Autómatas, seres humanos, software, et al
Imaginamos a Ted Chiang (Estados Unidos, 1967) redactando manuales técnicos de software para Microsoft en su departamento, a las afueras de Seattle. Ocasionalmente, también escribiendo relatos de anticipación. Con menos de veinte cuentos —reunidos en Stories of Your Life and Others (1998) y Exhalation: Stories (2019)—, el escritor norteamericano ha ganado todos los premios importantes en la ciencia ficción. Su primer cuento, “Towers of Babylon”, apareció en la revista Omni en 1990 y le valió un Nebula Award. Lo conocimos por Arrival (Paramount Pictures, 2016), la versión cinematográfica que hizo Denis Villeneuve de “Story of Your Life”, que además catapultó a Ted Chiang como un indiscutible del género.
Esto es lo que platicamos.
—¿Qué te pareció la adaptación de “Story of Your Life”?
Pone en escena uno de los elementos primordiales para la conformación de una suerte de poética en la narrativa de Ted Chiang. Por un lado, responde a una tradición no colonialista de la ciencia ficción; por otro, despliega su estructura como una revelación del tiempo. Tiene una tesis: si conocieras el futuro, ¿elegirías lo que eliges? Todo parte de una concepción lingüística del tiempo, por eso a los Heptápodos primero les enseñaron morfología verbal.
Ahora, dentro de la variedad temática en el campo de la ciencia ficción, ¿qué implica que el lenguaje sea la primera propuesta para el Contacto? Un cambio en la presuposición de hostilidad de la vida extraterrestre. Si el lenguaje es nuestra forma de construir y habitar el mundo, uno lineal como el humano refleja una concepción tal del tiempo. Pasado, presente y futuro. Otro circular, como el de los Heptápodos, en cambio, implica la coincidencia del pasadopresentefuturo, es decir, que puede conocer lo que está por venir.
—Así comienza también Exhalation, con una noción del tiempo que implica una imposibilidad de cambiarlo, pero con una supuesta libertad para adaptar su percepción.
Sucede con “The Merchant and the Alchemist’s Gate”, pero es mucho más notorio en “What’s Expected of Us”. Ambos parten de la escritura filosófica. Particularmente, este último propone ideas no demostradas fácticamente que defienden el determinismo y enlaza la escritura cienciaficcional con la tesis filosófica: ¿cómo afecta la tecnología a sus usuarios? Precisamente en el contacto máquina-hombre, la experiencia del “Pronostic” confronta la libertad con el determinismo y enuncia el tedio como consecuencia de la premonición, a pesar de que el device solo predice un segundo antes.
Se trata de un relato circular que gira sobre el objeto. Tiene una premisa muy simple: apretar un botón. Libre albedrío versus determinismo. Un device condiciona el comportamiento humano. ¿De dónde viene el libre albedrío? ¿Realmente estamos decidiendo? ¿Qué pasaría si pudieras apretar el botón antes de que la luz se encienda? La existencia de un “Pronostic” defectuoso implicaría que alguien puede controlar el tiempo y este argumento es la base del autoengaño humano. Volición/coerción. Las acciones están condicionadas por un objeto que trastoca todo el pensamiento filosófico de Occidente. Un aparato así nos solucionaría la vida o la desintegraría. Es una contradicción.
—Hay un elemento muy parecido en “The Truth of Fact, the Truth of Feeling”, pero que, en lugar del libre albedrío, pone en cuestión el asunto de la memoria.
El “Remem” no te permite acceder al perdón. En esta memoria selectiva no orgánica, el device también te da una posibilidad de autoengaño. La relación entre los hechos y el recuerdo no basta para perdonar. ¿Para qué sirve, entonces, recordar? En este cuento, el aparato funge como soporte tecnológico de la escritura y ocupa el lugar de la memoria natural. Parte de una premisa: los hechos no importan porque todos nuestros recuerdos son emocionales/afectivos. No vemos como nos ven las cámaras de seguridad.
En el cuento, a pesar de la reticencia inicial de los personajes, hay una reconciliación con el device. El aparato ayuda a la percepción objetiva de los recuerdos. No idealiza desde la memoria, sino que confronta lo recordado con las acciones y sus consecuencias. Propone dos posturas a partir de la trama: por un lado, un rechazo a la tecnología —incluso Sócrates estaba en contra de la escritura en tanto que arruina la memoria—; por otro, la inmersión del device en la vida cotidiana y el lenguaje escrito frente a la oralidad como soportes del perdón y el olvido.
—En “Omphalos”, así como con los devices de Ted Chiang, el tiempo sirve para fundamentar la identidad, pero ¿cuál es el problema filosófico?
El propósito. La voluntad como una especie de milagro. En la tradición de la scifi, a los personajes les interesan las pruebas y este relato cuenta la historia de la Dra. Dorothea Morrel, en tanto arqueóloga y creyente. Ella cree porque las pruebas le proporcionan elementos suficientes para creer, pero al mismo tiempo duda de su fe: “No existen los milagros. El único milagro es que dios creó al mundo”.
Para estos bartlebys que son los personajes de Ted Chiang, el autoengaño les otorga una falsa sensación de realidad y por eso se cuestionan los motivos de su existencia. Los seres humanos, entonces, somos capaces de crear cualquier cosa, situación o entorno con tal de darle sentido a nuestras vidas. Por eso la voluntad aparece como una suerte de epifanía, algo que no puede reducirse a las leyes físicas y en donde cada acto de volición es una causa primera.
—Estas búsquedas aparecen también en “Dacey’s Patent Automatic Nanny”, pero con una representación formal evidente y performativa.
Es un relato de invención. Probablemente Ted Chiang imaginó a la niñera automática a partir de sus manuales de ingeniería y a Reginald Dacey como un inventor/científico. Hay incluso mercadotecnia del producto, propaganda de la ciencia. Las acciones, no obstante, resultan en una parodia de los gabinetes de curiosidades: el genio es ridiculizado porque su autómata fracasa. Presenta una limitante lingüística en los personajes: el experimento termina reconociéndose en el lenguaje de las máquinas —no en el humano—, lo cual influye incluso en su desarrollo físico. Una vez más, el origen parte del lenguaje y su relación con el tiempo. Problematiza la crianza, el contacto humano y la dependencia de la tecnología.
—¿Existe una poética que describa los relatos de Ted Chiang?
Sí: “Imaginar un lenguaje es imaginar una forma de vida”. El tiempo tiene un origen lingüístico. Somos lo que hicieron de nosotros y luego lo que hicimos con ello. Esto es, además, una tesis existencialista. Hasta un mito. El ser humano es la criatura desposeída de garras, pieles, alas. Está desnudo, pero tiene las palabras en la lengua. La posibilidad de la duda, el escarnio de la realidad y el espejismo del autoengaño. Es el único animal que, en teoría, no está determinado, siempre necesita (re)construcción, por eso duda y busca, experimenta, se pregunta What if…