Tierra Adentro
Ilustración realizada por John Marceline.
Ilustración realizada por John Marceline.

 

Cada vez que escuchamos “cosas de niñas”, es probable que pensemos en labiales, estéticas y tacones; en mantener la espalda recta, no reír fuerte, cruzar los tobillos y no decir malas palabras. También en cuidar, procurar y servir a otros. Sin embargo, las “cosas de niñas” también son usar herramientas, practicar deportes de contacto, conducir autobuses o dedicarse a la construcción, la ingeniería o la ciencia. Porque, en realidad, las “cosas de niñas” no son más que cosas.

Me acerqué a Luz y Andrea, miembros y fundadoras del grupo que presta servicios de reparación del hogar “Las Chalanais”, para entrevistarlas y hablar sobre cómo romper con el paradigma de “lo que es ser mujer” no sólo nos permite abrir nuestros horizontes, sino encontrarnos con un mundo de posibilidades donde la libertad de acción es la mejor recompensa. Hablamos, también, sobre cómo este paradigma nos hace sentir segregadas y creer que aquello que sabemos, fuera de lo que se espera, no tiene relevancia, cuando, en realidad, podría cambiar nuestra forma de vivir y proyectarnos a nosotras mismas.

 

Aimée Valenzuela: ¿De dónde nace la idea de “Las Chalanais”?

Andrea: Nace del hartazgo del sistema. De la inconformidad que sentíamos con respecto a las prácticas explotadoras de los trabajos “comunes”. Al dedicarnos al diseño industrial, el trabajo siempre se encontraba bajo lógicas de patronaje que, además, se volvían en nuestra contra al ser mujeres prietas. Esto, en combinación con lo que se presentaba en nuestro entorno, en el que la mayoría de las mujeres se veían envueltas en estafas o agresiones por parte de quienes les brindaban los servicios de reparaciones del hogar, se conjuntaron para, con nuestro conocimiento de materiales y conocimientos prácticos adquiridos dentro del núcleo familiar emprender “Las Chalanais” y ofrecer servicios seguros, justos y garantizados. De esta forma, encontramos una manera de sostenernos económicamente aplicando lo que sabemos hacer.

 

AV: ¿Para ustedes que es “Las Chalanais”?

Andrea: Somos un espacio seguro al cual te puedes acercar para obtener soluciones en tu hogar en torno al mantenimiento. Definimos al proyecto como un servicio de reparaciones domésticas y soluciones en el hogar. Con esto queremos lograr dignificar espacios y darles a los hogares un nuevo aire, ya que nos dimos cuenta de que en muchas ocasiones las casas están ocupadas por mujeres, pero no precisamente habitadas por ellas. Una de nuestras labores es solucionar aquellas problemáticas que a muchas mujeres no se les ha enseñado a resolver y por lo cual tienden a tener que aceptar la presencia de un hombre dentro de sus espacios.

 

AV: ¿Cuáles son, específicamente, los trabajos a los que se dedican?

Luz: Principalmente, hacemos plomería, electricidad, diseño y armado de muebles, ya sea hacer un mueble para cierto espacio, armar uno que la clienta ya tenga o encontrar el que necesita. También hacemos diseño y acabados. Nosotras no realizamos trabajos de albañilería como tal, pero creamos una red con otros grupos de morras y morres con los que podemos trabajar.

Andrea: Por otra parte, hacemos la instalación de cubiertas ligeras, e impermeabilización con ayuda de algunas aliadas. En general, somos capaces de llevar nuestros proyectos, salvo la albañilería, desde la manufactura hasta la implementación.

 

AV: ¿Tuvieron alguna inspiración para crear “Las Chalanais”?

Luz: Más bien nos vimos capaces de hacer las cosas, más que guiarnos por alguien o por otro proyecto, nosotras nos aventamos a realizar estas actividades. Una vez que comenzamos fue que conocimos a más morras que están haciendo lo mismo. Así nos dimos cuenta de que existían y nos dio gusto ver que hay una oportunidad de formar una red, ya que poco a poco comenzamos a ubicarlas en redes sociales. De esta forma nos encontramos con una ola de mujeres y disidencias que están dándose cuenta de que son capaces de realizar estos trabajos.

