Tierra Adentro
Ilustración realizada por VILE
Ilustración realizada por VILE

En los rincones de mi casa vive un insecto. Dice mamá que hay que matarlo y limpiar una y otra vez la casa, hasta que se vaya. A mamá no le gusta y a mí tampoco me gusta que tengas que matar lo que no has conocido. ¿por qué la gente insiste en que yo sienta miedo por él? ¿Cómo nace ese miedo? ¿acaso podré ser cada vez más diferente a los demás y aferrarme a lo extraño? Cuando apagas la luz, amanece en otros mundos. La orquesta de los frágiles y diminutos cuerpos comienza a poblar los rincones de la tierra, y aún así, hemos decidido dormir.

Noches oscuras, divinas, noches donde tal vez no puedes ver con tus ojos lo que se esconde entre las penumbras, pero si abres tus oídos y dejas entrar el sonido por tus fosas nasales, otras formas de mirar se develarán ante ti. Que lo diminuto nos habite una y otra vez. Y que los sueños se eclipsen entre los labios de nuestras bocas para narrar las historias que, del temor, se convierten en profundos y simbólicos deseos, sutiles extrañezas y sublimes posibilidades.

Existen muchos mundos en un solo planeta, así como suceden tantas cosas mientras el cuerpo se traslada al inquietante universo onírico donde todo puede ser posible.

¿cómo hacemos que todo lo que soñamos sea posible aun cuando despertamos?

¿cómo dilatamos la imaginación y la impregnamos en los rincones de los espacios que habitamos?

Hay preguntas que desatan otras preguntas, tal como nuestros cuerpos que se transforman y celebran la resistencia.

Escribo por nosotrxs, lxs otrxs, todxs lxs cuerpos que nos conocimos en los rincones de la soledad y después formamos la plaga más potente del mundo.

Mis letras nacen como una tributo a las vidas trans migrantes, encarceladas, hospitalizadas, deprimidas, ansiosas, enamoradas sin ser correspondidas, cansadas, asustadas y que padecemos la ausencia afectiva de la familia, la amistad, el refugio.

Esta escritura se opone también a que sigan matando a todas las especies no humanas que nos dan claves para resistir, existir e imaginar nuevas formas de escaparnos del cis-tema colonial del género que produce transfobia, racismo, clasismo, especismo, misoginia, capacitismo y adultocentrismo. Reclamo que todas las heridas que estos males de la modernidad han causado en nuestros cuerpos sean acariciadas, curadas y miradas con ternura. Convoco a las cucarachas, las ratas, las palomas de ciudad, las lombrices de agua puerca, las moscas zumbantes, las larvas, chinches, piojos, liendres, arañas y más y más seres extraños a que se revelen a través de nuestros cuerpos trans así como nosotrxs nos hemos revelado a través de ustedes para reclamar nuestros espacios y la pluralidad de la vida. Ningún meteorito extinguirá nuestra existencia.

Si algo te asusta, vé y tócalo con ternura

En la escuela me enseñaron que tenía que dejar caer mi propio peso sobre aquel insecto porque es muy frágil. ¡Písala! ¡qué la pises! Decían las personas que estaban cerca de mí. ¿Quién seré yo para deshacerme de mis monumentales temores? Parecía como si aquella diminuta creatura siguiera mis pasos; de día, de noche, en el baño, en la cocina, en la recámara y hasta en las coladeras del barrio. Siempre estaba ahí, presente, como si quisiera decirme algo o hacerme parte de su mundo. Su aparición era todo un acontecimiento pues la recibían con gritos, gestos de desagrado, repulsión, y con muchas, muchas ganas de aniquilar. Para mí, era como un llamado a las delicias del afecto, pues ¿quién puede amar a tal creatura? ¿quién puede devolverla a la vida? ¿acaso puede escuchar el nombre que decidieron colocarle encina? Supongo que eso es lo pesado y no un par de pies que se conforman con eso, con ser solo dos.

El mundo desde el que hablamos nosotrxs no está compuesto mas que por preguntas que desatan otras preguntas y que puede ser que encuentren múltiples respuestas o que habiten la perpetuidad de ser pregunta, tal como nuestra piel. Solo cuando un ser arroja preguntas es mirado, lo demás solo es visto. Todo aquello que se mira es porque ya generó sentimientos y emociones que desataron un cúmulo de síntomas que se ocultan por un tiempo pero que finalmente gritan de adentro hacia afuera.

