Tierra Adentro
De la serie _Cabeza fría, Hot wheels_, 2019.

En cuanto enciende el motor, el camionero sabe que no hay marcha atrás. Infinitos kilómetros de cielos brillantes y verdes parajes le aguardan. Más adelante, la monotonía del asfalto. Sin embargo, su travesía es todo menos monótona. Se compone de itinerarios inestables, cambios climáticos súbitos, enfrentamientos con el abuso de poder, realidades sociales contrastantes y estados de consciencia alterados. ¿Cómo manifestar dicha alteridad a través del arte y las imágenes?

La producción visual del artista Sergio Chavarría (Cahuacán, 1996) documenta a través de fotografías, videos e instalaciones la labor diaria del transportista mexicano, conformando un mapa que traza las arterias sobre las cuales, día con día, fluye parte considerable de la economía nacional. Nacido en el municipio de Nicolás Romero, Estado de México, Chavarría creció, entre la admiración y la extrañeza, rodeado de choferes de camión. El distanciamiento en la adultez lo motiva a volverse chalán de camioneros, emprendiendo recorridos guiados por la aventura y la camaradería. Actualmente Chavarría es becario del FONCA y cursa el programa de estudios educativos de arte en SOMA. Su apuesta por re/conocer al Otro culmina en Pico de gallo (2018-) proyecto audiovisual que nos adentra en el viaje de transportistas de cebollas, chiles y jitomates en la enrevesada carretera México-San Luis Potosí. Más que documental, un documento con varias capas de interpretación. 1

Cada viaje que Chavarría emprende es un ejercicio de amistad a dúo. Tal vez el rol protagónico no le pertenece al artista ni al transportista, sino a la carretera: ella le da forma narrativa al proyecto. 2Michel Onfray aconseja que la mejor manera de viajar es, más que con una pareja o un grupo, al lado de una amistad. Los amigos, añade, “como andróginos felices, fabrican el viaje que, en cambio, y en un gesto paradójico y singular, los constituye en su intimidad”.3El lente de Chavarría se adentra en los intersticios de aquella intimidad compartida. Su peripecia, que arranca bajo la encomienda de un “coyote” en la Ciudad de México, se despliega en el insomnio, conduciendo de madrugada a fin de llegar a tiempo al campo de cultivo, obtener la mercancía y entregarla con puntualidad, ya de vuelta, en la Central de Abastos.

El punto de vista que rige Pico de gallo es el de un cronista cuya misión es atestiguar, desde lo subjetivo, problemáticas particulares de los autotransportistas. La carretera es la columna vertebral, un sitio de entrecruce que va de lo objetivo a lo simbólico, 4 rollo mecanografiado —como el de Kerouac en la primera versión de On The Road— sobre el cual se escriben historias personales de los choferes: sus ilusiones, deseos, sus sueños y sus anhelos. Frente a un sistema laboral que nos aliena, la mirada artística de Sergio Chavarría sirve como paréntesis en el ajetreado itinerario del camionero, sujeto nómada cuyo largo tránsito a través de una superabundancia de lugares representa un desafío para cualquier lente: ¿Cómo fijar los signos desde la impermanencia? ¿Cómo retratar lo que ineludiblemente se dejará atrás?

Las fotografías que conforman Pico de gallo son, a la vez, parcelas de historia que consignan la paulatina transformación de la infraestructura y las condiciones de transporte en México. Si la retórica gubernamental se ha sostenido en un discurso que enarbola la modernidad y el progreso, la realidad del campo demuestra las contradicciones de dicha empresa y la desigualdad de su impacto. La atemporalidad de las fotos apunta, en términos alegóricos, al lento desarrollo tecnológico e, inclusive, al aparente estancamiento en los medios de producción nacionales, como si el tiempo no avanzara en ciertos sectores de la economía mexicana. Esta se acentúa por el soporte análogo. Gasolineras, fondas, puertos fronterizos, sembradíos: sitios que componen la cotidianeidad camionera se nos develan como manifestaciones de verdades ocultas que el ojo del fotógrafo descubre en el desamparo del camino.

