Tierra Adentro
Carpa 45 / Fotografía Itzel Lara

No hay verdad más cierta que aquella dicha por  el etnólogo malí, Amadou Hampaté Ba,  cuando se  refería al conocimiento oral que nunca fue documentado: Cuando un hombre muere, una biblioteca arde, pero ¿qué pasa cuando lo que muere es un teatro? ¿Adónde van las anécdotas, la vida misma fuera y dentro de la escena? ¿Los aplausos? ¿Quién levantará la mano para decir aquí pasó?

El 24 de septiembre del presente año, algunos medios de comunicación, publicaron una pequeña nota en su sección “Ciudad” en dónde narraban una trifulca ocurrida en la madrugada, entre vecinos de la colonia Reforma Social por un predio denominado “Parque Reforma Social” que se encuentra en  controversia legal desde  2009. La nota también señalaba que alrededor de 200 hombres quisieron instalar bardas y que los lugareños trataron de impedirlo. El resultado, una confrontación que acabo alrededor de la una de la mañana.

Lo que ninguna nota narró, es que en dicho parque se encontraba la carpa itinerante de la Compañía de Teatro Carretera 45, una de las compañías más comprometidas que existe en el país, preocupada siempre por acercar el teatro al público que difícilmente tiene  acceso a él y que llevaba  poco más de un mes, dando funciones en esa colonia.

La carpa fue saqueada, quemada y reducida a un montón de fierros retorcidos.

Indignación y tristeza fue el común denominador entre los teatreros al saber la noticia. Indignación ante  la total indiferencia de los medios por  no “cubrir” el otro lado de la moneda y tristeza porque todos y cada uno de ellos, sabe lo que cuesta hacerse de un espacio, abrir puertas y llevar a la gente un espectáculo.

Ese 24, Antonio Zuñiga, dramaturgo, actor, director y fundador de Carretera 45, llegó a la carpa a recoger algunas cosas para la función del día y lo único que encontró, fueron los escombros y una parte fundamental de la historia de su teatro, convertida en cenizas.

Días después de lo acontecido, me di a la tarea de platicar con él  y por qué no, hacer un intento por recuperar a través de los recuerdos, algo de lo perdido aquella noche.

Antonio, cuéntanos un poco de dónde surge la idea de una carpa itinerante:

-En el 2003, con el programa de Teatro Escolar en los estados. Estaba yo pasando una temporada con mi hermano en la sierra, en el pueblo de Sisoguichi.  Me sentaba en las tardes, en la puerta de su casa para la resolana. Todos los días, a las seis, veía pasar a la gente del pueblo dirigiéndose a la telesecundaria. Iba prácticamente la mayoría. Entonces, le pregunté a mi hermano que si sabía para dónde caminaban. Al cine, me contestó. ¿Hay un cine? No. Es un cine itinerante que trae películas. Como en Cinema Paradiso, le dije. Pues sí. Pero aquí todavía está más ranchero. ¿Cómo? Pues, me dijo, aquí, el cine viene una vez, durante un mes al año, con una misma película. Y además, a veces trae la película del año anterior, así que suele pasar, que la gente va todo el mes a ver la misma película y muchas veces ve la película que ya observó el año pasado. Por lo que, como te puedes imaginar, la gente ya se la sabe.

Y remató diciendo

-Lo padre, no es ir a ver la película, sino ver a la gente que como público, al saberse la película, repite todos sus parlamentos. Aparte de la curiosidad inmensa que me dio el relato de mi hermano, pensé que si una película provocaba esa magia en la gente ¿qué les provocaría una obra de teatro? Entonces, se me ocurrió lo de la carpa y la posibilidad de llevarla a las regiones más apartadas de la sierra tarahumara, pero no sólo eso, no quería que fuera precisamente una carpa, sino que fuera un teatro rodante, con toda la técnica de una teatro: tramoya, telones, proyector, etcétera. Y además, quería que la carpa llevara una obra que la gente sintiera cercana, propia. Por eso escribí Una una de Pinole, obra basada en leyendas tarahumaras. La carpa fue a toda la sierra, y se presentó con esta obra, dando cien funciones en el estado de Chihuahua.

¿Cómo se dio el  crecimiento de la carpa itinerante a lo largo de diez años? ¿Cuál fue su trayectoria?

La carpa se presentó en la Sierra de Chihuahua, en Michoacán, en Guanajuato… Se presentó en dos muestras nacionales: Morelia y Pachuca; en un Festival Internacional Cervantino, en los patios del Centro Cultural del Bosque (CCB), en los pasillos del Bosque de Chapultepec, para el público paseante; en la delegación Miguel Hidalgo, en el Centro Deportivo Plan Sexenal; en esa carpa se estrenó Pancho Villa y los niños de la bola. Esta última, también se presentó en la Muestra Nacional de Teatro de Pachuca donde terminó dando más de 300 funciones.

Esta carpa, fue la base, por lo menos su infraestructura,  para la fundación de lo que es ahora, Carretera 45 Teatro pues cuando ya decidimos asentarnos como grupo en la Colonia Obrera, decidimos utilizar el equipo de la carpa para equipar, lo que ahora es el teatro. En estos meses, yo había vuelto a equipar la carpa para las funciones de Teatro útil y temporada de Carretera 45 en la delegación Miguel Hidalgo.