Hablar de nuestra existencia es hablar de nosotrxs porque existimos; somos carne que palpita, que suda, que tiembla, que cambia de textura y temperatura. Maestras del camuflaje para no ser devoradas o para alimentarnos y no morir en el intento.

Entonces,

¿quiénes somos nosotrxs?

¿dónde aprendimos?

¿cómo?

¿para qué?

¿con qué?

[…]

¿Que piensas de la humanidad cucaracha?

[…]

Me siento perseguida por Kafka porque cada vez que comparto mi relación con ellas las personas piensan en él.

No me gusta porque para empezar él se convirtió en escarabajo y no en cucaracha, pero los humanos siempre insisten en hacer de sus temores algo instantáneamente bello y no dejarse asustar como se dejan amar.

Esta es la única relación amorosa no destructiva para mí porque no tengo ganas de matar nada de mí, o de ellas, o de la situación.

El encuentro.

 

¿Quién puede ser humano?

Una de las cosas que mas me impresionan de la humanidad es la capacidad que tienen para sentirse grandes cuando algo diminuto aparece frente a sus ojos. Tanto, que deciden convertirse en fumigadores. La plaga despierta sus miedos más monumentales y el lenguaje racional que les habita les da la posibilidad de nombrar y dotar de sentido todo lo que existe y se mueve lentamente por debajo de sus pies. Yo, la cucaracha, no sé que soy cucaracha. Somos lo más resistente que hay. Bombas atómicas, cambio climático, combinaciones químicas llamadas insecticidas, más de una extinción planetaria. El mundo nos odia y piensa que haciéndonos desaparecer el problema estará resuelto, pero ¿cuál es el problema? Me siento muy atraída por lo que siempre aparece e incomoda porque así soy: confrontadora, indescifrable y muy insistente. Cuando era pequeña me costaba mucho trabajo dormir, por lo tanto ante el insomnio que me dominaba, solía ir a la cocina en silencio a buscar algo de comer. Cuando encendía la luz, ellas estaban ahí, por todos lados y se escondían en todas las grietas, las más inimaginables majestuosos cuerpos que tienen para poder meterse por las rendijas más pequeñas, pensaba. Me gustaban mucho las cucarachas y me asustaba eso.

Trans*formar el ODIO en OÍDO requiere ante todo, TERNURA.

Y no estoy hablando de lo que la mayoría de las personas entienden por ternura. Claro que la ternura tiene que ver con lo pequeño, lo frágil, lo más lindo. Pero también tiene que ver con aquello que permitimos que llegue a nuestra vida y nos des-coloque de los territorios que nos tenían ancladxs y nos estaban causando dolor, rabia, confusión y un sinfín de crisis emocionales.

Parece que el miedo encontró su forma de ser existencia. Cuando aparecen las cucarachas los labios se fruncen, la boca saliva más, los ojos apuntan a ella cual pistola lista para hacer de su disparo el final. ¿Qué faltó? La pregunta que corona el acto.

Sed de higienización. Exceso de cansancio o un bolsillo lleno para llamar al hombre de la máscara y el traje blanco que sí sabe qué hacer para embargarlas.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Cucaracha: insecto Blattodea, es decir, que carece de sistema óseo.

Pigmentación: Café (todos los tonos), negro y rojo.

Busca el calor y la humedad para sobrevivir. (tanques de electrodomésticos o lavabos)

Todas las coladeras por exceso de humedad.

Las alas solo las ocupan para mostrar más resistencia, pero en realidad no vuelan más que en sus primeros 2 años.

Fumigador: Preferentemente masculino, alto, con experiencia en manejo de químicos varios.

Conocimientos básicos en instalaciones eléctricas y de plomería.

Requisitos: traje de neopreno blanco, forro de plástico blanco antivirus, máscara radioactiva de 3 canales de respiración, guantes y tapones para oídos.

 

Control de plagas es casi lo mismo que decir “baño para hombres y baño para mujeres”

Cuando esta masacre sucedía en mi casa, mi madre tenía que sacar todos los trastes de la cocina. Cuando ese hombre entraba por la puerta, mi hermano y yo pensábamos que había llegado de algún lugar del espacio. Daba miedo.

1 hora para que toda la casa oliera espantoso y no pudiéramos dormir. Mi mamá tenía un perfume que se llamaba FENDI. Se vendió hasta el 2001. Lo rociábamos pero no sabíamos que era peor.