Frente a la movilidad frenética de un viaje en camión, cada fotografía de Chavarría impone una pausa reflexiva. Algunas transpiran el esfuerzo físico de los jornaleros bajo cielos de un azul intenso, estampas de una ardua jornada bajo el sol ardiente. Estamos, podría afirmarse, ante escenarios inequívocamente nacionales. En efecto, según Olivier Debroise, la historia del paisaje mexicano en las artes visuales puede ser entendida como una construcción nacionalista.5Pero las imágenes de Chavarría no incitan al bucolismo y tampoco a la denuncia: en ellas habita, si acaso, la fascinación que solo permite la curiosidad de la juventud ante lo familiar. El reconocido fotógrafo Gerardo Montiel Klimt advierte que la fotografía paisajística mexicana de los años recientes no surge del trastocamiento, intervención ni exaltación del paisaje, sino de su contemplación pura.6Las composiciones geométricas de Chavarría retratan el periplo cotidiano de una comunidad que ha sido relegada por los imaginarios de la modernización.

En contraste, las fotografías en interiores nos adentran en momentos de reposo. Indiferentes ante la cámara, los camioneros duermen, beben café o se dejan llevar por la ensoñación en la vigilia. Descansan. Conversan. La conducta hipermasculina comúnmente asociada a la figura del camionero se diluye. En su lugar, mediante close-ups, descubrimos hombres que llevan consigo huellas de vulnerabilidad y retraimiento. Como señala Mark Millington, la masculinidad es un concepto fluctuante, con cargas negativas (agresión y actitud defensiva), o bien, positivas (aguante y fortaleza).7 Las fotografías de Chavarría desmontan estereotipos del hombre en carretera, así como las connotaciones nocivas asociadas a las costumbres en el campo. 8

El modelo reflexivo también permea a la producción en video. Entrecruzamiento entre el género documental y el arte social, el cortometraje de Pico de gallo nos adentra en la comunidad del camionero, en los vínculos que establece con otros durante su travesía y los espacios de sociabilidad donde transcurren sus días. el principio de interacción de Chavarría recae en el intercambio y la compañía mutua, en tanto ejercicio para indagar en la Otredad de forma horizontal. Se genera un intercambio de saberes, afectividades y labores técnicas. Para Maurice Blanchot, la necesidad de un ser por unirse a otro radica en una sensación de incompletud inevitable, dado que “la existencia de cada ser reclama lo otro o una pluralidad de otros”. 9

Estructurado en tres partes, el cortometraje nos presenta a Ramón Lara “El Toro”, camionero desde los quince años. Su labor formula una filosofía, que se deriva incluso de la cultura popular (la letra de una canción de fondo reza: sea de noche o con el sol / soy feliz en carretera). Si las fotografías entretejen signos de los espacios transitados, el cortometraje evidencia códigos de comportamiento. La sabiduría camionera se condensa en “cabeza fría, hot wheels”, dicho cuasi proverbial para permanecer atento al manejar sin frenar la adrenalina. Combustibles de distinta naturaleza le permiten potenciar su nivel de energía: nicotina, cafeína o anfetaminas (mejor conocidos como “pericos”): no hay que tratar el tema con pudor. Pico de gallo es una bitácora del desgaste, diario que registra los diferentes métodos para “ir a las vivas”, venciendo la fatiga a toda costa. La deprivación del sueño, la mala alimentación y el abuso de sustancias irán, por consiguiente, en detrimento de su salud.10 En su lucha por sobrevivir, el sistema capitalista somete a los cuerpos a permanecer constantemente activos, eficaces y resistentes. Dos de las fotografías más expresivas de esta serie son la de un transportista dormido, descamisado y vulnerable, y la de una almohada con un Winnie the Pooh bootleg cosido en la funda.

La cachimba es el sitio que demarca una escisión entre la labor y el ocio. Establecimiento multifuncional a la orilla de la carretera, la cachimba sirve para una breve estancia de alimentación, aseo, descanso y diversión. Una melancolía particular impregna a estos locales: quizá la desconcertante incongruencia entre la atmósfera aletargada de los conductores y la música de fondo, siempre tropical y guapachosa. En medio de discos piratas, juegos de mesa, imágenes religiosas y pastillas “pa’ aguantar”, la cachimba es el punto más ambiguo del trayecto. “La Nena”, cachimbera entrevistada para el cortometraje, heredó el trabajo de su familia y ha forjado su vida en medio de la carretera: es la antítesis del nómada. Hay una peculiar agencia de su género y su trabajo al negociar y abrazar las contradicciones: no cabe nombrar al lugar como una “casa de citas”, sino como una fonda. Al igual que en las fotos, hay un tema recurrente: existen lugares en México donde el tiempo no transcurre o, por lo menos, se siente más espeso.

