Cuando las noches se visten de nostalgia
Pasan de las dos y media de la mañana y aún queremos fiesta. Discutimos que casa nos queda más cerca, aunque siempre ponemos la nuestra, sin embargo, esta vez les digo que los vecinos ya no aguantarán otro escándalo, es mejor ir a otro lado. ¿Y si vamos al Kashbah?, pregunta Charly, mientras nos miramos ambiciosamente unos con otros. Osvi sentencia que sí, sí sí sí, llegamos al segundo show y si nos apuramos a parte del primero. Pedimos dos taxis con dirección a la Obrera y mientras esperamos, envío mensaje a Naún para ver si hay mesa disponible: enseguida contesta que sí.
Kashbah Le Club
Al llegar al lugar el portón negro luce cerrado, comenzamos a tocarlo, pero parece que no escuchan, algunos de los amigos comienzan a impacientarse, otros ya no aguantan las ganas de orinar y los más expertos comienzan a tranquilizar a todos, ahorita salen. Minutos después nos abren preguntándonos con quién vamos, les digo que Naún nos espera y los cadeneros nos reconocen de inmediato. Pasamos ya sin revisión dejando nuestros respectivos 50 pesos, a veces han sido 100 otras 150 o quizás un poco más. Dice Gabo que incluso algunas ocasiones no nos han cobrado, pero yo no lo recuerdo. Naún nos alza la mano y nos lleva a nuestras mesas, esa noche somos siete y queremos seguir bebiendo y cantando.
No sé cuántas veces hemos venido aquí, y digo hemos porque a Gabo y a mí nos encanta este lugar. La mayoría de las veces asistimos con amigos, y otras, las menos, solo ella y yo, después de algún concierto o de algún evento o reunión en el Barba Azul (salón de ficheras que está a escasos cien metros del Kashbah). Ella me recordó hace poco que la primera vez que fuimos fue cuando algunos de sus amigos le organizaron un cumpleaños hace seis años, a unos días de habernos casado. Esa noche, la de su cumpleaños, fue el match perfecto, ella cantó y bailó hasta que quiso junto a sus amigos y demás divas que se presentaron, mientras yo me la pasaba increíble, impactado por los shows y el ambiente que vimos esa noche, a pesar de que el lugar no estaba ni al 30% de su capacidad. Eso es algo que a Héctor le gusta, que es un lugar para divertirse sin hacer una larga fila para entrar, no estamos apretados dentro y tenemos la seguridad de que la música será siempre muy variada, convirtiéndolo en un salón de baile y fiesta.
Desde ese entonces, al Kashbah lo frecuentamos de muchas maneras, como lugar de pre-copeo, para presumirlo a algún amigo que no vive en la Ciudad, por el puro placer de ver y cantar los éxitos de los ochenta y noventa y desde luego, para afterear y seguir la fiesta hasta que amanezca, como dice Laura León. El Kashbah a diferencia de otros lugares con el mismo giro, es muy amplio por dentro, pero si te dejas llevar por cómo luce por fuera, no creerías que es un lugar donde hay un gran espectáculo travesti y de cabaret, ya que podrías confundirlo con alguna casa o bien, con una vecindad de las muchas que hay en la Colonia.
Cuando entras por su primer pasillo, te recibe un sonido estruendoso, la música por lo regular está a todo lo que da y a veces, es imposible hablar con tus acompañantes. La pista de baile está rodeada en su totalidad por mesas y sillas que siempre son las más solicitadas porque las artistas interactúan mucho con el público. Del lado derecho camino hacia los baños y después de esa primera fila, hay periqueras y algunos sillones tipo lounge que le dan otro toque al lugar, que, aunque más alejados del bullicio del show y el baile, se puede disfrutar muy bien de todo el ambiente y la atmosfera que produce el lugar.
