Contra las tesis
La vida, de suyo, ya es un lugar miserable, terrible, angustiante; además de la dificultad de dotar de sentido la vida, de hacernos cargo de nosotros mismos, de sobrevivir al día a día, de salir del paso con la comida, los pagos, el trajín de nuestras necesidades más imperiosas y saber que al final lo único que nos espera es la muerte, una muerte solitaria e ineludible, además de eso, encima de eso, como si eso no fuera poco, también existen las tesis.
La tesis se ha convertido en un género que se le impone al estudiante. Si alguien ha de padecer el género, ése debe ser el estudiante de literatura. La tesis es un género que no llega al ensayo y que normalmente se niega a ser un libro. Es un género que se manifiesta en la obligación. Es peor que un libro por encargo porque el pago que ha de recibirse es mucho menos que la gloria o la remuneración venal: el pago es el grado académico. El estilo predilecto de la tesis es la desesperación: cientos de jóvenes apesadumbrados por procrastinar, por diferir el plazo irremediable viendo series de televisión, videos virales en internet, con lecturas dispersas y citas dosificadas con cuentagotas, una exigencia a fingir que se debe decir algo, alimentada por una falsa creencia de que se puede decirlo; la pesadumbre de escribir cada vez con menos tiempo y cada vez más obligado. La tesis, de pronto, no se presume, se padece.
Para mi generación, es más, para mi círculo social que no es muy grande, escribir una tesis primero fue difícil y luego se volvió una costumbre. Todavía, en sus ratos libres, algunos amigos esbozan tesis en servilletas, escriben hipótesis en los baños públicos y publican artículos a partir de fragmentos de otras tesis que ya escribieron. Se dice que Robert Desnos dominaba tan bien los versos alejandrinos, que podía sostener una conversación sin perder la versificación. Así, mi generación domina tan bien el género que puede considerar que el mundo sólo es un tema de tesis.
La tesis es un género que niega su lectura, que va de la súper especialización al pavoneo de los conocimientos. No es raro ver las burlas que profieren aquellos que ya han escrito muchas tesis, denigrando a aquellos que no se han titulado. El que se tituló sin tesis, además, pierde prestigio y se degrada como aspirante.
Un tuit tiene 140 caracteres. Cada 5000 tuits equivalen a 388 cuartillas de 1800 golpes.
Por si fuera poco, si tienes suerte, tu tesis la leen cinco personas. Si tienes suerte, son tus amigos, porque siempre hay dos sinodales que la leen y otros tres que hacen menos que leerla y esto es decir que la leyeron sin haberla leído. Y es comprensible. Además, luego de que ya pasaste el filtro del ninguneo, debes hacer el ridículo frente a cinco personas. Frente al jurado, demuestras lo que sabes hacer, lo que puedes decir. Entonces, pones tanto empeño en la demostración que todos los trucos resultan afectados. El resultado: te conviertes en un payaso melancólico.
Esos trabajos de portadas azules, impresos en papelerías-imprentas caseras, con notas al pie hasta en la portada, esas tesis, con ese formato estilo Copilco, con esas letras doradas o plateadas en un marmoleado azul o guinda, ¿pueden ser considerados libros? No, o existen las tesis o existen los libros.
Hay dos aspectos ridículos de las tesis: sus títulos y sus dedicatorias. Si quieres aprender a escribir una tesis, debes aprender a titular usando los dos puntos. Primero pones dos sustantivos, un poco en cadáver exquisito, luego los dos puntos y una tema de investigación hiperespecífico. Ejemplo: Divagaciones y jaleo: la boca y la frente en la poesía barroca española de 1614 a 1619. También es posible agregar algún concepto, de preferencia un neologismo, porque está de moda inventar conceptos que sólo el autor conoce. Ejemplo: Erovisiones y neoestructuras: la condición humana resignificada en la obra inédita de un escritor que todavía no publica. En cuanto a las dedicatorias, debo ponerme a mí mismo como ejemplo de lo ridículo. Yo le dediqué mi trabajo de titulación A la melancolía.
La próxima vez que escriba una tesis haré todo lo posible por que no lo parezca. Si de cualquier modo salgo mal librado, y al final termino, como siempre, haciendo lo que odio, le pondré esta dedicatoria: “A Dios, exista o no, que sigue permitiendo que se escriban tesis.”