Una patada en el estómago
Para María Paz
Permiso para un spoiler: ganó Chile, CTM. Después de ciento veinte minutos de juego, sin goles, Higuaín sepultó en ánimo de Argentina y no sólo falló el penal que le correspondía, sino que le dio a su país un nuevo satélite que ahora nos orbita y que se llama pecho frío. Los chilenos no chistaron, valga la aliteración, y aún vigorosos hicieron lo que debe hacerse en esa tanda final que no es un volado, sino un asunto de gracia bajo presión: Alexis Sánchez tiró a ras de suelo y venció primero a Romero y luego a la Argentina toda, a Messi que no supo resolver la única oportunidad real de gol que tuvo (metió, sí, su penal, pero eso no era lo que esperábamos de él), a Di María que abandonó la cancha apenas al minuto treinta, frito, y a la hinchada albiceleste que no supo infundir el miedo que se le debe tener a su selección. Y es que Chile no tuvo miedo un sólo segundo del partido, ahí, en el infame Estadio Nacional que concentró a muchos durante la dictadura del Pinocho, y en la que, sí, en 1955 hubo una tragedia, poco antes de que Chile y Argentina se enfrentaran también, pero lo importante era lo otro, y Beausejour lo recordó, ya con la victoria resuelta. Noventa y nueve años, casi un siglo, le tomó a Chile llegar a la antesala de los que ganan mundiales, en su primer éxito internacional (y Argentina no se pudo quitar la caspa de veinte que tanto les pesa sobre los hombros, dos décadas de no alzar trofeo, luego de haberlo levantado con todo). No es necesario repasar el partido: ciento veinte minutos de engrudo, sin grandes emociones, con el desgaste brutal de los argentinos y la perseverancia sobrehumana de los chilenos. Ni Dios ni el rey brillaron; acaso hizo más el mago. No fue un juego de cracks, sino de selecciones nacionales, luego en igualdad de condiciones salvo por la ventaja chilena de estar en casa y de merecer alzarse en primer sitio. «Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro», puede leerse en el Estadio Nacional de Santiago, ahí adonde, ya se dijo, muchos fueron detenidos y torturados, aislados como ganado, despojados de su humanidad, hace cuarenta años. Antier, Chile, para siempre en nuestra memoria, hizo futuro.