Alguna vez mi primo, a quien no le agrada el Kashbah, me preguntó porque me gustaba ir ahí. Sin haber pensado una respuesta antes, pero seguro de que es uno de mis lugares favoritos en la Ciudad, le contesté que me gustaba porque me parece un lugar en decadencia, pero sin ser decadente, es un volver a esos shows muy en boga de los noventas que únicamente he visto en videos o documentales, quizás añorando haber vivido en esos años. Le dije que de igual forma me gusta que sigue manteniendo su aire underground y no solo por la zona en la que está, sino por todo el ambiente que genera ir, entrar y divertirse allí. Gabo dice que le gusta porque el show y las chicas son de primer nivel y el lugar, a pesar de estar en una colonia conflictiva, es seguro y se convierte en una máquina del tiempo. Es simplemente un lugar al que vas a divertirte y pasarla memorable con tus amigos, pero también con tus tías.
Preguntando a algunos amigos, la mayoría pensamos eso, por ejemplo, Pepe me dice que le gusta el contraste de glamour y sencillez, no es un lugar típico o comercial, es un poco clandestino, además los meseros son digamos “pizpiretos”. Voy ahí para entrar a otro mundo, uno más divertido. Héctor también coincide en que los meseros suelen ser un plus, el Kashbah tiene ese factor de lugar “raro” y, aunque ya sabemos cuál es la dinámica (contactar al mesero, llegar, pedir mesa, pedir la bebida, bailar y esperar el show o que llegue un poco más de gente), vamos a descubrir qué cosa va a suceder, con qué nuevo show nos van a sorprender, qué mesero chacal estará, que bailarín está más bueno o a cuál se le marca más el paquete, y también que “vestida” (sin ser peyorativo) aparecerá o que nueva artista será parte de Acapulco Paradise Internacional, como se le conoce a todo el grupo que hace el show.
Esta vez el lugar está repleto y cada vez es más recurrente que suceda, ahora vienen más extranjeros y parejas bugas que se han ido enterando del lugar por reseñas y entrevistas que han salido en la tele o en páginas de internet, incluso han ido famosos que únicamente ven el primer show y después se van. Lo bueno es que aún con ese lleno, Naún nos da una mesa enfrente de la pista y a lado de la puerta donde salen las artistas. Yo prefiero ver de más lejos, como cuando nos daban las mesas del fondo pero que estaban un metro arriba de las demás, se podía ver mejor el show, en panorama, sin embargo, a la mayoría le gusta estar junto a la pista, en medio de la gente y conviviendo más con las dragas y los bailarines.
Apenas llegamos a ver el cierre del primer show, ese que empieza a la 1:30 am. Pedimos un par de botellas y algunas cervezas mientras nos acomodamos. Vemos como el show lleno de plumas y penachos se despide en medio de los aplausos para enseguida, ver como la pista comienza a llenarse de personas que bailan a ritmo de reggaetón que se intercala con tribal y otros géneros raros medio electrónicos. Después vemos a parejas bailar cumbia, guaracha y hasta algún sencillo de RuPaul
Es regular que al término de los shows las artistas salgan y convivan con los clientes o amigos que a veces invitan, también es común que se sienten en las mesas para que les inviten un trago mientras platican o se toman fotos. Esa noche, la primera en salir y saludarnos es Barbie que, por cierto, nunca pierde el papel, siempre está sonriendo como si fuera un concurso de belleza. Ella interpreta a varias divas muy populares, desde Shakira hasta Beyoncé, pasando por Gloria Trevi, Selena, o alguna artista que JL (el jefe del lugar) le asigne. Ella nos saluda a todos y se queda más tiempo con Charly y Osvi platicando hasta que parece que le llaman de otra mesa y se va.