Una noche y todo volvía a la normalidad.

La cocina era un cementerio pero al mismo tiempo un cunero.

Las cucarachas saben perfectamente como sembrar árboles genealógicos en toda una casa.

Siempre sentía una tristeza común cuando entraba a la cocina y los cadáveres estaban ahí.

Eran unas ganas de hacer un funeral y, como decía mi abuela en aquellos tiempos, darles divina sepultura, pero ¿cómo se hacía eso?

¿quién iba a ser yo después de rezar por ellas?

 

México y Brasil son los dos países más peligrosos para las mujeres trans en Abya Yala de acuerdo con TransgenderEurope.org.

Persecuciones masivas, desapariciones, violación de derechos humanos, libertad que se paga con la muerte.

Hombres libres fumigando más y más y más casas.

Muere una cucaracha y nacen mil más.

 

¿Cuándo eres cucaracha y cuándo eres fumigador?

Tengo tantas ganas de conocer a ese insecto del que tanto hablan, pero mamá insiste en que no. Quiero acercarme todas las noches mientras ella duerme, pero sucederá. Cuando lo contemplo, me imagino qué pasaría si la yema de mis dedos lo tocara suavemente, ¿acaso habría transferencia? Es como si mi piel reclamara el brillo de aquella estructura y poco a poco comenzara a transmutar. Mis fantasías me recorren y entonces siento las espinas saliendo de adentro hacia afuera y como mis pupilas se hacen cada vez más negras hasta cubrir todo el contorno de mis ojos. Mi voz se convierte en chillido y mi cuerpo cae. Cae lento hasta que la piel deja de serlo y recibe la nueva.

Las antenas, lo más frágil de su cuerpo. Seis patas llenas de espinas que se posan por todos los rincones. Una coraza que esconde dos alas, listas para desplegarse ante cualquier presencia de humanidad, solo para asustar, porque en realidad el vuelo aún no es opción. Sigiloso movimiento cargado de sentido que aparece y se esconde, nadie puede encontrarla y tampoco perseguirla, todos tienen sed de aniquilarla y yo me siento totalmente seducida por su astucia, su misterio y todos los deseos que despierta en mí. Hay tanto de ella en mí y tan poco de mí en ella. Cuando hablo de las cucarachas casi no me tocan. No pueden creer que exista alguien en el mundo que sienta ternura, amor y admiración por ellas. Son como un espejo porque me permiten reconocerme a mí misma vulnerable, resistente y en una infinita transmutación. Sé que ya lo dije muchas veces y de muchas formas, pero, ¿importa?

No dejaremos de hablar de lo que importa mientras no nos dejen de matar.

Las cucarachas esperan el fin de la humanidad para devolverse a lo que era de ellas.

Sentirse extraña siempre es posible, por eso no me extraña el amor que siento hacia ellas. El deseo que tengo de cuidarlas y de re-ubicarlas cuando aparecen me habita. Todas las personas que me conocen, abrazan esta peculiaridad de mi personalidad y algunas otras no pueden contenerse, me piden no hablar de ello. Lo cierto es que me parece potente ser cucaracha porque la gente se asusta de nosotras y nos relacionan con lo sucio. Puede ser cansado querer que todo este limpio. El cuerpo, cuando anuncia su extrañeza y su infinita metamorfosis, en realidad esta anunciando que esto, no es asunto de cobardes.

Cuando estaba en la preparatoria y me salieron mis primeros granos blancos me reunía con aquellas amigas que siempre supieron todo de mí.

 

Nos gustaba preguntarnos

“Dime algo muy raro de ti que no quieres que nadie sepa”

Una vez le pregunté a un chico que me gustaba: “dime algo que no sepa y que tu crees que es importante que sepa” hubo un silencio y al final su respuesta fue “te lo diré después, déjame pensar” ese después nunca llegó y me quede don la duda, pero está bien porque creo que deseo tener más espacios afectivos que me permitan dudar, hasta de mí misma.

Poco hablaba de mi metamorfosis humana-cucaracha, pero al final las personas lo descubrían. Yo era la que dibujaba a estos seres en la parte de hasta atrás del cuaderno o la que guardaba sus cadáveres para que me los hicieran dijes, aretes o anillos, lo bueno era que no se apestaban después de muertas por la carencia de huesos que sostuvieran los órganos y por la rapidez con la que el sol las secaba.