Las manecillas del reloj amenazan al camionero. Su itinerario de trabajo se configura a partir de las necesidades de la demanda y el flujo de capital que, a su vez, moderan al flujo humano. Entramado de interconexiones que nos devuelve a nosotros mismos, nuestra propia identidad, de este lado de la urbe. Pico de gallo insiste en recordarnos que nosotros también estamos insertos en ese circuito económico. ¿Qué nos enlaza? Sin duda, la presencia diaria de los productos que transportan, indispensables en la canasta básica del pueblo mexicano. Anunciado desde el título, la gama tricolor verde, blanco y rojo resulta fundamental para arrojar interrogantes en torno a la identidad nacional. Nada tan mexicano como la salsa pico de gallo; nada tan ignoto como la psique del camionero.

Para su primera exposición individual en la ENPEG La Esmeralda, Chavarría realizó una videoinstalación donde, además de tres pantallas que proyectaban cada parte del cortometraje, colocó tres montículos de arpillas llenas de jitomates, cebolla y chiles. Los visitantes y la comunidad estudiantil podían llevarse cuantos quisieran. Con el paso de los días, la mercancía disminuyó, salvo las cebollas, que comenzaron a descomponerse, generando incomodidad entre el alumnado y el personal escolar. La dinámica de la central de abastos o del mercado se había trasladado a la institución artística por medio de una dinámica olfativa y sensorial, como una sinécdoque del esfuerzo físico de los jornaleros y camioneros.

Visualizar el drama cotidiano de los choferes interestatales no solo tiene como propósito cuestionar sus condiciones laborales precarias. Al atravesar México de un punto a otro, el camionero experimenta diferencias culturales irreconciliables. Se vuelve testigo de una nación desarticulada, sin cohesión, cuyos territorios se dividen “entre la prosperidad y el estancamiento; entre lo moderno y el rezago”.11Pico de gallo hace de la epopeya del camionero un filme de carretera12y, al mismo tiempo, no descarta una lectura como un archivo documental que, desde lo afectivo, desde las ganas de viajar, transmite el ímpetu de aventurarse a lo desconocido. En otras palabras, se trata de la necesidad de llevar un registro de la experiencia vital.

 

 

 

 

 

 

 

 

  1. Para Jean-François Chevrier, “los mejores documentos son en ocasiones creaciones accidentales, cuyo significado se produce después”. Véase “Documentary, Document, Testimony” en Documentary Now! Contemporary Strategies in Photography, Film and the Visual Arts, ed. Frits Gierstberg et al. Rotterdam, NAi, 2005, p. 54. La traducción es mía.
  2. Para T. S. Eliot, Huckleberry Finn (1884) es una novela conformada por dos entidades: el niño y el Río Mississippi. El niño Huck confiere estilo al libro; el río, forma. Véase “Introduction” en Mark Twain (Updated Edition), ed. Harold Bloom. New York, Chelsea House Publishing, 2006.
  3. Michel Onfray, Teoría del viaje. México, Penguin Random House, 2016, p. 34.
  4. Véase José María Castro Ibarra, “Itinerarios carreteros: La percepción espacio-temporal de los autotransportistas interestatales en México”, Cuicuilco, vol. 2, mayo-agosto, 2015.
  5. Olivier Debroise, Fuga mexicana: Un recorrido por la fotografía en México. Barcelona, Gustavo Gili, 2005, p. 100.
  6. Gerardo Montiel Klimt, “De ombligos de la luna, ortografías, cipreses, digresiones, maromas, lunas tórridas, fines del mundo, herencia e inicio de una tradición: Fotografía de paisaje actual en México 1980-2013”, Alquimia, no. 49, “Horizontes y territorios”, 2013, p. 79.
  7. Mark Millington, Hombres in/visibles: La representación de la masculinidad en la ficción latinoamericana 1920-1980. Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 37.
  8. Heriberto Yépez usa el término “retroagrarotropismo” para criticar el giro rural actual de la sociedad mexicana, alimentada por la idolatría de la narcocultura y la música popular. Véase La increíble hazaña de ser mexicano. México, Booket, 2016, p. 186.
  9. Maurice Blanchot, La comunidad inconfesable. Madrid, Arena Libros, 2002, p. 20.
  10. Véase Luis Davi Berrones, “Choferes de autotransporte de carga en México: Investigaciones sobre condiciones laborales y la cadena de suministro”, Revista transporte y territorio, no. 17, 2017, pp. 251-266.
  11. Valeria Moy, “Desigualdad: La herencia regional”, Nexos, 1 de julio 2018, artículo disponible en línea, https://www.nexos.com.mx/?p=38328.
  12. Para David Laderman, el género del road movie (filme de carretera) aspira a ir más allá de lo que nos es culturalmente familiar. Véase Driving Visions: Exploring The Road Movie, Austin, University of Texas Press, 2002, p. 1.