Tierra Adentro
Collage realizado por Mildreth Reyes
Collage realizado por Mildreth Reyes

“Las leyes se hicieron para los hombres y no los hombres para las leyes”

John Locke

Los callejones resonaban con risas juveniles impregnadas de la energía vibrante de la noche. Las luces nocturnas iluminaban nuestros sueños donde la autoridad era desafiada con este desprecio arraigado que cala, alimentado por la falta de experiencias positivas con figuras de poder que no parecían más que deseosas de sofocarnos.

El cuero y las crestas se convertían en emblemas de nuestra identidad, expresiones dizque audaces de individualidad en un mundo que a menudo parecía restringirnos. Entretejido con nuestros sueños de juventud estaba el anhelo ferviente de que el trabajo, algún día, trascendiera más allá de la rutina y la monotonía, dignificando nuestras vidas y permitiéndonos ser auténticos.

Sin embargo, la vida, con su crueldad inesperada, ha transformado los callejones. Ahora, en lugar de ser escenarios de risas y libertad, algunos de ellos han sido testigos de actos violentos, de asaltos que han oscurecido la luz que alguna vez iluminó nuestros caminos. Mis mejores amigos, antes inseparables compañeros de travesuras y confidencias, ahora yacen lejos o descansan en la memoria, recordatorios dolorosos de la fragilidad de la vida.

En este panorama alterado, solo queda la trasgresión, como un eco persistente de la rebeldía juvenil que se niega a desvanecerse por completo. La resistencia persiste, pero ahora matizada por la experiencia y la pérdida. En los callejones, donde una vez reinaba la alegría desenfrenada, se esconde un lamento sutil, una travesía a través de la nostalgia y la realidad entrelazadas.

A pesar de los cambios y las pérdidas, la esencia de la trasgresión perdura como un recordatorio de la búsqueda incesante de la autenticidad, incluso cuando el curso de la vida nos lleva por callejones imprevistos y nos confronta con realidades que no podríamos haber anticipado en nuestros sueños juveniles.

Hace casi 500 años, Descartes transgredía los sistemas filosóficos de la época para dar paso a la irrupción de la experiencia en la cosmovisión de los años posteriores, así la gnoseología cobraría importancia en el trabajo de pensadores como Thomas Hobbes, quien plantearía el contrato social (contractualismo) como una alternativa o solución al estado de naturaleza para evitar la confrontación de todos contra todos.

Mientras Thomas Hobbes daba forma a sus ideas en el Leviatán, durante su madurez, John Locke, quien será objeto de nuestro análisis en este escrito, apenas contaba con 18 años de edad. Este contraste temporal es esencial para entender las divergencias y continuidades en las filosofías políticas de ambos pensadores.

Hobbes, nacido en el contexto histórico de la invasión de la Armada Invencible a las costas británicas, articuló sus reflexiones sobre el poder político y la naturaleza humana en un momento marcado por la inestabilidad y la necesidad de establecer un orden que mitigara los estragos de conflictos y tensiones sociales.

Por otro lado, el Tratado sobre el Entendimiento Humano de Locke, obra que abordaremos en este análisis, se forjó en un momento distinto y respondió a las preocupaciones contextuales específicas que emergían en la Inglaterra de su época. Locke, con su mente joven y ávida de comprender el mundo que lo rodeaba, aportó nuevas perspectivas sobre la formación de ideas y la naturaleza de la mente humana.

Es esencial reconocer que las obras de Hobbes y Locke, aunque separadas por tan solo unas décadas, reflejan respuestas filosóficas a realidades y desafíos distintos. Mientras Hobbes buscaba establecer un fundamento para la autoridad política que asegurara la estabilidad en medio del caos, Locke, influido por su contexto, exploraba la naturaleza del entendimiento humano y sentaba las bases para sus ideas sobre los derechos naturales y el contrato social.

Locke nació en 1632 en el seno de una familia protestante y burguesa, años después de la Reforma Protestante y la instauración de la Iglesia Anglicana. En esta época, dos conflictos políticos marcarían el contexto del futuro filósofo: el ascenso de la clase burguesa y la persecución religiosa por parte de los católicos y entre los diversos grupos protestantes.

La experiencia y el contrato social

Como ya se ha mencionado, Locke estuvo en contacto con las ideas de Hobbes y Descartes, el contractualismo y las pasiones del alma, este filósofo desarrollaría su pensamiento partiendo de la cuestión ¿cómo conocemos?, pues cuestiona el racionalismo cartesiano y la existencia de las verdades absolutas. Las ideas para Locke no son innatas pues si así fuera todo el mundo coincidiría y no habría conflicto.

La gnoseología de Locke radica en las ideas adquiridas, que el inglés clasifica en simples y complejas, las cuales a su vez son subdivididas de la siguiente manera.