¿Tienes alguna anécdota en particular que recuerdes con cariño?

¡Tengo muchas! Pero si debo escoger una chistosa, por así decirlo, creo que fue en la gira por Chihuahua, cuando la carpa llegó a presentar la obra Pancho Villa y los niños de la bola. Yo soy de allí, así que obviamente mi familia fue a ver la obra. Mi tío Francisco, días antes de que estuviéramos allí, me interrogó: ¿cuando vienen? ¿Cómo se van a hospedar? ¿Dónde? ¿Quiénes vienen? Éste y éste otro y ésta otra, le contesté. Entonces, él, con premura, me dijo ¿viene Rodolfo? (Rodolfo, era el director de esa obra).  No, no va a ir Rodolfo.  Mi tío incrédulo, me imputó ¿no viene el director de la obra?  No. Y luego le expliqué que Rodolfo no podía ir porque tenía un compromiso.  Entonces, él con seriedad, volvió a preguntar  ¿no viene el director de la obra? No, le dije. Mi tío ahora realmente preocupado, terminó su conversación diciendo… ¿Entonces, cómo va a dirigir la obra si no está?

Tras lo acontecido ¿qué les han comentado las autoridades?

La cosa estuvo así. Yo hice un trato con la dirección de la delegación Miguel Hidalgo, con Juan Carlos Bonet, precisamente, pues ya había trabajado con él, durante  tres años para la delegación dando funciones en la carpa, para las colonias. Entonces, le dije a Bonet, que este año, quería que fuera especial. Le propuse que me comprara un número de funciones, que yo iba a equipar la carpa de nuevo y que de esa manera, la carpa se quedaría en la delegación para que ésta la usara siempre, pero que tal vez yo, por la carga de trabajo que tengo en Carretera 45 ya no podría manejarla. A Bonet le pareció buena idea, pues la carpa le iba a servir para, además de llevar teatro, también llevar algunas otras actividades a las colonias populares. Entonces hicimos ese trato firmado. Yo daría cincuenta funciones pagadas y al final les dejaría la carpa. Al momento de que la carpa fue destruida, yo llevaba la mitad de esas funciones. Bonet me dijo que el trato seguía. Lo cierto entonces es que, quién perdió la carpa, no fuimos nosotros, sino los habitantes de las colonias populares de la delegación, pues a ellos iba a servir.

¿Alguna persona se ha acercado a darte explicaciones?

En cuanto a las explicaciones, hay varias. Los vecinos tienen las suya, hay otras que se desprenden de lo que yo mismo analizo de la situación, pues estuve un mes ahí dando funciones y conociendo a los lugareños. Pero ninguna explicación es entendible cuando se mira el hecho concreto. Lo que yo no puedo entender —así me traten de explicar— es cómo hemos llegado a dejar que se cometa una acción así contra un bien cultural; un instrumento artístico. Lo que no cabe en mi cabeza es ser testigo de un acto tan cruel y tan horrendo. Un teatro como ese, no tenía más que nobleza para la gente. Es decir no hacía otra cosa más que llevar algo de agua a donde no lo había. Y aún así, se le destruye. Por las causas que sean, se le hace víctima de la rapiña. La pregunta entonces es: ¿a dónde hemos llegado como sociedad, cómo humanos? ¿Mañana o pasado vamos a quemar bibliotecas, o vamos a quemar escuelas o templos? No entiendo. Eso es lo que más dolor me produce. Los vecinos se han acercado a mí para darme una explicación, ellos culpan a las autoridades y las autoridades seguro tienen otra diferente. Incluso me mandaron a levantar una denuncia y la firmaron conmigo, pero eso no responde la pregunta fundamental, la que me pueda decir por qué ya hemos llegado a la desfachatada condición depredadora y miserable del pobre que se come al pobre.

¿Qué va a pasar ahora? ¿Hay planes para el futuro con la carpa?

La delegación va a recoger lo que quedó. Y la indicación es que, a futuro, se reponga; se vista de nuevo la carpa y se lleve a otras colonias, incluso a la misma colonia en que ahora estuvo. La gente, además, lo sigue necesitando y nosotros como artistas no debemos transigir. También lo necesitamos  porque un acto así en lo único que debe  servir es para acicate. Para insistir una y mil veces más. Ojalá y la carpa se levante de sus cenizas, pero si no lo hace, seguro el teatro encontrará los medios y las formas. El teatro finalmente tiene más vidas que un gato.


Autores
Ciudad de México, 1980. Dramaturga. Autora de Aún no recuerdo su rostro (FETA 2014). Fue Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2009-2011) y de Jóvenes Creadores, FONCA, (2008-2009). Participó en los talleres de The Royal Court of London y realizó una residencia en la misma institución en marzo del 2013. Su obra Anatomía de la Gastritis, traducida al francés por David Ferré, fue editada por la editorial Le Miroir. Ha publicado Editorial El Milagro; Los Textos de la Capilla, segunda generación; Tierra Adentro, Buena tinta y la revista Este País. Su guion Distancias Cortas fue publicado en co-edición con IMCINE y Editorial Buena tinta, en 2012.