 

Para poder mirarla tenía que acercarme.

Era algo impresionante tener sobre mis manos un ser tan astuto, tan rápido, tan silencioso y tan extremadamente sofisticado para resistir. Eso sí, era un privilegio entre todas nuestras opresiones y todas nuestras carencias. Confieso que la primera vez que un hombre me abrazo con ternura sentí la misma sensación pero ahora la cucaracha era yo.

 

¿Cuántas veces la cucaracha decidió buscarse a sí misma en el suelo de una noche estrellada?

Sueño I

¿Qué sucedía en sus pensamientos?, esa era la pregunta. La escena era tan gris y lúgubre como el cielo, no paraba de llover aquella tarde casi hecha noche. A unas cuantas horas de oscurecer como el miedo que le causaba a los niños que pasaban a su lado. Las nubes camaleónicas aceleraban su paso y se deshacían de su estática inerte. El cielo relampagueaba, pero no había nada, todo era la nada y la nada era un todo. Una niña de bigotes negros vestida con rojo sangre yacía, su capa epitelial temblaba cual escalofrío profano. Sus cabellos terrosos mostraban la sobrevivencia de una búsqueda subterránea. Corría la tierra por sus uñas y escurría de entre sus dientes. Mientras, inmóvil y con la mirada fija, lloraba de pie encima de una coladera del barrio, sus dedos del pie izquierdo se aferraban con fuerza a las rendijas. Lloraba, lloraba tanto que el olor que desprendía era cada vez más hediento y feroz. Nadie se podía acercar. La rodeaban cual accidente con las manos bien puestas en las fosas nasales pero ella era el accidente. Y en realidad, lo más desgarrador de aquella tarde es que nunca sabrán que ella no rezaba descontroladamente con los ojos perdidos ante las rejas de la coladera, no.

Algo sucedía en sus adentros, así como en sus cabellos que con el agua dejan de ser ondulados. Se encontraba tan lejos de sus dientes que las mandíbulas y su largo apretar nocturno ya no le pertenecían.

La cucaracha poblada en mil cuerpos la miraba fijamente a los ojos desde las rendijas de la

oscuridad, donde solo caben inmensidades pequeñas. Sus ojos negros como esferas, divinidades habían secuestrado todo su deseo y el corazón le palpitaban ante la imposibilidad del encuentro. Incierto paralelismo infestado de una realidad infantil donde el monstruo no existe y tampoco es resultado de tus pensamientos, existencia idealista que cobija la idea sutil de que las cosas caigan por su propio peso y un día, logremos estar a la altura del monstruo para poder amarlo. Era ella quien había decidido mirarla antes que verla y enfrentar el dolor que supone saber que la cucaracha ni siquiera sabe que tiene nombre, cu-ca-ra-cha obra maestra de nuestros pensamientos infantilizados, eso/que no es ella, tampoco sabe que la nombran o que nombre existe o que nombrar es una acción verbal que escapa de su mundo. En el mundo de las plagas no existen las palabras, solo las cloacas que avecinan toda contradicción al buen gusto de una supuesta estética bien maquinada. Ruborizada.

 

Sueño II:

Existía en mis sueños una niña que conversaba a escondidas con las cucarachas que habían infestado su habitación tras la fumigante derrota de una cocina que algún día hicieron tan suya. Una tarde de jueves aquella niña sintió un movimiento en su cuerpo.

La ciudad comenzó a temblar y una voz chillante la llamaba. “Acercarte” ella le dijo con profundo temor a la cucaracha que asomaba su cabeza entre la grieta de un muro:

“Todo se esta derrumbando”

Y la cucaracha con su voz mimetizada, astuta, espinoza, le respondió:

“O todo se esta ordenando”

Crecía y crecía la cucaracha y asi, juntas, vieron aquel derrumbe por la ventana.

Cuando desperté, aprendí que ese insecto era llamado en femenino. Ella. Es grande, misteriosa, completamente insectil; silenciosa, roja como la puesta del sol y con un par de amenazantes deseos ante quien decide mirarla desde otro lado. La cucaracha ha poblado mis sueños y ella se ha convertido en mi espejo una vez más, porque se multiplica y aparece.

Ninguna historia que intente narrar asuntos relacionados con cucaracha tendrá un buen final.

 

Sueño III:

Media noche y el insomnio revoloteaba en mi cabeza

Movimiento telúrico de un espanto que no se puede explicar pero que habita el cuerpo.