Pasa un rato y a la mesa llega Melissa, una de nuestras favoritas porque interpreta a Jenni Rivera, Yuridia, Lupita D´Alessio y hasta a una Astrid Hadad algo periqueada. Melissa es muy alta y muy voluptuosa, de hecho, hemos visto como algunos amigos quedan cautivados por sus encantos frontales, olvidando que van con sus novias. Ella siempre tiene una sonrisa o carcajada, cada que nos ve se sienta con nosotros, bebe de lo que tenemos en la mesa, pero eso sí, cuando está en escena, le mandamos su shot de tequila que es lo que le gusta. Le preguntamos que a quién le toca hacer en el segundo y nos dice que a Jenni y todos nos emocionamos. Melissa siempre está hablando, contándonos cosas, sabe atender a su público y tal vez eso nos ha dado la confianza de contratarla en algunos eventos que hemos hecho, es muy buena en lo que hace.
Esperar el segundo show suele ser muy cansado y más si vienes de otras fiestas con todo lo que eso conlleva. Sin embargo, la espera pasa relativamente rápida entre los amigos, el baile, los besos, el alcohol y, sobre todo, el ambiente que se absorbe. Héctor dice que los mismos asistentes crean un cuadro muy diverso, desde nosotros un grupo de amigos que siempre vestimos de negro, hasta los chavitos fresas que cayeron en el lugar llevados por algún amigo que ya lo conocía. También los extranjeros, los chacales, el grupo de amigas, y desde luego los clientes de siempre: en su mayoría señores que bien pueden ser amigos del vestuarista del show Gilberto Granillo o de JL. Gabo coincide en que la combinación de estilo de los asistentes es muy particular y un claro ejemplo de que las canciones despechadas y el pop siempre unen a la gente.
El segundo show comienza puntual lleno de rumba, acrobacias, lentejuelas y plumas, en donde salen todas los interpretes que participaran. Gabo nos dice que, en este show, el de las 5 am, nos va a tocar la hora despechada como yo le digo, porque podremos escuchar a las divas mexicanas como Lupita D´Alessio, Laura León, Edith Márquez, Dulce, Rocío Dúrcal o mi Jenni querida QEPD, muy diferente al primero donde hay más coreografías y en el que el vestuario y ballet lucen más, haciendo que el espectáculo sea digno de un casino de la Vegas, presentándonos a las grandes divas del pop en inglés como Cher, Kylie Minogue, Lady Gaga y hasta Katty Perry.
A Héctor le gusta eso, que los personajes de las presentaciones sean variaditos, que podamos ver a Jenni o Shirley Bassey, a Cher o Liz Minnelli, incluso hemos llegado a ver todo un musical como ¡Cats!, se ríe mientras recuerda esto y continua, ah y desde luego, no olvidemos que también podemos ver a íconos gay como Paulina Rubio o Thalía. Todo esto mantiene a la audiencia atenta a lo que va saliendo, a lo que cantan y en espera de que estos intérpretes se acerquen a tu mesa a saludar y brindar.
Esa noche tenemos suerte y nos toca un imitador de Juan Gabriel algo maduro, muy similar al divo en sus últimos años. Su actuación y el lip sync con la ya clásica “Porque me haces llorar” es formidable. Con copa en mano prende al público que queda y muchos cantan y le dan propinas, acto que me recuerda enseguida al Muxets en Monterrey.
Muxets
El Muxets se encuentra en el centro de Monterrey, muy cerca del Palacio de Gobierno. Esa ocasión que fuimos nos invitó nuestro amigo Pepe, que reside allá y que como a nosotros, le encantan estos lugares. Nos prometió un gran show travesti, es como el Kashbah lo van a amar, nos dice, y nosotros estamos impacientes. El show comienza a las 10:30 pm y finaliza a la 1 am, Pepe nos dice que lo malo es que ahí no nos podemos parar a bailar como en los de la Ciudad de México, esa pista solo está destinada para el show y sus imitadores.
Entramos unos minutos antes de que inicie y el glamour del lugar te recibe de inmediato con una pared de colores platinados y luces neón con un letrero que dice MUXETS en un azul diamantino. El mesero nos ubica a un costado de ese escenario en donde estaríamos a centímetros de los artistas que poco a poco comienzan a hacer sus rutinas: de Paulina Rubio a Alejandra Guzmán, de Paquita la del Barrio a Lupita D´Alessio, de Edith Márquez a Juan Gabriel. El show avanza rapidísimo.
