Una versión mexicana de los Sonetos de Shakespeare
Titulo: Sonetos
Autor: William Shakespeare
Traductor: Fernando Marrufo
Editorial: UNAM / UADY / Instituto de Cultura de Yucatán / Fundación Fernando Marrufo A. C.
Lugar y Año: México, 2002
Introducción : Fernando Marrufo
La versión que hizo el médico y literato yucateco Fernando Marrufo (1924-2001) de los Sonetos de Shakespeare fue difícil de encontrar durante un tiempo: recuerdo haberla buscado afanosamente por varias librerías de la Ciudad de México, incluidas todas las de la UNAM, hasta que perdí las esperanzas, entonces recurrí a un poeta meridiano para conseguirla y, por si las dudas, le pedí que me consiguiera dos ejemplares. Aunque es una edición de hace 12 años, ahora, por fortuna, la he visto circular mucho, sobre todo en los stands que la UNAM monta en distintas ferias del libro. Además de la celebración por los 450 años del nacimiento de Shakespeare, este 23 de abril, el motivo por el que recomiendo esta edición de los Sonetos es que ha salido de las bodegas de la máxima casa de estudios de manera que prácticamente se puede considerar una novedad editorial.
Desde luego, antes de Marrufo muchos otros emprendieron la tarea de traducir al español los Sonetos del célebre dramaturgo. Enumero sólo las que tengo en mi biblioteca pues sin duda hay varias más: la de Luis Astrana Marín en las Obras completas publicadas en 1951 por Aguilar, cuyo defecto es que están en prosa; la del argentino Manuel Mujica Láinez publicada primero en 1963, luego recogidas en el segundo tomo de sus Obras completas (Sudamericana, 1979) y que en 1983 publicó la española Visor con prólogo de Luis Antonio de Villena, el inconveniente aquí es que Mujica Láinez sólo tradujo 49 sonetos de los 154 que son en realidad. Además, están las versiones de Agustín García Calvo, publicada por Anagrama en 1974; la de Antonio Rivera Taravillo que publicó en la sevillana Renacimiento en 2004; y la del argentino Andrés Ehrenhaus, originalmente publicada en 2009 por Galaxia Gutenberg, recientemente recogida en Debolsilo dentro de Poesías. Obra completa V. (La edición inglesa que poseo es The Sonnets, The New American Library, 1964, con el ineludible prólogo de W.H. Auden.) Al menos por estas ediciones se ve que ningún mexicano había acometido la tarea de traducirlos, hasta que a lo largo de varios años lo hizo Marrufo.
Algunos biógrafos de Shakespeare creen que los siete años de los que se sabe poco sobre su vida (que comprenden de 1585, cuando salió de su ciudad, hasta 1592, año en que ya estaba instalado en Londres) los vivió en Verona, a donde su mecenas, el conde de Southampton, había ido a estudiar en la Universidad de Padua: fundamentan su teoría en que es muy probable que por esa estancia Shakespeare haya ubicado cuatro obras en esa región: Los dos hidalgos de Verona, El mercader de Venecia, Romeo y Julieta, “todos situados en el Véneto y en los que se dan nociones exactas de lugares y de personas, imposibles de adquirir estando en Inglaterra”, escribe Giuseppe Tomasi di Lampedusa en Shakespeare (Nortesur, Barcelona, 2009). Y, aunque es muy posterior, también en esa región sucede la tragedia de Otelo (junto con los Sonetos, mi tragedia favorita de Shakespeare). En el caso de los Sonetos, Shakespeare los escribió en el transcurso de varios años y la primera noticia que se tiene de su existencia es en 1599 cuando alguien se refirió a ellos como “los azucarados sonetos que Shakespeare hace circular entre sus amigos más íntimos”. Si bien para finales del siglo XVI el soneto ya estaba ampliamente difundido en Inglaterra, creo que su estancia en Verona también fue decisiva en su poesía y no sólo en sus obras de teatro, pues es probable que allí haya leído sonetos a la manera italiana o petrarquista y que haya querido imitar esa estructura, así como la imitaron los poetas españoles y portugueses.
Además, al conde de Southampton Shakespeare le dedicó dos poemas: Venus y Adonis y La violación de Lucrecia. La dedicatoria del primero dice que “si el primogénito [este primer poema] de mi invención resulta deforme, lamentaré haberle dado tan noble padrino [el conde]”; el poema es, según Tomasi de Lampedusa, “todo un himno a la belleza viril”. Y en la dedicatoria de La violación de Lucrecia, Shakespeare escribió: “La afección que profeso a vuestra señoría no tiene fin” (cito la traducción de Astrada Marín). En el caso de “El fénix y el tórtolo”, un “breve y singular poema de calidad altamente superior a los anteriores, con trazos de oscura y gran belleza”, escribe Tomasi di Lampedusa, es un poema de lamento por un amor perdido, probablemente el del conde, a quien estaría dedicado en clave (nótese, además, que los dos sustantivos del título son masculinos). Todo eso ha hecho pensar, también, que el enigmático “Mr. W.H.” a quien están dedicados los Sonetos es el conde de Souhthampton cuyo nombre era Henry Wriothesley, de manera que sus iniciales aparecerían invertidas en la dedicatoria. Otros, Oscar Wilde entre ellos, creen que es William Herbert, conde de Pembroke, y otros más creen que era William Hughes, un joven y guapo actor de teatro en la misma compañía a la que pertenecía Shakespeare y para la que escribió sus obras más célebres, los Hombres de Chamberlain. Lo cierto es que, como escribió Mujica Láinez, “Shakespeare disfrazó sus propósitos tras la máscara y el juego conceptista”.
Como se sabe, la primera edición de los Sonetos es de 1609 y fue impresa por Thomas Thorpe. De los 154 sonetos, dos terceras partes están dedicados a ese misterioso y “único numen de estos sonetos” a quien el “inmortal poeta” le desea “toda la feliz eternidad” y con quien, según el soneto 104, la pasión duró tres años contados en inviernos, primaveras y otoños; en los restantes aparecen el “poeta rival”, que algunos creen que era el dramaturgo Christopher Marlowe y “la dama oscura” que le disputa al poeta el amor del joven, se cree que ella era Mary Fitton o Lady Rich. A diferencia del soneto petrarquista, el soneto isabelino está compuesto por tres cuartetos (doce versos) y un pareado final (que dan los 14 versos reglamentarios) en una especie de remate o conclusión. La versión de Marrufo mantiene la estructura del soneto isabelino (abab, cdcd, efef, gg) en versos rimados y en endecasílabos “flexibles”, los llama el traductor, aunque no lo divide por estrofas. Otro acierto de Marrufo es que arregla o mantiene los conceptos originales de Shakespeare: en el soneto 18, por ejemplo, Shakespeare se pregunta si podría comparar al joven con un día de verano y en el tercer verso dice que ese verano es en mayo, Marrufo arregla bien el asunto y en el primer caso traduce “¿Podría compararte a un día de mayo?” para dejar el “verano” a la apariencia del amado: “Mas tu verano en cambio lucirá/ Sin perder un tomín de su atractivo”; en el soneto 20, donde otros han ocultado la dualidad sexual del joven, Marrufo traduce sin prejuicio “dueño-dueña adorable de mi pasión”.
José Emilio Pacheco decía que cada generación debe volver a traducir las obras para hacerlas actuales. También se podría decir que cada país debe traducir con las variantes de su lengua esas mismas obras para que más lectores se sientan cercanos a ellas. Es justo lo que hizo Marrufo con esta espléndida versión de los Sonetos de William Shakespeare (1564-1616).