Aunque, si tuviéramos que señalar una inspiración, mencionaríamos la necesidad de salir de la relación jefe—empleado.

Andrea: También ver que mi mamá lo hacía y decir “si ella lo hace y yo también lo sé hacer, y, además, necesito cobrar, por supuesto que lo podíamos implementar”.

Por otra parte, otra cosa que nos ha inspirado después de comenzar con este trabajo es demostrarles a las morras que sí pueden hacerlo ellas, que las cosas no son complicadas y que, si no quieren hacer las cosas, por lo menos pueden entenderlo para que no las estafen o agredan. Nos parece muy importante que nuestras clientas se sientan capaces de entender el funcionamiento de su hogar y saber qué es lo que pueden necesitar.

 

AV: ¿Cómo llegaron a saber lo que saben?

Andrea: Con mucha convicción, pero más porque yo vengo de una familia de electricistas y mi mamá es ingeniera, pero antes, es importante decir que las reparaciones son como un juego, una vez que entiendes las reglas sólo es cuestión de ir subiendo los niveles. Al inicio se trata de familiarizarte con qué son las herramientas y para qué sirven. En mi caso, no tengo una familia tradicional, entonces a mí no me enseñaron a cocinar o esas cosas, pero desde chiquita mi abuelo me decía “pásame las pinzas” o “esto es una perica”. Entonces todo se volvió algo cotidiano para mí, tanto asistir a mis tíos y a mi mamá, como comenzar a hacer las cosas yo. Después, le transmití este compendio de experiencias a Luz, quien al final también tenía un recorrido previo y logró entenderme.

Luz: Yo no tengo ese historial con mi familia, pero en la universidad tuve acercamientos con herramientas y materiales, de tal forma que vi lo fácil que era utilizarlos y lo mucho que lo disfrutaba. De cierta forma, hacer esto me hacía sentir capaz y empoderada. Cuando Andrea habló conmigo dije “sí, a huevo”, porque me gusta hacer cosas con las manos y, además, es un servicio que no para. Siempre hay algo que hacer y siento que produzco algo con mi cuerpo que no siento que sea inútil, contrario a lo que me sucedía con el trabajo en el diseño industrial.

Andrea: Sí, siento que estamos ayudando a las personas a tener sus espacios en buenas condiciones. Además, cada proyecto nuevo se presenta como un reto porque, aunque sean cosas que ya sepas hacer, hay que encontrar la forma de solucionar problemas que alguien más causó o que no se presentan como esperabas. Por eso nuestro conocimiento crece cada vez más, entre el boca a boca, internet y cuestiones prácticas que se nos presentan durante las labores.

 

AV: ¿Cuál ha sido el mayor reto con el que se han encontrado?

Andrea: Aprender a cobrar y a reconocer el valor de nuestro trabajo, de lo que sabemos y de lo que invertimos en saberlo. También aprender a darnos espacios de descanso, ya que es un trabajo que involucra mucho el cuerpo y a veces, por querer cumplir, se presentan accidentes.

Luz: Uno de los ejes principales en nuestro proyecto es la dignificación del trabajo, tanto por el lado económico, como del lado de la autorregulación. Aprender a decir “no me voy a auto explotar sólo porque soy mi propia jefa”, porque si no, al final, caemos de nuevo en el vivir para trabajar, que es justo lo que intentamos dejar atrás.

 

AV: ¿Se han encontrado con algún inconveniente por ser mujeres?

Andrea: Sí, con los proveedores es algo rutinario, pero es algo con lo que hemos aprendido a lidiar. Desde la universidad ha sido un obstáculo que se nos ha presentado, ya que en ocasiones nos quieren vender algo que no necesitamos o dudan de que sepamos para qué o cómo vamos a utilizar lo que solicitamos porque somos mujeres.