Cada presentación luce espectacular, los playbacks son exactos y a diferencia de otros lugares, estas imitadoras se dan el lujo, según sus personajes, de caricaturizar o burlarse un poco más de sí mismas, como lo vemos en una Lupita D´Alessio mucho más subida de peso, pero más divertida y teatral o bien, a la clásica Paquita, que exalta aún más las lágrimas que siempre la han acompañado a lo largo de su carrera.
Punto y aparte se vuelve el imitador de Juan Gabriel, a mi consideración, uno de los mejores que he visto. Este JuanGa más joven y un poco más esbelto, pero igual de cachetón, nos recuerda a aquel que dio el concierto legendario de Bellas Artes, incluso, pareciera que trae los mismos cambios de ropa y, sobre todo, nos llama la atención las chaquetas tipo torero que porta y que cambia cada que suenan las canciones como el divo real en ese show; del verde al negro o al azul para después continuar en rojo. En un lapso de quizás treinta minutos, el Juan Gabriel del Muxets interpreta las canciones más llegadoras con mariachi, haciéndonos cantar con él a coro, Yo sé de un tonto que te quiere y que se enamoroooooo de ti, y se bien que los dos se entienden y que los dos se ríen de mí, tú crees que yo no me daba cuenta… Le aplaudimos la entrega y que nos ponga el sentimiento a flor de piel, queriendo que siga y siga, acompañándolo con tequilas que Pepe pide para todos, sin embargo, aún hay artistas que esperan su turno y el divo termina por despedirse.
Sin cambiar el género, el turno tocó a una Rocío Dúrcal madura, sorprendiéndonos por su gran parecido que me hizo grabar de inmediato, un video corto para que me creyeran cuando contara esto. Portaba un vestido negro de lentejuelas entallado, con holanes a la altura de las rodillas. Su set nos llevó por canciones clásicas como “Frente a Frente”, “La Gata Bajo la Lluvia” y “Costumbres”. El pulso vuelve a subir cuando el imitador del Divo de Juárez, sube para entonar a dúo con ella “Déjame vivir”.
A punto de cerrar el show subió Edith Márquez, una de las favoritas por sus canciones de despecho. El parecido era bastante o al menos eso pensé (quizás el par de litros de vodka preparado que tomé me hacían ver eso), cosa que me hizo subir una historia a Instagram y etiquetar a la verdadera Edith. Grave error, pues al parecer la Edith original o su community, se molestó con eso y reportó mi publicación, haciendo que el video de 15 segundos fuera eliminado y mi cuenta suspendida por algunos días. No importó, esa noche la actuación de la Edith regia fue maravillosa, al igual que la de todos los artistas que pudimos ver esa noche.
Al preguntarle a Gabo que le pareció, me contesta que le gustó y no, lo que sí me gustó es que tienen unos verdaderos artistas, las interpretaciones y caracterizaciones son impresionantes. El show es largo y variado, y aunque el lugar es pequeño, el escenario es grande como para que Beyonce o Gloria Estefan hagan sus bailes con soltura. Lo malo es que cuando acaba el show cierran el lugar sin posibilidad de saltar a la pista de baile. Pepe dice que en Muxets se admiran las luces, el talento y el alma que entregan los artistas cada noche en el escenario, además de que me gusta que los shots me los sirve Juan Gabriel.
El show como bien no lo advirtieron terminó puntual pero la noche apenas empezaba. Pepe y sus amigos nos dijeron que la siguiente parada era en el Japi en San Pedro, porque en ese lugar, sí cierra hasta que amanece.
La Perla
Escribir sobre el Kashbah o el Muxets, me hace pensar inevitablemente en La Perla. Ubicado en la calle de República de Cuba, en pleno Centro de la Ciudad de México, este lugar es de los que más sabor da a las noches de quien se quiere divertir hasta altas horas de la madrugada.