Ideas simples

De sensación: se obtienen de la experiencia directa del objeto. Locke distingue entre primarias (las cualidades inherentes del objeto) y secundarias o subjetivas (dependen de la percepción).

De reflexión: se refieren a la percepción de la mente de sus propias operaciones, como el pensamiento y la voluntad.

Mixtas: son aquellas que se producen al combinar ideas simples, manteniendo la unidad de cada una de estas.

Ideas complejas

Se trata de la combinación de dos ideas complejas, se distinguen de las mixtas porque estas se fusionan en lugar de mantener la unidad.

Modo: combinaciones de simples que no contienen la existencia necesaria.

Sustancia: entidades independientes, como una persona.

Relaciones: formadas por comparaciones entre ideas, como la relación de causa y efecto.

Así, las ideas parten de la experiencia (empirismo) y son modeladas por la mente humana, que es una hoja en blanco que se va llenando con estas ideas. Entre las ideas complejas se encuentra la de Dios, al cual no podemos comprender en su verdad absoluta, sin embargo, para Locke existe y puede ser la causa de las tendencias naturales, pues dentro de la visión de este autor, el estado de naturaleza es amable, a diferencia de la de Hobbes, que lo presenta como una situación de guerra constante; en Locke el conflicto surge cuando unos cuantos individuos maliciosos perturban el estatus de paz y las personas justas se ven obligadas a establecer el contrato social para defenderse de estos sujetos.

División de poderes

Locke creía en el derecho a la propiedad privada y que el deber del Estado era protegerla de las afrentas y robos de individuos maliciosos, sin embargo, cuestionando nuevamente a Hobbes, duda de la necesidad del poder absoluto, reflejado en los monarcas y el papa, pues la concentración del poder en un solo individuo corrompe, es así que se propone la instauración de una monarquía parlamentaria.

Recordemos que Locke venía de una familia burguesa en una época donde la creciente adquisición de capital le permitió a la burguesía plantarse frente al rey y la recaudación de impuestos para exigir un papel en la toma de decisiones del Estado.

Si bien la división de poderes ya había sido previamente postulada por Montesquieu, Locke la retoma para equilibrar la balanza de gobierno en los conocidos poder Ejecutivo (encargado de ejecutar y aplicar las leyes, incluye la administración gubernamental y, a menudo, la figura del jefe de Estado), Legislativo (encargado de hacer leyes, debe ser un cuerpo representativo del pueblo), y Judicial (encargado de interpretar las leyes y administrar justicia, debe ser independiente para garantizar una administración imparcial de la justicia).

Así, el peso en la administración es equilibrado y previene de la corrupción y la tiranía, situaciones que Locke consideraba sumamente preocupantes.

Libertad de creencias

El filósofo parte de la postulación de que cada individuo posee derechos naturales como la vida, la libertad y la propiedad. La libertad de conciencia y de creencias es una extensión de estos derechos fundamentales.

En un contexto de persecución religiosa, Locke encontraría respuesta a la causa de tantas diferencias de culto en el empirismo y las ideas adquiridas. Dios, al no poder ser comprendido en su totalidad, no es un dogma al cual seguir al pie de la letra, pues no existe persona alguna que tenga la verdad última de este y por lo tanto ningún tipo de gobierno tiene la facultad de decidir sobre las creencias individuales de los demás.

Es de este modo que la religión y los asuntos de la conciencia pasan a ser privados, abogando por la tolerancia religiosa en aras de mantener la paz social, a menos que seas ateo o católico, pues estos últimos al estar bajo la autoridad del papa, es decir, extranjeros, representan un peligro para la nación.

Derecho a la rebelión

Los individuos, ya está dicho, tienen derechos en el estado de naturaleza y establecen el contrato social para protegerlos, así, el poder del Estado debe ser limitado por los derechos naturales y el contrato social.

No obstante, la preocupación primordial de John Locke por la corrupción gubernamental se traduce no solo en la propuesta de la división de poderes, sino también en la postulación de un derecho crucial: el derecho a la rebelión.

Es fundamental destacar que, según la perspectiva lockeana, la rebelión no es una respuesta impulsiva o ante la mínima provocación. Locke establece condiciones estrictas que deben cumplirse antes de que la rebelión sea considerada legítima. Estas circunstancias se manifiestan en la presencia de una violación sistémica y continua de los derechos naturales de los ciudadanos por parte de un gobierno que ha caído en la tiranía y el despotismo.

En este contexto, Locke sostiene que el pueblo, al enfrentarse a una situación donde sus derechos fundamentales son amenazados de manera reiterada y sistemática, tiene el derecho inalienable de rebelarse. Esta rebelión se concibe no como un acto caprichoso, sino como un medio de autodefensa y preservación de los derechos individuales que el gobierno ha fallado en proteger.