 

AV: ¿Los servicios que ofrecen son sólo para mujeres?

Luz: No, sí les damos preferencia, pero estamos abiertas a todo aquel que busque nuestros servicios. En su mayoría han sido más las mujeres que nos contactan, pero sí trabajamos con hombres.

Andrea: Quizá el sueño podría ser dedicarnos sólo a trabajar con morras y morres, pero por ahora hemos aprendido con quien nos busque y a mostrar claridad y profesionalismo. Gracias a esto recibimos respeto hacia nuestro trabajo sin importar el género de quien nos contrata.

 

AV: ¿Ha habido personas que duden de sus capacidades?

Luz: Clientes como tal, en realidad, no. Creo que nos han buscado por ser morras y por ello respetan ese aspecto; sin embargo, al momento de lidiar con proveedores sí nos encontramos con mansplaining.

Andrea: Aunque también, con el tiempo, hemos filtrado a nuestros proveedores y nos hemos encontrado con personas que confían en nosotras. Creo que esto también se debe a que comenzamos nuestro trabajo con el boca a boca. A partir de la recomendación creció nuestra red de clientes.

 

AV: ¿Cómo ha sido el encontrarse con redes de personas que se dedican a lo mismo que ustedes?

Luz: Pues ha sido interesante, si bien una colectiva no existe, sí es el sueño crear una como gremio para poder apoyarnos entre nosotres. Ya que nuestro trabajo ha sido muy precarizado y no contamos con prestaciones o respaldos, el crear una red de apoyo es importante para sentirnos parte de una comunidad y saber que tenemos con quien contar para ciertos trabajos.

Andrea: Durante el camino nos hemos topado con morres con los que hemos creado relaciones muy gratificantes, con los que compartimos vivencias y con los que, aunque es muy complicado, ya que hay dinero de por medio, estaría interesante crear lógicas de trabajo horizontales. El sueño es crear esta gremia apoyadora, pero aún no damos esos pasos.

 

AV: Para concluir, ¿qué les dirían a mujeres que han dejado de hacer cosas sólo porque “son de batos”?

Luz: Amigas, dense cuenta, no se limiten por ideas tontas de género.

Andrea: Pues que reflexionen, si los batos que hacen cosas que “son de batos” las hacen mal y lo siguen haciendo, ¿por qué ustedes tendrían que dejar de hacerlo? No existe ninguna medida, no hay nadie a quien complacer, si les gusta hacerlo y saben hacerlo, aviéntense. Tengan siempre claro que ya hay mucha apertura y que, así como nos encontramos con personas desconfiadas de nosotras, también nos encontramos con personas increíbles que nos apoyan y nos impulsan.

 

 

 

 

 


Autores
Egresada de Escritura Creativa y Literatura por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Envuelta en el mundo del marketing por casualidad y fanática empedernida de la cocina y repostería. Los ensayos, las novelas decimonónicas y el té de vainilla son algunas de sus pasiones.

Ilustrador
John Marceline
(Coatzacoalcos, 1983) Rous, mejor conocida como John Marceline, es Diseñador gráfico por la Universidad de La Salle Bajío, aunque su verdadero amor es el dibujo, así que se ha dedicado a la ilustración de literatura infantil/juvenil, pero aún más grande resultó ser su amor por el cómic y la autoedición, actualmente prepara un par de libros de narrativa gráfica que espera lleguen a buen puerto para cerrar ciclos y empezar nuevos. Estudió el diplomado en Ilustración en la Academia de San Carlos en 2014, ha sido becaria de Jóvenes creadores 2016-2017 y tiene un proyecto de revista llamado Fabuloso Darks junto con Lucía Ayala, ha participado como ponente en varios eventos de narrativa gráfica mexicana, una fantasía que la hubiera hecho muy feliz en la infancia si un viajero en el tiempo se lo hubiera revelado.