Antes de conocerlo tal como es, La perla funcionó como bar de ficheras en los noventa y después, como un salón de eventos privados, en donde se podía escuchar un sinfín de variantes musicales a finales y principios de los años dos mil. Su explosión mediática fue en ese re-descubrimiento en la última década por las generaciones más jóvenes y desde luego, por los que nunca dejaron de asistir a ese lugar en el que pueden ser ellos mismos y que, además, se pueden divertir junto a las caracterizaciones de artistas y shows emblemáticos.
A La Perla solo he ido un par de ocasiones, a pesar de que, en su historia, nos cuentan que son un Bar Cabaret fundado en 1946 aunque, en otra entrevista, el dueño actual menciona que está desde 1979. El problema o quizás el acierto de este lugar, es que es muy difícil conseguir una reservación (tal vez por su tamaño y demanda), requisito indispensable para poder entrar, y muchas veces, hay que hacerlo hasta con un mes de anticipación (quizás he tenido mala suerte con esto y no sea tan complicado), volviéndose muy difícil que, como asistente, puedas repetir un par de ocasiones al mes, aunque pienso que puede ser que eso ayuda a que mucha más gente pueda conocerlo, pero la verdad es que este siempre es un tema. Lo de la reservación es un gran inconveniente, me dice Osvi, no me gusta porque nunca hay mesa. Eso sí, me dice que cuando ha entrado su show es buenísimo y muy largo. Pepe también ha logrado entrar con previa cita, diciéndome que cuando ha estado ahí, te puedes transportar a otra era, en la que las divas de la música y su audiencia, son las protagonistas de la noche, además de que, al estar en el Centro de la Ciudad, le da más glamour.
Y es cierto, una vez que logras entrar el lugar es muy llamativo, muy kitsch, por momentos me recuerda al legendario Teatro Fru Fru, que albergó muchos shows cabareteros en la década del setenta, cuando lo rescató y remodeló La Tigresa. La decoración de La Perla te hace click desde que entras, de inmediato ves los hermosos candiles que rodean el techo del escenario y que, además, tiene en el centro una enorme bola de espejos tipo disco. De igual manera podemos ver imágenes de personajes pop que van desde el Maestro Limpio, Marilyn Monroe o Pérez Prado, hasta el Diablo o Jesucristo. La pequeñez del lugar hace que por momentos el calor sea sofocante, ya que siempre se llena en espera de ese par de shows (11:30 pm y 1:30 pm).
El preámbulo es principalmente para acomodarte y empezar a beber, las caguamas son lo que más se vende, aunque también hay otras bebidas. Ya entre los shows y después de estos, para los que se quedan, se abre pista con música muy variada como en una boda o una fiesta de quince años, en donde caben todos los gustos: salsa o cumbia para los bailadores y desde luego pop en español e inglés, para todos los que de a poco, llenan la pista hasta que es casi imposible moverse con facilidad. Cabe señalar que algunos de sus asistentes, van a La Perla como primera parada de su noche y en cuanto termina el primer show, seguir el baile dentro del Marra o La Puri, o bien, continuar cantando a ritmo de mariachi en la Plaza Garibaldi.
Una vez que anuncian el inicio del show, el tiempo se detiene y toda la atención se la llevan las artistas y bailarines que regularmente tienen una gran caracterización, actuación y vestuario, que nos hacen ver interpretaciones muy buenas de divas como Selena, Gloria Estefan, Paulina Rubio, Paquita la del Barrio, Dulce, Yuri y otras más. Pero también tienen un set que vuelve muy pero muy surreal el evento, al presentarte estrellas para público infantil como Cepillín, Tatiana, Parchís, Xuxa o la Chilindrina.
Si bien La Perla siempre es impactante para visitantes primerizos o extranjeros que asisten por lo afamado y céntrico del lugar, para otros que van y gustan de estos eventos más recurrentemente, el lugar se vuelve una opción secundaria al preferir ir a otros lugares con menos restricciones, pero sin duda, La Perla es un lugar indispensable de la noche y la fiesta.