La elaborada condición para la rebelión, establecida por Locke, refleja su enfoque cauteloso hacia la resistencia y subraya que esta debe ser una medida extrema, adoptada solo cuando todas las vías pacíficas y legales han resultado infructuosas. Locke busca evitar la anarquía indiscriminada y subraya que la rebelión tiene un propósito claro: la restauración de un gobierno legítimo que cumpla con su deber de proteger y preservar los derechos naturales de los ciudadanos.

El derecho a la rebelión según Locke se presenta como un recurso de último recurso, reservado para circunstancias excepcionales donde la tiranía y la violación sistemática de derechos fundamentales exigen una respuesta enérgica y decidida por parte del pueblo.

Este hecho no implica la destrucción del gobierno, pues la rebelión es un recurso para restablecer el orden acordado por el contrato social y solo debe darse como última alternativa después de la búsqueda de la solución del conflicto con fines pacíficos.

Legado y conclusiones

Las ideas de Locke resonaron por todo el mundo y dieron pie a diversas revoluciones sociales, como lo fueron las independencias americanas o la Revolución Francesa. La declaración de Independencia de los Estados Unidos de América estuvo permeada de estas teorías gracias a la intervención de Thomas Jefferson. La concepción de derechos naturales e inalienables, según la propuesta de John Locke, dejó una profunda huella en la redacción de declaraciones de derechos, incorporadas en numerosas constituciones y documentos fundamentales. La perspectiva lockeana, que sostiene que el gobierno tiene la función primordial de salvaguardar estos derechos fundamentales, jugó un papel determinante en el moldeamiento de estructuras gubernamentales caracterizadas por la separación de poderes y la restricción del ejercicio de la autoridad estatal.

La noción de derechos naturales, aquellos inherentes a la existencia humana y que no pueden ser alienados ni arrebatados, se convirtió en un principio fundamental en la formulación de marcos legales y políticos a lo largo del tiempo. La influencia de Locke se refleja en la creencia de que el propósito principal del gobierno es asegurar la protección de estos derechos, estableciendo así una conexión directa entre la legitimidad del poder estatal y su capacidad para resguardar las libertades individuales.

El legado de Locke resuena en la contemporaneidad de manera palpable. Sus principios, como el gobierno fundado en el consentimiento de los gobernados, la salvaguarda de derechos individuales y la responsabilidad del gobierno hacia la sociedad, siguen siendo elementos fundamentales en la teoría política de las democracias modernas. Esas nociones, cultivadas por Locke, han persistido a lo largo del tiempo, guiando la evolución y configuración de sistemas políticos que buscan equilibrar el poder gubernamental con la protección de las libertades individuales.

El legado duradero de Locke se refleja no solo en la impronta que dejó en la teoría política, sino también en la influencia tangible que sus ideas han tenido en la construcción y mantenimiento de sociedades que valoran la participación ciudadana, la libertad y la responsabilidad gubernamental. La vigencia de sus conceptos destaca la perdurabilidad de su impacto y su contribución vital al desarrollo de las democracias modernas en todo el mundo.

En mis años de preparatoria me incliné por el punk. La estética agresiva y la excusa para la desobediencia civil fueron factores fundamentales para que mi yo de prepa, ingenuo y revoltoso, empezara a escuchar kagada de perro y Eskorbuto mientras me drogaba y bebía en exceso porque todavía ni siquiera escuchaba hablar del Straight Edge. Locke, aunque desde una lectura bajo las condiciones actuales podría parecer un señor religioso que defiende al Estado, en realidad fue uno de los grandes transgresores de su época y sentó la pauta para que pensamientos como el de Hume o Kant florecieran y le dieran nuevas formas a la manera en que comprendemos el mundo, en ninguno de sus libros Locke o alguno de éstos otros dice que drogarse sea una forma de hacer revolución, mucho menos hablan de hacerse mohicano.  

Comprender la diversidad de ideas que confluyen en el mundo y las condiciones en que se da la rebelión y el contrato social son fundamentales para forjar una visión crítica de la sociedad y los problemas que en ella aquejan. 

Locke y su obra son productos de su época, y si bien los católicos ya no arrasan con pueblos enteros de protestantes y no existan los títulos nobiliarios en nuestro país, el genocidio del pueblo palestino y la constante afrenta a los derechos humanos por el político mexicano de turno, abre la pregunta sobre si estamos viviendo las condiciones que ameritan rebelarse o habrá que seguir intentando por la vía pacífica otro rato. Sea cual sea la respuesta, habrá que darla con fundamentos y reconociendo la multiplicidad de ideas.

Bibliografía

Locke, J., Obra completa, Madrid, Editorial Gredos. 2013.

Châteu, Jean, “John Locke”. Los Grandes Pedagogos, México, Fondo de Cultura Económica, 1959.

Hottois, Gilbert, Historia de la filosofía del Renacimiento a la Posmodernidad, Barcelona, Ediciones Cátedra, 1999.

Russell, B, Historia de la Filosofía Occidental, Madrid, Espasa, 1984.