Como un monólogo de ti hacia ti. Las migraciones de Gloria Gervitz
Titulo: Migraciones
Autor: Gloria Gervitz
Editorial: Mangos de Hacha | Secretaría de Cultura-DGP
Lugar y Año: México, 2017
Gloria Gervitz (Ciudad de México, 1943) ha escrito el poema Migraciones a lo largo de cuarenta años. El texto guarda en sí un camino de transfiguraciones, pues ha ido sumando nuevos sentidos a los previos, expandiendo sus ramificaciones significantes.
En la nueva versión —editada por Mangos de Hacha y la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura— el texto se disemina como un poema de largo aliento. Han sido borrados los títulos que lo dividían en fragmentos y los epígrafes; los signos de puntuación se han reducido al mínimo (quedan sólo los interrogativos) y se han suprimido las mayúsculas. Estos elementos que actúan como mecanismos de anclaje, sujeción o ligadura, como marcas textuales jerárquicas, desaparecen y el poema queda como una superficie fluida, abierta, en la que el fragmento se extiende en el todo, sin cortes impuestos.
El signo de la migración se materializa en la página en tanto movimiento espacio-temporal, reconstruido en su fisicidad e inestabilidad. El texto se muestra más como proceso que como fin, más como desplazamiento que como resultado.
Una de las células irradiadoras del texto es la memoria y la reconstrucción que la voz poética —las voces— hacen de ella. La memoria se proyecta desde un yo corporizado en su aprehensión del pasado y en las narraciones que hace de sí, sin desligarse de otros cuerpos que avanzan contiguos y dejan huellas, como residuos materiales encarnados.
La memoria emerge como una máquina selectiva a partir de la que, además, se hacen posibles los desdoblamientos del sujeto poético.
La memoria selecciona qué arroja, qué disecciona, qué mantiene semioculto; la voz se mueve entre el monólogo autorreflexivo: («¿puedo acaso arrancarme de mí?»). Y la pregunta como una manera de potenciar al yo, evidenciando su multiplicación, sus bifurcaciones («¿me oyes? debajo de mi nombre / estoy yo»).
Esa voz pluralizada se manifiesta en contra de la percepción de linealidad de una vida, y activa la representación de una energía corporal que se dilata y que no oculta sus marcas genéricas, presentes también en las figuraciones de la abuela, la nana y la madre como mujeres determinantes en la conformación de la experiencia. Los lazos afectivos, sin estar libres de heridas, son sedimentos de la memoria. Se es testigo de sí y de las otras cercanas.
La conciencia se manifiesta como una contienda; el yo se multiplica: no se es una sino muchas que se observan desde la distancia y la intimidad («como una medusa la conciencia / quema este cuerpo / estas palabras»). En la reconstrucción de la voz-conciencia-subjetividad, Migraciones deviene en un espacio de autodesignación, de nominación de una subjetividad que rompe con la ficción de un sujeto unitario, cimentado en su reconocimiento y simultánea desidentificación («memoria ¿me oyes? / creces como lo que se olvida […] / quito las piedras para que penetren las palabras»)