DÍGANLE ADIÓS AL RATÓN
Para Roberto y toda la bandita
que ya no está aquí.
No creas en ti mismo,
no engañes con la creencia.
El conocimiento viene
con la liberación de la muerte.
DAVID BOWIE
Basado en hechos que no ocurrieron, pero son reales.
CARTA
Todavía traigo un chale con tu nombre, Isabelita.
San Pancho está chido, pero no estás aquí, nomás tengo tus mensajes de vez en cuando.
Aunque no me haces falta, a veces, solo a veces, siento que te necesito.
Ayer me reclamaste por mis publicaciones del Face, porque me comento con mis ex. Hablo con Edith y dices que solo eres un juego para mí. Pero chica, tú fuiste la que decidió cortar hace un mes.
Primero dijiste que te daba igual y que la chingá, después que te dolía que yo hablara con ella. ¡Ay!, si supieras…
Mientras escribías esos mensajes, yo estaba durmiendo con Teresa. La conocí por Fabián. ¿Te acuerdas de él? El vato del que te conté; lo conocí en el curso al que vine hace dos años.
Siempre creí que la primera vez que me acostara abrazando a alguien que no fuera una almohada, sería contigo, en alguno de los viajes que tanto planeábamos. En lugar de eso, Tere vino a mi casa, dizque a ver al gato; acabo de adoptar uno, se llama Darion (pardito en blanco y negro, tiene una mancha con forma de corazón en el hombro). Alargamos la mano al mismo tiempo para acariciarlo, una cosa llevó a la otra, ya sabes, lo típico; el roce nos hizo vernos a los ojos, unos diez segundos, antes de atascarnos a besos y manoseadas hasta quedar en calzones.
Aunque terminamos cogiendo como por dos horas (con descansos, obviamente), no sentí nada y estoy seguro de que ella tampoco.
No la miré como te miraba a ti, sus ojos me daban igual. Su piel no se notaba tan viva como la tuya, la de ella era áspera, pero es lo que hay, ¿no?
Nos quedamos jetones en extremos opuestos de la cama.
Si me dijeras “hay que regresar”, te diría que nel, para después salir con “ah, te creas, sabes que jalo”. Tú no me vas a decir eso y yo no te voy a andar rogando. No mucho.
No quiero coger nada más. O sea, sí quiero coger y está chido, sin embargo, no es lo mismo a cuando tú y yo salíamos por tacos o al parquecito ese en donde nos conocimos y siempre olía a mota, o al cine a no ver películas. Nos la pasábamos muy bien, ¿no? Por eso se me sigue haciendo muy chale que me hayas cortado por llegar pedo a tu casa, neta no sabía que estaban tus papás.
Quizá haya más chales y más nombres en esta historia, pero ahorita solo eres tú y mis maneras de no pensarte tanto.