¡Violencia!
“So how do we ever face a thousand violins
and how do we ever even start to begin?”
The Tiger Lillies
PERSONAJES
(Por orden de aparición)
VIOLENCIA LÓPEZ
VIOLENCIA DE LA ALACENA
VIOLENCIA DE LA BASURA
PADRE
MADRE
RODY
VIOLENCIA DE LA CAMA
VIOLENCIA DEL TOILETTE
VIOLENCIA DEL ARMARIO
MARCEL
En la escena hay:
Una cocina integral en tonos rosa pastel y azul celeste.
Un viejo televisor.
Un refrigerador blanco y enorme.
Un cesto de basura.
Un reloj de gato negro que mueve los ojos y la cola de lado a lado; marca las 3:00 p.m.
Un teléfono rojo con cable en espiral, pegado a la pared.
El piso tiene azulejos negros y blancos, tipo ajedrez.
Al centro, una lámpara colgante encendida a baja intensidad.
Una mesa con dos sillas, y sentada en una de ellas está una mujer de treinta años que viste calcetines impares: uno es de rayas a colores, el otro llanamente gris. También lleva puesta una camiseta interior blanca, percudida y muy holgada, además de unos calzones azules de los que indican el día de la semana; tiene puestos los del jueves. 1
La mujer, a quien a partir de ahora conoceremos bajo el mote de Violencia López, tiene la cabeza recargada en la mesa y su cabello le cubre el rostro.
Esta imagen permanecerá estática tanto tiempo como sea posible; tanto y un poco más. Los únicos movimientos −y sonidos− serán los del gato-reloj y de la bombilla, que de cuando en cuando podría parpadear.2
I
Se abre con lentitud la puerta de la alacena y descubrimos a Violencia de la alacena.
Violencia de la alacena: Pst, pst, Viole… Viooleeenciaaaaaaaaaaaaaaaaaa… ¡Violencia, despierta! Vamos, Viole, no seas así. Nos estás matando, ¿te das cuenta? Sácanos a pasear, anda, queremos coger. ¿Hace cuánto no cogemos? Vamos, ponnos el vestido amarillo, el de lunares blancos con el que se nos ven ricas las tetas y bonitas las piernas.
El cesto de la basura da un salto. La tapa cae escandalosamente. De su interior emerge Violencia de la basura.3
Violencia de la basura: No vamos a salir. No nos hemos depilado las piernas y te recuerdo que esta tarde ya la habíamos destinado a escribir canciones y llorar.
Violencia de la alacena: No hemos escrito una sola canción en meses y ya lloramos por la mañana. Te juro que si no cogemos la pucha se nos va a sellar para siempre.
Violencia camina al fregadero y abre la llave del agua. Violencia de la alacena y Violencia de la basura miran a Violencia en silencio. Violencia cierra la llave y sumerge su cabeza en el agua.
Violencia de la basura: ¿Ves lo que hiciste?
Violencia de la alacena: Hicimos.
Violencia de la basura: Nada de esto habría pasado si no nos hubieran botado por tu culpa.
Violencia de la alacena: Seguramente tú no tuviste nada que ver… ¡y no es NUESTRA culpa! Si estamos solas es por decisión.
Las Violencias comienzan a respirar cada vez con mayor dificultad.
Violencia de la basura: Claro que es por decisión, ¡pero no la nuestra!
Violencia de la alacena: Lo que pasa es que nadie entiende nuestra manera de querer y la confunden con acoso.
Violencia de la basura: ¿Te estás escuchando, pendeja? Mírate en el espejo y pregúntate por qué eres así.
Violencia de la alacena: SOMOS, no te quieras quitar responsabilidad, mira que–
Violencia de la alacena se marea súbitamente a causa de la falta de aire.
Violencia de la basura: ¿Ahora qué te pasa, mamerta?
Violencia de la basura se marea por igual, comienza a ponerse morada.
Violencia de la alacena: Cada vez aguantamos más la respiración bajo el agua. Llevamos tiempo récord. ¿Crees que ahora sí nos mata?
Violencia de la basura: ¡Qué nos va a matar! Sabe que si lo hace, el muy maldito llevará a otra puerca a nuestro funeral.
Violencia de la alacena llora a moco tendido.
Violencia de la basura: ¿Y ahora qué dije?
Violencia de la alacena: Hablaste de él, nos recordaste que lo extrañamos. Hacía dos horas, treinta minutos y nueve segundos que no pensábamos en él, en lo mucho que lo amamos.
Violencia de la basura: Es la soledad que nos hace confundir todo con amor.
Violencia de la alacena: Me vas a decir que tú no lo querías.
Violencia de la basura: ¿Al actorsucho de pacotilla? ¿Ese enano miserable con cara de retrasado mental?
Violencia de la alacena: Eso fue lo que nos gustó. Era como un niño.
Violencia de la basura: Un niño malcriado y berrinchudo, eso era. Ya sabíamos que no había que enredarnos con él. ¡Por Dios, es un actor, ellos mienten para vivir! 4
Riiiiiiiiiiing
Violencia de la basura: Lo que faltaba. Parece que hoy sí vamos en serio.
Violencia de la alacena: ¿Vamos a contestar?
Violencia de la basura: Claro que vamos a contestar, si no lo hacemos, vendrán a buscarnos y no queremos ver a nadie.
Violencia de la alacena y Violencia de la basura desfallecen por la falta de aire. Luego de seis timbrazos espectrales, Violencia saca la cabeza del agua y las Violencias respiran con violencia. Violencia se compone y alza el teléfono.
Voz de mujer en la bocina: Violencia, soy yo. Tenemos que hablar.
Violencia de la alacena se encierra y Violencia de la basura se hunde en el cesto.
La bombilla se apaga.
- Pero estamos muy seguras de que hoy es domingo.
- La idea central es fastidiar al público: que se sienta incómodo e impaciente, que empiece con sus falsas tosecitas y carrasperas hasta que se harte y abandone la sala; que únicamente se quede el que no le teme a confrontarse con el silencio, o aquel que se rige bajo el pensamiento de “ya pagué mi boleto, pus ya qué”.
- Lo ideal sería que las actrices fueran trillizas idénticas o, en su defecto, clonar a la actriz principal. Si elige la segunda opción, por favor sea cuidadoso, es posible que alguno de los clones se vuelva malvado debido a la fuerte crisis de identidad que implica el saberse una simple copia, lo que llevaría al clon malvado a matarlos a todos. Para evitar una tragedia, sugerimos la siguiente alternativa: se afirma que cada persona tiene por lo menos siete “gemelos” perdidos alrededor del mundo. Solo hay que reunir a algunas de estas gemelas perdidas, darles un curso express de actuación −si es que no son actrices ya, porque podría pasar que casualmente lo fueran− y otro curso de español, pues dudamos que todas ellas hablen el mismo idioma, porque una coincidencia cabe, pero creer que puedan darse dos coincidencias de tal magnitud, es simplemente ridículo. Como último recurso, puede optarse por la convención teatral y elegir actrices con características físicas similares; bien dicen que “todos los hombres son iguales”, aunque nosotras diferimos tajantemente: no todos son iguales, cada uno nos ha decepcionado de manera distinta. Pero la cosa es que si, efectivamente, todos los hombres son iguales, entonces tal vez las mujeres lo sean también.
- Sírvanos esta nota al pie como un recordatorio personal a futuro.