La carne se hace débil ante la ruptura de un descanso y los pies anuncian los pasos del trayecto

sonámbulo

Los focos anuncian su final tras el eco de la voz que emana de una cocina vieja a medio caer

My love

Darling

Kiss me

I want your soul

Un aliento que llama y que me mece en aquel trayecto de la cama a la guarida doméstica del secreto

Donde cada noche se infesta el corazón de un brillo peculiar

Sus ojos, estaban en blanco y ambos pies no tocaban el suelo

Las manos estaban bien colocadas en el pubis tras el trayecto de la voz que cada vez se hacía más chillante

Las alas la esperaban para cobijar su cuerpo y devolver las pupilas al alba

Pues el negro con el blanco no hacen ninguna combinación interesante

La cucaracha esperaba sigilosa la llegada de mi cuerpo

Al abrirse la puerta sus antenas revoloteaban de un lado a otro de tanta excitación que desata la primera mirada

Antes que el primer beso.

6 patas espinosas bien trabajadas, listas para hacer su trayecto sigiloso en cada uno de mis poros

Abrirlos y entrar

Lento-entrar-suave-entrar

Fuerte-entrar-denso-entrar

Duro como el rasguño voraz de las espinas doradas

Que deseaban mis dedos para pactar la sangre blanca y espumeante de dos seres que no saben

Que siempre se habían deseado con el mismo calor que buscan cada noche

Al pensar que no existe posibilidad de existencia en este asfalto

Plaga voraz de caricias que dejan huellas rojas por mi piel

Intentos de besos inimaginables porque las tenazas de su boca no logran sostener mi lengua

Y ambas babeamos porque estamos llenas de deseo, de perpetrar un beso insectal

Que nos permita hacer de toda metamorfosis una penetración masiva

A los cráteres de mi poquita humanidad

Haz de mis cuevas tu madriguera

Cucaracha

Has de mis cráteres toda tu erupción de materia gris

Has de mis ojos el carácter astuto de tu movimiento

Ante una mano humana

Y piérdete otra vez entre las estufas de este lugar para que el deseo no cese

Y todas las noches

Mientras toco mi cuerpo

Piense en ti

En todas tus versiones

Hechas plaga

Enterrando mi cuerpo y haciéndome una de las suyas

Porque el mundo se va a acabar pero nunca este placer

Nunca este placer

Nunca este placer

Nunca este placer

Nunca este placer

Nunca este placer

Nunca este placer.

 

 

 

 

INCONCLUSA NARRATIVA

TODA ESCRITURA ATRAVESADA POR EL AMOR Y LA TERNURA SOLO SE PAUSA, NO SE CIERRA.

NINGÚN TIEMPO AFECTIVO HA DE TERMINAR.

¿De dónde viene tanta repulsión? ¿Cómo amar la extrañeza de lo que se presenta como la última frontera del afecto? ¿Cuáles cuerpos encarnamos a la cucaracha? ¿Por qué con ella y no sin ella? Éstas son algunas preguntas que me hago cada vez que estoy cerca de ellas, las temidas pero resistentes cucarachas. Insistentes y devoradoras de limpieza, como nosotrXs, lXs otrXs, lXs extrañXs, lXs que siempre estamos

P R E S E N T E S

La cucaracha. NosotrXs, ellXs. LXs otrXs que transmutamos.

¿Cómo mirarnos en ella?

—Ten la libertad de continuar el texto si lo necesitas—

Si es que eso ocurre envíame tu relato a:

garciage24@gmail.com

SEAMOS PLAGA SIEMPRE.

Lia.


Autores
1989, nació en la Ciudad de México, donde actualmente vive y radica. Poeta, pedagoga y artista del performance. Es activista y defensora de los derechos humanos de las personas Trans, cofundó en el año de 2016 la Red de Juventudes Trans Mexico junto a Jessica Marjane y en el 2019 el archivo de literatura infantil y juvenil Trans*Marikitas junto a Canuto Roldán. Sus proyectos pedagógicos se han centrado en construir puentes afectivos entre la experiencia trans*, el activismo y el contexto socio político por medio de la performance artística que acontece en espacios de complejidad (cárceles, escuelas, plazas públicas, mercados y hospitales entre otras) que oprimen y encarcelan las identidades de la disidencia sexual. Roa detona una pedagogía intensa del amor que permite que nuestros cuerpos sanen y materialicen todos los sueños posibles.