Exprés Las Elegantes 2021, realizado en línea el 21 de noviembre de ese año, en el que se convocó a “toda persona interesada, sin importar oficio ni beneficio” a abordar, analizar o inspirarse en algún aspecto del libro, también haya sido una invitación involuntaria para que cualquiera contribuyera a completar el universo de las creadoras de Las Bonitas. Los participantes, de distintas disciplinas, ofrecieron ponencias de 5 minutos en temas variados, como literatura, tecnología, espiritismo y más. Aquí puede consultarse: https://fb.watch/j8B4L0HLxl/.
- Rímel podría considerarse precursora de la escena voguing en la delegación Benito Juárez, por eso su forma de bailar tan extraña para la época, que, hoy se sabe, incorpora poses de modelaje con movimientos angulares y rígidos.
- Para mayor referencia acerca de este periodo en el que Julia Méndez establece un marco teórico para sus intereses artísticos, véase la ponencia en línea presentada en el Magno Simposio Exprés Las Elegantes 2021: “Aportes de Julia Méndez a la literatura escatológica: una aproximación”, de Laura Sofía Rivero, derivada de la investigación que ella misma realiza en el Instituto Nacional de Estudios Escatológicos (INEE), con el apoyo PAPIIT 32-P0P0KK, llamada Estudios sobre literatura cochina 1910-2010.
- Rímel informa que este personaje secundario en el cuento de Julia Méndez está inspirado en la protagonista del cuento “Raquel Rivadeneira”, de Pita Amor, contenido en Galería de títeres (FCE, 1959), una mujer divorciada que flaquea ante una admiradora masculina.
- En este mismo año, la escritora Beatriz Espejo recrea la posibilidad amorosa entre mujeres, como personajes libres de prejuicios morales maniqueos, en su cuento “Las dulces”, incluido en el libro Muros de azogue (Editorial Diógenes, 1979).
- Olivera, María Elena. Entre amoras. Lesbianismo en la narrativa mexicana. CEIICH-UNAM, 2009.
- La construcción de los personajes femeninos de Julia Méndez, a diferencia de los de Roffiel, presentan todavía ciertos rasgos estereotípicos del lesbianismo, que la investigadora y activista Angie Simonis ha identificado en la literatura de principios del siglo XX. Son mujeres que imitan el comportamiento y la apariencia de los hombres, cuyas compañeras, en cambio, son delicadas, pasivas y femeninas, reproduciéndose así la dicotomía heterosexual de los roles de género. Véase Simonis, Angie. 2010. “Retratos en sepia: las imágenes literarias de las lesbianas a principios del siglo XX” en Ellas y nosotras: Estudios lesbianos sobre literatura escrita en castellano, Madrid: Eagles, 2010.