Tierra Adentro

Titulo: Un monstruo viene a verme

Autor: Patrick Ness

Editorial: Reservoir Books

Lugar y Año: España, 2016

Este primer fin de semana de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil en la Ciudad de México coincide con el debate en línea sobre lo que se ha dado en llamar “literatura basura”. Término extraño y oximorónico, la literatura basura no es exactamente un bestseller, aunque puede serlo, ni tampoco se refiere a los libros de superación personal que toman la forma de novelas, como las obras de Paulo Cohelo o Carlos Cuauhtémoc Sánchez. La forma más sencilla de explicar que es literatura basura es mirar a las obras a las que se les adscribe esa etiqueta: sagas románticas o juveniles Los juegos de hambre, Cincuenta sombras de Grey y Harry Potter, pero también cualquier cosa escrita por John Green o Federico Moccia.

Leer literatura basura es el equivalente a comer comida chatarra. Y como con la comida chatarra, si bien todos estamos de acuerdo en que una Big Mac, unas papas Sabritas o una sopa Maruchan no tienen ningún valor nutricional, hay otras comidas en las que en realidad el consenso no es tan claro. ¿Será una pieza de rib eye comida basura? ¿Qué tal un spaghetti al burro? Lo mismo pasa con los libros. Lo que para un lector es un manjar, para otro es una pérdida de tiempo sin sustancia. Lo que para uno es un gusto culposo, pero aceptable, para otro es un libro que marcó su vida.

El asunto no es trivial, porque conforme lentos pero seguros aumentan los índices de lectura en México, la discusión se vuelca ya no a cuánto leemos, sino a qué leemos. Y esta es una discusión en la que no parecemos ser capaces de ponernos de acuerdo. Existen los proponentes de que leer, sea lo que sea, es aceptable en virtud de que un libro es una puerta a otros libros y que, si bien se puede comenzar a leer con literatura basura, eventualmente se tropezará con un buen libro que puede cambiar la forma en que se lee. Este argumento se derrumba si seguimos con la metáfora culinaria: ¿está bien comer todos los días Big Mac en la esperanza de que un día descubras que también puedes pedir una ensalada con pechuga de pollo?

Otros proponentes son, digamos, los veganos literarios: los que esperan que te alimentes solamente con los duros pero saludables libros canónicos de la literatura universal: una opción sin duda buena para los niveles de colesterol intelectuales, pero no muy apetitosa. No debería de extrañarnos sorprender a estos apocalípticos de los gustos lectores comiéndose unos tacos con todo —leyendo a George R. R. Martin o a Laura Esquivel— porque la realidad es que todo lector necesita de vez en cuando una dosis de grasas saturadas, que no todo es el Primero sueño ni Karl Ove Knausgard.

Resolver este entuerto de la literatura “basura” y la literatura “saludable”, en el cual la literatura infantil y juvenil se suele llevar la peor parte, no es el propósito de esta columna. En cambio, quiero proponer un platillo que podría agradar por igual a glotones de todas orientaciones: Un monstruo viene a verme de Patrick Ness, inspirado en una historia de Siobhan Dowd, e ilustrado por Jim Kay.

Un monstruo viene a verme es una novela nominalmente escrita para niños. El hecho de que ha ganado sendos premios de libros para niños confirma que está escrita e ilustrada para esta demografía. Hay también un monstruo, como anuncia el título. Hay un niño, Connor, que se encuentra con el monstruo, pero que tiene otra pesadilla más grande con la que tiene que lidiar. El monstruo se encuentra con Connor durante tres noches a las 12:07 para contarle tres historias.

Y este es el punto en el cual este columnista siente la necesidad de aclarar que, a pesar de ser un libro para niños, con una trama estructurada como un cuento clásico, y de estar hermosamente ilustrada, en verdad no es un libro para niños. Lo que quiere decir el columnista es que este no es un libro desechable, que a pesar de que las hojas y las portadas son brillantes, esta no es literatura basura. Este no es un bestseller cualquiera. Que estamos ante un clásico. Le parece tan importante aclarar este punto que ha redactado este párrafo hablando de sí en tercera persona.

El monstruo de la novela de Ness recuerda un poco a Eli, la niña vampiro en Déjame entrar, de John Ajvide Lindqvist, pero Ness sabe imprimirle a la vez un tono mítico y otro muy humano, con una muy cuidada prosa, propia de un libro que debe ser accesible para niños. De hecho, todos los personajes de Un monstruo viene a verme están muy bien dibujados, tanto en la prosa como en las espléndidas ilustraciones de Kay. Y sin ganas de adelantar la trama, vale la pena hacer notar que no sólo destaca la calidad de la historia y de la gráfica, sino también la calidez y la compasión que consiguen transmitir.

Quería recomendar este libro antes de que la película, con Liam Neeson y Sigourney Weaver, probablemente lo catapulte a una fama tan desmedida como merecida. Esa fama que sorprendentemente hace que los libros ganen calorías imaginarias a los ojos de los lectores más críticos, que parece que sospechan más de la popularidad de los libros que los veganos de los transgénicos de Monsanto.