De regreso al Kashbah
El show continúa con un gran performance de Melissa como Jenni, interpretando “Resulta”, “Querida Socia”, “Chuper Amigos y “La Gran Señora”. “Inolvidable” se vuelve la más coreada y hasta bailada. Después llega el turno de Dulce, Selena y finalmente, para cerrar la noche Edith Márquez.
Esta Edith es muy delgada y bien podría recordarnos a esa que se hizo famosa en el programa Papá Soltero o en esos primeros discos de solista. Ella también es una de nuestras favoritas y aunque no le hablamos como a algunas otras, alguien de nuestro grupo siempre le manda una copa de Torres 10, que es lo que le gusta beber al interpretar a la cantante con canciones como “Mírame”, “Dejémoslo Así” o “Mi Error, Mi Fantasía”.
Al preguntarle a mis acompañantes por qué les gusta asistir a este tipo de lugares Gabo y Osvi coinciden en que hay un pequeño dejo de nostalgia por esas divas que siempre han escuchado. Gabo dice que es regresar en el tiempo, pues esas canciones que solo sonaban cuando era pequeña porque las ponían mi mamá o mis tías, ahora me pegan, es en ese momento cuando comienzo a apreciarlas. Osvi dice que desde siempre le gustaban y que, además, son canciones y cantantes que nunca pasaran de moda.
Héctor se pone más reflexivo y dice que le gustan por la mezcla de música “arrabalera” con diversos géneros te hacen pasar un buen rato, además de que se emula a los salones de baile, pero con el toque gay que busca generar la fiesta para todos los presentes, con canciones para bailar pegadito o perrear intenso con el ligue en turno o bien, para corear a todo pulmón la música de “señora”.
Les pregunto por otros lugares similares a estos tres y Héctor me dice que el Spartacus en Neza, muy famoso por ser uno de los lugares preferidos (cuando visita nuestro país) de María Olvido Gara mejor conocida como Alaska. Le digo que puede ser, aunque no es de mis preferidos, pero muchos dicen que aparte de los shows que dan ahí, el mayor plus es que tiene cuarto oscuro y meseros que te dan privados. Pepe a su vez me recomienda la Taberna de Caudillos en Guadalajara, en dónde aparte del show de las divas, hay strippers. Le digo que ese no lo conocemos y que será visita obligada la próxima vez que estemos allá. Yo recuerdo al Pipiris que visitamos la última vez que fuimos a Oaxaca y Osvi, me dice que el 8 en Eje Central pero ya no existe.
Hemos pasado al menos cinco horas dentro del Kashbah y en el lugar ya se puede vislumbrar algunos asistentes pasados de copas e incluso a algunos dormitando. Nosotros seguimos “enteros”, pero sabemos que ya es hora de irse porque como en casi todos lados, siempre hay intensos que no controlan todo lo que ingieren. Pagamos la cuenta, nos levantamos y despedimos de Naún, de JL y de Melissa a lo lejos porque ya está ocupada con algunos clientes. La noche travesti, con plumas, lentejuelas, glamour, kitsch y nostalgia ha llegado a su fin.
Salir del Kashbah como me dice Osvi, es un regresar a la realidad, porque adentro puedes pasar ocho horas que parecieron solo una. El sol de la mañana está a todo y de primer momento parece que entendemos a los vampiros, este pinche sol nos está matando. Miramos hacia la derecha para ver sí la señora de los tacos sigue abierta, nos acercamos y le preguntamos si aún tiene, claro joven aquí siempre hay, los fines abrimos veinticuatro horas gracias a Dios. Nos sentamos y pedimos dos caguamas, tacos campechanos para todos y empezamos a decidir que sigue, si nos vamos a otro lado o bien, le ponemos fin a la velada porque el cansancio y el sueño comienzan a alcanzarnos.