Centenario de Jack Kerouac
Escrita en 1945 a cuatro manos por Will Dennison y Mike Ryko, Y los hipopotamos se cocieron en sus tanques narra la historia de un asesinato entre miembros de la misma pandilla beat. Repara en un momento irrepetible dentro de la Generación beat. La colaboración entres dos de sus miembros más representativos: Jack Kerouac y William Burroughs. La lectura de la obra resulta novedosa por el anatema generacional que representa. En incisivas ocasiones, a lo largo de su carrera, Burroughs se había pronunciado en contra de su nombramiento como un militante beat. He aquí la prueba irrefutable que desmantela la negación de Burroughs y derroca el mito de la representatividad. La pertenencia es un rasgo incierto. Cada uno elige a qué generación pertenece, independientemente de su fecha de nacimiento. Y la novela demuestra que la elección de Burroughs fue erigirse como un beat.
En Trópico de cáncer, Henry Miller declara: “Nuestros héroes han muerto o se están matando”. Kerouac no sólo tuvo la oportunidad de convivir con uno de sus ídolos, también trabajó con él. Aunque algunos críticos se han empeñado en inscribir a Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques dentro de una corriente existencialista, por el tono de la narración, en realidad la novela es un reflejo exacto de las cualidades jazzísticas que la vida de Jack experimentaba. La asociación entre ambos es la emulación de lo que Kerouac observaba en el mundo del jazz. Charlie Parker se fusionó con Miles Davis, luego Miles Davis se fusionó con John Coltrane. De la misma forma, el primer Kerouac urgía de una simbiosis.
Por su parte, Burroughs al poner en manos de Kerouac y Ginsberg la organización del manuscrito de El almuerzo desnudo confirma lo que Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques anunciaba, su evidente apego a una generación de la cual siempre renegó pero que jamás se empeñó en destruir. A partir de este episodio se convertiría en una presencia imperante en la vida de Jack. Así lo revela la redacción de Dr. Sax, tributo de Jack hacia el ineludible Burroughs, y la influencia que ejerció la Ciudad de México en ambos, sin duda propiciada por los dictados del viejo William. El choque entre las dos prosas marcaría profundamente la narrativa de ambos. En la novela podemos advertir la prehistoria del Burroughs de obras posteriores como Exterminador o Yonqui, y la constante que simbolizaría la producción futura de Jack: la búsqueda del héroe personal.
Al redactar Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques, la escritura de Kerouac realizaba tres actos paralelos: uno, exploraba el reconocimiento de su modelo de la vida norteamericana en Burroughs; dos, aplicaba a su cotidianidad, llevada a la página, dimensiones dostoievskianas, y tres, trabajaba a sus amigos como primordial materia literaria, ejemplo de ello es la historia de Lucien Carr y David Kammerer (Philip Tourian y Ramsay Allen respectivamente, en la ficción). A pesar de la admiración profesada por Burroughs y la reverencia en Dr. Sax, la figura del viejo yonqui fracasaría como modelo representativo de la vida americana. No sería hasta que apareciera Neal Cassady que Kerouac vería cumplidas todas sus expectativas respecto al prototipo de su amada América. En lo referente a Dostoievski, la novela sería la más fiel, pero a la vez la más inexacta aproximación al universo dostoievskiano por parte de los beats. Por lo anterior podemos decir que Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques es una novela fallida. Vayamos por partes: recordemos lo que sucede en Crimen y castigo, Raskolnikov, el antihéroe, asesina a dos personas, elude a la policía y al final se entrega para cumplir una condena. Después de pagar su delito se casará con Sonia. Raskolnikov mata a dos inocentes y se hace encarcelar sólo para al final poder ingresar a la sociedad. Es un largo viaje para sentirse un ente social. Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques también culmina con un homicidio, pero ocurre lo contrario. Hacia el fin de la historia Ramsey Allen se salva de la prisión gracias a que recurre al trillado truco de abogar demencia. No existe una enseñanza moral.
La realidad de Lucien Carr es más dostoievskiana que la ficción de Burrough & Kerouac. Cuarenta y ocho horas después de ultimar a David Kammerer, como Raskolnikov, se presenta en la comisaria. Habla con la verdad: Kammerer era un confeso homosexual que lo acosaba incansablemente. Paga su deuda con la sociedad, como Raskolnikov, y se reintegra a esta. Dostoievski conocía el alma humana. No se equivocaba al someter a su protagonista al encierro. Un hombre no puede soportar en la ficción lo que es incapaz de soportar en la realidad.
Con frecuencia, se hace referencia a la relación entre Lucien Carr y David Kammerer como una réplica entre el amasiato de Rimbaud con Verlene. La diferencia radica en que entre los del siglo XIX existió una gran pasión. Y entre los beats no. El conflicto de la novela no se encuentra en la relación entre Lucien y Kammerer, ni tampoco el crimen, se halla en la culpa que lleva a Carr a dejarse atrapar. Gran parte de la novela está dedicada a establecer un escenario, algo típicamente beat, y a retratar la época. Un deseo por legitimar la estirpe, más kerouaquiano que burroughsiano.